Los países sudamericanos no van a acompañar sanciones unilaterales contrarias al derecho internacional y a los intereses de los propios países.
No lo han hecho en todas estas décadas, no lo van a comenzar a hacer ahora por la guerra de Ucrania.
Los países que no forman parte de Occidente, el Eje Atlantista o como prefieran llamarlo, no sólo han condenado la invasión rusa de Ucrania, sino también las sanciones unilaterales impulsadas por el eje atlantista.
Ambas igualmente violatorias del derecho internacional. Ambas igualmente contraria a los intereses de cientos de países que también conforman la comunidad internacional.
Más de cien países con todo tipo de colores políticos y regímenes de gobierno que abarcan casi toda Latinoamérica, toda Africa, casi toda Asia, muchos países de Oceanía.
Es interesante, en este sentido, destacar el décimo de los 12 puntos de la posición de China sobre la solución política de la crisis de Ucrania, porque no es especialmente novedoso. Sintetiza lo que más de cien países vienen sosteniendo en todos los foros respecto a este tema.
En el caso de Brazil, este principio se ha sostenido durante muchas décadas, atravesando todos los colores políticos. Porque Brasil no tiene por qué alinearse a políticas contrarias a sus propios intereses nacionales.
Lo mismo se observa en Argentina. Que, para poner un ejemplo lejano, se contó entre los pocos países que no sancionó a URSS por su invasión de Afganistán. En Argentina gobernaba una dictadura “anticomunista”, pero no iba a dejar de venderle a quien le compraba. Menem con sus célebres “relaciones carnales” tampoco lo hizo (con la excepción del contrabando de armas). Sólo la Administración Macri comenzó a tantear ese camino para con Venezuela, pero ni eso facilito la venta de limones.
Mas de cien países no forman parte del club atlantista y, aunque se anoten en la lista de espera con la más extensa curricula de méritos, no serán recibidos en el selecto club.
Para bien y para mal, dada la diferencia en los respectivos intereses nacionales, pueden surgir coletazos en cosas como los contratos de compraventa de armas. Es lo que toca.