Este es, en primer lugar, el brulote de un cobarde: se oculta detrás de un pseudónimo, lo cual ya le quita veracidad. Si dijera la verdad, daría la cara.
Realmente cuesta digerir tanta bronca, odio y tergiversaciones enmascaradas en la búsqueda de una verdad que jamás fue retaceada por el capitán José Vercesi. El nunca dejó de marcar sus errores y su responsabilidad en las decisiones tomadas en el combate de Top Malo House. Incluso están claramente definidas en el Power Point con que acompaña siempre sus charlas.
En el brulote de marras hay también detalles que marcan como mínimo desinformación. Tal es el caso de Gatti, a quien se señala como del arma de Comunicaciones, cuando es de Ingenieros. Y lo que produce más indignación es la supuesta reacción del Turco Sbert cuando resbalaba al ascender al monte. Porque, además de que eso no existió, el suboficial no era ese tipo de persona, a lo sumo puteaba y les sacaba a los demás comandos una sonrisa. Es una canallada inventarle algo que Sbert no puede desmentir, porque cayó en combate.
Además, al hacerle tan abiertamente el juego a la propaganda británica, es lícito preguntarse si no estamos frente a una opereta de los servicios de Inteligencia de la Pérfida Albión. Que el libro sólo se pueda conseguir por Amazon, es extraño.