Nota de Israel Defense
Para Israel, los portaaviones estadounidenses no vienen gratis
Mientras Israel ha estado atravesando un proceso de americanización durante muchas décadas, los recientes aumentos del nacionalismo requerirán moderación.
La supervivencia de Israel depende de su colaboración con la coalición occidental.
La Guerra de las Espadas de Hierro representa una batalla de ideologías, con Israel alineado con la alianza estadounidense-occidental.
En esencia, Israel necesitará abrazar los valores, la moral, la economía y la cultura estrechamente asociados con la Casa Blanca y Europa.
Si bien Israel ha estado atravesando un proceso de americanización durante muchas décadas, los recientes aumentos del nacionalismo requerirán moderación. La supervivencia de Israel depende de su colaboración con la coalición occidental.
Esta contienda puede verse como un enfrentamiento entre el mundo occidental y el mundo antioccidental, que recuerda a las guerras mundiales del siglo XXI. Aunque puede que no se parezca a guerras mundiales pasadas, comparte características similares. Este conflicto se centra en un choque de valores, moral, culturas y economías, en el que cada bando compite por la influencia.
Las fuerzas opuestas incluyen a Irán, Rusia, China, Hamás, Hezbolá, los hutíes y muchos otros representantes repartidos por todo Oriente Medio y África. Juntos, forman el eje de oposición, buscando imponer un conjunto distinto de valores, moral, culturas y sistemas económicos en el mundo, en contraste con el orden prevaleciente centrado en Estados Unidos.
El papel de Israel en el eje occidental
En este panorama geopolítico, Israel se encuentra firmemente posicionado dentro del eje liderado por Estados Unidos y el mundo occidental. La reciente llegada de portaaviones y bombarderos estratégicos a Medio Oriente el 7 de octubre, coincidiendo con las atrocidades en la Franja de Gaza, arroja luz sobre la intrincada dinámica en juego.
Si bien el mundo occidental condena inequívocamente la masacre sin sentido de civiles inocentes, los motivos son más profundos. La supervivencia de Israel no es el único factor detrás del apoyo militar y político que recibe de países como Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia. El catalizador de su participación reside en una confluencia de acontecimientos, incluidos los ataques de Hamás a Israel, la invasión rusa de Ucrania y las amenazas planteadas a Europa, que crean colectivamente una masa crítica que pone en peligro el eje de la sociedad occidental.
Es esencial reconocer que el apoyo brindado a Hamas por Rusia, China e Irán no se basa en una preocupación genuina por la causa palestina. Más bien, estas naciones aprovechan la oportunidad que presenta la percibida vulnerabilidad militar de Israel contra Hamás, explotando así una grieta en la armadura del eje del mundo occidental.
Como argumentó una vez el general histórico de Napoleón, Clausovich, cuando identificas una debilidad en las defensas de tu adversario, la movilización rápida es clave para debilitarlo. Al reconocer esta vulnerabilidad, el sábado 7 de octubre, la Casa Blanca emitió un severo mensaje al llamado "eje del mal", provocando una reasignación de recursos para enfrentar esta amenaza emergente.
Desde la perspectiva israelí, ésta no es simplemente "otra guerra regional" que las FDI pueden manejar por sí solas. Marca el inicio de una nueva era en la guerra del Eje. La lealtad de Israel reside firmemente en el eje del mundo occidental, como lo demuestra la llegada de portaaviones estadounidenses a la región. Ese apoyo tiene un costo y subraya la necesidad de que Israel se alinee con los valores, culturas e intereses occidentales para asegurar su futuro en un panorama global en constante evolución.
Al equiparar a Hamas con ISIS, los países dentro del eje del bien pueden forjar una coalición militar y política unificada, reflejando las alianzas formadas por Irak y Siria en los últimos años. Actualmente, las fuerzas de la coalición están comprometidas en la lucha contra ISIS en Medio Oriente. Si ambas organizaciones son percibidas como amenazas de igual magnitud, las naciones dentro del Eje del Bien, lideradas por Estados Unidos, enfrentan el desafío de abordar la guerra de Hamás y al mismo tiempo combatir a ISIS.
Analizando el panorama de la posguerra
A raíz del reciente conflicto de Gaza, Estados Unidos está tomando medidas para reafirmar su influencia en Medio Oriente, una región donde su influencia había ido disminuyendo desde las retiradas de Irak y Afganistán. Está claro que persistirá una presencia militar occidental sustancial en Medio Oriente al menos hasta el final del actual mandato del presidente Biden, que concluye en noviembre de 2024.
Habrá una presión creciente para la transición del control de Gaza a la Autoridad Palestina, ya que el gobierno de Estados Unidos ha expresado su deseo de acelerar la solución de dos Estados. Para endulzar el acuerdo, la Casa Blanca cuenta con el apoyo de Arabia Saudita y el acuerdo entre Israel y Arabia Saudita sobre Jerusalén, aunque este apoyo probablemente requerirá concesiones territoriales.
Israel, por su parte, necesitará llevar a cabo una investigación rápida y exhaustiva sobre las fallas de seguridad que contribuyeron al reciente conflicto. Debe tomar medidas correctivas inmediatas, que pueden implicar cambios de personal, reorganización del aparato de seguridad, reasignación de recursos y la reconstrucción de la frontera de Gaza.
En el ámbito político de Israel, se espera que el Primer Ministro Netanyahu permanezca en el cargo en el futuro previsible, ya que no ha mostrado ninguna intención de dimitir y es poco probable que un voto de censura en la Knesset tenga éxito.
Sin embargo, Netanyahu tendrá que afrontar dos presiones sustanciales simultáneamente. Por un lado, enfrentará presiones de Estados Unidos y Europa para avanzar en las negociaciones para un acuerdo permanente con los palestinos en Gaza y Cisjordania. La Casa Blanca ya ha expresado su apoyo a este tipo de negociaciones.
Por otro lado, una parte importante de los partidarios de la coalición están a favor de la anexión de territorios y de condiciones más estrictas para los palestinos y los árabes israelíes.
Equilibrar estas presiones contrastantes será un desafío formidable para Netanyahu. Puede intentar evadir la presión de la Casa Blanca esperando una victoria republicana en las próximas elecciones presidenciales del 8 de noviembre, siendo el resultado preferido el regreso del expresidente Trump al cargo.
Si los republicanos ganan las elecciones presidenciales, Israel podría volver a una estrategia de "divide y vencerás" entre Gaza y Cisjordania. Sin embargo, si el presidente Biden logra la reelección, el surgimiento de un Estado palestino es un escenario probable.