En 1882 nace en la capital italiana Enrico Toti, de familia pobre, con todos sus miembros trabajando en labores de mantenimiento de ferrocarriles, destino fijado, apenas un niño que se lanza a ganarse el jornal. Y, en 1908, el drama: Toti sufre un horrible accidente en el que pierde la pierna izquierda. Queda postrado en un primer momento en la cama, hasta que encuentra la forma de solventar su inmovilidad, una antigua bicicleta que su padre usaba para ir al trabajo. Se sube a ella, se da cuenta de que puede llegar aún más lejos de lo que lo hacía antes con sus piernas. Halla, según sus palabras, libertad.
Años después durante la guerra intentara alistarse y sera varias veces rechazado...(leer nota completa). Al fin, se alista como voluntario en el Regimiento de Bersaglieri, la sección de soldados-ciclistas del Ejército italiano donde también combate, entre otros, Ottavio Bottecchia, futuro campeón del Tour de Francia. Nadie le quiere muy cerca, pero nadie parece poder arrojarle demasiado lejos, por lo que la única opción que queda es aceptarle. Y será de esa forma como encuentre la muerte.
Las naciones necesitan héroes, y los necesitan cuando estas son jóvenes, territorios que balbucean, cuando aún no han formado del todo su personalidad y están creando las aristas de lo que mañana será historia o mito, dependiendo de quien lo cuente.
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