VGM - AVALOS Raúl Osvaldo (EL TINCHO, un camada)
Nació en la Provincia del Chaco – Dto. De Quitilipi, el 08 de Agosto 1963.
¿Cómo ingresaste a las Fuerzas Armada?, recuerda tu primer destino.
Me inscribí en la Armada, ya viviendo en la provincia de Buenos Aires, a pesar de mi padre que no quería firmarme la autorización a los 15 años, luego de algún ruego y alguna lágrima me la firmó. Yo estuve tres años en un instituto de formación militar y al egresar con el grado de cabo segundo, mi destino fue el Crucero ARA General Belgrano y en ese buque me encontró la gesta de Malvinas.
¿Cuál es tu estado civil, y que edad tenías al momento del conflicto.
Mi estado civil actual es casado, aunque además soy clérigo de la Iglesia Católica. Al momento del conflicto yo contaba 18 años de vida.
¿Cuándo le notificaron de que irían a la guerra de Malvinas?, ¿Cuál fue tu reacción?, ¿Qué jerarquía tenía en ese momento?
Nunca fui notificado que debía partir hacia un destino fijo, pues yo era tripulante de una nave de guerra, del ARA Crucero General Belgrano y mi deber estaba en la nave. Mi sensación y creo que la de toda la dotación del buque era de algarabía y de sentimientos encontrados ya que sabíamos que nuestra nave era ya muy antigua y no apta para el combate naval, ( entiéndase buque a buque). Si para bombardeo de costas y defensa de puerto. No sabíamos que íbamos a la guerra aunque cuando estábamos en Ushuaia se nos dijo que nuestra función era custodiar el Canal de Beagle, pero luego de permanecer algún tiempo en cercanías de las Islas de los Estados, partimos hacia rumbo noroeste. Mi jerarquía en el conflicto era de Cabo Segundo que es el primer grado de suboficial subalterno.
¿Tuviste tiempo de avisar a tu familia que ibas a Malvinas? Y ¿Cual fue la sensación que viviste rumbo a las Islas?
No tuve que avisar a mi familia pues ella sabía que mi destino era el Crucero General Belgrano y además no sabíamos que iríamos a Malvinas. Sensaciones a lo largo de la travesía, fueron muchas, el 2 de abril al enterarnos de la recuperación de Malvinas, mucha euforia y orgullo. Luego desazón e incertidumbre, luego del ataque y el hundimiento mucha bronca por no haber podido disparar ningún tiro. Lo que nunca sentí fue miedo. Ya en la balsa y a la deriva, mucha fe, esperanza y confianza.
¿Cuál era su función en el ARA Crucero General Belgrano?
Puedo contarte que mi buque durante esta etapa estaba superpoblado por la necesidad de contar con personal extra para cubrir los tercias de guardia (Crucero de Guerra) mi guardia era de 8 a 12 hs, y de 20 a 24 Hs. Luego tenia tiempo libre para mis quehaceres particulares (Lavar ropa, bañarme ir a comer o a descansar) salvo que sonara la alarma de combate y allí tenía que cubrir mi puesto de combate en el director óptico de proa, El sistema de Control Tiro tenía dos directores ópticos, uno de proa y otro de popa) Si bien la alarma de combate sonó varias veces, todas fueron falsa alarmas, pero cuando llegó el primer torpedo, lo hizo de repente y sin ninguna alarma. Doy gracias a Dios que el ataque se realizó de día, pues en la oscuridad de la noche no hubiéramos podido llegar a nuestras estaciones de abandono.-
Podes contar tu experiencia vivida abordo del ARA crucero General Belgrano
Teniendo en cuenta que en esta acción se perdieron casi la mitad de nuestros muertos en la gesta de Malvinas. Voy a compartir contigo las últimas horas a bordo del Crucero.
Un recuerdo muy especial a mis camaradas de la promoción 33° del Curso Armas de la ESMA. Saludo a todos y cada uno de mis camadas. Con la mayoría de ellos me encuentro una vez al año, para estrecharnos en un fraternal abrazo.
Cada dos (2) de Mayo es muy especial para mí, por lo siguiente: La mañana de ese domingo dos de mayo comenzó muy temprano, pues nos despertó la alarma de combate, permanecimos en esa condición hasta alrededor de las 11 hs. En que se da la retirada de puesto de combate, yo simplemente ocupé mi puesto de guardia y permanecí allí hasta las 12 hs. A esta hora (12, 00Hs) terminaba mi guardia de Crucero de Guerra y como la rutina mandaba, yo terminaba mi turno de guardia e inmediatamente pasaba al comedor a almorzar. Ese día me encontré con que no había almuerzo, pues los cocineros también, estuvieron en combate toda la mañana. Los cocineros no tuvieron tiempo de preparar la comida. En el comedor solo había caldo y fruta. Yo solo tomé una naranja. Luego fui al sollado, a hacer una siesta. Esa tarde no pude dormir, mi imaginación trabajaba a mil, es que cuando bajaba del director óptico de proa, vi que unos artilleros estaban instalando una ametralladora 12,5 en la cubierta del señalero. Y en mi pobre imaginación pensaba que el vigía podría divisar la estela de un torpedo y dispararle con esa ametralladora haciéndola explotar antes de alcanzar el buque. Así llegue a las 15:00 Hs, que era la hora de levantarme para tomar una taza de mate cocido en el comedor. Siempre lo hacía, pero esa tarde un poco por falta de ganas y quien puede saber por qué, me quedé en la cama y no cumplí con mi rutina, eso debe haberme salvado, porque con el primer torpedo voló medio comedor.
A eso de las 16 Hs. (16:01Hs.) me sorprende un temblor sordo y un repentino apagón. Yo estaba en la cuarta cama, a esa altura de los acontecimientos descansaba vestido, solía tener el borceguí en el baos, el salvavidas bajo la almohada. Oscuridad total. manoteo el baos y los borceguíes no estaban, me bajo de la cama en un salto y los busco al tacto, los encuentro y me los calzo, la oscuridad era tal que no se veía nada y no sabía para dónde dirigirme, en eso un rayo de luz de una linterna de bolsillo, propiedad del cabo maquinista que hacía guardia en el destilador, se multiplicaba en las taquillas y en ese piso de acero que tantas veces pulíamos con los pies y viruta de acero, nos muestra la salida. Éramos demasiados para subir (por lo menos 70 personas) por una sola escalera, tratando de salir por una única puerta en condición "Z" o sea cerrada y solo abierta con una escotilla (tambucho) redonda en el medio. Ahora soy consciente que nunca sentí el segundo torpedo. En ese momento recuerdo que al lado de mi taquilla había un tambucho que no se ocupaba y daba a la cubierta de arriba donde también había un sollado, me costó muchísimo abrirla, porque un cama la pisaba, pero las ganas de salir agregó la fuerza necesaria para abrirla y tras de mi mucha gente también salió. Ahora solo faltaban dos cubiertas hasta llegar a la principal. Yo en ese tiempo asociaba lo que iba viviendo con escenas de películas, por ejemplo el temblor del primer torpedo lo asociaba con una serie que veía de niño "Viaje al Fondo del Mar" cuando el submarino chocaba con arrecifes, solo que al momento reflexionaba, en estas aguas no hay arrecifes, por lo tanto no podía ser otra cosa que un torpedo.
Cuando solo faltaba una cubierta para llegar a la principal ya había luz de día, estábamos subiendo por una escalera doble, que estaba pintada de blanco y solía estar vedada para la tropa porque era exclusiva de oficiales, de repente todo se abría y la escalera se despejaba automáticamente, la gente saltaba y dejaba la escalera libre, yo también me corrí a un costado, la imagen era de la película "los Diez Mandamientos" cuando Moisés abre las aguas con su bastón y las aguas se separan dejando un camino libre y despejado, en él aparece un hombre con el 99 % de la piel quemada, caminando como un autómata y bajando esa escalera que nosotros subíamos, iba acompañado por dos enfermeros, uno a cada lado, y vestido solamente con un slip también quemado, me impresionó mucho esta imagen, solo le quedaba un mechoncito de cabello cerca de la nuca. Enfilaron hacia la enfermería que estaba en proa. A veces me pregunto quién sería ese hombre, que seguramente está contado entre los 323. Luego seguimos subiendo.
Llegado ya a la cubierta principal, cada uno debía llegar a su estación de abandono. Salgo a la principal por la aleta de estribor y mi puesto de abandono estaba en la aleta de babor por lo que tuve que hacer una carrera de más de 50 cincuenta metros en sentido contrario de las agujas del reloj. Llegado al puesto de abandono me encuentro con el grupo que pertenecía a nuestra balsa, en nuestro grupo estaba el suboficial mayor encargado del buque que era el suboficial más antiguo, y era también de mi especialidad (Control Tiro), también estaba Ariel, nuestro camada de la 33 (Eduardo Ariel Aguilar), yo me acuerdo que nos mirábamos y no sabíamos que hacer, estábamos esperando órdenes y estas no llegaban. Es que a bordo todas las ordenes se daban por altavoz y como no había energía el comandante daba las órdenes a través de un megáfono, por eso nunca nos enteramos de nada en la popa. Ariel en algún momento quiso bajar a buscar alguna frazada o algún abrigo y aunque le pedimos que no lo haga lo hizo igual, pero volvió casi al instante, pues adentro era una boca de lobo totalmente oscura y no se animó a seguir. A alguien se le ocurrió que había muchos tanques de JP1, combustible para helicópteros, y que había que deshacerse de ellos por el peligro que representaba para los que estábamos esperando la orden de abandonar, así es que nos pusimos a trabajar y tiramos más de diez tambores de 200 litro de JP 1 al mar.
Luego seguimos esperando la orden que nunca llegó por lo que decidimos bajar la balsa que estaba fija en la superestructura del barco. Se quitaron los seguros y ésta cayó a la cubierta, luego la levantamos sobre la baranda y la lanzamos al mar, por la banda de babor que estaba ya demasiado arriba. Se suponía que la balsa se inflaría automáticamente. Eso no sucedió. La balsa seguía sin inflarse, y vimos que era porque el cordón era demasiado largo. Por lo que empezamos a tirar de él hasta que la balsa por fin se infló. Yo estaba en la maniobra de amarrar el cordón luego que esta se inflara y no me di cuenta que el cordón se cortó y la balsa comenzó a alejarse. Al darme cuenta de esto, ya todos se habían tirado y llegado a ella a nado. Nunca voy a olvidar la voz de Ariel Aguilar gritándome, desde la balsa “Avalos tírate!!!, Avalos tírate!!!”
A punto estaba yo de tirarme al agua, cuando escucho a alguien pedir ayuda: “Auxilio, socorro.” Miro y veo saliendo del tambucho de la “Fuente de Soda” que así se llamaba la cantina del CRBE, la cabeza de un marinero, que se asomaba y pedía socorro. Fui a ayudarlo y así lo hice, yo pesaba 65 kg por lo que no podía ponérmelo al hombro y llevármelo cargado. Así que lo ayudé a incorporarse y me lo iba llevando haciendo que dé un paso tras otro, diciéndole “Agarrate de acá, soltá esta mano, mové este pie” así me lo llevé hasta el puesto de abandono, al que llegamos ya trepando, pues la cubierta estaba ya inclinada más de treinta grados y si bien la balsa aún estaba a la vista, yo pensé que si me tiraba, llegaría nadando, pero mi compañero no. pues él estaba semi-consiente, su nariz y la boca estaban sucia con una baba negra, al principio pensé que era petróleo, pero más tarde comprendí que era moco y vómitos con hollín de humo. Además él trabajaba en el lavadero del buque y por eso estaba muy desabrigado, apenas vestido con su faena gris, yo en cambio tenía un vaquero bajo el pantalón gris mi chaqueta tenía una capucha que yo mismo le cosí, vestía el gabán cruzado de 6 botones y llevaba puesto mi salvavidas de corcho que si uno lo piensa, también abriga. Más tarde y ya en el “Bahía Paraíso”, buque que nos rescató, me contaría el marinero, que eran cuatro los que trabajaban en el lavadero al explotar el torpedo y cortarse la luz. Que al momento quisieron salir del lavadero, pero un fogonazo hizo que se metieran adentro y cerraran la puerta, y al pasar los minutos y no saber nada de lo que pasaba deciden salir, pero solo él tras desmayarse dos veces llegó a la cubierta principal justo para que yo lo viera. Los otros tres no llegaron y también se cuentan entre los 323.
Como decía llegar a la baranda de babor ya costaba mucho por la escora del barco. Y ahora qué hago? Vi una escala de gato colgando sobre el casco y por ella bajamos hasta una coraza o doble casco que el crucero tenia a la altura de línea de flotación, hasta ella llegamos y con la espalda contra el casco, nos dirigimos hacia popa donde aún había una balsa amarrada, la mía ya se había ido o simplemente la perdimos de vista. Mientras nos desplazábamos agarrados de un cable que Dios Santísimo y su Divina Providencia puso en ese lugar para nosotros dos (el cabo Avalos y el marinero González), el agua embravecido se alejaba de nosotros como a 10 metros y regresaba hasta llegarnos al medio del pecho, eso a lo largo de más de 15 metros, hasta llegar y meternos en la balsa que aún amarrada al buque se mecía y mecía entre las olas esperándonos. Empujo a mi compañero y el entra justo por la porta de la balsa, luego salto yo y si bien caigo al agua enseguida me levantan del salvavidas y me meten dentro. Muchos años después el, ahora Suboficial Mayor retrirado, Tejada Horacio me contó que no fuimos los únicos en llegar a esa balsa por ese camino, pues también el y el Suboficial Primero (Cachilo) Garay, también lo hicieron.
Ya dentro de la balsa, me costó mucho acomodarme, el suelo de la balsa era como un flan, donde no se puede hacer pie, los cuerpos allí tardamos una eternidad para acomodarnos sentados, todos estábamos empapados, en la balsa reconocí al CC62 Heynze, y a Tejada al que apodábamos “Gato”, que eran de mi división y al más tarde nos enumeramos y supimos que éramos 23, todos refugiados de distintas balsas que por algún motivo fuimos a parar en esta. Tomamos conciencia de la precariedad de nuestra situación, aún estábamos amarrados al buque que seguía escorándose, había que cortar el cabo que nos unía al buque, primera situación al borde del pánico, alguno rayando en desesperación le mandó los dientes, otro sacó un alicate cortar uñas, hasta que apareció una navaja. Ahí respiramos, ahora había que alejarse del buque. Donde están los remos? - Aquí hay uno. – Aquí hay otro. Uno a una porta y el otro a la otra porta. Me imagino que dábamos vueltas en el mismo lugar. Uno de los remos se rompió generando astillas filosas, alguien gritó: Tirá eso lejos para no romper la balsa. Quedamos con un solo remo y creo que fue una suerte, nos alejamos del buque. Yo alcancé a verlo a través de la porta aún abierta, acostarse sobre su costado, mas no lo vi desparecer y hundirse. Lo que si se es que ya no lo vi más.
Estuvimos en la balsa hasta el martes al mediodía, que nos rescató el ARA Bahía Paraíso" contabilizando 44 horas a la deriva, las balsas rescatadas después que la nuestra solo contenían hombres muertos. Estas 44 horas dan para otro relato pero solo voy a agregar por ahora algo curioso que me sucedió estando en la balsa: Y es que había alguien que me llamaba por mi nombre (Raúl), como les dije antes, yo conocía a muy pocos y muy pocos me conocían a mí, para la mayoría yo solo era un cabo segundo desconocido, así que todos me decían "cabo", pero había uno que me decía Raúl, y ese era el marinero que yo había rescatado, una vez a bordo del Bahía Paraíso le pregunté: De donde me conoces vos? y contó que cuando era aspirante, un camarada suyo lo llevó a su casa en Moreno y allí me conoció por mi nombre de Raúl. Pasado algunos años yo ya era civil y radicado en Ushuaia me cruzo con un hombre de vestido de faena verde, (En ese tiempo en Tierra del fuego todos los marinos usábamos faenas verdes) me mira fijo y yo lo miro fijo, le digo: - González? Y me dice como no te vas a acordar de mí, si me salvaste la vida!!! Ya habían pasado algunos años, el marinero era cabo primero y el cabo segundo era ya civil. Luego por esas cosas de la vida de cada uno, nos perdimos por mucho tiempo, hasta que en una marcha organizada por la Federación Nacional de Veteranos de Guerra, en la ciudad de Buenos Aires en el año 2017, se acercó Gonzales a la Delegación de Tierra del Fuego formada por Walter Batista y Daniel Arias entre otros a preguntar por un tal Raúl de Ushuaia, él se acordaba del nombre, mas no del apellido, los muchachos le dieron mi teléfonos y volvimos a encontrarnos después de tanto tiempo. Ese encuentro es digno de compartirse y lo dejo para otro relato.
Estando en la balsa tuviste miedo.
No tuve miedo, solo que este hecho para nosotros fue muy duro ver hundirse en medio del mar a nuestro barco y que dejo un resultado de 323 muertos de los que solo se recuperaron 20 cuerpos.
¿Después de haberlos rescatado Cómo volviste al continente y en que regresaste?
Volví en un vuelo Naval desde Ushuaia a la base comandante Espora. Luego ya en la base Naval cobré mi sueldo atrasado, compre algo de ropa en Punta Alta y viajé a mi casa en Moreno, Bs. As. Llegando ya y a cuatro cuadras de mi domicilio me encontré con mi papá y volvimos juntos a casa, allí mi mamá estaba de nueve meses de embarazo con dolores, la acompañe hasta la maternidad y nació mi hermana Noemí que este año (2021) cumple 39 años el 11 de mayo fecha en que volví a casa.
¿Cómo fue el reencuentro con tu Familia?
Cuando volví a casa me contaron que en casa no se hablaba, mi padre iba todos los días al Edificio Libertad a consultar y averiguar por mí, pero solo le decían que tenga paciencia, que ya volvería pues estaba en la lista de supervivientes. Me impresionó mucho como el barrio se unió al dolor de mi familia. En la escuela primaria donde yo estudié y seguían estudiando mis hermanos, se hacían oraciones al igual que en la capillita del barrio. Yo seguí perteneciendo a la Armada hasta el año 1986, donde solicité mi baja para radicarme definitivamente en Ushuaia.
¿Por qué el congreso de la Nación tardo en reconocerlos?
Yo no pensaba en esas cosas, ni esperaba reconocimiento alguno. Si me sentí muy mal por ver que mis compañeros que lucían una medalla de la Armada por haber estado en el Atlántico Sur en acciones de combate y a mí no me la habían dado, cuando la reclamé me dijeron que me la vaya a comprar a SADOS. Y no voy a negar que así lo hice cuando la Armada me extendió el certificado para que SADOS me la pueda vender.
¿Qué significa el centro de Excombatientes para Ustedes ¿
Por otra parte el CEMU es un lugar donde nos encontramos los VGM, es nuestra segunda casa en Ushuaia, la organización hizo que mediante las gestiones de los VGM no solo tengamos el reconocimiento de la sociedad sino también una pensión de guerra dada por el estado fueguino y también por el estado nacional ya que las leyes de reconocimiento nacionales, salieron de la participación activa de todos los centros del país federados en la federación Nacional de Veteranos de Malvinas incluyendo el nuestro que siempre envió sus delegados y su participación.
¿Sentí que tu País está en deuda con Ustedes?, ¿Si hubiera otro conflicto volvería a ir?
No siento que el país esté en deuda conmigo o con los Veteranos de Malvinas. Si hubiera otro conflicto ya no tengo edad para ir pero si tuviera que cambiar el lugar por uno de mis hijos lo haría sin pensarlo.
¿Qué pansas de la decisión que tomaron los altos mandos al rendirse?
Yo siento que podríamos haber ganado la contienda si solo se hubiera reforzado las defensas de Puerto Argentino por uno o dos días ya que los propios ingleses ya estaban perdiendo demasiado y estaban a punto de rendirse. Es mi pensamiento personal, pero yo no estaba en los zapatos del Gral. Menéndez.
¿Por qué crees que costo tanto instalar la causa Malvinas?
Nosotros llamamos Desmalvinización al proceso que llevó atapar una derrota sufrida por el País ante una de las potencias más grande de la tierra, ayudada por Chile, EEUU y la OTAN, además de lo que por aquellos tiempos era el Marcado Común Europeo, hoy Unión Europea. Contra ese oscuro proceso es que luchamos por muchos años, es por eso que nosotros visitamos colegios llevando nuestras charlas y experiencia por distintos lugares de la Argentina para seguir Malvinizando.
¿Qué mensaje dejarías a los futuros Herederos de la causa Malvinas?
Lo que siempre digo a los que me dicen héroe. “ Si yo soy héroe tan solo por hacer lo que era mi deber, entonces son héroes los trabajadores del campo cuando levantan la cosecha, o el maestro haciendo bien su trabajo de educar, el constructor cuando hace bien su obra, etc, porque yo solo cumplí con mi deber.” A Herederos les dijo que sigan luchando a la par de nosotros porque son ellos lo que van a seguir con nuestro legado.
Un mensaje a sus hijos y Nietos.-
Recuerden a este padre y a este abuelo suyo, y hónrenlo cumpliendo su deber para con Dios y la Patria.-