Hay una vieja frase que decía algo así como "la guerra la gana al que le queda alguién en pie".
En toda guerra todas las partes sufren, sufren muchos. Las guerras son extremadamente costosas en todos los sentidos de la palabra. Pero al final del día, gana el que logro aguantar un poco más que los otros.
Ninguna guerra es un picknik, parafraseando a un libro británico sobre la guerra de Malvinas.
Esto parece especialmente válido cuando se habla de guerras de desgastes. Pierden los que se agotaron primeros. Gana el que al final aún le queda algo de dinero en su alcancía, algo más de munición en su cargador, algo de comida para rascar en su olla y algunos de sus soldados aún caminan.
Los crecientes costos de toda guerra que se alarga inevitablemente también apareja costos políticos. Cae el prestigio internacional. Crece la impopularidad. Los gobiernos se tambalean. Pierden los gobiernos que no logran sobrevivir a las crecientes presiones. Gana el gobierno que se mantiene en pie al caer la noche, aquel que preserva algo más de poder.
Algo interesante es que algunos costos económicos, militares y de otros tipo no necesariamente se transforman en costos políticos. Otras veces sí.
Por ejemplo, objetivamente hablando, la inflación en Estados Unidos no es tan importante, pero la percepción sobre la inflación ha sido mayor que la real y terminó aparejado un costo político mayor para el gobierno de turno. Los buenos indicadores sobre el crecimiento económico y el empleo no compensaron las percepciones sobre inflación.
Un ejemplo opuesto, después de Vietnam, la tolerancia estadounidense a ver sus soldados muertos fue cercana a cero. Ningún gobierno podía permitirse caídos en cualquier aventura militar. No importaba si ganabas la guerra, sería una derrota si un soldado estadounidense caía en acción. Esta percepción recién cambió tras el 11 de Septiembre del 2001, donde la opinión pública estadounidense fue más permisiva a los caídos en acción.
Es difícil y complejo estudiar como los costos de una guerra se transforman en costos políticos. A veces, un pequeño costo económico o militar se puede traducir en un enorme costo político. Otras veces sucede al contrario, y un enorme costo económico y militar se traduce en un insignificante costo político.
Desde la perspectiva de la ciencia política y la teoría de las relaciones internacionales, al costo político es el determinante. Los otros costos son las variables independientes para explicar el costo político. Más importante que la cantidad de dinero que queda en la alcancía, las municiones en el cargador, la comida en la olla y los soldados en pie termina siendo la estabilidad del trono del Príncipe.
Esta guerra no es la excepción.
Dado que esta guerra europea apareja costos para todo el mundo en términos militares, económicos, sociales, políticos, etc. ¿quienes están logrando mantenerse mejor en pie? y, especialmente, ¿qué príncipes están más tambaleantes?
Tratemos de aplicar este chapucero marco teórico al conflicto en Ucrania.
Tenemos el caso de Rusia. Las sanciones más pesadas en la historia, solo superadas por Cuba. Simultáneamente, una intervención militar que, indudablemente, no salió como tenían planeado inicialmente. Muchos rusos emigraron para evitar el reclutamiento. En pocas palabras, se han acrecentado sus costos económicos y militares masivamente y a lo largo de varios años. Tampoco es una poliarquía.
Además, la costosa guerra ha llegado a la propia Rusia, como se observan en Kursk y múltiples ataques en profundidad, incluso a Moscú. Los costos suben. La economía, obviamente, se resiente.
Si hacemos memoria de varios "expertos" que aparecían en los medios occidentales a lo largo del 2022 (sirva de antecedentes, múltiples programas de "A Fondo" en DW), "Putin ya había perdido". Anticiparon inminente que sería derrocado en algún tipo de motín interno. El costo militar y económico se traduciría inevitablemente en un costo político insostenible. Rodaría la cabeza del príncipe. Las nueva cúpula seguramente daría marcha atrás con la Operación Especial y Occidente habría triunfado.
¿Pasó eso? en los últimos tres años el gobierno de Rusia no sólo no parece tambalearse, sino más bien al contrario. Continúa consolidado. Las estrategia de reclutamiento funciona y no parece haber escasez de soldados. Incluso tuvieron un resonante motín paramilitar. A pesar de los crecientes gastos militares, llegan buenas noticias del frente. Pudo realizar sus elecciones para legitimarse en el cargo, con actos multitudinarios que estaban lejos de expresar debilidad.
Los costos económicos seguramente angustian a la población, pero no parece traducirse, por ahora, en costos políticos significativos. ¿Internacionalmente? Rusia ha perdido influencia. Pero parece que en el último año ha recuperado parte de esa influencia.
Desde mi punto de vista, los costos económicos, militares, sociales, etc. no se están traduciendo en costos políticos equivalentes. Existen, pero relativamente pequeños. Por ahora, es un gobierno que llega de pie al anochecer y se levanta de pie al día siguiente.
Frente a ello tenemos a Ucrania. Todos los costos militares, económicos, sociales, etc. que sufre Rusia son insignificantes comparados con los sufre Ucrania. Es un país que esta siendo devastado, literalmente. A medida que se alarga la guerra, la devastación se acrecienta.
A nivel interno, han suspendido las elecciones y las campañas de reclutamiento militar parecen enfrentar problemas. Las noticias sobre cambios de funcionarios son más frecuentes que los observados en cualquier otro país. Indicadores indirectos de que el costo de la guerra apareja costos políticos.
Internacionalmente, al principio Ucrania gozó de enorme apoyo internacional. Pero en el último año ese apoyo comienza a flaquear y las expectativas para el año que viene son sombrías. La extensión de la guerra está aparejando costos diplomático. Recientemente el presidente anunciaba la ambiciosa estrategia para la paz, poco tiempo después, lanza la estrategia para la Resistencia. A juzgar por el título, menos prometedora.
¿Significa esto que es inminente que el príncipe ucraniano se cae de su trono? no necesariamente. Sólo nos estaría indicando que los costos económicos, militares, sociales, diplomáticos, etc. se están traduciendo en costos políticos y que esos costos políticos son mayores de los que se observan en su enemigo.
Por ahora, es un gobierno que llega de pie al anochecer y se levanta de pie al día siguiente. Sólo que no parece tan erguido como su enemigo.
¿Hay que sumar a la ecuación los aliados de las partes? ningún aliado de Ucrania esta viendo el derramamiento de sangre de sus soldados. No, al menos, oficialmente. Si esa fuese la única forma de medir costos, serían insignificantes.
Pero, al menos para la Unión Europea, las sanciones aplicadas a Rusia parecen tener sus coletazos en la Unión Europea también. Muchos analistas afirman que esas sanciones terminan siendo "tiros en el pie". También pueden servir para ilustrar esto los informativos económicos de DW de los últimos meses. Aquí también hay inflación. Desaceleración económica. Perdida de competitividad. Llueven las malas noticias.
Como ciudadano argentino, siempre digo que preferiría los problemas económicos de los que se quejan los europeos a los de mi propio país. No son problemas económicos tan graves como los que afectan a los países directamente involucrados en la guerra. Aún así, la "persepción" en la opinión pública de estos problemas parece ser importante. Y, lo más importante, parecen traducirse rápida y contundentemente en costos políticos. Aquí, la desaceleración de la inflación al 50% anual se festeja, allá la duplicación de la inflación apenas por arriba del ¿3 %? es un quilombo.
Porque si hay algo a destacar a lo largo y ancho de toda la Unión Europea es que sus príncipes se tambalean. Los nuevos príncipes llegan al poder prometiendo cambios. Cambios que pueden afectar directa o indirectamente los apoyos que vienen dando a Ucrania hasta ahora. Algunos, como el actual canciller alemán, aspira a conservar su tambaleante trono con una oratoria que también implicarían cambios en sus apoyos a Ucrania.
Si cruzamos el océano, nos encontramos con una situación similar. Estados Unidos, objetivamente hablando, es uno de los "ganadores" hasta ahora. Su industria militar esta a ful. Crecimiento. Empleos. La OTAN revitalizada. Esta desgastando a Rusia como nunca hubiese imaginado. Parecen ser todas buenas noticias. Pero, pero, pero... la percepción ciudadana no parece acompañar esta perspectiva. Allí también hay inflación, pequeña comparada con otros países, pero más que suficiente para una población particularmente sensible a este tema. Paradójicamente, pequeños problemas superan a las buenas noticias y se traducen en grandes costos políticos. El actual Príncipe perdió el trono y el futuro Príncipe promete cambios significativos en sus apoyos a Ucrania. El país que parece estar ganando es uno de los que está sufriendo el costo político interno más elevado. Al menos, en lo inmediato. Habrá que ver qué pasa cuando el nuevo principe se haga cargo de las riendas.
Es extraño que los países que no están involucrados directamente en el conflicto, los países con los costos militares, económicos y sociales más bajos, terminan con los costos políticos más elevados hasta ahora. Estos principes no están llegando de pie al anochecer. Ni despiertan en sus camas al día siguiente. Comparados con ellos, los líderes de Ucrania y Rusia pueden regocijarse en sus tronos.
Entonces, ¿Qué queremos decir con todo esto? que si ninguna guerra es un picnic y la gana aquel que logra que le quede alguien de pie, siendo los costos políticos aquellos a los que hay que tener más en cuenta y los demás costos deben ser vistos en relación a su impacto en esos costos políticos, entonces por ahora, por ahora, parece que Rusia aguanta mejor que Ucrania. Y ambos aguantan mejor que los aliados de Ucrania.