Avellaneda y sus primeras veces: La primera vez que tanques de guerra norteamericanos ocuparon la Plaza Alsina
Escribe Mariano Fain. Foto: Plaza Alsina, sábado 22 de septiembre de 1962. En el lateral de la foto puede visualizarse la estructura de la vieja iglesia catedral que sería demolida algunos años después.
Fines de la década del 50 y principios del 60, etapa de inestabilidad política en la Argentina, los militares disentían con la democracia, pero también disentían entre ellos. El golpe de estado de 1955 había dado comienzo a una nueva etapa política en nuestro país, a la que los politólogos definen como «democracia restringida», una combinación de variables terminológicas realmente imposible: si es democracia o sea el sistema de las libertades y de la soberanía popular, no puede ser restringida, pero lo era… y quienes limitaban, constreñían y oprimían al pueblo eran los mismos que habían terminado con el gobierno de Perón en el 55.
Aquel sector de la corporación militar que entendía que los derechos reconocidos al pueblo trabajador argentino atentaban contra los intereses de los dueños «tradicionales de la Argentina» y eran ellos los llamados a restablecer el «orden».
Quienes derrocaron a Perón se autoproclamaron evidentemente de manera exagerada y pretenciosa «Revolución libertadora». Este experimento gubernativo sobrevivió menos de tres años y producto de elecciones en las que el peronismo proscripto logró imponer su voluntad resultó electo el radical intransigente correntino Arturo Frondizi.
Frondizi debió padecer un verdadero récord de planteos militares, 30 aproximadamente, hasta que finalmente en marzo de 1962 el ejército decidió que había concluido el mandato presidencial más allá de los plazos constitucionalmente instituidos. En una situación confusa asumió la primera magistratura el presidente del senado, el Dr. José María Guido, quien aceptó transformarse en un mandatario del sector castrense a cambio de permanecer en el cargo.
Luego de hacerse con el poder comenzaron a quedar al descubierto las divergencias dentro de las fuerzas armadas, el eje sobre las cuales se centraban las grandes diferencias era «el movimiento peronista». Los sectores fueron bautizados emulando estrategias bélicas con colores, el sector azul compuesto por caballería y fuerza aérea y acaudillados por Onganía eran los considerados «legalistas» (una legalidad que implicaba ejercer una tutela del orden democrático, pero sin gobernar directamente) y el sector colorado conformado por infantería, artillería y marina eran partidarios de ejercer el poder directamente. Con respecto al peronismo los primeros opinaban que podía permitirse la existencia del movimiento peronista, pero sin Perón y el segundo sostenía que en la Argentina no había lugar para ese movimiento al que ellos categorizaban como subversivo, violento y antesala del comunismo.
Estas divergencias aparentemente irreconciliables, decidieron las Fuerzas Armadas resolverlas en septiembre de 1962, específicamente el sábado 22, exactamente el día en que los Bomberos Voluntarios de Avellaneda habían decidido que homenajearían a su capitán honorario, el sr José Marrone con una cena y una medalla de oro. El mismo día en que se desarrollaría en la confitería del Racing Club la despedida de soltera de la joven Iris Gabriela García y en el que el matrimonio entre el Sr. Francisco Ducca y su esposa, la Sra. Celina Darré cumplían sus bodas de oro.
Ese mismo día la ciudad fue ocupada por las tropas que encontraban en Avellaneda el paso obligado para ocupar lugares estratégicos en la Capital Federal, desde Magdalena y liderados por el coronel Alcides López Aufranc, conocido como el Rommel argentino, provenía la columna de tanques M4-Shermann que desfilaría por las principales calles de Avellaneda. La columna se dividió en cercanías a la Plaza Alsina, dirigiéndose una, la de vehículos livianos, por el viejo puente Barracas (aún no existía el Puente Pueyrredón), la otra, aquella conformada por vehículos más pesados y blindados de mayor envergadura, ingresó por Dock Sud, dirigiéndose por la calle Billinghurst (hoy Nicolás Avellaneda) hacia el puente homónimo, accediendo así a la Capital Federal y encontrándose en las cercanías del Parque Lezama con la otra columna.
Fragmentos de esta postal describiría para el diario Clarín un joven y debutante periodista, Marcos Cytrynblum quien años después sería el secretario general de ese medio, de esta manera: «Ocurrió frente al cine Colonial, de Avellaneda, la gente salía de ver una película de guerra y se encontró con una columna de tanques y soldados de verdad. Había miedo, todos corrían» (1). En realidad, se proyectaba una de cowboys, ese día el film en cartelera era: «el rostro impenetrable» con Marlon Brando. En el resto de los cines del país podían disfrutarse de películas como: «El día más largo del siglo», «pistoleros del atardecer» y «los valientes andan solos»…. Cualquiera de estos títulos podría haber servido como titular de los periódicos de la jornada.
Antes de pasar por el Teatro Colonial y tal como lo atestigua la foto, los tanques, de origen norteamericano, tripulados por 5 soldados y con un promedio de 30 toneladas de peso cada uno, pasearon y ostentaron su poder dentro de la Plaza Alsina ante la mirada entre atónita y aturdida de los vecinos. Los habitantes de Avellaneda no era la primera vez que veían la ciudad atravesada por tanques, pero nunca antes estos habían realizado una «parada técnica» dentro de la mismísima Plaza.
Recuerda el prestigioso periodista Rogelio García Lupo: «Yo me acuerdo porque estaba todos los días en la calle, trabajaba para varios medios del exterior: la gente rodeaba los tanques, se creó una especie de naturalidad. Los chicos intentaban subirse a los tanques, además los tanques se les quedaban en el camino. Cuando los tanques de los azules entran en la ciudad se encuentran con la novedad de que hay semáforos y el espíritu legalista era tan legalista que paran en los semáforos, motivo por el cual una columna de 16 tanques pierde 4 y llegan 12. Cuatro quedan perdidos en diferentes lugares, porque claro cuando llegaban al semáforo (…) se frenaba la columna y había un tanque que ya no arrancaba más. Es decir se creó una especie de naturalidad de los soldados, de las promesas de terribles hechos de guerra, que después se vieron limitadas porque lo que había era una lucha por el poder político.» (2)
El conflicto luego de varios enfrentamientos, todos fuera de nuestra ciudad, culminaría con el triunfo del sector azul, que con el tiempo se iría destiñendo y transformando en un rojizo intransigente.
El pueblo de Avellaneda demostró no mantenerse ajeno y tal cual registran los medios de la época se contabilizó una cantidad inusual de personas que se presentaron ante el servicio de Hemoterapia del Hospital Fioritopara ofrecer su sangre.
Ironizaba el ingenioso Tato Bores al respecto «Menos mal que hoy es día 30 y se termina el mes, quisiera saber quién hizo correr la voz de que agosto es un mes insalubre, al contrario septiembre es el mes peligroso, hemos tenido la revolución del 6 de septiembre, 16 de septiembre y el 22 de septiembre.»
Lograda la calma el diario avellanedense «La Ciudad» expresaba en su edición del día 27 de septiembre bajo el título «Después de la pesadilla»: El país termina de vivir una jornada de cuatro días de zozobra institucional, reflejo de una crisis moral que hacía tiempo venía soportando sobre sus endebles espaldas. (…) pero al fin todo pasó y de nuevo el sol asoma en el país.
El sol y la calma durarían muy poco, tan solo unos meses después se producirían nuevos «desencuentros» en los que perderían la vida 24 personas y 87 quedarían gravemente heridas. Pero esa es otra historia…
1. Ulanovsky Carlos. Paren las rotativas. Ed Emecé. Bs As 2005 pág 101
2. Programa «El espejo retrovisor» emitido por la TV Pública «azules y colorados».
3. Tato Bores, Monólogo del 30 de septiembre de 1962 emitido por Canal 9.
Mariano Fain
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http://www.laciudadavellaneda.com.ar/nota.php?id=29922