Pavia desde su base operacional de Ciaño
1º.- RESURGIR DE LAS CENIZAS DE SCAPA FLOW
Tras la Gran Guerra la antaño poderosa Flota de Alta Mar Imperial, había quedado reducida a la nada. Gran parte de sus poderosos buques yacían en los canales de Scapa Flow, como mudos testigos del último acto de rebeldía y orgullo de sus marineros. El resto, en su mayoría buques menores, habían sido repartidos entre los vencedores de la contienda. Las pocas unidades con las que contaron al principio eran, cuando menos, anticuadas sino obsoletas.
En líneas generales los vencedores pretendían que la Flota alemana se volviera una simple guardia de fronteras, y para ello le permitieron contar con:
Ocho acorazados pre-dreadnought (que estaban pensado retirarlo del servicio)
Ocho viejos cruceros ligeros
Treinta y dos destructores y torpederos.
Ni una sombra del poder que llegó a alcanzar.
Aún así esto superaba el potencial que los aliados habían estimado: 6 acorazados, 6 cruceros y doce destructores… A parte que las normas de construcción de nuevos buques eran poco menos que draconianas:
Los nuevos acorazados construidos no podrían sobrepasar las 10.000 Tn, ni poseer un armamento principal superior a las 11 pulgadas. Por todo ello el nombre de acorazados sería algo poco menos que eufemístico, o al menos eso pensaron los vencedores, pues con esas características en la época se pensaría en barcos tipo crucero pesado.
Los nuevos crucero no podrían exceder de 6.000 toneladas, y su artillería de seis pulgadas.
Los destructores no podrían pasar de 800 Tn y los torpederos de 200Tn.
Se prohibían los aviones, portaaviones y, sobretodo, los submarinos (aunque estos no serán tema de nuestro trabajo).
A esta tesitura fue a la que tuvo que enfrentarse el primer almirante en jefe de la Armada Alemana tras la Gran Guerra, el almirante Paul Behncke. Pero, además de estas limitaciones, había una más: la desastrosa situación de la economía alemana impedía cualquier alegría en la inversión armamentística y, como es bien sabido, cualquier armada es de todo menos barata. A todo ello añadir la corrupción generalizada existente durante la República del Weimar (una causa del ascenso nazi).
Para 1921 se pone la quilla del primer buque nuevo de la renacida flota: el crucero ligero Emden (homónimo del buque corsario de la 1ª G.M. comandado por Müller). El Emden desplazaba unas 5.600 Tn, portando 8 cañones de 5,9 pulgadas. Es botado en 1925, entrando en servicio al año siguiente.
En 1924 se comienza a trabajar en una flotilla de torpederos, la clase Möwe, que es el primer intento de burlar las cláusulas del Tratado de Viena, ya que de torpederos tenían el nombre y el que llevaban torpedos. Los Möwe son buques de 924 tn, artillería de 4,1 pulgadas y ocho tubos lanzatorpedos. El cabeza de serie, Möwe, se bota en 1926. Ese mismo año se empieza a trabajar en la serie de destructores de la clase Wolf.
En 1924 un nuevo jefe se hace cargo del destino naval alemán: Hansa Zenker, que comandará durante unos cuatro años. En este tiempo se ponen la quilla de dos nuevos cruceros: Karlsruhe y Köln.
Es notable la publicación en 1926 del libro: “Estrategia de la Guerra Mundial”, del vicealmirante Wolfgang Wegener. En él se postulaba que, en el caso de que Alemania volviera a ser una gran potencia, inevitablemente acabaría por chocar de nuevo con los británicos, y en particular con su Royal Navy. Planteaba dos posibles soluciones a este desafío.
a) Construir una flota equilibrada, y hacerse con los puertos franceses y noruegos, de manera que no pudiera ser bloqueada fácilmente por la Navy británica.
b) De no conseguirlo, establecer alianzas que, en la medida de lo posible, anulasen, el poder británico sobre las áreas comerciales marítimas de Europa.
Mientras tanto había llegado el momento de sustituir los viejos acorazados existentes por nuevas unidades. Y es en este momento cuando surge el concepto de Acorzado de Bolsillo. El primero de ellos, con la calificación de buque blindado, sería el Deutschland. Su calificación cambiaría con el tiempo a crucero pesado, pero sería el de acorazado de bolsillo con el que pasarían a la historia.
En general estos buques respondían a la idea de los cruceros ligeros de batalla, armados poderosamente pero con poca protección, pero ciertamente los alemanes consiguieron sacarles un partido que nadie había logrado (ni cuando hablaban de cruceros de batalla pesados). El Deustschland iba armado con 6 cañones de 11 pulgadas, desplazando 11.770 Tn, que excedía lo permitido en Versalles. Su autonomía era de unas 19.000 millas y su máxima velocidad llegaba a unos 26 nudos sobrados.
Sin duda no podría enfrentarse a poderosos acorazados, pero no estaba pensado para ello. Era un corsario, rápido y escurridizo, que podría enfrentarse con ventaja a cualquier crucero existente, y que solo podía temer ser atacado en superioridad por los cruceros de batalla Hood, Repulse y Renown. El buque fue botado en 1931 y, en rápida sucesión , le siguieron sus gemelos Admiral Scheer y Admiral Graf Spee.
Además de estas poderosas adquisiciones la marina alemana había tenido una, cuando menos, muy importante, su nuevo jefe el Almirante Erich Raeder, que desde finales de 1928 se hace cargo del destino naval de la flota de superficie. Seguidor de las tesis de Wegener pretendió una flota poderosa y equilibrada.
Estando así las cosa en 1933 llega al poder el partido nazi y su líder el malhadado Hitler. Raeder ve en él una buena oportunidad de llevar a la flota a su antiguo esplendor, aunque siempre consigue mantenerse alejado de las convulsiones políticas que acaecen, purgas incluidas. Pero tampoco hace nada por evitar lo que sucede, lo que Hitler agradece con la promesa de potenciar la flota hasta extremos insospechados. Pero eso ya es harina para el siguiente capítulo.
Sin más se despide Pavia desde Asturias.
1º.- RESURGIR DE LAS CENIZAS DE SCAPA FLOW
Tras la Gran Guerra la antaño poderosa Flota de Alta Mar Imperial, había quedado reducida a la nada. Gran parte de sus poderosos buques yacían en los canales de Scapa Flow, como mudos testigos del último acto de rebeldía y orgullo de sus marineros. El resto, en su mayoría buques menores, habían sido repartidos entre los vencedores de la contienda. Las pocas unidades con las que contaron al principio eran, cuando menos, anticuadas sino obsoletas.
En líneas generales los vencedores pretendían que la Flota alemana se volviera una simple guardia de fronteras, y para ello le permitieron contar con:
Ocho acorazados pre-dreadnought (que estaban pensado retirarlo del servicio)
Ocho viejos cruceros ligeros
Treinta y dos destructores y torpederos.
Ni una sombra del poder que llegó a alcanzar.
Aún así esto superaba el potencial que los aliados habían estimado: 6 acorazados, 6 cruceros y doce destructores… A parte que las normas de construcción de nuevos buques eran poco menos que draconianas:
Los nuevos acorazados construidos no podrían sobrepasar las 10.000 Tn, ni poseer un armamento principal superior a las 11 pulgadas. Por todo ello el nombre de acorazados sería algo poco menos que eufemístico, o al menos eso pensaron los vencedores, pues con esas características en la época se pensaría en barcos tipo crucero pesado.
Los nuevos crucero no podrían exceder de 6.000 toneladas, y su artillería de seis pulgadas.
Los destructores no podrían pasar de 800 Tn y los torpederos de 200Tn.
Se prohibían los aviones, portaaviones y, sobretodo, los submarinos (aunque estos no serán tema de nuestro trabajo).
A esta tesitura fue a la que tuvo que enfrentarse el primer almirante en jefe de la Armada Alemana tras la Gran Guerra, el almirante Paul Behncke. Pero, además de estas limitaciones, había una más: la desastrosa situación de la economía alemana impedía cualquier alegría en la inversión armamentística y, como es bien sabido, cualquier armada es de todo menos barata. A todo ello añadir la corrupción generalizada existente durante la República del Weimar (una causa del ascenso nazi).
Para 1921 se pone la quilla del primer buque nuevo de la renacida flota: el crucero ligero Emden (homónimo del buque corsario de la 1ª G.M. comandado por Müller). El Emden desplazaba unas 5.600 Tn, portando 8 cañones de 5,9 pulgadas. Es botado en 1925, entrando en servicio al año siguiente.
En 1924 se comienza a trabajar en una flotilla de torpederos, la clase Möwe, que es el primer intento de burlar las cláusulas del Tratado de Viena, ya que de torpederos tenían el nombre y el que llevaban torpedos. Los Möwe son buques de 924 tn, artillería de 4,1 pulgadas y ocho tubos lanzatorpedos. El cabeza de serie, Möwe, se bota en 1926. Ese mismo año se empieza a trabajar en la serie de destructores de la clase Wolf.
En 1924 un nuevo jefe se hace cargo del destino naval alemán: Hansa Zenker, que comandará durante unos cuatro años. En este tiempo se ponen la quilla de dos nuevos cruceros: Karlsruhe y Köln.
Es notable la publicación en 1926 del libro: “Estrategia de la Guerra Mundial”, del vicealmirante Wolfgang Wegener. En él se postulaba que, en el caso de que Alemania volviera a ser una gran potencia, inevitablemente acabaría por chocar de nuevo con los británicos, y en particular con su Royal Navy. Planteaba dos posibles soluciones a este desafío.
a) Construir una flota equilibrada, y hacerse con los puertos franceses y noruegos, de manera que no pudiera ser bloqueada fácilmente por la Navy británica.
b) De no conseguirlo, establecer alianzas que, en la medida de lo posible, anulasen, el poder británico sobre las áreas comerciales marítimas de Europa.
Mientras tanto había llegado el momento de sustituir los viejos acorazados existentes por nuevas unidades. Y es en este momento cuando surge el concepto de Acorzado de Bolsillo. El primero de ellos, con la calificación de buque blindado, sería el Deutschland. Su calificación cambiaría con el tiempo a crucero pesado, pero sería el de acorazado de bolsillo con el que pasarían a la historia.
En general estos buques respondían a la idea de los cruceros ligeros de batalla, armados poderosamente pero con poca protección, pero ciertamente los alemanes consiguieron sacarles un partido que nadie había logrado (ni cuando hablaban de cruceros de batalla pesados). El Deustschland iba armado con 6 cañones de 11 pulgadas, desplazando 11.770 Tn, que excedía lo permitido en Versalles. Su autonomía era de unas 19.000 millas y su máxima velocidad llegaba a unos 26 nudos sobrados.
Sin duda no podría enfrentarse a poderosos acorazados, pero no estaba pensado para ello. Era un corsario, rápido y escurridizo, que podría enfrentarse con ventaja a cualquier crucero existente, y que solo podía temer ser atacado en superioridad por los cruceros de batalla Hood, Repulse y Renown. El buque fue botado en 1931 y, en rápida sucesión , le siguieron sus gemelos Admiral Scheer y Admiral Graf Spee.
Además de estas poderosas adquisiciones la marina alemana había tenido una, cuando menos, muy importante, su nuevo jefe el Almirante Erich Raeder, que desde finales de 1928 se hace cargo del destino naval de la flota de superficie. Seguidor de las tesis de Wegener pretendió una flota poderosa y equilibrada.
Estando así las cosa en 1933 llega al poder el partido nazi y su líder el malhadado Hitler. Raeder ve en él una buena oportunidad de llevar a la flota a su antiguo esplendor, aunque siempre consigue mantenerse alejado de las convulsiones políticas que acaecen, purgas incluidas. Pero tampoco hace nada por evitar lo que sucede, lo que Hitler agradece con la promesa de potenciar la flota hasta extremos insospechados. Pero eso ya es harina para el siguiente capítulo.
Sin más se despide Pavia desde Asturias.