Pavía desde su base operacional de Ciaño.
12.- LA BATALLA DE NORUEGA: WARBURTON-LEE A LO NELSON.
Las noticias sobre la entrada de los buques alemanes en el fiordo de Ofot y la toma de Narvik conmocionan a los británicos, abrumados por las noticias que les llegan desde todos los puertos importantes de los noruegos. A pesar de la evidente superioridad numérica la táctica ofensiva de la Kriesgsmarine ha pillado completamente a contrapié sus contrapartes.
Sin embargo los alemanes están sufriendo pérdidas y en Narvik sus destructores han quedado encerrados al no tener el suficiente combustible para iniciar la vuelta a casa. Pero la cuestión de quién será el gato que entrará a cazar al ratón es espinosa. No en vano en los estrechos pasos del sistema de fiordos donde está enclavado Narvik aguarda un indeterminado número de destructores con sus cañones y torpedos dispuestos.
Para hacernos una pequeña idea del laberinto de fiordos una imagen
(sacado de wikipedia.org)
Y un enlace a un mapa google en la actualidad (si alguien sabe de un enlace mejor que me lo envíe, edito estos y lo pongo)
http://maps.google.es/maps?hl=es&so...code_result&ct=title&resnum=1&ved=0CAoQ8gEwAA
El Almirante Forbes y el vicealmirante Withworth dudan de la oportunidad de dar la orden de entrar en el fiordo. El segundo, comandante en la zona, ordena al jefe de la Segunda Escuadrilla de Destructores, capitán de Navío Warburton-Lee se dirija hacia allí y patrulle en la entrada del sistema de fiordos, dándole aviso de la posible presencia de baterías de costa (que por cierto no estaban armadas) y de los dos guardacostas noruegos (que a esas horas dormían en el fondo del fiordo con sus tripulaciones). La orden terminaba con “Sólo usted puede juzgar si en estas circunstancias puede atacar. Respaldaremos cualquier decisión que tome”. Si bien no es un lavarse las manos si que es una orden un tanto confusa.
Pero entonces, saltándose toda la cadena de mando al juzgar que sus almirantes son demasiado timoratos, el Almirantazgo se pone en contacto directo con el jefe de la Segunda Escuadrilla. Withworh se negaba a dar orden de asalto hasta que el crucero Penélope llegara, pero en el Almirantazgo quieren devolver el golpe rápido. Deciden no arriesgar el Renown, y, en vez de dar orden directa a Withworh, da una orden a Warburton-Lee.
Los ingleses desconocen el número exacto de los enemigos que pueden encontrarse en Narvik, así que Warburton-Lee detiene sus buques a la altura de Tranoy, donde recibe información de los noruegos sobre la presencia de 6 destructores en el fiordo y un submarino. Comunica la decisión de atacar al amanecer a los mandos implicados (Almirantazgo, Forbes y Withworth), ninguno de los cuales veta la decisión. Así que los cinco destructores británicos, que se saben en inferioridad aunque no tenga idea de que es de 10 a 5, ponen proa a la batalla.
Por su parte el comodoro Bonte mantiene a cinco de sus destructores en el puerto, mientras el resto aguardan emboscados: tres en el fiordo lateral de Herjangs, en el pequeño pueblecito de Elvegaard, los otros dos en el fiordo de Ballangen. El destructor Roeder, destacado en el puerto de Narvik, realizada la guardia avanzada en el fiordo, pero al amanecer, cumpliendo las órdenes al pie de la letra, se retira hacia el puerto, sin relevo y sin que la visibilidad sea lo suficientemente buena para que en caso de ataque puedan avisar con tiempo los hombres enviados de vigías a tierra.
Un poco más allá de las cinco dos destructores de la formación británica, que sigue totalmente inadvertida, son destacados para entendérselas con las inexistentes baterías de costa, mientras el Hardy con Warburton-Lee, el Hunter y el Havock siguen hacia Narvik, donde los cinco destructores alemanes y su comodoro duermen tranquilamente entre numerosos transportes. La sorpresa alemana fue absoluta, la primera noticia que tuvieron fueron las explosiones de bombas y torpedos. Armas de 120mm, 40 mm y torpedos se abaten sobre los barcos del puerto. El comodoro Bonte, en su camara del Heidekamp fue de los primeros muertos, lo que aumenta la confusión, el buque es alcanzado en un pañol de municiones con la consiguiente catastrófica explosión. El Schemitt también es alcanzado por un torpedo que le parte literalmente por la mitad. EL aquelarre es inmenso, y varios buques mercantes estallan en llamas alcanzados por los proyectiles de los tres destructores británicos. Cuando los alemanes del puerto empiezan a reaccionar llega uno de los destructores destacados a silenciar las baterías de costa, el Hotspur, que ataca a torpedo, hundiendo dos mercantes. Los cuatro buques renuevan el fuego, pero ahora los alemanes responden, aunque debido a que están parados su fuego es poco eficaz, logrando pocos impactos.
Los británicos se reagrupan a la entrada del fiordo de Skojomnes. Warburton-Lee rebosa de ardor guerrero, ha localizado a cuatro de los “seis” destructores enemigos, hundiendo dos y dañando severamente a otros dos. Sus cinco buques apenas presentan daños, y sus hombres permanecen confiados. Así que, en base a los datos con los que tiene, decide lanzarse de nuevo al asalto de Narvik, sin duda la imagen de Nelson y de toda la tradición marinera de su país llena la mente de este valiente capitán.
En el puerto el sordo bramido de los cañones vuelve a oírse, soltando el Hostile su carga de torpedos (a partir de aquí ningún destructor británico contará cone ste arma). El Roedor alemán es gravemente averiado, varando el buque en el muelle de correos, y también es seriamente alcanzado por varias bombas el Thiele. Por fin los británicos, escasos de municiones y sin torpedos, se retiran, dejando Narvik como un escenario de los infiernos de Dante.
Un destructor hundido, el Heidekamp camino de hundirse, dos destructores más fuera de combate, siete mercantes y un pequeño guardacostas hundidos, 6 mercantes más en llamas luchando por no irse al fondo, tres muelles dañados es el balance del ataque. Warburton-Lee y sus hombres, sin duda satisfechos, inician la retirada… pero su suerte, buscada desde la valentía, está a punto de agotarse. Warburton-Lee tendrá el mismo fin que Nelson, la muerte en combate.
Sin más se despide Pavía desde Asturias.