Pavía desde su base operacional de Ciaño.
14.- LA BATALLA DE NORUEGA: EL FIN DE LOS DESTRUCTORES DE LA KRIESGSMARINE.
De los cinco destructores alemanes supervivientes se da petróleo a tres de eelos (los más intactos) para que intenten una salida que les pueda devolver al hogar, pero antes de salir del fiordo avistan al Penelope y varios destructores británicos que les cierran el paso. Los alemanes deciden que ya que se enfrenta a una batalla desesperada mejor librarla dentro del fiordo con sus hermanos. Una lucha desigual pero hasta el fin se atisba en el horizonte de los marinos germanos.
Sin minas, ni baterías de costa, sin repuestos, sin poder rellenar sus armeros... todo parece conjurarse contra los alemanes, que solo cuen tan a su favor con los escondrijos que les puede ofrecer el tortuoso fiordo que lleva a Anarcik, y el conjunto de fiordos adyacentes (ver el mapa posteado anteriormente).
Pero no todo iba a jugar en contra de los alemanes, ya que el crucero Penelope chocó en unos bajíos cerca de Bödo, el día 11, y se decidió realizar reparaciones de fortuna antes de entrar a buscar a los alemanes. Este desgraciado accidente de los británicos dio dos días a loa alemanes para intentar presentar la mejor defensa posible.
Lo primero que realzaron fue reparaciones en sus maltrechos buques, para después desembarcar todo material no necesario de cara a la batalla que se avecinaba (con ello pretendían reducir el riesgo de incendio).
El Koellner, que había quedado sin propulsión por tener sus máquinas fatalmente averiadas, es remolcado hasta la ensenada de Djupvik (zona meridional del fiordo Ofot a casi 14 millas de Narvik. Desde este punto, que viniendo de mar abierto queda oculto, se esperaba que el destructor pudiera abrir fuego y realizar algún daño antes de ser eliminado (lo cual no estaba del todo mal, pues su dotación de torpedos estaba lista y uno solo de estos pescados podría dejar fuera de combate o incluso hundir al mejor de los buques que la Royal Navy pusiera en liza.)
El Roeder, con graves averías en el timón, también está inmovilizado. Queda colocado en el muelle de Correo... Prudentemente solo dejan a las unidades encargadas del armamento, siendo el resto de los soldados incorporados al contingente de tierra de los alemanes.
El resto de los destructores esperan en el muelle de Narvik, con los hombres dispuestos para hacerse a la mar, mientras se encarga una patrulla de avanzada a uno de forma rotatoria.
Los británicos, también han aumentado y mucho sus fuerzas. El Furius hace acto de presencia con su grupo aéreo embarcado el día doce, el Renown también está ahí (pero, pro razones obvias de prestigio, no será encargado de entrar ) por lo que la insignia del almirante es traspasada al Warspite.
El doce los aviones desencadenan un ataque que no tendrá más consecuencia que comprobar la potencia del fuego antiaéreo presente, perdiendo dos aviones en un primer ataque que causó unos pocos muertos a los alemanes (menos de diez), mientras el segundo ataque no llegó a realizarse por las malas condiciones atmosféricas.
Al llegar el día 13, cerca del mediodía, la imponente masa de acero del Warspite (30.000Tn, 8 de 381mm, 8 de 152mm) acompañada por 9 destructores inician la entrada en el fiordo.
Pronto son enviados hidroaviones de reconocimiento que localizan la guardia avanzada alemana ( el Kunne), al emboscado e inmóvil Koellner y al U-64, que atacado por bombas desde un hidro es hundido (siendo el primer submarino de una larga lista lista que perderían los germanos en esta guerra por acción de la aviación.
El Kunne, tras un breve intercambio de disparos se repliega hacia el puerto de Narvik para unirse a sus hermanos en la batalla final.
Los ingleses van tras él, pero con todos sus cañones y torpedos apuntando hacia donde saben que se esconde un destructor alemán. El valiente buque germano abre fuego de inmediato y lanza sus torpedos... pero prácticamente a la vez es ahorquillado por una inmensa cantidad de disparos enemigos que le dejan en poco tiempo ardiendo de quilla a perilla. Valientemente sigue manteniendo fuego con el único cañón que le queda hasta que un torpedo y varios impactos de 381mm lo silencia para siempre. Las imágenes dentro del pequeño buque germano son dantescas, cuerpos mutilados, hombres agonizantes, sangre corriendo por las toldillas... la mayoría de su dotación resulta muerta o con heridas de gravedad.
Cuatro destructores alemanes se unen para lanzar un ataque suicida: Kunne, Arnim, Luedemann y Zender. Ante ellos nuevo destructores de la Royal Navy que preceden a un acorazado (de haber algún español por la zona viendo el espectáculo seguro que podría haber dicho aquello de “a estos no los salva ni la Virgen del Carmen).
Los británicos abren fuego a unas diez millas, mientras maniobran en zig-zag para evitar torpedos, mientras lo alemanes navegan de `parte a parte lateral del fiordo para presentar siempre el costado, con lo que pueden usar toda su artillería.
El Punjabi británico recibe un disparo que inutiliza las calderas, teniendo que retirarse durante cerca de una hora del combate, el Cossack encaja metralla cercana... pero nada comparable al diluvio de fuego de todas las categorías hasta 381 mm que están sufriendo los navíos de la Kriesgsmarine, que poco a poco se van retirando al interior del fiordo (aunque de manera poco menos que milagrosa no hay constancia de impactos directos en esta fase de la batalla).
En estas estaban cuando unos diez aviones del Furius se unen a la batalla, añadiendo una dimensión más a la misma. Ciertamente este ataque no produjo mñas resultados que la pérdida de dos de los aviones atacantes.
Entonces, apenas impulsado por sus dañadas caldera, dos nuevos destructores germanos se unen a la batalla el Giesse (inmediatamente centrado y destrozado) y el Thiele que se une a sus hermanos en su retirada hacia el noreste.
Al poco El Kunne es alcanzado, optando su capitán por vararlo y recibiendo en el proceso el impacto de un torpedo.
El Cossack Y Foxhound se dirigen a Narvik para entendérsela con el inmóvil Roeder. Este destructor alemán consigue para impactos sobre el Cossack antes de ser hundidos por una salva de torpedos. Sin embargo los daños producidos en el Cossack hicieran que se empotrara en la parte sur de la ensenada de Narvik (consiguió desvararse y llegar navegando hasta Inglaterra en una verdadera hazaña a vistas de su estado).
Los restantes buques de la Navy persiguen al enemigo hasta el fiordo de Rombaken, al que ya no le quedan torpedos y anda escaso de munición (alguno sin munición) por lo que para evitar una innecesaria carnicería lleva a sus capitanes a dar la orden de vararlos en la orilla, poner las cargas de demolición y evacuar sus buques. Desde la orilla los supervivientes alemanes pudieron ver como sus buques volaban por efecto de las cargas de demolición internas (estas tropas combatirán como soldados de tierra en la mini campaña terrestre por el control de Narvik)... ¿Todos los destructores? No, menos el Thiele al que le queda un torpedo, por lo que después de varias boyas de humo en el agua se esconde en emboscada tras el humo, esperando por el primer británico que cruce la barrera de humo. A pesar de todo es localizado por los aviones embarcados que informan de su presencia, por lo que los destructores británicos entran a cazarlo. El Eskimo abre marcha, y sobre el hace fuego el alemán con sus últimas bombas y el torpedo restante, que alcanza en la proa al británico, que a pesar de este grave revés conseguirá volver al hogar. Pero los cañones inglese pronto convierten en un amasijo de hierro al último de los diez orgullosos destructores de la Kriesgsmarine.
El último acto de esta desigual batalla se ha librado con el esperado resultado, aunque los ingleses terminan con dos de sus destructores gravemente averiados. Una de esas batallas desesperadas libradas con profesionalidad y oficio por los vencedores, y por profesionalidad, oficio y el orgullo de quién sabiéndose perdido decide vender cara la piel (valor más allá del deber se le suele decir).
Sin más se despide Pavía desde Asturias.