Kirchner lo dio de baja, pero la ONU lo rescató como experto en catástrofes
Kirchner lo dio de baja, pero la ONU lo rescató como experto en catástrofes
habla el argentino que está al frente de la policía en haití
“Me impactó el coraje de los haitianos”
Gerardo Chaumont tiene 62 años y llegó al país caribeño tres días después del terremoto. Designado por Naciones Unidas, asumió el mando de las fuerzas de seguridad en Puerto Príncipe. La historia de un gendarme dado de baja por Kirchner.
El argentino Gerardo Chaumont tiene 62 años y una larga historia como integrante de las fuerzas de paz de las Naciones Unidas, en cuyas misiones se desempeña como comisionado policial. Pero el terremoto de Haití, a donde llegó tres días después de la catástrofe, lo puso en el rol más importante de su carrera. Desde el 15 de enero, designado por la ONU, es el jefe de policía de Puerto Príncipe. “La policía haitiana está desestructurada, hay efectivos que perdieron a sus hijos y aún buscan a sus esposas”, dice en diálogo exclusivo con Crítica de la Argentina para describir el panorama en el cual se encuentra inmerso. Sin embargo, intenta mantenerse cauto: “Acá no hay caos, no es cierto que no haya Estado”.
Las respuestas de Chaumont a Crítica de la Argentina son las de alguien que después de haber desempeñado funciones en los lugares más pobres y conflictivos de África –Chad, República Centroafricana, Costa de Marfil, Congo– tiene la sangre fría para poder hacerse cargo del desastre haitiano sin sentirse abrumado. Algo en lo que tal vez también ayude ser psicólogo de la UBA. Prácticamente, un licenciado en entender estados fallidos y sus penurias.
–¿Hasta cuándo estará en Haití?
–En estas misiones no hay plazo. Estaré hasta que me echen o hasta que decida irme.
–¿Cuál es el principal objetivo a cumplir?
–El principal objetivo es ayudar y respaldar a la policía nacional haitiana para que pueda volver a asumir sus funciones. La apoyamos donde ahora tienen dificultades. Les entregamos radios, uniformes, vehículos. Y la sustituimos en cuestiones puntuales como distribución de comida o, por ejemplo, escolta para los camiones de caudales. La policía haitiana sufre, tras el terremoto, una desestructuración muy grande. Y no sólo porque no tiene radios sino porque los agentes tienen sus propias preocupaciones. Hay casos como el de un policía al que se le murió un bebé y ahora está buscando a su mujer.
–¿Y cómo se trabaja en un país donde el Estado casi no existe?
–No es tan así. En ese punto hay que ser claros: en Haití hay gobierno. Acá hay un presidente que ejerce toda su autoridad y hay funcionarios del gobierno en sus funciones. La que está muy golpeada es la administración, que es el brazo ejecutor del Estado. Hay una situación de intendentes que murieron o de cuarteles de bomberos derrumbados. Es así. Pero en Haití hay un gobierno.
Chaumont dice que ser argentino es un dato que ni considera: “Esto no tiene nada que ver con argentinos esto o lo otro. Acá de lo que se trata es de seres humanos ayudando a seres humanos”.
El gendarme retirado ya conocía Haití porque en el año 1995 fue jefe del escuadrón especial de Gendarmería en la Misión de Paz de Naciones Unidas, la Minustah. En 2004, cuando era subdirector de Gendarmería, fue pasado a retiro por el entonces presidente Néstor Kirchner. Desde ese momento fue comisionado policial de la ONU en Congo, Chad y Costa de Marfil. También fue condecorado tres veces por la organización internacional y recibió una distinción de la gendarmería francesa.
–¿Haití se asemeja a los países de África en los que ya desempeñó funciones similares?
–Lo cierto es que cada situación es nueva. No es lo mismo lo que pasa acá, después de un terremoto, que lo que se vive en un campo de desplazados por la guerra en África. Si algo me enseñó la experiencia es que cada situación es nueva, y que siempre hay que abrir mucho las orejas y escuchar a la gente.
–Entonces, ¿qué es lo que más lo impactó de Haití?
–Me impactó la aceptación del pueblo haitiano a lo que le está pasando. Es gente muy sufrida, pero es impresionante ver la disciplina, la resignación y el coraje que tienen. Con el desastre que hubo, no se ve gente asaltando el súper, o bandas asolando, o fogatas en las calles. Hay incidentes ocasionales, claro, pero pongamos por caso los saqueos, sólo se dieron en supermercados que se habían venido abajo. En Haití no hay ningún caos, hay grandes problemas administrativos u hospitalarios, pero dentro de todo las estructuras sociales se mantienen. También me impactó la reacción internacional. Es de una magnitud nunca vista.
–Si tiene que pensar en algo bueno que haya visto en Haití, ¿qué sería?
–La solidaridad entre la gente. Dentro de las circunstancias que están viviendo, los haitianos se ayudan los unos a los otros. En otros lugares que pasan por el mismo trance pienso que el afán de supervivencia podría provocar actos egoístas, pero acá no sucede eso. La solidaridad de la gente haitiana me impresiona mucho.
–¿Hay alguna dimensión en la que Haití sea comparable con la Argentina o son incomparables?
–Es incomparable partiendo de que son dos culturas distintas. Pero en términos sociales hay algo en lo que Haití es comparable a cualquier país del mundo: hay ricos y pobres.
Tras una auditoría, el FMI prestará 112 millones de dólares
El FMI culminó ayer su auditoría sobre el devastado Haití y decidió prestarle dinero. La entidad multilateral le otorgará un crédito de 114 millones de dólares. Según el organismo el préstamo de emergencia por 102 millones de dólares, que se suma a un crédito de 12 millones de dólares ya previsto, no tiene ningún tipo de condiciones. La jefa para asuntos de Haití del Fondo, Corinne Delechat, manifestó que la entidad tiene “buena voluntad” y reclamará que comiencen a pagar la deuda dentro de cinco años. Aunque el período de gracia vale sólo para el préstamo de emergencia. Este año Haití tendrá que pagar al FMI unos 860.000 dólares en concepto de tasas por la deuda que ya tiene contraída con la entidad.
El gobierno haitiano usará parte del préstamo extraordinario para la compra de equipos informáticos y de telecomunicaciones para reanudar sus funciones. Tras el terremoto la sede de gobierno desapareció. Además dedicarán dinero a la reconstrucción de hospitales y escuelas.
Organizaciones humanitarias criticaron al Fondo por extender un crédito en lugar de hacerle una donación. El presidente de la entidad, Dominique Strauss-Kahn, respondió que aprobar una donación hubiera requerido más tiempo y trámites. Además dijo que el préstamo será perdonado si eventualmente los donantes acceden a la cancelación de toda la deuda de la nación caribeña. Como signo de su “buena voluntad”, expertos del FMI participarán en un grupo internacional que determinará cómo se puede restablecer el sistema de recaudación, así como el funcionamiento de la economía haitiana en general.