La bienvenida de Santos a las FARC
Tras el golpe contra el “Mono Jojoy”, el presidente de Colombia se mostró eufórico. La nueva “seguridad democrática” y las sensaciones de Ingrid Betancourt.
En lo que va de septiembre, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) mataron unos cuarenta policías y militares. La ex candidata presidencial Ingrid Betancourt expresó el miércoles 22 en Washington que estaba “muy dolida” con su país tras la experiencia como secuestrada de la guerrilla, durante un tierno encuentro para presentar su libro No hay silencio que no termine. El mismo día 22, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Colombia condenó el asesinato del líder campesino Hernando Pérez, ocurrido el 19 en el Urabá Antioqueño. Al recordar sus años como prisionera, Betancourt rompió en llanto. Tras ser ovacionada por el público, redundó: “Es increíble estar viva y estar libre”.
Firmado por el Estado Mayor del Bloque Sur de las FARC, un comunicado recuerda que su jefe máximo, Guillermo León Sáenz, alias “Alfonso Cano”, hizo una “invitación pública” a Santos “para sentarse a conversar”. La respuesta del mandatario fue –a juicio de las FARC– “inaceptable, arrogante y triunfalista”. Betancourt también fue entrevistada por el popular programa televisivo de Oprah Winfrey. Está alejada de la política: “No sé si algún día puedo ser útil (…), pero por ahora estoy clara en que tengo que reconstruirme”.
El jueves 23 se supo que había muerto en combate el “Mono Jojoy”. Víctor Julio Suárez Rojas (o Luis Suárez), nacido el 5 de febrero de 1953 en el departamento de Cundinamarca, alias “Jorge Briceño Suárez”, alias “Mono Jojoy”. Parte del apodo se lo ganó cuando dirigía el Bloque Oriental y se escabullía oportunamente por entre sus perseguidores: “mojojoy” es la denominación de un sinuoso gusano selvático.
“Esta es mi bienvenida a las FARC”, declaró desde Nueva York el presidente Juan Manuel Santos. El ministro de Defensa colombiano, Rodrigo Rivera, informó en un enlace telefónico público a Santos sobre el resultado de las operaciones: dijo que era “un inmenso honor darle este parte de victoria en la Operación Sodoma que se realizó en la madriguera de las FARC en La Macarena” (ubicada en el departamento de Meta –región central del país–, en el piedemonte andino de la selva amazónica). Fueron necesarios más de cuatro años de trabajo en una extensa zona entre Meta, Cundinamarca, Caquetá, Guaviare y Huila para encontrar a “Jojoy”.
El “Mono Jojoy” se incorporó a la lucha armada en 1975 y devino en el segundo al mando de la organización luego de la muerte de Pedro Antonio Marín, alias “Tiro Fijo”, Edgar Devia, alias “Raúl Reyes” e Iván Ríos. Eventualmente enfrentado con “Alfonso Cano” por cuestiones vinculadas con la estructura financiera de la organización, lo cierto es que “Cano” se inscribe en el “ala intelectual” en tanto “Jojoy” se inscribía en la “castrense”. Se dice que “Cano” le enseñó a leer.
La periodista María Alejandra Villamizar lo pintó así, en una nota de abril de 2009 donde presagió su ruina (“se mata o se hace matar antes de caer vivo en manos del Ejército”):
“Describir a ‘Jojoy’ es describir a las FARC. Es un campesino, inteligente, disciplinado, alegre, familiar, amable, terco, desconfiado, derrochador, descarado, arrogante, secuestrador, asesino, inhumano, enviciado con la guerra y estafador de la paz. Su historia encarna la profunda contradicción en la que se convirtió esa guerrilla, la lucha por el poder matando al pueblo”. Hace más de dos décadas, “Jojoy” contó que de la escuela lo habían echado como a un sacrílego porque dijo que la hostia tenía gusto a nada y que quedaría mejor con “membrillo de guayaba”.
Tras sus pasos iban 19 fiscalías y dos juzgados; tenía seis condenas. En 29 casos estaba sindicado por 14 delitos, desde homicidio hasta la violación de inmunidad diplomática, pasando por terrorismo, rebelión, secuestro, desplazamiento forzado y toma de rehenes, entre otros. Desde 2002, Interpol (organización que agrupa a las policías de 179 países) lo había etiquetado con la circular roja por narcoterrorismo (orden de captura en cualquier país del mundo). Padecía diabetes; unas botas militares en las que previamente la inteligencia colombiana había embutido un GPS, habrían permitido al ejército localizarlo y la medicación para la enfermedad, identificar el cadáver preliminarmente. Los soplones se repartirán los 5 millones de dólares de recompensa gubernamental.
Como jefe del Bloque Oriental de las FARC, a él se atribuye haber ideado y materializado la estrategia de secuestrar militares y policías para presionar por un “canje” con militantes de la organización presos. Una de sus frases más difundidas era: “Pues, si los militares no le importan a la oligarquía, vamos a tener que ***** unos políticos a ver si resolvemos el canje”. Al igual que Luis Eladio Pérez y Gloria Polanco, Ingrid Betancourt fue uno de sus trofeos.
En marzo de este año escapó de las cuevas que usaba como escondite en la zona de La Macarena, al ocuparlas tropas de la Fuerza de Tarea Omega. En julio, el ejército estuvo más cerca de él que nunca: soldados de la Brigada Móvil 3 llegaron en el curso de la Operación Júpiter a un campamento camuflado en medio de la selva. El miércoles y el jueves la Fuerza de Tarea Omega y la Fuerza Aérea llegaron hasta el campamento emplazado en La Escalera (serranía de La Macarena, sur de Meta), donde se refugiaba “Jojoy” y lo arrasaron.
En la operación participaron decenas de aviones Súper Tucano de la Fuerza Aérea y helicópteros de la aviación del ejército; varios centenares de uniformados, después de las dos de la madrugada del miércoles, se abalanzaron contra el reducto incendiado. Sobre el refugio, reforzado con concreto para que resistiera las explosiones y rodeado de otros 12 campamentos en los que había unos 400 guerrilleros, cayeron treinta bombas “inteligentes” de más de 500 libras. “Jojoy” maliciaba que iba a morir durante un bombardeo.
Tenuemente autorreferencial, Ingrid Betancourt se explayó sobre (parte de) la muerte del “Mono Jojoy” durante una entrevista con el programa Diane Rehm, en Washington: “Tengo que decir que abre un rayo de esperanza para Colombia y que quizá será el fin de una larga noche y para mí, por supuesto, el fin de una pesadilla”. María Alejandra Villamizar prefirió ponerlo (todo) en estos términos: “El lo dijo siempre, su vida fueron las FARC, y también serán su muerte”.
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