Malvinas: el hundimiento del Belgrano, decidido por Thatcher en un almuerzo
Gran Bretaña desclasificó 3500 documentos elaborados en 1982 donde se revelan detalles del conflicto en el sur. Los temores de los ingleses y las fallidas gestiones para una reunión con Galtieri
La decisión de atacar al crucero General Belgrano el 2 de mayo fue tomada por Margaret Thatcher y su gabinete, durante un encuentro en Chequers, la casa de campo que tiene el primer ministro del Reino Unido, en el que se decidió "flexibilizar" la zona de exclusión.
Los casi 3.500 documentos que desclasificó hoy el Archivo Nacional británico sobre la Guerra de Malvinas tienen una carpeta titulada "el hundimiento del Belgrano", con telegramas y correspondencias enviados entre distintos representantes de la Cancillería sobre el incidente, considerado por Argentina como un crimen de guerra.
El 5 de mayo de 1982, durante una cena de representantes de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN), el secretario del Eurogrupo, Kevin Tebbit, sostuvo que el entonces ministro de Defensa británico, John Nott, había afirmado: "La decisión política (de atacar al buque argentino) fue tomada por un grupo de ministros, liderados por la primer ministro".
El encuentro al que se refiere es el almuerzo que hubo en Chequers el 2 de mayo de 1982 donde, de acuerdo a la versión oficial de la historia británica y a distintas biografías, Thatcher dio la orden de hundir al Belgrano, pese a estar fuera de la zona de exclusión. Según el entonces Canciller, Francis Pym, "si bien el incidente ocurrió fuera de la zona de exclusión, fue de acuerdo a las Reglas de Combate acordadas el 2 de mayo", mismo día del hundimiento.
En distintas correspondencias el ministro explicó que la posición británica es que la acción "se realizó en defensa personal" y se tomó también de acuerdo a una orden del 23 de abril de "atacar a cualquier buque o submarino que fuese una amenaza para el Grupo de Tareas".
Por su parte, John Weston, jefe del Departamento de Defensa del Foreign Office, reconoció que "el hundimiento del Belgrano respondió a una decisión de los ministros de flexibilizar las actuales reglas del combate para permitir a nuestros submarinos nucleares atacar los buques de guerra argentinos".
A diferencia de lo que habría dicho Nott y de la historia oficial, Weston explicó que en ese almuerzo que encabezó Thatcher se tomó esa decisión, pero sin mención específica a ningún barco. Las correspondencias dejan en claro que Londres estaba al tanto que el ataque que realizó el submarino nuclear HMS Conqueror y que causó la muerte a 323 soldados argentinos, ocurrió a 30 millas naúticas al sudeste de la zona de no agresión.
Otras correspondencias reveladas muestran cuestionamientos a la forma en que el Reino Unido se comportó para intentar rescatar a los sobrevivientes del Belgrano. Una de las cartas, firmadas por el funcionario de la Cancillería británica Terence Steggle tres días después del ataque, sostiene que "el Ministerio de Defensa ordenó al Grupo de Tareas no interferir con los buques argentinos involucrados en operaciones de rescate, pero no quieren que esto sea conocido por el público".
Además, revela que la ex primer ministro del Reino Unido estuvo dispuesta a negociar un acuerdo por el status político de las Islas en 1982 tras el desembarco argentino, presionada por Estados Unidos para lograr una solución pacífica al conflicto.
Entre otras cuestiones, los documentos muestran que Thatcher fue tomada por sorpresa por el intento de la dictadura argentina de recuperar el archipiélago por la fuerza, exhiben su cercanía con el ex presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, y muestran que hubo planes de secuestrar los misiles Exocet transportados desde Francia.
Además, revelan que desde el 2 de abril y hasta el avance de las fuerzas británicas a la zona del conflicto, la entonces primer ministro estuvo dispuesta retomar las negociaciones por la soberanía.
"La retirada de las fuerzas argentinas se podrían haber asegurado sin necesidad de acción militar. Argentina hubiese ganado representación en una comisión provisional y un compromiso para la realización de negociaciones que decidan el estatus definitivo de las islas antes de fin de año", dijo.
"Repugnante como era que el agresor gane algo con su agresión, parecía un precio aceptable a pagar", agregó, respondiendo a las presiones que ejerció el secretario de Estado de Estados Unidos de ese entonces, Alexander Haig, para lograr una solución pacífica.
En la quinta reunión del comité que el Reino Unido creó para seguir el conflicto, el 12 de abril, la "Dama de Hierro" explicó que los puntos del acuerdo diplomático propuesto por Haig eran "aceptables" y "podrán ser defendidas en el Parlamento". La iniciativa incluyó crear un período provisional donde se marcase una zona de desmilitarización para ambos países, representación argentina en los consejos ejecutivos y legislativos de las islas y la creación de una comisión especial que recomiende el manejo de temas como el transporte y las comunicaciones.
En el siguiente encuentro, un día después, Londres aceptó poner como plazo el 31 de diciembre para terminar con ese interinato y empezar a negociar el estatus definitivo de las islas. Durante su intervención, Thatcher se opuso a que el proceso se lo llame "descolonización", solicitó que Estados Unidos tome un rol militar "por si la crisis se renueva a fin de año" y que "el deseo de los isleños será central en la posición" de su gobierno.
En otra reunión, la conservadora sostuvo que un acuerdo por la soberanía de las Malvinas no tiene que incluir necesariamente a las islas Georgia y Sandwich "que son de suma importancia para los reclamos relacionados a la Antártida".
Los encuentros posteriores dan cuenta de los resultados "inquietantes" y "decepcionantes" de las negociaciones que Haig realizó en Buenos Aires "que no salvaguardan los intereses y principios esenciales británicos con respecto al retiro de las fuerzas militares, la administración interina y un acuerdo a largo plazo donde se respeten los deseos de los isleños".
El 25 de abril, el Reino Unido tomó posesión de la Georgia del Sur, lo que según Thatcher "cambió radicalmente la situación" y dos semanas antes de la rendición argentina, su posición se modificó al punto de negarse al pedido de Reagan de mostrar voluntad al diálogo.
"Hubiesen actuado igual si era Alaska la que estaba amenazada", le respondió la inglesa en una conversación que ambos líderes mantuvieron el 31 de mayo de 1982. Sin embargo, en ese diálogo, Thatcher admitió que tras la guerra estaba "dispuesta a considerar un cambio y no necesariamente esperar un retorno al statu quo anterior a la invasión".
"El futuro probablemente reside en un acuerdo que no supone ni la soberanía británica o argentina, sino alguna forma de independencia o cuasi-independencia de las islas", concluyó.
Agencias.