Absurda hipótesis de conflicto
La ministra de Defensa, junto con la conducción del Ejército, ha expuesto los lineamientos de la función proyectada para esa fuerza para el año 2025 como un giro doctrinario en la política de defensa nacional, basada en un cambio drástico en las hipótesis de conflicto.
En los 18 años que nos separan de esa fecha debería transitarse por transformaciones claramente orientadas hacia nuevas funciones y objetivos ahora definidos. Como eje esencial del rol que en el futuro se imagina para el Ejército, se ha puesto énfasis en la defensa de las amenazas externas sobre los recursos naturales.
Parece descartarse toda hipótesis de conflicto de carácter regional y se ha pasado a ubicar el posible enemigo o agresor en otro plano internacional. En la nueva concepción, el enemigo sería otra gran potencia impulsada por la necesidad de dominar las fuentes de determinados recursos naturales cada vez más escasos. Se define como caso paradigmático el de las reservas de agua dulce, y dentro de ellas, el del Acuífero Guaraní, el monumental reservorio de agua que abarca alrededor de 1.190.000 kilómetros cuadrados bajo el territorio de la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
Uno de los primeros pasos dentro de la nueva estrategia ha sido, no por casualidad, el traslado del comando del II Cuerpo del Ejército desde Rosario hasta Curuzú Cuatiá.
La amenaza de la captura de las reservas de agua dulce es un tema que ha prendido fuertemente en algunos grupos ecologistas y en sectores que históricamente han esgrimido posiciones antiimperialistas y nacionalistas. Ultimamente se ha alegado este tipo de amenazas para justificar acciones contra la propiedad extranjera de las tierras que dan acceso a esas reservas, lo cual ha originado la presentación de propuestas legislativas y de expropiación con el objetivo de limitar a quienes desaprensivamente "pretenden apropiarse de nuestras riquezas naturales". No puede dejar de recordarse el lamentable episodio que protagonizó del ex subsecretario de Tierras para el Hábitat Social Luis D Elía, quien ingresó en una propiedad privada en los Esteros del Iberá, en la provincia de Corrientes, justificando su actitud patotera como "un acto de dignidad y soberanía". No es fácil olvidar tampoco que tal actitud fue pasivamente aceptada por las autoridades y no pocos exponentes de la política vernácula.
Quizá resulte importante destacar que no es aún económica ni técnicamente sustentable la hipótesis de la apropiación del agua de lagos, esteros, glaciares o acuíferos interiores para su transporte a otras partes del mundo como remedio para su escasez. Siempre será más conveniente obtener agua dulce de las desembocaduras en las que fluyen enormes caudales de agua dulce que se desperdician sin beneficio alguno. Por ejemplo, el Río de la Plata vuelca alrededor de 35.000 metros cúbicos por segundo al océano Atlántico, que alcanzarían para el consumo de tres veces la población mundial. Es el agua que tomamos en Buenos Aires con un tratamiento simple y económico. Si la Argentina pudiera por ello cobrar algún derecho a barcos que abrieran sus esclusas y se la llevaran, tendríamos la oportunidad de una exportación enormemente atractiva e inagotable. No tendría sentido llegar a los Esteros del Iberá y, menos aún, bombearla desde el acuífero con el costo de energía que ello implica. Puede que en algún futuro la posibilidad de exportar agua se abra en beneficio de aprovechar ese recurso que hoy desperdiciamos.
No parece tener sentido preocuparse de que alguien en el futuro se lleve nuestros acuíferos, esteros, lagos o lagunas, sino de evitar su contaminación y propender a su conservación y uso racional. En este momento, cientos de miles de personas acceden a las aguas del Acuífero Pampeano, en la provincia de Buenos Aires, sujetas tanto a la contaminación superficial como a la de pozos negros. Una situación concreta, real, que ocurre en el presente y que sin duda excede las funciones del Ejército.
La defensa de los recursos naturales debería hacerse de un modo más inteligente: cada año desaparecen 300.000 hectáreas de bosques nativos con sus muestras representativas de recursos biológicos y genéticos que albergan la esperanza de cura para múltiples enfermedades, que contribuyen a la regulación de las cuencas hídricas, la fijación de suelos, los intercambios de gases de la masa vegetal y, en muchos casos, el valor escénico con fines recreativos.
El surgimiento de la nueva versión doctrinaria que aquí comentamos parece más bien encaminado a satisfacer un planteo ideológico que reorienta la identificación del enemigo militar en las grandes potencias. Es difícil imaginar cómo nuestro Ejército podría organizarse, equiparse y fijar su estrategia tras semejante hipótesis de conflicto, donde se prevén respuestas defensivas como la guerra de guerrillas para "hostigar a la fuerza invasora" o "la organización de la resistencia civil". Surge, por lo tanto, la duda de si no se trata de un giro doctrinario que desvirtúa aún más las funciones y el rol de las Fuerzas Armadas, en respuesta al espíritu claramente antimilitar que exponen algunos integrantes del gobierno nacional.