Estimados foristas,
les dejo este reportaje del diario La Capital, de Mar del Plata donde se aclaran algunas cuestiones con respecto a la suerte de la tripulación del Narwal.
Realmente considero que vale la pena difundir estas cosas.
Saludos.
El buque pesquero hundido por los ingleses- La historia revelada del Narwal
El 9 de mayo de 1982, al sur de las islas Malvinas, el buque pesquero argentino Narwal es hundido por aviones ingleses. Los altos mando militares argentinos acusaron a Inglaterra de atacar un barco de pesca. Hoy, Asterio Wagata (65) el capitán del buque, radicado en Mar del Plata desde hace más de 30 años, cuenta en detalle aquel suceso.
La casa de Asterio Wagata (63) queda en el barrio Las Avenidas. Salvo unas rejas y otros arreglos, luce igual que aquella vivienda que a mediados de junio de 1982 recibió un sobre rotulado "On her Majesty's service". Fue el propio Wagata quien salió entonces a recibir al cartero. Al tomar la carta con sus manos la reconoció de inmediato: contenía aquellas tranquilizadoras líneas dirigidas a su familia desde el interior del portaaviones Invencible, en donde había estado prisionero una vez que su pesquero Narwal resultase hundido por fuego inglés.
Apenas se ingresa a la casa de Wagata, allí en la calle Hernandarias, se advierten sus dos grandes orgullos. En un lado de la sala principal están los mapas, los diplomas de honor, las fotografías y los recuerdos de su participación como capitán de un pesquero en la guerra de Malvinas. En el otro, entre figuras de origamis, calendarios y cuadros coloridos, su sangre japonesa.
La historia de Wagata es la historia menos revisada de Malvinas. "La gente ni está enterada de la participación de los civiles en la guerra. Claro que en aquellos tiempos no se podía revelar mucho. Igual con el correr de los años no se informó que hubo muchos que colaboraron desde sus trabajos, desde sus posiciones con la defensa de las Malvinas", dice hoy con una inconfundible afectación oriental en su dicción este hombre al que un eterno agradecimiento por el país que le dio una familia, un hogar, un trabajo, lo impulsó a involucrarse en las acciones de guerra.
Wagata no nació en Argentina. Es paraguayo, de padres japoneses, y buscando un porvenir menos nebuloso se fue a vivir a Escobar en los '60, cuando apenas era un adolescente. Se le dio entonces por estudiar para capitán de pesca de altura y a comienzos de los '70 empezó a trabajar efectivamente. Fue en 1974, ya con la nacionalidad argentina adquirida, cuando lo pusieron al frente de un barco muy nuevo, de apenas 20 años, que según se dice perteneció a la reina de Bélgica. Era el Narwal, el buque pesquero que desde un 9 de mayo yace en el fondo del mar, al sur de las Islas Malvinas.
La revisión de la historia se impone siempre, y más aún lo hace cuando el episodio a investigar no ha agotado la necesidad de explicaciones, incluso 25 años después. Precisamente, uno de los puntos que se mantuvieron ocultos durante mucho tiempo en torno a la Guerra de Malvinas, fue la participación de los civiles. Lo que fue un secreto a voces hoy ya no lo es: el Narwal era un barco espía. Asterio Wagata fue el capitán de un buque pesquero que la Armada Argentina transformó en barco espía, en una base de operaciones de inteligencia. "Spyship" es el término en inglés que le dan al Narwal los historiadores extranjeros del conflicto desde hace tiempo.
La documentación es el pilar de la reconstrucción histórica, aunque el testimonio de quienes fueron parte también. Si se parte de la idea que una verdad fue escondida en algún momento, cuando alguien tiene el deseo de echar luz, al menos una porción de la historia oculta asomará.
"Yo antes de salir a Malvinas estuve en Buenos Aires en reparaciones con el Narwal. Era el martes 13 de abril y finalmente partimos hacia Mar del Plata el 14 de abril. Yo ya sabía algo de eso, de que posiblemente la Armada podía llamar. Bueno salimos y al llegar a Mar del Plata estuvimos pescando calamar dos días y medio frente a la costa. Fue entonces que a las 13.30 del 20 ó 21 de abril, me avisa Prefectura por radio que tenía que entrar de manera urgente al puerto. Bueno, llegamos a las 23.30 y entonces vi dos camiones de la Armada, con víveres, bebidas. Ahí nos dimos cuenta de que algo pasaba, y nos dijeron que descargáramos todo entonces. Después vino gente de la empresa que era dueña del Narwal y nos explicó que teníamos que salir con otros dos barcos, con nosotros como cabeza. Creo que los otros dos eran el "María Alejandra" y el "Costanza", no estoy seguro. Bueno, finalmente, salimos y la idea era ir cerca de la costa, un poco más allá, y ver todo lo que pasaba. Sin embargo, nosotros nos fuimos directamente para la zona de las Malvinas". Ante la pregunta inicial, Wagata empieza un relato que se extenderá por más de dos horas, solamente interrumpido para levantarse e ir hacia el mapa y dar indicaciones. Unas pocas preguntas pretenden orientar una reconstrucción que entre sus íntimos fue hecha miles de veces, aunque casi siempre fragmentada.
Wagata enciende un cigarrillo y prosigue. "Estuvimos unos cuantos días navegando, entrando y saliendo de la zona de exclusión, sin ver absolutamente nada. Después sí, cuando se acercó la flota inglesas empezamos a ver por medio del radar y a partir de ahí teníamos siempre un helicóptero sobrevolándonos. Nosotros andábamos muy cerca, estuvimos como 10 días, haciendo que pescábamos, preparábamos las redes, pero en realidad nosotros estábamos destinados a tareas de inteligencia".
Un compromiso de honor
"La tripulación -comenta Wagata- antes de salir no sabía, pero después todos supieron de qué se trataba nuestra salida. Se portaron muy bien. Eran todos muy patriotas. Yo también me sentí muy patriota en ese momento. Me acuerdo que la tripulación me dijo que si yo no salía no salía nadie. Es que el día anterior a dejar el puerto tuve que ir al médico porque tenía problemas lumbares. El médico me dijo que debía guardar reposo. Pero yo quería ir. Y la tripulación entonces aceptó. Bajamos a los chilenos, porque el barco era de Bahía Blanca donde había muchos chilenos, los bajamos a ellos y solamente viajó con nosotros un uruguayo, Jesús Morales Araujo, que se portó muy bien y colaboró con todo. Todavía tengo el certificado médico en el que me aconsejaban no navegar".
Los mensajes secretos empezaron a surgir de la radio del Narwal. "Cuando nosotros veíamos un barco de ellos, pasábamos el mensaje en clave. El portaaviones significa, creo acordarme, 'abadejo', o si decíamos 'salmón' era una corbeta y así con los submarinos, todo... Lo único que podíamos hacer era mirar e informar, mirar e informar", confiesa Wagata a la vez que adelanta el desenlace. "Previo al ataque del 9 de mayo -recuerda- nos visitaban todos los días o día por medio los helicópteros, y los aviones enemigos nos hacían señas para que nos fuéramos, pero nosotros éramos un pesquero".
El final del Narwal
La esposa de Wagata llega desde la habitación con más recortes, con reproducciones de fotografías y luego con tres pocillos de café. Una de las fotos muestra al Narwal ya sin tripulación, herido de muerte, con dos helicópteros Sea King sobrevolándolo. "Yo no lo vi hundirse al Narwal", dice con la emoción disminuida por el esfuerzo por de detallar con precisión. "Nos habían rescatado ya los ingleses, pero estaba muy escorado. El ataque comenzó a las 8.45 del 9 de mayo. Después a las 11 y algo vino el segundo ataque, en aviones. El tercero fueron dos aviones de atrás, bien bajito, pero no hicieron nada, al principio... El primer ataque yo no sé si fue un misil o una bomba, reventó dos camarotes y en el trayecto rompió unas cuantas mesas del comedor de los muchachos. Ahí fue cuando agarró a Omar Rupp. Le sacó la pierna izquierda completa y la derecha por la mitad. En media hora se llenó de agua la bodega y la sala de máquinas, porque nos dieron en la línea de flotación".
- Cuando los atacaron, ¿les parecía algo imposible, que jamás sucedería?
- Estaba dentro de las posibilidades, porque nosotros estábamos haciendo tareas de inteligencia, que es lo mismo que un espía. Sabíamos bien lo que estábamos haciendo.
- ¿Y de qué modo se protegían?
- Nosotros nos protegíamos a donde podíamos. El segundo ataque fue de ráfaga de ametralladora. Me acuerdo que pasaron de babor dos aviones, y se detuvieron en el aire y con las turbinas giraron en una maniobra increíble. Eran los Harrier. Pegaron la vuelta y lanzaron la ráfaga. ¿Vio cuando empieza a hervir el agua? Bueno así fue. Con la ametralladora destruyeron las antenas de radio, el radar, el navegador, todo. Yo tenía en ese momento a cuatro muchachos ya en la balsa. En total éramos 24 y un militar.
- ¿Un militar iba con ustedes simulando ser pescador?
- Sí, era un teniente de navío, Juan Carlos González Llanos. El era el que pasaba los mensajes, estaba siempre vestido como uno de nosotros, pero cuando nos tomaron prisioneros bajaron los ingleses y lo separaron a él y le dijeron: "Usted es el teniente de navío González Llanos, ¿no?". Tiempo después se dijo que un diario de Mar del Plata había publicado una lista con los pesqueros que colaboraban en la guerra. Bueno, nosotros figurábamos en esa lista. Creo que los ingleses también hacían mucha inteligencia y tal vez hayan usado ese artículo periodístico para investigar. Sabían todo de nosotros, hasta el nombre del militar que iba simulado entre los pescadores.
- En aquella época, en la que se victimizó al Narwal, se hablaba de que los ingleses dispararon a las balsas salvavidas. ¿Fue así?
- Mire, quisimos bajar con las balsas, que habíamos hecho reparar en Buenos Aires. Pero de las cuatro balsas la única que andaba tenía el piso podrido. Por eso construimos una balsa con dos tambores de doscientos litros, madera y las boyas que usábamos en las redes de pesca. Igual no llegamos a usar nada porque a la balsa la terminaron de destruir ellos, pero el bote que estaba del otro lado no lo tocaron. Así y todo tuvimos 11 heridos, la mayoría de ellos por esquirlas.
- ¿Cómo fue el rescate?
- A nosotros nos rescatan en helicóptero desde cubierta. Tuvimos que sacar todos los cables de pesca y ahí empezaron a subirnos uno por uno. Eran cerca de las 14. Después nos contaron que un helicóptero argentino había salido de Malvinas a rescatarnos pero lo derribaron los ingleses.
- Omar Rupp, el único muerto del Narwal, ¿llegó con vida al rescate?
- No, pobrecito... El era de Bahía Blanca, del barrio Villa Rosas. Un mes o dos antes Omar tuvo un hijo. Pero cuando estábamos en reparaciones en Buenos Aires yo le dije que fuera a ver al bebé, pero él no quiso. Me dijo que cuando volviéramos de viaje. Fue muy duro, fue muy triste no poder hacer nada. "Capi no voy a poder ver a mi hijo", me balbuceó mientras se moría. Yo le dije que sí, y empecé a lagrimear. "De acá salimos todos juntos", le dije aunque sabía que no tenía posibilidades de sobrevivir. Al día siguiente, cuando estábamos en el portaaviones de prisioneros, le hicimos lo funerales de honor, y lo arrojamos al mar. La ley marina es así. Le pusimos la bandera y los ingleses en eso se comportaron muy bien. La viuda de Omar vino a Mar del Plata tiempo atrás para la inauguración de un monumento y vendrá ahora por supuesto el 9 de mayo. El hijo de Omar tiene 25 años.
Prisioneros
La leyenda dice que el buque insignia de la Real Marina Británica, el portaaviones Invencible fue gravemente averiado por aviones A4C el 30 de mayo. Los ingleses jamás admitieron ello. Unos días antes, a bordo del Invencible, había estado prisionera la tripulación del Narwal.
"Nos llevaron en helicópteros cerca de 1 hora de vuelo, no sé a qué distancia, pero creo que para el lado de las islas. Llegamos al Invencible y por más de 10 días, no me acuerdo, estuvimos ahí. Nos trataron muy bien. Cuando vino un capitán de navío inglés, que hablaba muy bien en castellano, nos dijo: 'Esta guerra está dando mucho gasto así que ustedes tienen que irse de acá'. De ahí nos llevaron a un barco hospital chiquito, el Hecla, un solo día, después nos llevaron a Uganda, un barco hospital donde pasé mi cumpleaños. Cuando tuvimos que volver a Hecla, ya para navegar para Montevideo parece mentira lo que voy a contar... Nos hicieron una fiesta de despedida. Tocó una banda o una orquesta dentro del Hecla. Los 23 loquitos sentados ahí escuchando eso...". Wagata recuerda lo bien que fueron tratados. "En los barcos en los que estuvimos prisioneros nos regalaron souvenirs, café, cigarrillos también, y del Invencible nos dieron algo que no puedo decir...algo muy gracioso, muy íntimo", dice entre risas.
El retorno a territorio argentino se hizo esperar hasta el 2 de junio. Wagata cuenta que negoció él directamente con los ingleses y fueron a Montevideo. "Finalmente nos llevan a Montevideo el 1° de junio, casi un mes de prisioneros. Cuando llegamos a Punta del Este nos revisaron de la Cruz Roja para ver en qué condiciones estábamos". Ya en Buenos Aires, Wagata sintió el calor de estar en su verdadera casa. "Fue un orgullo que al llegar a Buenos Aires -relata- me recibieran con la bandera de Paraguay, porque había ido mi familia de Paraguay, la bandera de Japón y la bandera de Argentina. Cuando me llamó el comandante del Piloto Alsina, un tal Suárez, y me hizo subir a lo alto y ver el puerto cuando llegábamos. Fue algo que no me olvido más. Apenas llegamos nos llevaron al Hospital Naval, nos hicieron toda la revisación y un médico nos dijo algo tremendo: "Tengan cuidado de acá a unas semanas, unos meses, que nos les agarre el raye. Traten de estar tranquilos". Lo malo es que después nos abandonaron al dejar el hospital, no nos dieron ni unos pesos para movernos de allí. Pero entonces surgieron los taximetreros".
- ¿Lo taxistas?
- Sí, salimos todos los que estábamos bien, la mayoría, a la calle, sin un peso. Yo paré un taxi y le dije al chofer quienes éramos. "Ah.. ¿ustedes son del Narwal? Esperen". El taxista empezó a llamar a otros y al rato había varios coches que llevaron a todos los muchachos a un restaurante donde la empresa pesquera nos estaba esperando. Yo no fui, me fui al puerto donde estaba mi familia, con mi coche.
- ¿Cómo fue el después?
- A todos los que vinieron de la guerra los llamaron loquitos de la guerra, yo no sufrí eso porque enseguida tuve trabajo. Pero la gente no se portó bien con los que fuimos a Malvinas. Es cierto que de nosotros mucho no se sabía. En aquel momento se defendió la idea de que los pesqueros no estaban haciendo nada, pero...igual no se podía hablar mucho en esos meses después de la guerra.
- ¿Usted se sintió plenamente parte de la guerra?
- No sé si hice más que otros, eso no me importa. Yo creo que la ciudadanía hasta hace poco también había estado en la guerra. En apoyo logístico, mercante por ejemplo, que creo que en muchos casos es peor, porque no tenés nada para defenderte. Nosotros teníamos cortaplumas nada más.
El hoy
Entre los recortes y objetos que le quedaron de Malvinas, Wagata guarda una muñequera plástica con el número de prisionero de guerra. Dice la etiqueta: "Asterio D. Wagata Nº 1013". Aquella historia fue verdad y hoy desea que se transmita a todos. "El año pasado me invitaron a una escuela de Peralta Ramos y en estos días dimos otra charla. Pero muchos no sabían de los civiles. A mí no me gusta hacer comparaciones entre militares y civiles, pero para los civiles proporcionalmente fueron más bajas. Hubo 18 muertos civiles. La gente tendría que saberlo", sugiere.
A 25 años de la experiencia más conmocionante de su vida, el capitán Wagata vive de una jubilación, rodeado de su familia y en contacto con algunos de sus tripulantes del Narwal. "Unos ya murieron, otros fueron internados y no se recuperaron de sus problemas mentales. Yo sin embargo, no siento nada por los ingleses. Por un lado, gracias a ellos estoy vivo, aunque tal vez nos hubiera rescatado ese helicóptero argentino que dicen que había salido. Nos trataron bien. Pero por el otro lado, fueron ellos también los que nos atacaron. No siento rencor, es como debe ser en todos lados. Termina la guerra y ya está. No podés estar con odio tampoco".
Sus hijos, Asterio David (28) y Adrián (25) no están en la casa. En cambio su hija María (22) y su mujer escuchan la charla indirectamente. "Hoy ya estoy viejo, pero si volviera a darse ese caso... se trata de lo nuestro. Hay que defender lo nuestro y si ocurriría hoy algo parecido no tengo dudas que haría lo mismo", dice en voz alta.
La carta fechada el 26 de mayo de 1982 a bordo del Invencible, con la leyenda "On her Majesty's service" está ahora sobre la mesa. A un lado de tres pocillos vacíos de café. Tres estampillas con la figura de la Reina de Inglaterra certificaron su tránsito postal. Debajo de una de esas estampillas, tal vez con la escritura adolescente de uno de los hijos de Wagata, surge con tinta azul una flecha acusadora y allí, firme y gloriosa, la palabra "Piratas".
por Fernando del Rio
02/04/07
LA CAPITAL - MAR DEL PLATA