Los F 22 Raptor de la USAF tienen prohibido volar.
En noviembre del 2010, un F 22 Raptor se estrelló en Alaska durante el desarrollo de un vuelo de entrenamiento. El accidente le costó la vida al piloto del aparato, el capitán Jeffrey Haney.
La investigación sobre las circunstancias del suceso permitió poner en evidencia una disfunción del sistema OBOGS (On-Board Oxygen Generating System), el cual le proporciona al piloto las funciones vitales para su respiración y su protección anti-G a partir de una determinada altitud.
En un primer momento, una regla había fijado un techo de 25.000 pies que no hay que sobrepasar durante las misiones de entrenamiento con los F 22 Raptor. A esa altitud, y en caso de problemas, un piloto se encuentra capacitado para descender rápido bajo el nivel de los 18.000 pies, allí donde la atmósfera tiene suficiente oxígeno para permitirle sobrevivir en caso de fallas del sistema OBOGS.
Finalmente, la decisión de dejar en tierra por un tiempo indeterminado a los 165 aviones de este tipo ha sido tomada por la USAF el último 3 de mayo.
Pensado por Lockheed-Martin en el momento en que la Unión Soviética todavía existía, el programa del F 22 Raptor, que tiene la particularidad de ser un cazador furtivo, fue abandonado en el 2009. Concebido para la superioridad aérea, su pertinencia no era muy evidente para hacer frente a las amenazas actuales y a los conflictos llamados asimétricos. Solamente 187 aparatos han sido entregados a la USAF.
El costo de adquisición de este avión está valuado entre 130 y 150 millones de dólares, y esto, sin tomar en cuenta las sumas gastadas para su puesta a punto (la factura treparía a más de 260 millones de dólares por unidad). Además, el F 22 reveló ser un aparato frágil, sujeto a frecuentes fallas electrónicas. Y lo que es más, había sido constatado en el pasado, que las emisiones radares de los buques del US Navy descalibraban sus sensores electrónicos.
Fuente: OPEX 360 06 de mayo 2011
Traducción propia.
Les F-22 Raptor de l’US Force interdits de vol.
En novembre 2010, un F-22 Raptor s’était écrasé en Alaska au cours d’un vol d’entraînement. L’accident avait coûté la vie au pilote de l’appareil, le capitaine Jeffrey Haney.
L’enquête sur les circonstances du drame a permis de mettre en évidence un dysfontionnement du système OBOGS (On-Board Oxygen Generating System), lequel fournit au pilote les fonctions nécessaires à sa respiration et sa protection anti-G à partir d’une certaine altitude.
Dans un premier temps, une consigne avait fixé un plafond de 25.000 pieds à ne pas dépasser lors de missions d’entraînement avec des F-22 Raptor. A cette altitude, et en cas de problème, un pilote est en mesure de passer rapidement sous le niveau des 18.000 pieds, là où l’atmosphère a assez d’oxygène pour lui permettre de survivre en cas de panne du système OBOGS.
Finalement, la décision de clouer au sol pour une durée indéterminée les 165 avions de ce type a été prise par l’US Air Force le 3 mai dernier.
Imaginé par Lockheed-Martin au moment où l’Union soviétique existait encore, le programme du F-22 Raptor, qui a la particularité d’être un chasseur furtif a été abandonné en 2009. Conçu pour la supériorité aérienne, sa pertinence n’était plus évidente pour faire face aux menaces actuelles et aux conflits dits asymétriques. Seulement 187 appareils ont été livrés à l’US Air Force.
Le coût d’acquisition de cet avion est évalué entre 130 et 150 millions de dollars, et cela, sans prendre en compte les sommes dépensées pour sa mise au point (la note grimperait à plus de 260 millions de dollars l’unité). De plus, le F22 s’est révélé être un appareil fragile, sujet à de fréquentes pannes logicielles. Qui plus est, il avait été constaté, par le passé, que les émissions radars des bâtiments de l’US Navy déréglaient ses senseurs électroniques.
OPEX 360 6 mai 2011