Historia del Corvo Chileno
El Corvo desde los inicios de la historia de Chile fue utilizado como una herramienta de trabajo, cortando sogas, cueros o removiendo material en búsqueda de salitre y minerales, su uso militar quedó afianzado durante la Guerra del Pacífico (1879-1884), siendo usado como un cuchillo de combate.
Hay diversas teorías sobre su introducción al territorio nacional, es probable que su llegada se haya materializado con la arribada de los primeros españoles, los cuales traían puñales diseñados con la misma curvatura de un alfanje, cuyo nombre original es Janyar, el cual es un espadín de origen árabe que entró previamente como influencia a la Península Ibérica, existiendo teorías de que el corvo chileno fue una adaptación de su forma para desarrollar un cuchillo de uso común.
Los primeros registros históricos de su uso fueron escritos por Alonso de Ercilla en su poema “La Araucana”, en el cual relata su utilización como herramienta de trabajo y arma asociada al alfanje.
Existen muchas referencias de su utilización durante la Colonia en duelos y grescas, motivo por el cual durante el gobierno de Jauregui (1634) se prohibió el porte de armas blancas. También existen relatos de su utilización antes de la Guerra de Independencia (1810), una de ellas es la que señala Carlos López Urrutia, en su libro “La Guerra del Pacífico. 1879-1884” (Ed. Ristre, 2003):
“El famoso corvo chileno no era un arma militar sino que la empleaban usualmente los trabajadores agrícolas y los mineros, por ser una herramienta muy útil para el desempeño de su trabajo”.
El primer uso militar masivo, ocurrió durante la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839), donde “el roto chileno”, lo llevó entre la faja y el cuerpo como un cuchillo de utilidad y autodefensa, no siendo parte de la indumentaria oficial del Ejército, bajo este mismo contexto fue utilizado durante las campañas terrestres de la Guerra del Pacífico, conflicto armado en el cual su uso como arma militar quedó firmemente consolidado en gloriosas gestas heroicas como Pisagua, Asalto y Toma del Morro de Arica, Chorrillos y Miraflores, convirtiéndose en una leyenda, causando un verdadero estrago y pavor en las tropas adversarias. ( ver Ilustración 1″Soldados de la Guerra del Pacífico, utilizando corvos”).
El corvo era llevado por sus usuarios en la cintura, al costado izquierdo y con el filo hacia abajo, algunas personas lo utilizaban con funda y otras no. Su fabricación era un proceso totalmente artesanal, siendo su forjado hecho por un maestro herrador o por su propio usuario. La hoja era introrsa y de no más de 5 mm de espesor (filo principal es el interno), la cual posee una curvatura terminando en punta, la continuación de esta hoja es una espiga, la cual finalmente conforma el mango. El acabado final de su empuñadura puede ser de contornos poligonales, constituida por varios anillos colocados sucesivamente con materiales que dependían del poder adquisitivo de cada persona. Es por esto que existen variados diseños y formas de estos cuchillos, no existiendo un diseño uniforme, como si hubiese sido un arma producida en serie. (ver ilustración Nº2)
Durante la década de los 70, las Fábricas y Maestranzas del Ejército (FAMAE) produjo corvos en serie, por medio de su filial Andes SAM, gracias a estos trabajos se llegaron a dos modelos oficiales:
El “Corvo tipo Comando”, con una curvatura de 90° el cual representaba a la especialidad secundaria recientemente mencionada. El “Corvo Atacameño”, con una curvatura de 45° que fue adoptado por la totalidad del Ejército de Chile.De esta manera se fue fraguando la historia de este cuchillo, que terminó siendo el arma más representativa del Ejército de Chile, simbolizando además al pueblo chileno y su figura del “roto” a lo largo de la historia, desde los tiempos de la conquista española hasta la época actual.