Una publicación que encontré en mi archivo relacionada con la vocación de ser cadete
CARTA A MI HIJO:
Hijo mío:
¿Debemos hablar de vocación? Ayer fué el sexo, luego el Amor o la presencia espiritual de los Reyes.El paisaje y Dios.Hoy, de tu vocación, de la vocación.Es el mañana.Tú, niño, para ser hombre.No alcanza una vida.Viviremos el conflicto, transitaremos entre el juguete y la herramienta, la fantasía y la realidad.Concretaremos el problema: la solución será tuya.
Dices querer ser aviador militar. Lo descubro en tu mirada, cuando construyes un modelo a escala, cuando lees una noticia de vuelo, cuando oyes de mis experiencias.Creo que sí, que lo deseas.Pero antes querría decirte qué es el vuelo, qué es el vuelo militar.
Descubrir el mundo del Aviador Militar, sus problemas, su moral, su ética.Hablar de ley y de costumbres.Decir lo que debe callarse.La poesía y la prosa del vuelo militar.Cuando tienes que asumir la responsabilidad de ordenarte en la disciplina de una jerarquía que, a veces-lo humano falla- es superficial; cuando debes dejarte conducir o conducir.Cuando tu voluntad se siente desposeída para el "libre hacer" y encuentras un mundo monolítico, impermeable a tus deseos, que no pueden penetrar con inteligencia, con afecto o con desesperación.Decirte de una lucha interior por construir y tener que colaborar a que otros destruyan.Realidad de una sociedad, que en determinación constante de un orden artificial, transita desde lo heroico hasta lo miserable.
A la inversa de Hamlet: SER Y NO SER.
Ser dueño de un pedazo de cielo, de nube, de viento.Del silencio, a veces ensueño y otras, miedo.Ver desnudo al hombre; su alma reflejándose en el espejo de lo imprevisto.Tu compañero siempre moribundo, a veces muerto. Tú mismo, tus padres, tus hijos, cediendo de sus propias vidas, brindando sus propios momentos.
¿Por qué? ¿Para qué? Respuesta sin límites físicos.Sin fronteras reales.Más allá, inclusive, de tu propia conciencia.
A veces el relumbrón de un hecho heróico, de un hombre héroe, anula y oculta el mundo de los hechos diarios permanentes.
Clavar tus alas de metal en el pecho, llevarlas en el alma, y "volar" entre las paredes obscuras de una oficina, entre papeles, burocracia.O enfrentar con los cañones de tu avión el corazón de tu hermano, para matar o morir.
El hombre que ha impresionado las retinas de tu espíritu tiene detrás el rutinario modelo del absurdo.No todo es fácil.A veces, es más sencillo morir que poder vivir.
Tengo la obligación de enfrentarte con una realidad; descubrirte còmo se transita en el espacio y tiempo físicos para ser el Aviador Militar que sueñas.
Separarte de tu familia cuando aún eres niño, apenas dejando de serlo. Sentir el peso de tantas obligaciones, que te pareceran absurdas; sufrir dolores, que te parecerán inútiles; someter tu voluntad a voluntades que te parecerán extrañas. Aprender a vivir por tí solo, entre todos. Serás un número ordinal. Un pequeño engranaje apenas identificado de otros por el valor de ese número.La primer etapa es brusca, violenta, sin transición. De un joven libre y altivo tendrás que pasar a ser un joven restringido y pequeño.
La costumbre se hará ley. Horas y minutos para todo. Para comer, para estudiar, dormir. Aún`para soñar. Rigidez, disciplina orgánica.Cuerpo y alma con moldes físicos, clásicos. Tu peine, tus zapatos, tu camisa, dejan de ser algo personal, peculiar. Todos los peines, zapatos, camisas, iguales. Reconocerás tu armario de otros por la pequeña tarjeta con tu número y por el lugar en que se encuentre. ¿Tienes sueño? No es hora de dormir. ¿Tienes apetito? No es hora de comer. ¿Tienes deseos de estudiar? No es hora de estudiar. ¿No quieres estudiar? Pues, es hora de que estudies.....No antes, no después; ahora. Cuando la orgánica, la jerarquía de un gráfico orgánico dice sí o dice no. Disciplina hacia afuera y hacia adentro.
Un supremo altar: la Patria. Lágrimas de pasión cuando lleves tu mano al birrete y saludes por primera vez ese subir lento, sereno, ondulante, de la Bandera.Cuando debas jurar fidelidad a una Ley Suprema, inspiración del Bien Común para tus padres, tus hijos, tus hermanos. Tu mano armada de la espada, tu cuerpo investido por las armas que ellos, tu pueblo, te entregan para su propia defensa moral, ética, histórica.
¿Y luego? Tu propia mano teñida con la sangre de tu pueblo, porque dirás defender su ley, sus costumbres, su estirpe. Porque creerás ser señor de la justicia, árbitro de las relaciones entre factores sociales, dueño de la verdad.....El soldado de veinte años durmiendo el sueño de la muerte, porque tú has decidido salvar la Patria....Ese mismo hombre, que ayer hundía su cuerpo en la tierra arada, sembraba paz y amor, te dará su destino de hombre para que decidas, con voluntad de militar, sobre su propia voluntad de ciudadano.
¿Que no lo harás? ¿Que San Martín no desenvainó su espada en la lucha fraticida? Entonces esculpirán sobre el presente y futuro de tu vida el estigma de cobarde. O te bautizarán con el nombre de traidor. Y el pueblo, siempre extraño e impotente a sus propios destinos, aplaudirá o gritará de rabia, según su ubicación social, al héroe que ha sacrificado inútilmente la vida útil, desinteresada, de sus propios hijos.
Sentirás endiosar tu nombre; y oirás luego, según convenga, enlodarlo. Son los mismos, los que dicen de la estéril presencia del militar, los que sin embargo los adulan, los utilizan, los empujan, al terrible ostracismo de la soledad sin Patria.
También sabrás de lo noble, de lo puro.De esa poesía siempre escrita entre el cielo y la tierra. De no estar en el cielo, de no estar en la tierra. De mirar pequeño el mundo, inmenso el espacio.De un más allá constante, progresivo.De un siempre más allá.... De la posibilidad de sentirse dueño de una nube, del viento, del vuelo.De la soledad cierta y trascendente; de tu "yo" con la vida y la muerte. En tu Rocinante de metal, frente a esos molinos que serán gigantes. Tus sueños.
De una tripulación que será "tu tripulacíón" . De tus hombres. De ese puñado de esperanzas. De saberte parte de sus vidas y ellos de la tuya. De dar, hasta tu propia vida, con la feliz conciencia de defender la de ellos. De dar, que es Amor.
Cuando mires miríadas de estrellas, cuando te empape esa lluvia de cielo, cuando inundes tu alma de ese cielo. Ese constante "adiós del despegue", su angustia del partir siempre, la promesa del regreso, el feliz regreso.....
Tendrás tus héroes. Los niños muertos, los que buscando un rumbo de eternidad han cruzado ya el todo para desplegar alas de siempre. Ese pedazo de cielo donde están Ellos. Tus hermanos, tus compañeros, los que despegaron primero.
¿Y Dios? Qué cerca, qué lejos. Cómo sabrás de su presencia allí donde el paisaje es un camino de luna sobre el espejo del río largo, cansado, bajando. Cómo verás sus pùpilas, oirás su voz, sentirás sus caricias en ese templo de cúpula azul, de valle alfombrado de hombres, de Altar donde la Cruz será el cuerpo y alas de tu avión.
Magia de la poesía, realidad de la prosa, de tu vida en el vuelo. Hijo mío, hay mucho, mucho más, pero serás tú quien al decidir cómo, dónde y cuándo encontrar al destino, podrás descubrir tanto o tan poco, según quieras o según puedas. Está en tí. Dentro de tí. Son muchos los caminos. Te he mostrado parte de uno de ellos. Algo de esas lágrimas o aquella sonrisa. De esa constante felicidad triste del vuelo. Solo tú, con inteligencia, afecto y voluntad serás dueño del camino hacia la Verdad.
Si debes detenerte porque tu hermano ha caído, detente. Llegarás antes si él llega antes. Si debes retroceder, porque has errado, vuelve. LLegarás antes si comprendes tu pecado. Si debes avanzar, porque es la verdad, camina. LLegarás antes si comprendes las verdades de la gran Verdad.
Detenerte, retroceder y avanzar, siempre al horizonte definido por la presencia de Dios. No de tu Dios, sino de Dios. De Dios en tí, en nosotros, en ellos. De Dios en las escalas sin límites físicos del tiempo y distancias del espíritu.
Por una Patria de hombres, para hombres. Dentro de tí encontrarás el camino. Hacia el destino que tú mismo debes construir.
¿Tu vocación? No, hijo. Te he hablado de la vocación. Tu vocación está en tí, dentro. ¿Cómo encontrarla? Responde solamente dos preguntas: POR QUÉ y PARA QUÉ.
El POR QUÉ te dará una respuesta íntima, personal, a tí mismo. El PARA QUÉ, te dirá del semejante, de tí hacia él, hacia nosotros.
Recuerda tres principios:
Antes pasará un camello por el ojo de una aguja, que un rico por el reino de los cielos
De los pobres espíritu es el Reino de los Cielos
Amarás al prójimo como a tí mismo.
Y avanza , detente y retrocede, pero siempre con la mirada en Dios.
TU PADRE
Revista Nacional Aeronáutica y Espacial-Octubre 1966
PD: ¡ Feliz día del cadete aeronáutico , mañana 8 de setiembre ¡