igual seguiría siendo dentro de CABA, estás a salvo.
Y bueno contá anécdotas propias de esa sublevación entonces
o a qué esperas?
menos medios de comunicacion, internet, que era eso, wp, ? teléfono celular como se come PC o NOT BOOK si gracias , pase primero
que me ***** mojando, desde que bajamos del avión que nos llevo de Rio Gallegos a Paso de los Libres.
te voy a poner esto para que puedas entender mas los entre telones de esa sublevación, mañana seguimos
Tras rendirse el Domingo de Resurrección, Rico consiguió que su caso quedara dentro del fuero militar. Así lo decidió la Corte Suprema, que además encuadró la causa como motín. El 30 de diciembre, el fiscal militar atenuó la prisión de Rico, que declaraba no haber querido alterar el orden constitucional cuando se alzó en abril. Así, el veterano de Malvinas accedió al arresto domiciliario y cambió Campo de Mayo por una quinta en el country Los Fresnos, en Bella Vista. Antes de subirse al coche que lo llevaría allí, Rico fue informado que para conseguir esa gracia debía acogerse al retiro. Se negó y partió en un auto sin revelar que su destino era Los Fresnos.
Allí se produjo la imagen inicial de Monte Caseros, la que entronca Semana Santa con el nuevo alzamiento. Rafael Calviño, fotógrafo de
Noticias Argentinas, siguió en auto a Rico cuando salió de Campo de Mayo. No era el único: había otros autos, que oficiaban de escolta del coronel. Al llegar al Camino del Buen Ayre, un Fiat 125 se cruzó al Renault 12 en el que viajaba el fotógrafo. El conductor es un teniente: se llama Alejandro Maguire. Desenfunda un arma y apunta al Renault 12. Calviño también apunta con su arma, que es una cámara de fotos, ciertamente menos lesiva que lo que empuña Maguire. Calviño gatilla; el otro, no. La imagen revelada es la del teniente mirando fijo a la cámara, arma en mano. Un año más tarde, Calviño estrechará la mano de Juan Carlos de Borbón en Madrid, al recibir el Premio Rey de España.
Sin ti no me podré hallar
En ese punto, el 30 de diciembre, con Rico yéndose a Los Fresnos, Caridi también decidió jugar a fondo. Tenía al coronel entre ceja y ceja. Habló con Jaunarena y logró que la víspera de Año Nuevo se le restituyera a Rico el grado militar, ya que había sido dado de baja, para que pudiese ser juzgado en el fuero castrense. Desde Los Fresnos, el coronel rebelde anunció que no aceptaría cambios en su situación procesal. El jefe del Ejército reunió a su estado mayor y consiguió el apoyo de los oficiales con mando de tropa, sobre todo los blindados de Magdalena, a cargo de Isidro Cáceres. Caridi optaba en forma abierta por la represión militar para terminar con el líder carapintada.
Mientras tanto, Rico y sus hombres, entre los que estaban algunos conspicuos oficiales de Semana Santa, como los coroneles Enrique Venturino (su mano derecha en Campo de Mayo nueve meses antes) y Luis Polo (responsable de la sublevación en Córdoba cuando el mayor Barreiro se negó a declarar, la chispa que inició todo), delineaban la respuesta: alzamientos de distintas unidades militares para neutralizar a Caridi y poder negociar. En las dos primeras semanas de enero la cuestión pasó por las condiciones de detención del coronel: Rico se había visto beneficiado por la prisión domiciliaria; Caridi presionaba por una prisión preventiva rigurosa, esto es, que volviese a la Escuela General Lemos de Campo de Mayo. El 15 de enero, dos oficiales de un juzgado de instrucción militar se apersonaron en Los Fresnos para notificar a Rico que debía volver a la prisión militar. Llegaron tarde: la noche del 14 se había ido. Iba a quemar las naves con la única salida que le quedaba, la sublevación armada. No habían sido en vano esas dos semanas en Los Fresnos. Allí se dedicó a operar apoyos y lo consiguió en un punto del país que inscribiría su nombre en la saga carapintada.