Este es el relato completo de Sandy Woodward completo:
Versión de Sandy Woodward del ataque 30 de mayo
Para ese entonces habíamos sido reforzados por el Cardiff (D-108), un destructor con misiles guiados Tipo 42 de tres años, al mando de otro Oficial ex submarinista, el Capitán Mike Harris. Dos ancianas naves gemelas de nuestra fragata clase Leander, el Argonaut (F-56), el Minerva (F-45) y el Penélope (F-127). Cada noche enviábamos nuestros pequeños convoyes de suministros hacia la zona de operaciones anfibias, guiados por barcos de guerra y cada noche bombardeábamos las posiciones Argentinas en las islas, sus bases y sus pistas de aterrizaje.
El 30 de mayo, sin embargó, la escena cambio. El Alto Mando Argentino decidió disparar lo que era su último Exocet y una vez más tomaron la firme decisión de tratar de apuntar al Hermes (R-12) o al Invincible (R-05). Con los antecedentes de aciertos de Exocet que hasta ese momento tenían muchas posibilidades de darle a algo, pero muy pocas de darle a un portaaviones.
A nuestro favor, aparte de las lecciones dejadas por los dos últimos ataques de Exocet, nosotros teníamos la más reciente versión del sistema Sea Dart de toda la Marina, el que venía en el Exeter (D-89), el Tipo 42 al mando de Hugh Balfour. En verdad se trataba de un hombre bastante suave, algo así como un dandy, pero con una manera de pensar muy moderna y, como oficial de comunicaciones, era un experto en satélites y en guerra electrónica... Era un agudo especialista del sistema Sea Dart instalado en el Exeter. Con el que ahorraban 15 segundos de vital importancia en los momentos de compromisos comparado con lo mejor que podían hacer el Glasgow y el Coventry, gracias a los nuevos programas para la computadora.
De todas maneras los argentinos decidieron enviar dos Super Etendard, uno con el misil, el otro para adicional ayuda con el radar. Irían acompañados por 4 Skyhawk de la 4 Brigada Aérea, cada uno armado con dos bombas de 250 kg. Sus órdenes eran usar al Exocet como guía al portaaviones, mientras los Etendard daban la vuelta para regresar a su base. Por supuesto, yo ignoraba todos estos planes de buenas noches, Woodward que ellos tenían. Tampoco conocía yo la ruta que tenían pensado usar, que debía dirigirse al Este por 400 millas (741 km) desde Río Grande y luego girar al Noroeste, con la esperanza de sorprendernos por atrás. Como una seria misión de ataque, no estaba mal pensada, si bien se requería un largísimo viaje de rodeo.
Despegaron e hicieron su encuentro para reabastecerse de combustible y luego se dirigieron hacia el Grupo de Batalla británico, en el que el Cardiff (D-108) y el Exeter (D-89) ocupaban la posición de avanzada en la línea de Piquete hacia el Oeste, con la fragata Tipo 21, Avenger (F-185), del Capitán Hugo White, en gran medida por casualidad, navegando a 12 millas (22 km) Sur Sudeste de ellos, 20 millas (37 km) atrás, hacia el Este, estaban ubicados los Auxiliares de la Flota y 3 millas más atrás de ellos estaban los portaaviones, el Hermes a 7 millas (13 Km) al Norte el Invincible. Los argentinos volaban, como siempre, por debajo del radar, hasta que se mostraron, a las 16:31 hora Zulú para que los Etendard pudieran registrar el mar con sus radares, en búsqueda de la flota Británica.
Cuando lo hicieron, el llamado de atención de un salón de operaciones más notorio en todo el Atlántico Sur fue irradiado desde el Exeter.
- ¡Freno de mano¡ Dos- dos - cinco.
A los pocos segundos el Exeter había lanzado la alerta por las redes de comunicaciones y el Cardiff, el Avenger y el Exeter, dieron vuelta para enfrentar el ataque que venía del Sudoeste. Los Etendard se mostraron una vez más, 3 minutos más tardes. Las tres naves británicas los vieron en las pantallas de sus radares y todas sabían que un misil Exocet, disparado a una distancia de 21 millas (39 km), estaba en camino y que además detrás de él venían 4 aviones.
El Capitán Balfour ordenó disparar su primer Sea Dart. El misil paso cerca del Avenger y, 5 millas (9 km) más adelante, eliminó al líder de los Skyhawk, matando al piloto, Primer Teniente Vázquez. Los otros tres pilotos continuaron pero o bien el segundo Sea Dart del Exeter, o bien el cañón de 4,5 pulgadas del Avenger, eliminó al otro piloto (Castillo).
Mientras tanto el Exocet, sea porque estuvo mal apuntado o porque no funcionaba bien, paso sin hacer daño entre el Exeter y el Avenger, con varias millas libres a cada lado. Con inmensa valentía, los otros dos pilotos argentinos (Ureta y Isaac), sintiéndose sumamente solos ya a esa altura de los acontecimientos, continuaron a toda velocidad hacia delante, decididos a continuar con su ataque. Se dirigieron al Avenger, ya envuelto por el humo del cañón que continuaba disparando a los Skyhawk. Sus bombas, sin embargó, se perdieron al sobrevolar la fragata y atravesaron el humo a una velocidad superior a los 400 nudos (720 km), en dirección a sus bases, con los pelos de punta al suponer que los Sea Harrier caerían sobre ellos por detrás con los Sidewinder listos para ser disparados, pero pudieron llegar a salvo a sus bases, para regalar a sus Comandantes con el relato menos preciso de toda la guerra: el de que habían bombardeado al Invincible, alcanzado por un Exocet, y que ellos habían visto el humo, siendo testigos del daño causado.
Así y todo jóvenes tan valientes como esos merecen sus fantasías y el los días siguientes protesté contra ellos al ver la imagen de la primera pagina en un diario argentino, dibujada hábilmente por un artista, en la que se mostraba al Invincible ardiendo ferozmente en el Atlántico Sur. La verdad era que éste estaba a 7 millas de la acción y casi tan brillante e inmaculado como un pañuelo blanco del Capitán Balfour.
Personalmente, termine el día con una sonrisa de alivio. Como el lector ya se habrá dado cuenta, yo trataba de preocuparme solo de los hechos que yo conocía me resultaban buenos. Los Argentinos habían comenzado su juego con 5 Exocet, 5 ases, y ya los había jugado, indiscutiblemente, a todos ellos, el 4, 25 y 30 de mayo. En cada una de esas oportunidades los lanzaron a la primera señal de radar que vieron, un grupo de tres tropiezos incompetentes que muy bien podría costarles esta guerra.
Libro: LOS CIEN DÍAS. "Las Memorias del Comandante de la Flota Británica durante la Guerra de las Malvinas."
Autor: Almirante Sandy Woodward, con Patrick Robinson.
Traductor: Julio Sierra.
Paginas: 313 a 315.
Editorial: Sudamericana Bs As.-