ATAQUE AL INVINCIBLE – 30 DE MAYO DE 1982
S.M. (R) VGM Juan Domingo Perón
Mecánico de abordo SDA C-130
Todos los analistas coinciden que durante la guerra de Malvinas hubo una misión considerada como la más audaz, riesgosa y mejor planeada en la historia bélica mundial de los últimos tiempos.
Yo tuve el alto honor y orgullo de haber participado en la ejecución de esta misión, desempeñándome como Mecánico de Vuelo de uno de los Hércules KC-130H que participaron de la misma:
Después de todo un mes de realizar muchos Reabastecimientos en Vuelo (AR) a las aeronaves de ataque A-4B y A-4C de la Fuerza Aérea y a los A-4Q y “SUE” (Súper etendard) de la Armada, donde en pleno vuelo -a gran altura, donde perdíamos la relativa seguridad de no ser detectados desde lejos por el enemigo y muy cerca de de las primeras islas del archipiélago- les pasábamos combustible en pleno vuelo para darles mayor autonomía, permitiéndoles que pudieran cumplir sus misiones de ataque llevando la mayor cantidad de bombas y armamento, ya que cuando despegaban muy pesados por las bombas que portaban debían cargar menos combustible para no excederse en el peso máximo de despegue, lo que les restaba autonomía y no llegarían al blanco con el carburante necesario para el regreso a sus bases de despliegue en el continente.
Así fue que llegó el 30 de mayo, donde en una Orden Fragmentaria en la que se nos ordenaba una nueva misión de AR.
En ella se nos ordenaba reabastecer con 2 aviones cisterna KC-130H, el TC-69 y el TC-70 (indicativo Ranquel-1 y Ranquel-2 respectivammente), a dos escuadrillas, compuestas una por 4 aviones A-4C (indicativo Zonda) y la otra por 2 SUE (con indicativo Ala), debiendo realizar el AR con los dos KC-130H juntos, en un punto muy poco frecuente, ya que debíamos reaprovisionarlos en un lugar muy al sur de las islas y demasiado alejado de la costa continental, debiendo además realizarlo en Ruta hacia otro punto más alejado aún. Estos datos revelaban que debía ser algo muy extraordinario, ya que normalmente, para evitar una intercepción a los dos al mismo tiempo, siempre reabastecíamos con una buena separación entre los cisternas y entre el continente y las islas y ahora era muy al Sudeste de la isla Soledad (casi 500 Km. al SSE), bien adentro del océano.
Luego, al conocer otros datos, conjeturamos que debía tratarse de algún blanco muy importante ubicado en algún punto detrás de las islas y sumando los detalles dedujimos que muy bien podía ser alguno de los portaaviones (después nos enteramos que no estábamos errados).
Luego de preparar los reabastecedores, cargar a pleno los tanques de combustible y finalizar la inspección previa al vuelo, pusimos en marcha nuestras respectivas “Chanchas”, que para esta misión habían sido desplegadas a la base de Río Gallegos.
Rodamos hasta la cabecera de pista e hicimos todos los chequeos previos al despegue. A las 11:25 hs. despegamos y luego del despegue, como se sabía que el enemigo tenía ojos y oídos en nuestro proppio territorio, pusimos un rumbo de diversión hacia el norte para despistar a cualquier espía.
Luego de volar con rumbo norte (hacia Puerto Santa Cruz) por cierto tiempo, descendimos hasta alcanzar 50 pies de altura (unos 15 metros sobre el nivel del mar) y allí cambiamos el rumbo, dirigiéndonos en un principio hasta casi la vertical de la Isla de los Estados y desde allí, siempre rasante, hacia el primer punto de AR.
A todo esto, todas las aeronaves participantes, tanto los Ranquel como los Zonda y los Ala (estas últimas escuadrillas despegaron desde Río Grande), realizaban todas las fases del vuelo en completo silencio de radio, sin mantener comunicaciones de ningún tipo con el exterior de los respectivos aviones, realizando la navegación cada uno por sus propios medios, llegando a encontrarnos las 8 aeronaves en el punto exacto, a la hora prevista.
Los 4 A-4C vinieron a reabastecerse en nuestro avión, el Ranquel 1, mientras que los 2 SUE fueron al Ranquel 2.
Nosotros manteníamos en automático el sistema de AR, facilitándoles a los Zonda, que eran 4 aviones para recargar en solo 2 mangueras, la posibilidad de ir turnándose a su criterio para mantener sus tanques completamente llenos.
De esta manera fuimos navegando y reabasteciendo hasta el punto donde ellos debían abandonar la formación. En este punto se reunieron las 2 escuadrillas a nuestra izquierda y sincronizadamente, los 6 en formación cerrada, comenzaron a descender y pusieron rumbo hacia su blanco, siempre con estricto silencio de radio. Luego de unos minutos los perdimos de vista en la distancia.
Los dos Hércules también cambiamos de rumbo para ir lo más rápido posible al punto de AR de la ruta de regreso, pero al mismo tiempo, como conocíamos la frecuencia interna de las escuadrillas de SUE y A-4C, la sintonizamos en nuestros equipos VHF para conocer el devenir de la misión, aunque tardaron bastante tiempo en decir algunas pocas palabras, lo que denotaba, por el tiempo de vuelo, lo lejano que se encontraba el posible blanco de estos 6 valientes.
Después de una interminable espera, escuchamos que uno de los SUE le confirmaba a su numeral que tenía enganchado varios ecos en el radar de los cuales, uno era mucho mas grande que el resto.
Tras esto, dio el aviso de Misil Disparado, luego de lo cual, el Jefe de Escuadrilla Zonda dio la orden de potencia a pleno y a seguir tras la estela del misil.
Un par de minutos después, se escuchó en la frecuencia una gran algarabía, donde los pilotos de los A-4C, con gran júbilo, comenzaron a gritar “DIO EN EL BLANCO” – “ES EL PORTAAVIONES; VIVA LA PATRIA” y otras expresiones similares de gran alegría. A continuación dieron la orden para el propio ataque con bombas y cañones y luego de eso un gran silencio.
Al poco tiempo de llegar nosotros al punto de AR de regreso, se comunicaron los SUE de la escuadrilla Ala, informando que no necesitaban recargar combustible y que continuaban directo hacia su base.
A los pocos minutos, llegaron los Zonda 3 y 4, y ellos si recargaron combustible y con voz apagada confirmaron que el misil había explotado contra el portaaviones Invincible produciendo una gran columna de humo negro y que ellos mismos habían logrado varios impactos de bomba, aumentando los daños ocasionados a dicho buque.
Al finalizar la recarga, cuando el Comandante de Reabastecimiento les preguntó si tenían alguna estima de la hora de llegada de los dos que faltaban, solamente respondió con un lacónico y dolorido “NO, ELLOS NO VAN A VENIR”
(Ellos habían quedado custodiando la soberanía Argentina en ese mar que baña las islas).
El resto de nuestra misión transcurrió normal, realizando todos los procedimientos casi mecánicamente, con el orgullo de haber ayudado a concretar una proeza, donde 6 hombres, montados en sus pequeños aviones monomotor, donde además de luchar contra un enemigo técnicamente muy superior, armado con lo mejor que se ha inventado en el mundo, convirtiendo a estos buques en los blancos más mortíferos que existe, sabiendo que cualquier desperfecto en su avión podía significar caer en medio de un mar helado, a cientos de kilómetros de cualquier medio de rescate y con una muerte segura; pero quedándonos con el pesar inmenso de no ver regresar a camaradas con quienes compartimos muchas otras tareas no tan riesgosas, pero que ayudaron a forjar una gran unión.
Hay varias versiones de lo que ocurrió en este ataque (los ingleses dicen que fue otro barco, que era uno que ya estaba destruido, etc.), pero yo estaba allí, lo escuché en vivo de esos héroes en el preciso momento que estaban atacando y no me caben dudas: El Invencible fue gravemente dañado.
Justo después del ataque, el radar de Puerto Argentino se llenó de ecos de aviones que despegaron de su portaaviones en medio del mar y se mantuvieron sobrevolando a gran altitud para tratar de consumir menos combustible hasta capear el temporal: ¡SE HABÍAN QUEDADO SIN SU NIDO!