A lo largo de sus años como gobernante absoluto de Guinea Sékou Touré escribió más de 50 libros y recibió elogios a granel. El poeta e ideólogo de la negritud, Aimé Césaire dijo estar "impresionado por su profundo sentido de los derechos del pueblo, de su pueblo." En 1982, Francois Mitterrand, presidente de Francia, afirmó que "era uno de los mejores jefes de Estado africanos y uno de los más escuchados". Olvidó prudentemente que años atrás lo había comparado con Hitler; vaivenes de la política.
Ahmed Sékou Touré saltó a la fama internacional a los 36 años, el 25 de agosto de 1958. Había ascendido de empleado de correos a dirigente sindical vinculado a los comunistas franceses y más tarde jefe del partido Democrático de Guinea, el más fiel aliado del sistema colonial. A partir de 1954 Sékou Touré y su partido se habían beneficiado de un sistemático fraude electoral, sobre el que los franceses hacían la vista gorda tanto como la hacían cuando sus fuerzas de choque, los gônes, agredían a sus rivales.
Desde 1955 era alcalde de Conakry -la capital de Guinea- y diputado en la Asamblea Nacional Francesa. Vestía al modo occidental con una elegancia llamativa.
En 1958 De Gaulle realizó una gira por las colonias de África proponiendo la creación de una Comunidad Francesa de Naciones. La propuesta había sido bien acogida en Senegal y Costa de Marfil. Touré también estaba convencido que no era la hora de la independencia, que era necesario todavía un proceso de unos veinte años. Sin embargo su estilo político se había caracterizado por una suerte de estrategia de la ruptura destinada a lograr concesiones del adversario. Así lo hizo aquel 25 de agosto de 1958.
Organizó una recepción fría, cuando no agresiva y a la hora de los discursos se lanzó contra Francia y la eventual unión. Su frase culminante es esta: "Preferimos la libertad en la pobreza, antes que la riqueza dentro de la esclavitud".
De Gaulle le respondió que "la independencia está a disposición de Guinea, pero Francia actuará en consecuencia", abandonó el país hecho una fiera y ordenó que se retiraran todos los funcionarios y técnicos franceses.
Sékou Touré esperaba que su bluff tuviera otra respuesta e inmediatamente envió una nota a De Gaulle para reanudar las conversaciones; este ni siquiera se tomó el trabajo de responder.
El 2 de octubre de 1958 se declaró la independencia y "el hombre que le dijo no a De Gaulle" fue elegido presidente. Inmediatamente le sobraron aliados, en particular desde los países socialistas. En 1961 recibió el premio Lenin de la paz.
Inmediatamente creó su propia versión de un estado socialista: la comunocracia, que en los hechos era solo una dictadura basada en el culto a la personalidad y el partido único.
Las claves del régimen eran tres: el férreo liderazgo de Sékou Touré, el circo ligado al pan y los complots.
Nada de lo humano era ajeno a la sabiduría del "Sily" (el elefante), como le llamaban sus seguidores, de modo que el "Pensamiento Sékou Touré", se convirtió en dogma oficial. Sus discursos llegaban a durar hasta ocho horas. Tanta palabra le obligó a ser un maestro del sistema "como te digo una cosa, te digo la otra". Así, luego de una serie de nacionalizaciones afirmó que "Nunca ha estado en la mente de nadie nacionalizar nada". Claro que él mismo aceptaba que su "palabra no es una montaña", aunque aclaró: "Yo no digo que todo lo que diga siempre sea verdad, pero yo diré siempre la verdad."
Los grandiosos desfiles y eventos, donde todos debían vestirse de blanco, eran no solo el circo, sino el medio para acceder al pan. Quien no asistiera tenía serios problemas para encontrar medios para abastecerse en una economía brutalmente empobrecida y racionada.
El 4 de mayo de 1972 Fidel Castro llegó hasta Guinea, pronunció un emotivo discurso frente a la multitud y por supuesto hizo referencia a su frase más célebre: "Nosotros admiramos aquella frase del compañero Sékou Touré de que Guinea prefería la pobreza en libertad que la opulencia en la esclavitud. Nosotros solo podemos añadir: ningún esclavo será nunca opulento, ningún pueblo libre será eternamente pobre."
La tercera base de su poder residió en una bien aprendida lección de Stalin: la denuncia sistemática de complots contra su régimen le permitía liquidar de un plumazo a sus adversarios. Durante sus treinta años de poder mantuvo el excelente promedio de denunciar y reprimir un complot cada dos años. Comenzó en 1960 con el de "los intelectuales tarados y fuerzas decadentes", al que siguieron "El de los sindicalistas, maestros y estudiantes, elementos de extracción feudal y anarquista con el apoyo de las embajadas imperialistas y soviéticas", "El de los pequeños comerciantes", "El de los grandes comerciantes", hasta llegar a quince.
Sékou Touré consideraba que el "sentimentalismo es el veneno de la revolución", de modo que creó un campo de concentración en Camp Boiro por donde pasarían miles y miles de seres humanos sometidos a los peores tratos. La mayoría de los complotados moría de acuerdo a la doctrina Touré, de muerte natural: "Estoy convencido de que trata de una muerte natural, porque la naturaleza va en el sentido de la Revolución democrática Africana". Un 20% de la población debió exiliarse.
Como tirano, Sékou Touré tenía algunas características excepcionales. Por un lado no era corrupto, su estilo de vida era sobrio y su fortuna personal era modesta, aunque hacía la vista gorda ante el enriquecimiento de su enorme parentela, base del gobierno.
Por otro lado tuvo una indudable capacidad para hacer alianzas externas con todos los campos ideológicos. Tan así es que cuando sufrió una crisis cardíaca -4 de marzo de 1984- el rey Fahd de Arabia Saudí le envió su avión hospital y Ronald Reagan lo hizo atender en Cleveland. De todos modos murió.
Apenas habían pasado quince días de su muerte cuando el ejército tomó el poder, se abrieron las prisiones, se arrancaron los retratos oficiales, se borraron todas sus frases repartidas en los puntos públicos del país, se suprimió el Partido y su parentela fue encarcelada, algunos ejecutados.
Hoy, Guinea sigue siendo uno de los países más pobres, menos del 30% sabe leer y escribir y a pesar de su riqueza en minerales, incluyendo la bauxita, diamantes, oro y aluminio, más del 60% de su población vive bajo la línea de pobreza.
El País Digital
Ahmed Sékou Touré saltó a la fama internacional a los 36 años, el 25 de agosto de 1958. Había ascendido de empleado de correos a dirigente sindical vinculado a los comunistas franceses y más tarde jefe del partido Democrático de Guinea, el más fiel aliado del sistema colonial. A partir de 1954 Sékou Touré y su partido se habían beneficiado de un sistemático fraude electoral, sobre el que los franceses hacían la vista gorda tanto como la hacían cuando sus fuerzas de choque, los gônes, agredían a sus rivales.
Desde 1955 era alcalde de Conakry -la capital de Guinea- y diputado en la Asamblea Nacional Francesa. Vestía al modo occidental con una elegancia llamativa.
En 1958 De Gaulle realizó una gira por las colonias de África proponiendo la creación de una Comunidad Francesa de Naciones. La propuesta había sido bien acogida en Senegal y Costa de Marfil. Touré también estaba convencido que no era la hora de la independencia, que era necesario todavía un proceso de unos veinte años. Sin embargo su estilo político se había caracterizado por una suerte de estrategia de la ruptura destinada a lograr concesiones del adversario. Así lo hizo aquel 25 de agosto de 1958.
Organizó una recepción fría, cuando no agresiva y a la hora de los discursos se lanzó contra Francia y la eventual unión. Su frase culminante es esta: "Preferimos la libertad en la pobreza, antes que la riqueza dentro de la esclavitud".
De Gaulle le respondió que "la independencia está a disposición de Guinea, pero Francia actuará en consecuencia", abandonó el país hecho una fiera y ordenó que se retiraran todos los funcionarios y técnicos franceses.
Sékou Touré esperaba que su bluff tuviera otra respuesta e inmediatamente envió una nota a De Gaulle para reanudar las conversaciones; este ni siquiera se tomó el trabajo de responder.
El 2 de octubre de 1958 se declaró la independencia y "el hombre que le dijo no a De Gaulle" fue elegido presidente. Inmediatamente le sobraron aliados, en particular desde los países socialistas. En 1961 recibió el premio Lenin de la paz.
Inmediatamente creó su propia versión de un estado socialista: la comunocracia, que en los hechos era solo una dictadura basada en el culto a la personalidad y el partido único.
Las claves del régimen eran tres: el férreo liderazgo de Sékou Touré, el circo ligado al pan y los complots.
Nada de lo humano era ajeno a la sabiduría del "Sily" (el elefante), como le llamaban sus seguidores, de modo que el "Pensamiento Sékou Touré", se convirtió en dogma oficial. Sus discursos llegaban a durar hasta ocho horas. Tanta palabra le obligó a ser un maestro del sistema "como te digo una cosa, te digo la otra". Así, luego de una serie de nacionalizaciones afirmó que "Nunca ha estado en la mente de nadie nacionalizar nada". Claro que él mismo aceptaba que su "palabra no es una montaña", aunque aclaró: "Yo no digo que todo lo que diga siempre sea verdad, pero yo diré siempre la verdad."
Los grandiosos desfiles y eventos, donde todos debían vestirse de blanco, eran no solo el circo, sino el medio para acceder al pan. Quien no asistiera tenía serios problemas para encontrar medios para abastecerse en una economía brutalmente empobrecida y racionada.
El 4 de mayo de 1972 Fidel Castro llegó hasta Guinea, pronunció un emotivo discurso frente a la multitud y por supuesto hizo referencia a su frase más célebre: "Nosotros admiramos aquella frase del compañero Sékou Touré de que Guinea prefería la pobreza en libertad que la opulencia en la esclavitud. Nosotros solo podemos añadir: ningún esclavo será nunca opulento, ningún pueblo libre será eternamente pobre."
La tercera base de su poder residió en una bien aprendida lección de Stalin: la denuncia sistemática de complots contra su régimen le permitía liquidar de un plumazo a sus adversarios. Durante sus treinta años de poder mantuvo el excelente promedio de denunciar y reprimir un complot cada dos años. Comenzó en 1960 con el de "los intelectuales tarados y fuerzas decadentes", al que siguieron "El de los sindicalistas, maestros y estudiantes, elementos de extracción feudal y anarquista con el apoyo de las embajadas imperialistas y soviéticas", "El de los pequeños comerciantes", "El de los grandes comerciantes", hasta llegar a quince.
Sékou Touré consideraba que el "sentimentalismo es el veneno de la revolución", de modo que creó un campo de concentración en Camp Boiro por donde pasarían miles y miles de seres humanos sometidos a los peores tratos. La mayoría de los complotados moría de acuerdo a la doctrina Touré, de muerte natural: "Estoy convencido de que trata de una muerte natural, porque la naturaleza va en el sentido de la Revolución democrática Africana". Un 20% de la población debió exiliarse.
Como tirano, Sékou Touré tenía algunas características excepcionales. Por un lado no era corrupto, su estilo de vida era sobrio y su fortuna personal era modesta, aunque hacía la vista gorda ante el enriquecimiento de su enorme parentela, base del gobierno.
Por otro lado tuvo una indudable capacidad para hacer alianzas externas con todos los campos ideológicos. Tan así es que cuando sufrió una crisis cardíaca -4 de marzo de 1984- el rey Fahd de Arabia Saudí le envió su avión hospital y Ronald Reagan lo hizo atender en Cleveland. De todos modos murió.
Apenas habían pasado quince días de su muerte cuando el ejército tomó el poder, se abrieron las prisiones, se arrancaron los retratos oficiales, se borraron todas sus frases repartidas en los puntos públicos del país, se suprimió el Partido y su parentela fue encarcelada, algunos ejecutados.
Hoy, Guinea sigue siendo uno de los países más pobres, menos del 30% sabe leer y escribir y a pesar de su riqueza en minerales, incluyendo la bauxita, diamantes, oro y aluminio, más del 60% de su población vive bajo la línea de pobreza.
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