El teniente japonés Hiroo Onoda es el ejemplo extremo de la obediencia militar. En 1944, mientras actuaba en la isla filipina de Lubang, su comandante le ordenó mantenerse en su puesto "aún cuando la unidad a su mando fuera destruida". Onoda acató la orden por 31 años; cuando en 1974 se rindió portaba todavía su viejo fusil y pretendía seguir peleando si era necesario. Había cumplido 52 años y continuaba oculto en los bosques de la isla. Ignoraba completamente que la guerra había terminado; al momento de su captura, declaró: "no me entregué antes porque no había recibido la orden de hacerlo".
Resumiendo un poco esto porque casi todo lo que hay es en inglés, el tipo era teniente del ejército japonés en Filipinas y estuvo escondido en las selvas y montes filipinos por 31 años junto con otros tres soldados. De los tres, uno se rindió en 1949; a otro lo mataron en 1953 en un tiroteo con un pescador; al tercero, lo mato una patrulla (no se sabe si de ejército o policía) en 1972. Finalmente, en febrero de 1974, Onoda fue localizado y se rindió ante quien fue su superior inmediato en la guerra, el mayor Taniguchi, un pedido que él mismo formuló.
El Mayor, de edad avanzada, se encontró con Onoda en un lugar predeterminado y le leyó el parte de rendición japonesa en la 2ª Guerra Mundial. Al momento de rendirse, Onoda todavía conservaba su fusil, junto con 500 rondas de municiones y varias granadas, todo en perfecto funcionamiento.
Onoda y sus hombres actuaron todos esos años como una célula de resistencia, ya que creyó que todavía seguía la ocupación norteamericana en la isla y el ejército japonés continuaba en operaciones, a pesar de que varias veces se lanzaron panfletos de rendición desde aviones (Onoda y su grupo no eran los únicos que estaban escondidos), en los meses y años posteriores al término de la guerra. Se calcula que en 30 años Onoda y su grupo mataron a 30 personas e hirieron a otras 30 más. Su acto de legítima defensa fue posteriormente perdonado por el propio presidente filipino de la época, nada menos que Ferdinando Marcos.
Hiroo Onoda
About.com
Resumiendo un poco esto porque casi todo lo que hay es en inglés, el tipo era teniente del ejército japonés en Filipinas y estuvo escondido en las selvas y montes filipinos por 31 años junto con otros tres soldados. De los tres, uno se rindió en 1949; a otro lo mataron en 1953 en un tiroteo con un pescador; al tercero, lo mato una patrulla (no se sabe si de ejército o policía) en 1972. Finalmente, en febrero de 1974, Onoda fue localizado y se rindió ante quien fue su superior inmediato en la guerra, el mayor Taniguchi, un pedido que él mismo formuló.
El Mayor, de edad avanzada, se encontró con Onoda en un lugar predeterminado y le leyó el parte de rendición japonesa en la 2ª Guerra Mundial. Al momento de rendirse, Onoda todavía conservaba su fusil, junto con 500 rondas de municiones y varias granadas, todo en perfecto funcionamiento.
Onoda y sus hombres actuaron todos esos años como una célula de resistencia, ya que creyó que todavía seguía la ocupación norteamericana en la isla y el ejército japonés continuaba en operaciones, a pesar de que varias veces se lanzaron panfletos de rendición desde aviones (Onoda y su grupo no eran los únicos que estaban escondidos), en los meses y años posteriores al término de la guerra. Se calcula que en 30 años Onoda y su grupo mataron a 30 personas e hirieron a otras 30 más. Su acto de legítima defensa fue posteriormente perdonado por el propio presidente filipino de la época, nada menos que Ferdinando Marcos.
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