Los "kamikazes" alemanes de la WWII
En marzo de 1945, la Luftwaffe buscaba voluntarios entre sus pilotos para participar en los Sonderkommandos o Comandos Especiales que iban a realizar operaciones prácticamente suicidas contra los bombarderos estadounidenses y británicos que castigaban las ciudades alemanas. Con el tiempo, llegaron a apuntarse 300 pilotos. Pero los «pilotos kamikaze» alemanes, que recibían instrucción de técnicas de embestida en vuelo durante un período de 10 días en una base aérea de la Luftwaffe cercana a Magdeburgo, poco podían hacer para detener los bombardeos a gran escala realizados contra el régimen de Hitler.
El nombre de la piloto de pruebas Hanna Reitsch está estrechamente vinculado con esta estrategia de última hora que tenía como objetivo convertir a un grupo de pilotos convencionales en un cuerpo al estilo kamikaze. Reitsch, a quien AdolfHider escuchaba y por quien se dejaba aconsejar, escribe en su biografía que en una entrevista con Hitler a principios de 1945 mencionó el plan kamikaze y él se quedó un tanto perplejo, sin llegar a aprobarlo ni a rechazarlo. Pero existen otros informes —de dudosa autenticidad— que dicen que Hitler se opuso a la idea de Reitsch por «motivos humanitarios». Esta supuesta reacción de Hitler se debió de neutralizar, dado que el plan se llevó a la práctica y el diario de Joseph Goebbels lo menciona varias veces.
Los pilotos suicidas alemanes entraron en acción el 7 de abril, coincidiendo aproximadamente con los choques en picado de los aviones japoneses contra barcos estadounidenses en aguas de Okinawa que causaron daños a un acorazado, un portaaviones y dos destructores, con muchas bajas en el caso del portaaviones. No está claro cuántos pilotos alemanes murieron ese día, pero los informes dicen que las Fuerzas Aéreas estadounidenses derribaron casi 170 cazas de la Luftwaffe.
Aunque es bastante improbable que los alemanes copiasen al pie de la letra las tácticas kamikaze de embestida, no se puede negar que las autoridades militares nazis destinadas en Tokio y Berlín siguieron muy de cerca el uso generalizado de tales tácticas contra barcos y aviones por parte de los pilotos japoneses.
Reitsch, auténtica heroína de los cielos además de ferviente patriota, fue la primera mujer alemana a quien se concedió la Cruz de Hierro (Primera Clase) por su valor. Durante la guerra probó todos los modelos de aviones fabricados por el régimen de Hitler, entre ellos el Me262 propulsado por cohetes y un prototipo de las «bombas voladoras»Vl que se lanzarían desde Francia contra Londres y otras ciudades. Batió muchos récords de aviación, fue famosa en el vuelo sin motor y sobrevivió a varios accidentes aéreos. En los años treinta, arriesgó su vida probando un avión pequeño que aterrizaba en una «cama de sogas» —en realidad eran unos alambres trenzados sobre la cubierta de un barco— un pista de aterrizaje en ese contexto tan útil como arriesgada. Denominada la «misionera voladora» de Alemania, y sin lugar a dudas la principal piloto alemana del siglo XX, Hanna Reitsch trató de que el mayor número posible de gente, con independencia de su sexo, se interesara por la aviación. El hecho de ser la primera mujer alemana que obtuvo el título de capitán y la primera persona que atravesó los Alpes en planeador contribuyó también a su fama. Hizo sus últimos méritos de piloto de guerra ya hacia el final de la contienda, al promover la creación de una unidad suicida en el seno de la Luftwaffe para obstaculizar, e incluso detener, los bombardeos angloestadounidenses masivos contra Alemania. Pero la unidad llegó demasiado tarde y era demasiado pequeña como para ser efectiva.
La primera reunión oficial para estudiar y planear la constitución de un «proyecto kamikaze» alemán se celebró en noviembre de 1943, en unas dependencias del Ministerio del Aire donde se acogía a los visitantes, cerca del lago Wannsee de Berlín, a la que asistieron especialistas del Ejército de Tierra y de las Fuerzas Aéreas. El almirante del Ejército del Aire de Hitler presidió la reunión. Entre los asistentes estaba Hanna Reitsch y el diseñador del misil V1, que se estaba preparando para la producción en gran escala con la denominación de misil Fi103.
En la reunión se decidió que el caza Me328B —aún en fase de desarrollo— sería la nave que se utilizaría en los ataques suicidas. Como segunda opción quedó el FÍ103. Previamente, Reitsch había difundido la idea de la «abnegación» entre los pilotos de la Luftwaffe y, en respuesta, cientos de pilotos se ofrecieron para participar en las misiones suicidas. Al final se seleccionaron 70 y el resto se mantuvo en reserva.
Pero hubo que descartar el avión Me328B debido a dificultades técnicas, por lo que el V1 (la bomba voladora) fue el elegido. El primer prototipo, F1103A-1R estuvo listo hacia finales de agosto de 1944. Se lanzaba desde una rampa y desarrollaba una fuerza de 17G al despegar. Por tanto, había que llevarlo pilotado en un bombardero Heinkel 111 y soltarlo desde allí. El artefacto se probó en septiembre. Reitsch en persona lo pilotó diez veces. Mientras tanto, las SS seleccionaban a la primera remesa de pilotos suicidas. Se produjeron 150 V1 para ser tripulados mientras se formaba el Ala Luftkrieg 200, unidad especial destinada a cubrir los correspondientes puestos. Se cuenta que Hitler se enteró de la existencia de esta unidad por mediación de Albert Speer, su ministro de Armamento. Existen fotografías de dominio público en las que puede verse a los V1 tripulados. En una de éstas aparece un militar estadounidense inspeccionando uno de ellos que iba dotado de cabina.
En la primera mitad de 1945 la Luftwaffe creó la unidad aérea Sonderkommando Elbe «Comando Especial del Elba», especializada en ataques suicidas contra bombarderos enemigos. El 7 de abril, 183 cazas, la mayoría reactores Mel09G, se enfrentaron a 1.300 bombarderos estadounidenses acompañados de unos 850 cazas. Se dirigían a Desau por el río Elba. La unidad suicida alemana trabó combate con la formación aliada a las 11.45 horas sobre Steinhude, cerca de Hannover; la batalla aérea duró unos 45 minutos. Sólo sobrevivieron 15 aviones del «Comando Especial del Elba». Sólo unos pocos se estrellaron contra los bombarderos enemigos y la mayoría los derribaron. Inmediatamente se trasladó la unidad suicida a una base del sur de Alemania cerca de Passau, pero todos los aviones fueron destruidos por los bombardeos aliados.
Goebbels, ministro de Propaganda de Hitler, tiene en su diario varias anotaciones relativas a los pilotos suicidas. El 4 de abril de 1945 menciona que intentó emplear «cazas suicidas» pero insinúa que las inclemencias del tiempo obraron en contra de un resultado favorable. Cuatro días después aparece otra anotación: «Ayer [...] nuestros cazas llevaron a cabo choques contra bombarderos enemigos. El balance está aún sin confirmar pero parece que el ataque no ha salido como se esperaba. Sin embargo [...] no debemos cejar en nuestro empeño.» Parece ser que Goebbels esperaba que fuesen los acontecimientos quienes decidieran con respecto a la idea de las unidades suicidas. En su diario anota consternado que los voluntarios suicidas alemanes no tienen mucho éxito en sus contactos con los superbombarderos y cazas estadounidenses atribuye el fracaso a que sus aviones no volaban en formaciones cerradas, lo que obligaba a los pilotos alemanes a enfrentarse con cada enemigo individualmente. Más aún, la violencia del fuego de contraataque fue tan devastadora que en muy pocos casos los alemanes conseguían embestir a los bombarderos enemigos.
Casualmente, Reitsch fue una de las últimas personas que vio vivo a Hitler en su bunker subterráneo de Berlín cuando, en abril de 1945, acudió en la última avieneta a la ciudad ya asediada para informar al Führer, que en sus últimos días intercalaba momentos de lucidez con divagaciones delirantes. Se oyó a Hitler denunciar en presencia de Reitsch la traición de Hermann Goering, el comandante en jefe de la Luftwaffe. El asunto estaba relacionado con un mensaje de Goering proponiendo deponer a Hitler de la jefatura del régimen. Reitsch recordó el comentario de Hitler cuando fue interrogada por el Ejército norteamericano el 8 de octubre de 1945. Según su testimonio, éstas fueron las palabras que pronunció el Führer. «Ya no queda nada. No me han dejado nada. No se guarda fidelidad ni se vive con honor. No hay decepción que no me haya llevado, ni traición que no haya experimentado, y ahora esto. Nada queda. Ya se me han hecho todas las injusticias.»
Esa misma noche Hitler llamó a su presencia a Hanna Reitsch y le entregó una ampolla que contenía veneno. En el interrogatorio, Hanna contó que Hitler le había dicho: «Hanna, perteneces a los que han de morir conmigo. Tenemos cada uno una ampolla de veneno idéntica. No quisiera que ninguno de los dos cayera vivo en manos de los rusos, ni tampoco que encuentren nuestros cuerpos.» (Anteriormente Hitler les había dicho a sus principales generales y a Albert Speer, ministro de Armamento, que tenía intención de pegarse un tiro en su bunker para evitar caer en manos enemigas.)
Según Hanna, Hitler le dirigió, en otro encuentro, estas palabras de ánimo: «Pero, Hanna mía, aún tengo esperanza.» La esperanza de Hitler dependía del éxito de sus tropas en el sur y este de Berlín. Reitsch cuenta que sostenía temblorosamente un mapa de carreteras que se le estaba haciendo pedazos del sudor que le caía de la mano. Mientras tanto, en el campo de batalla, sus tropas fracasaban en todos los frentes sin poder impedir el rápido avance de los ejércitos enemigos.
Unos pocos días después, Hitler le ordenó a Hanna que partiera en avión de inmediato desde Berlín con un alto mando de la aviación, el coronel-general Ritter von Greim (que iba a reemplazar a Goering en la jefatura de la Luftwaffe) y arrestara a Heinrich Himmler, a quien acusaba de traición. Además, Reitsch llevaba órdenes expresas de Hitler para que se pusieran en marcha nuevos bombardeos contra los Aliados. En su último vuelo desde Berlín, Reitsch y Greim dejaron la ciudad, sometida a intenso fuego de artillería rusa, poco después de la medianoche del 29 de abril de 1945.A los pocos minutos les alcanzaron los cañones antiaéreos rusos y Greim resultó gravemente herido, pero Reitsch consiguió aterrizar tras las líneas estadounidenses. Himmler, arrestado por el Ejército británico, se suicidó el 23 de mayo de 1945. Hitler se había quitado la vida con una cápsula de cianuro tres semanas antes.
Hanna Reitsch fue apresada por el Ejército norteamericano poco después y permaneció en prisión 15 meses. Durante su encarcelamiento relató la desintegración —a la que acabamos de referirnos— que Hitler sufrió en sus últimos días. En escritos posteriores, trató de explicar sus actividades enmarcadas en la gran lealtad al régimen nazi de la que siempre hizo gala. En sus memorias ha descrito también lo que denomina «su delito»: «Yo era una alemana muy conocida como aviadora y como persona que destacó por el ferviente amor a su país y por cumplir con su deber hasta el final. La leyenda surgió con motivo de mi último vuelo a Berlín. ¿No habría escondido yo a Hitler en alguna parte?»
La cárcel fue sin duda un amargo trago para este espíritu libre de la aviación (su autobiografía se titula Fliegen, mein Leben). En ella narra cómo supo lo que es la «degradación del cautiverio» al pasar días y días monótonos encerrada entre cuatro paredes y con la mirada en el trozo de cielo que se veía por los barrotes de la diminuta ventana.
Reitsch batió más de 40 marcas de resistencia y altitud. Después de la guerra se la aceptó en la Asociación de Pilotos de Prueba Estadounidenses y el presidente John Kennedy la recibió en la Casa Blanca. Murió en Frankfurt en 1979 a la edad de 67 años.
PD-dedicado a los estudiosos y entusiastas del foro de la Segunda Guerra Mundial y el bando aleman especialmente:troll:
PD2-cabe aclarar que,si bien se los llama los "kamikazes" alemanes,estos,a diferencia de los japoneses,no necesariamente morian al realizar tan peligrosas misiones,el factor de supervivencia a la mision estaba siempre presente,aunque sus probabilidades eran bajas.
Saludos:cheers2:
En marzo de 1945, la Luftwaffe buscaba voluntarios entre sus pilotos para participar en los Sonderkommandos o Comandos Especiales que iban a realizar operaciones prácticamente suicidas contra los bombarderos estadounidenses y británicos que castigaban las ciudades alemanas. Con el tiempo, llegaron a apuntarse 300 pilotos. Pero los «pilotos kamikaze» alemanes, que recibían instrucción de técnicas de embestida en vuelo durante un período de 10 días en una base aérea de la Luftwaffe cercana a Magdeburgo, poco podían hacer para detener los bombardeos a gran escala realizados contra el régimen de Hitler.
El nombre de la piloto de pruebas Hanna Reitsch está estrechamente vinculado con esta estrategia de última hora que tenía como objetivo convertir a un grupo de pilotos convencionales en un cuerpo al estilo kamikaze. Reitsch, a quien AdolfHider escuchaba y por quien se dejaba aconsejar, escribe en su biografía que en una entrevista con Hitler a principios de 1945 mencionó el plan kamikaze y él se quedó un tanto perplejo, sin llegar a aprobarlo ni a rechazarlo. Pero existen otros informes —de dudosa autenticidad— que dicen que Hitler se opuso a la idea de Reitsch por «motivos humanitarios». Esta supuesta reacción de Hitler se debió de neutralizar, dado que el plan se llevó a la práctica y el diario de Joseph Goebbels lo menciona varias veces.
Los pilotos suicidas alemanes entraron en acción el 7 de abril, coincidiendo aproximadamente con los choques en picado de los aviones japoneses contra barcos estadounidenses en aguas de Okinawa que causaron daños a un acorazado, un portaaviones y dos destructores, con muchas bajas en el caso del portaaviones. No está claro cuántos pilotos alemanes murieron ese día, pero los informes dicen que las Fuerzas Aéreas estadounidenses derribaron casi 170 cazas de la Luftwaffe.
Aunque es bastante improbable que los alemanes copiasen al pie de la letra las tácticas kamikaze de embestida, no se puede negar que las autoridades militares nazis destinadas en Tokio y Berlín siguieron muy de cerca el uso generalizado de tales tácticas contra barcos y aviones por parte de los pilotos japoneses.
Reitsch, auténtica heroína de los cielos además de ferviente patriota, fue la primera mujer alemana a quien se concedió la Cruz de Hierro (Primera Clase) por su valor. Durante la guerra probó todos los modelos de aviones fabricados por el régimen de Hitler, entre ellos el Me262 propulsado por cohetes y un prototipo de las «bombas voladoras»Vl que se lanzarían desde Francia contra Londres y otras ciudades. Batió muchos récords de aviación, fue famosa en el vuelo sin motor y sobrevivió a varios accidentes aéreos. En los años treinta, arriesgó su vida probando un avión pequeño que aterrizaba en una «cama de sogas» —en realidad eran unos alambres trenzados sobre la cubierta de un barco— un pista de aterrizaje en ese contexto tan útil como arriesgada. Denominada la «misionera voladora» de Alemania, y sin lugar a dudas la principal piloto alemana del siglo XX, Hanna Reitsch trató de que el mayor número posible de gente, con independencia de su sexo, se interesara por la aviación. El hecho de ser la primera mujer alemana que obtuvo el título de capitán y la primera persona que atravesó los Alpes en planeador contribuyó también a su fama. Hizo sus últimos méritos de piloto de guerra ya hacia el final de la contienda, al promover la creación de una unidad suicida en el seno de la Luftwaffe para obstaculizar, e incluso detener, los bombardeos angloestadounidenses masivos contra Alemania. Pero la unidad llegó demasiado tarde y era demasiado pequeña como para ser efectiva.
La primera reunión oficial para estudiar y planear la constitución de un «proyecto kamikaze» alemán se celebró en noviembre de 1943, en unas dependencias del Ministerio del Aire donde se acogía a los visitantes, cerca del lago Wannsee de Berlín, a la que asistieron especialistas del Ejército de Tierra y de las Fuerzas Aéreas. El almirante del Ejército del Aire de Hitler presidió la reunión. Entre los asistentes estaba Hanna Reitsch y el diseñador del misil V1, que se estaba preparando para la producción en gran escala con la denominación de misil Fi103.
En la reunión se decidió que el caza Me328B —aún en fase de desarrollo— sería la nave que se utilizaría en los ataques suicidas. Como segunda opción quedó el FÍ103. Previamente, Reitsch había difundido la idea de la «abnegación» entre los pilotos de la Luftwaffe y, en respuesta, cientos de pilotos se ofrecieron para participar en las misiones suicidas. Al final se seleccionaron 70 y el resto se mantuvo en reserva.
Pero hubo que descartar el avión Me328B debido a dificultades técnicas, por lo que el V1 (la bomba voladora) fue el elegido. El primer prototipo, F1103A-1R estuvo listo hacia finales de agosto de 1944. Se lanzaba desde una rampa y desarrollaba una fuerza de 17G al despegar. Por tanto, había que llevarlo pilotado en un bombardero Heinkel 111 y soltarlo desde allí. El artefacto se probó en septiembre. Reitsch en persona lo pilotó diez veces. Mientras tanto, las SS seleccionaban a la primera remesa de pilotos suicidas. Se produjeron 150 V1 para ser tripulados mientras se formaba el Ala Luftkrieg 200, unidad especial destinada a cubrir los correspondientes puestos. Se cuenta que Hitler se enteró de la existencia de esta unidad por mediación de Albert Speer, su ministro de Armamento. Existen fotografías de dominio público en las que puede verse a los V1 tripulados. En una de éstas aparece un militar estadounidense inspeccionando uno de ellos que iba dotado de cabina.
En la primera mitad de 1945 la Luftwaffe creó la unidad aérea Sonderkommando Elbe «Comando Especial del Elba», especializada en ataques suicidas contra bombarderos enemigos. El 7 de abril, 183 cazas, la mayoría reactores Mel09G, se enfrentaron a 1.300 bombarderos estadounidenses acompañados de unos 850 cazas. Se dirigían a Desau por el río Elba. La unidad suicida alemana trabó combate con la formación aliada a las 11.45 horas sobre Steinhude, cerca de Hannover; la batalla aérea duró unos 45 minutos. Sólo sobrevivieron 15 aviones del «Comando Especial del Elba». Sólo unos pocos se estrellaron contra los bombarderos enemigos y la mayoría los derribaron. Inmediatamente se trasladó la unidad suicida a una base del sur de Alemania cerca de Passau, pero todos los aviones fueron destruidos por los bombardeos aliados.
Goebbels, ministro de Propaganda de Hitler, tiene en su diario varias anotaciones relativas a los pilotos suicidas. El 4 de abril de 1945 menciona que intentó emplear «cazas suicidas» pero insinúa que las inclemencias del tiempo obraron en contra de un resultado favorable. Cuatro días después aparece otra anotación: «Ayer [...] nuestros cazas llevaron a cabo choques contra bombarderos enemigos. El balance está aún sin confirmar pero parece que el ataque no ha salido como se esperaba. Sin embargo [...] no debemos cejar en nuestro empeño.» Parece ser que Goebbels esperaba que fuesen los acontecimientos quienes decidieran con respecto a la idea de las unidades suicidas. En su diario anota consternado que los voluntarios suicidas alemanes no tienen mucho éxito en sus contactos con los superbombarderos y cazas estadounidenses atribuye el fracaso a que sus aviones no volaban en formaciones cerradas, lo que obligaba a los pilotos alemanes a enfrentarse con cada enemigo individualmente. Más aún, la violencia del fuego de contraataque fue tan devastadora que en muy pocos casos los alemanes conseguían embestir a los bombarderos enemigos.
Casualmente, Reitsch fue una de las últimas personas que vio vivo a Hitler en su bunker subterráneo de Berlín cuando, en abril de 1945, acudió en la última avieneta a la ciudad ya asediada para informar al Führer, que en sus últimos días intercalaba momentos de lucidez con divagaciones delirantes. Se oyó a Hitler denunciar en presencia de Reitsch la traición de Hermann Goering, el comandante en jefe de la Luftwaffe. El asunto estaba relacionado con un mensaje de Goering proponiendo deponer a Hitler de la jefatura del régimen. Reitsch recordó el comentario de Hitler cuando fue interrogada por el Ejército norteamericano el 8 de octubre de 1945. Según su testimonio, éstas fueron las palabras que pronunció el Führer. «Ya no queda nada. No me han dejado nada. No se guarda fidelidad ni se vive con honor. No hay decepción que no me haya llevado, ni traición que no haya experimentado, y ahora esto. Nada queda. Ya se me han hecho todas las injusticias.»
Esa misma noche Hitler llamó a su presencia a Hanna Reitsch y le entregó una ampolla que contenía veneno. En el interrogatorio, Hanna contó que Hitler le había dicho: «Hanna, perteneces a los que han de morir conmigo. Tenemos cada uno una ampolla de veneno idéntica. No quisiera que ninguno de los dos cayera vivo en manos de los rusos, ni tampoco que encuentren nuestros cuerpos.» (Anteriormente Hitler les había dicho a sus principales generales y a Albert Speer, ministro de Armamento, que tenía intención de pegarse un tiro en su bunker para evitar caer en manos enemigas.)
Según Hanna, Hitler le dirigió, en otro encuentro, estas palabras de ánimo: «Pero, Hanna mía, aún tengo esperanza.» La esperanza de Hitler dependía del éxito de sus tropas en el sur y este de Berlín. Reitsch cuenta que sostenía temblorosamente un mapa de carreteras que se le estaba haciendo pedazos del sudor que le caía de la mano. Mientras tanto, en el campo de batalla, sus tropas fracasaban en todos los frentes sin poder impedir el rápido avance de los ejércitos enemigos.
Unos pocos días después, Hitler le ordenó a Hanna que partiera en avión de inmediato desde Berlín con un alto mando de la aviación, el coronel-general Ritter von Greim (que iba a reemplazar a Goering en la jefatura de la Luftwaffe) y arrestara a Heinrich Himmler, a quien acusaba de traición. Además, Reitsch llevaba órdenes expresas de Hitler para que se pusieran en marcha nuevos bombardeos contra los Aliados. En su último vuelo desde Berlín, Reitsch y Greim dejaron la ciudad, sometida a intenso fuego de artillería rusa, poco después de la medianoche del 29 de abril de 1945.A los pocos minutos les alcanzaron los cañones antiaéreos rusos y Greim resultó gravemente herido, pero Reitsch consiguió aterrizar tras las líneas estadounidenses. Himmler, arrestado por el Ejército británico, se suicidó el 23 de mayo de 1945. Hitler se había quitado la vida con una cápsula de cianuro tres semanas antes.
Hanna Reitsch fue apresada por el Ejército norteamericano poco después y permaneció en prisión 15 meses. Durante su encarcelamiento relató la desintegración —a la que acabamos de referirnos— que Hitler sufrió en sus últimos días. En escritos posteriores, trató de explicar sus actividades enmarcadas en la gran lealtad al régimen nazi de la que siempre hizo gala. En sus memorias ha descrito también lo que denomina «su delito»: «Yo era una alemana muy conocida como aviadora y como persona que destacó por el ferviente amor a su país y por cumplir con su deber hasta el final. La leyenda surgió con motivo de mi último vuelo a Berlín. ¿No habría escondido yo a Hitler en alguna parte?»
La cárcel fue sin duda un amargo trago para este espíritu libre de la aviación (su autobiografía se titula Fliegen, mein Leben). En ella narra cómo supo lo que es la «degradación del cautiverio» al pasar días y días monótonos encerrada entre cuatro paredes y con la mirada en el trozo de cielo que se veía por los barrotes de la diminuta ventana.
Reitsch batió más de 40 marcas de resistencia y altitud. Después de la guerra se la aceptó en la Asociación de Pilotos de Prueba Estadounidenses y el presidente John Kennedy la recibió en la Casa Blanca. Murió en Frankfurt en 1979 a la edad de 67 años.
PD-dedicado a los estudiosos y entusiastas del foro de la Segunda Guerra Mundial y el bando aleman especialmente:troll:
PD2-cabe aclarar que,si bien se los llama los "kamikazes" alemanes,estos,a diferencia de los japoneses,no necesariamente morian al realizar tan peligrosas misiones,el factor de supervivencia a la mision estaba siempre presente,aunque sus probabilidades eran bajas.
Saludos:cheers2: