Acá está la misión de Dellepiane, sacada del libro del comodoro Carballo.
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LA CHANCHA
Su apodo —"La Chancha"— se ha hecho popular, gracias al
valor demostrado por sus tripulaciones. Ellos destruyeron la
tradicional rivalidad entre "Cazadores" y "Transporteros",
ganándose el respeto de todos los aviadores. Este es el relato
de una de las tantas veces que fueron mucho más allá de lo
que les exigía el deber para salvar la vida de uno de nosotros.
Relata: Alférez Dellepiane -Piloto de A-4B Skyhawk
Día: 13 de junio de 1982.
Cuando puse en marcha se rompieron los caños de liquido hidráulico de mi avión. Cambié por
uno de repuesto que había en la plataforma. Creo que fui rápido.
Subí, me ataron; la escuadrilla en la que yo salía ya estaba despegando. En el apuro comencé
mi rodaje sin controlar mi A-4B, por lo que me iba con el compensador en posición incorrecta y
con flaps arriba. Pensé: con estos ya no me puedo ir, y lamenté profundamente no haber
preparado una meticulosa navegación.
Cuando desalentado pensé en quedarme, escuche por mi radio a la escuadrilla del Capitán
Varela que estaba por salir. Le pedí que pasáramos a una frecuencia interna y pregunté: -¿ Señor,
me puedo ir con ustedes?. Ante la respuesta afirmativa, lo seguí en el rodaje.
La meteorología estaba bastante mala y yo tenía miedo de perderme en el vuelo por el tema
de la navegación. Pensé - ¡¿Con qué cara puedo volverme al aterrizaje diciendo que he perdido a
la escuadrilla?!…
Salimos arriba de la mufa (entiéndase nubosidad) gracias a Dios.
Era una Escuadrilla artística, pues con el guía al frente y dos a cada lado quedábamos
simétricos. Navegamos, llegamos al blanco y escuche al capitán Varela decir; -"¡Tiramos ya!"-
Luego vi unas explosiones brutales, con hongos redondos de humo negro, que encerraban
llamaradas.
Había tres helicópteros en tierra, cerca de unos módulos parecidos a casas rodantes de color
verde. En el centro y algo a la izquierda de ellos vi explotar las bombas de uno de los nuestros.
Hasta que llegamos se veían muy tranquilos, a pesar de estar muy cerca de Puerto Argentino.
Tiraban con todo; sus municiones trazantes formaban una cortina, los misiles tierra-aire "Blow
Pipe" salían de todos lados.
Yo apunté a una concentración de helicópteros y disparé. La formación de los aviones se
perdió totalmente y comenzamos a cruzarnos en un desorden total. Vi salir las bombas del
Teniente Luis Cervera y armarse los paracaídas.
El Jefe de Escuadrilla ordenó salir por el norte porque al sur había patrullas de Harrier (PAC)
Cuando salía, próximo al Monte Kent, vi a un helicóptero Sea King; le apunté y tire con mis
cañones. Salió un sólo tiro.
A la izquierda vi pasar dos bolas de fuego que se dirigían al avión del Teniente Cervera, por lo
que le grité
—¡Tucu, cierre por derecha -.
y continué en viraje observando hasta que vi a los misiles pasar de largo.
Puse rumbo norte. En tierra vi a otro Sea King, pasé rasante sobre sus palas en movimiento
para evitar que me tiraran. Vi muy cerca el casco verde del piloto inglés.
Miré mi combustible y, con sorpresa, descubrí que tenía menos de la mitad de lo que
necesitaba para volver al continente.
Eyecté mis cargas externas y salí con rumbo norte. Tenía 2.000 libras, cuando necesitaba
4.500, En ese momento sólo pensé en escapar. Ya sobre el mar puse rumbo oeste. Seguí
consumiendo combustible con el acelerador al máximo hasta 1.600* libras. Hasta ese momento
en lo único que pensaba era en que no me interceptaran los Harrier.
Reduje la velocidad, me parecía que estaba parado en aire, que no avanzaba nada. Antes me
sentía protegido por la velocidad. Seguí hasta las 1.400 libras y comencé a tomar altura pues
pensé que ya estaría al oeste de las islas, comunicándoselo a mi jefe de Escuadrilla.
Le pedí al radar de Puerto Argentino que me mantuviese al tanto de las PAC enemigas. Me las
refirió muy técnicamente por lo que pedí
—"Por favor con relación a puntos notables de la isla y con distancia, porque no estoy en
condiciones de pensar!"—
Las PAC estaban lejos; me fui decididamente hacia arriba sobre las nubes brillaba un sol
esplendoroso. Busqué probables enemigos por todo el cielo y pronto descubrí que estaba al norte
de la entrada al estrecho San Carlos. Cuando tenia unos 6.000 metros de altura le volví a
preguntar al radar si tenia PAC y me contestó que no, por lo que me olvidé de los Harrier y me
comencé a preocupar por el combustible.
Los pilotos que estaban en vuelo escuchaban mi situación y algunos preguntaban
demostrando intenciones de hacerme una sugerencia. El jefe de Escuadrilla dijo:
—"¡Déjenlo al "Piano" que decida solo si se eyecta en la isla o intenta llegar a la "Chancha"
(entiéndase Hércules KC-130, reabastecedor.)
Continué mi ascenso; estaba muy preocupado pues mi indicador de combustible caía
rápidamente y yo todavía estaba en las islas. Al ver la tierra yo pensaba —"¿me eyecto en la islas
o me juego en el cruce?". Recordé que con el Capitán Varela muchas veces habíamos comentado
que, dentro de lo posible, había que volver, y decidí seguir adelante cuando mi liquidómetro
indicaba sólo 900 libras. Para tener una idea aproximada de lo poco que era, un A-4B consume
500 libras desde que se pone en marcha hasta que despega en un vuelo normal..
Mientras iba ascendiendo comencé a llamar a la "Chancha", que tenía ese día el indicativo
"piedra", y le pedí que me vinieran a buscar, pues me estaba quedando sin combustible. Para mi
tranquilidad me contestaron
—"¡No te hagas problema pibe que ya mismo ponemos rumbo hacia las islas y vamos a
buscarte!"—
Preguntaron si alguno más necesitaba, pero le dijeron que no.
Seguí hablando con "piedra" hasta que salí a mar abierto. A cada momento me insultaba a mí
mismo por no haber preparado una navegación bien detallada.
Yo hablaba continuamente para sentirme acompañado y saber que los del Hércules y mis
camaradas de A-4 estaban en frecuencia. Saqué marcaciones con bases del continente para que
el Hércules me ubicara mejor.
—"¿Qué distancia nos separa?"— preguntaba a cada momento.
Ellos mentían piadosamente y yo calculaba mis probabilidades de llegar.
Cada tanto hacia conteos para que me hicieran homing1 (buscar el lugar automáticamente de
donde proviene la voz que sale al aire.). En mi radio escuchaba continuamente
—"¡Vamos pibe, Fe que vas a. llegar!—
En los momentos de silencio pensaba —"¡ Sonaste, esta no la contás, te vas a morir de frió en
el medio de la inmensidad del mar!"— Rezaba con fervor inmenso. Los otros pilotos seguían con
su:
—¡Vamos Piano, fe que ya estás!.
El jefe de Escuadrilla ordenó un control de combustible y escuché con envidia como otros
afortunados manejaban cifras tales como 2.000 ó 1.900 libras mientras a mí me quedaban sólo
400. Les dije :
—"¡Qué suerte tienen algunos!"—
y ellos siguieron animándome. Resignadamente les contesté:
—"Hay que ser realistas!"—
Pregunté si habían alertado a los helicópteros de búsqueda y rescate, aunque sabía
perfectamente que no tenían combustible para llegar hasta mi posición.
—"¡Tengo sólo 300 libras!"
—"¡Tenes de sobra, quédate tranquilo!"
—"¡Sólo alcanzan para 10 minutos de vuelo!"
1 -Homing: Búsqueda autom'atica con una aguja que señala la emisión.
—"¡Te sobra con eso, si ya estamos llegando!" - En ese momento el Capitán Várela me dijo,
—"¡No se haga problemas "Piano", que me parece que vamos a ser dos, pues tengo
sobretemperatura en la turbina y están bajando las revoluciones". Le contesté con una broma.
—"¡Me quedan 200 libras!"
Comencé a esperar que el motor se parase en cualquier momento mientras pedía
—"Coco no me abandones!"...
Toque un atado de cigarrillos y chocolate, regalo del Capitán Carballo, y pensé que por lo
menos, antes de morir iba a poder fumar y comer.
Del Hércules me preguntaron:
—"¿'Piano, hasta donde llega si se •planta'1"
—¡"Solo al medio del mar!"
—"¿Cuánto 'jugo' le queda?"
—"¡200 libras!"
—"¡Ah..., le sobra para llegar con eso!..."
—"¡¡¡Dije 200 no 2.000...!!!"
Cada tanto los llamaba y los insultaba, pidiéndoles que no me abandonaran. Cuando me
quedaban 150 libras (no más de dos minutos de vuelo) me dijeron que alabeara con mi avión,
pues creían tenerme a la vista. Falsa alarma; era el "Tucu".
Me dijeron,
—"¡No, no sos vos!"
Después del instante de tremenda alegría, tuve un bajón espiritual profundo, pues me sentí
perdido.
Me quedaban 100 libras; ya no llegaba a ningún lado.
Mi combustible marcaba casi cero.
—"¡ ¡¡Me parece que te tenemos: pone viraje por derecha, nos tenes que ver!!!"
Los vi allí abajo y a la derecha. Mi indicador estaba en cero.
Pensé que no llegaba. Reduje todo motor y me lancé en picada mientras les pedía que,
haciendo viraje, se acomodaran para mi comodidad.
Adelante estaba la canasta.
Les dije
—"¡Me juego, doy potencia a pleno para alcanzarlos!"
—"¡Bien pibe, esos son hombres!"
Me acercaba a mucha velocidad por lo que les pedí que picaran. Inmediatamente escuché en
mis auriculares
—"¡picando para rizo!" (maniobra de acrobacia)
Llegaba, estaba allí, era mía ... saque freno de vuelo y un segundo después, mi lanza se
incrustaba en la canasta. Simultáneamente escuché nuestro viejo grito de guerra:
—"¡¡¡Y no hay quien pueda!!!
Por las ventanillas del KC -130 veía a los mecánicos que gritaban y se abrazaban.
Mi liquidómetro comenzó a subir. ¡Había nacido de nuevo!.
Dije por la radio a Cervera,
—"Tucu, ¡Que borrachera nos vamos a agarrar esta noche!".
La frecuencia era un bochinche infernal de gente que me felicitaba a gritos...
Casi todo el combustible que me daban salía por un orificio en mi tanque derecho.
Me fui acoplado al Hércules hasta la pista; cuando lo dejé tuve problemas de tren de aterrizaje
(ruedas del avión) que luego, gracias a Dios, trabó. Aterrice; no lo podía creer pero estaba en
tierra firme.
Inmediatamente se formó un charco de combustible debajo de mi avión, por lo que lo
abandone rápidamente.
Pensé: "De aquí derecho a Misa" ya que era día domingo y cumplí.
Mi agradecimiento eterno a esos valientes pilotos de Hércules, entre los que destaco al
Vicecomodoro Litrenta y su tripulación, al Vicecomodoro Cano y también a la "Chancha", esa
"Chancha" querida, pues entre ambos salvaron muchísimas vidas, yendo bastante más lejos de lo
que les exigía el deber.