Hace 70 años, lo Brasil declaraba ‘Estado de Beligerância’ contra a Alemania…
…y entraba en la Segunda Guerra Mundial, respondiendo al hundimiento de navíos brasileños en nuestra costa, con la Marina despreparada y atrasada en la renovación de sus medios
-
Veintidós de agosto de 1942: el presidente Getúlio Vargas reunió su Ministerio para un examen de la situación. Y esa situación era grave. Los días anteriores, cinco navíos mercantes brasileños y una barcaça habían sido hundidos en la costa nordestina, resultando en la muerte de más de 600 personas. A esos ataques alemanes concentrados en pocos días (entre 15 y 19 de agosto), que más tarde se supo que eran obra de un único submarino, se sumaban otros realizados más esporádicamente los primeros meses de aquel año en la costa americana, y hasta a un metralhamento y bombardeo de un navío de bandera brasileña aún en marzo de 1941, en el Mediterrâneo.
La reacción popular en las calles y ciudades de Brasil, y traducidas en las noticias y editoriales de periódicos, eran claras: revuelta, apreensão con la guerra llegando a la costa brasileña, mientras los náufragos supervivientes relataban los ataques por submarino y cuerpos llegaban a las playas de la Bahia y del Sergipe. Era ese el pano de fondo para la reunión ministerial de aquel 22 de agosto. Y el resultado fue la declaración de “Estado de Beligerância” con a Alemania, haciendo lo Brasil entrar de vez en la Segunda Guerra Mundial, lo que fue ratificado por el Decreto 10358 del día 31 de aquel mes, oficializando el “Estado de Guerra” contra a Alemania y a Italia.
La agresión vino del mar, entonces cual era la respuesta que la Marina podría dar en aquel momento? ES correcto que las relaciones diplomáticas con los países del Eje ya estaban cortadas desde 28 enero de 1942, como respuesta de los países del continente americano (a la excepción de la Argentina y de Chile) al ataque japonés a Perl Harbor, en 7 de diciembre de 1941, y a la declaración de guerra pela Alemania a Estados Unidos. Y, desde entonces, estaban siendo hechos comprensiones con los EUA para que la Marina de Brasil recibiera unidades capaces de proteger el tráfico marítimo, acordando que, en acuerdo firmado en 1º de octubre de 1941, era disponibilizada por los EUA un presupuesto de 200 millones de dólares en material militar, con reducción del 65% en el valor de tabla. Todo eso, sin embargo, sólo traería resultados concretos después de la entrada de Brasil en la Guerra: en septiembre de 1942, los dos primeros caza-submarinos serían recibidos, en Navidad, donde ya operaban unidades de la Marina de Estados Unidos (USN). Pero lo que era posible hacer aún aquellos primeros días, y lo que la Marina podía contraponer a las agresiones por submarinos?
Un ejemplo vino dos días más tarde, en 24 de agosto, cuando fue constituido el “Grupo Patrulla del Sur” y definida su primera misión: escoltar pequeñas embarcaciones que transportaban carbón de Imbituba (Santa Catarina) para São Paulo y Río de Janeiro, donde esa materia-prima era transformada en el indispensable gas de cocina. Y los navíos de guerra que irían a escoltar esos carvoeiros eran, coincidentemente, viejos navíos con caldeiras alimentadas a… carbón!
Partió de Río de Janeiro el viejo contratorpedeiro Santa Catarina (foto arriba), uniéndose en Santos a los igualmente “velhinhos sordos y ciegos” (MARTINS, 1985: 48) Piauí y Río Grande del Norte. Los tres ya habían participado de la DNOG (División Naval de Operaciones de Guerra) que partió de Brasil rumbo a Europa a finales de la Primera Guerra Mundial, cuando ya podían ser considerados ultrapasados como contratorpedeiros (desplazaban sólo 600 toneladas en una época en que los contratorpedeiros construidos masivamente pela Inglaterra y EUA ya desplazaban más de 1.000t y tenían capacidad muy superior en potencia y armamento).
Aquellos tres viejos contratorpedeiros eran algunos de los remanescentes de un total de diez recibidos en la llamada “Esquadra de 1910″, encomendada a Inglaterra en 1906, y cuyo núcleo eran los encouraçados Minas Generales y São Paulo, así como los cruzadores leves (“scout cruisers”, usados en el apoyo a los ataques de los contratorpedeiros) Bahia y Río Grande del Sur. Y, aquellos primeros días de la participación brasileña en la Segunda Guerra Mundial, partían para el sur de Brasil armados con con cañones de 101mm y pequeñas cargas de profundidad de 40 libras, y sin cualesquier medios de localizar submarinos bajo el agua. Sus tripulaciones, al largo del camino, iban cubriéndose de la fuligem de la quema del carbón.
Vale citar un pequeño tramo de los recuerdos del entonces joven oficial Hélio Leôncio Martins, sobre aquella misión:
“Eran unos 30 o 40 pequeños barcos de unas 100 toneladas de carga, que navegaban sin cesar entre los centros de producción y de consumo. En la realidad, ninguno de ellos valía un torpedo, pero los recelos eran grandes y, así, el Comandante Araújo determinó que siguieran una ruta pegada a la costa, mientras los contratorpedeiros ejecutaban una griega, de forma que, en la pernada dirigiéndose para el litoral, fueran vistos por los protegidos, con lo que se sentirían seguros, por lo menos psicológicamente.”
“Nodos tampoco merecíamos el dispêndio de un valioso torpedo, pero esperábamos que un económico submarinista alemán decidiera acabarnos, y a los carvoeiros, con tiros de cañón, que podríamos intentar responder a la altura con nuestra vieja y cansada artillería de 101mm.”
En septiembre, el Grupo Patrulla del Sur fue renovado con navíos más recientes: el contratorpedeiro Maranhão, de 1.000 toneladas, ex-veterano británico de la Batalla de la Jutlândia adquirido en la década de 1920 (una de las pocas belonaves recibidas después de la adquisición de la Esquadra de 1910, y visto en la foto arriba) y que ya quemaba óleo en sus caldeiras. El Maranhão estaba acompañado de los nuevos navíos mineros “clase C” de 600 toneladas Camocim y Cananéia, que fueron adaptados para el servicio como corvetas antissubmarino, teniendo las minas sustituidas por bombas de profundidad – más tarde, también recibirían sonar. La Cananéia es vista en la foto abajo.
En el subtítulo de esta materia, hablamos en renovación de medios. Pues era justamente lo que representaban esos dos navíos mineros, de una serie de seis unidades recién-construidas por el también recién-establecido Arsenal de Marina de la Isla de las Cobras (AMIC). Ellos formaban parte de un Programa Naval aprobado en 1932 (y atualizado al largo de la década) y que sólo en aquel inicio de los años 40 comenzaba a mostrar sus resultados, en importantes iniciativas de construcción naval en Brasil – aunque utilizando acero y equipamientos importados.
En los dos años anteriores a la entrada de Brasil en la Guerra, hubo también tres lanzamientos bastante relevantes: tres contratorpedeiros “clase M”, basados en el proyecto de la aún reciente clase “Mahan” norteamericana, y construidos a partir de 1937 con planes y materiales enviados por Estados Unidos. Pero sólo irían a ser incorporados en noviembre de 1943, y aún con armamento anticuado y provisional (cañones de 120mm retirados de los encouraçados de la Marina cuando estos pasaron por modernizaciones). Las armas y los sensores modernos sólo vendrían en 1944, instalados en los EUA. En la imagen arriba, el Greenhalgh (M3) pronto para el lanzamiento, en julio de 1941 y, abajo, los tres contratorpedeiros en fase de acabado en el AMIC, teniendo al frente dos de sus “abuelos” de la Esquadra de 1910.
En las carreras, estaban en construcción nada menos que seis otros contratorpedeiros (la “clase A”, basada en proyecto inglés adaptado para recibir maquinaria y equipamientos norteamericanos). Tuviera el Programa Naval sido iniciado un poco antes o cumplido con más celeridad, tal vez otros navíos estuvieran en las carreras, pues aquellas obras en marcha eran justamente para sustituir seis contratorpedeiros encomendados a Inglaterra y no recibidos: eso porque estaban siendo completados en los estaleiros ingleses cuando la guerra eclodiu en Europa, en 1939, y fueron adquiridos por la Marina Real, conforme previsto en contrato. Vale acordar que la Argentina fue más rápida en encomendar y pagar navíos similares, consiguiendo recibirlos antes de la guerra comenzar.
Resumo de la historia de esa importante iniciativa de construcción naval: a pesar de los grandes esfuerzos, los seis contratorpedeiros “clase A” sólo quedaron listos tras la guerra (en la foto arriba, el Amazonas después del lanzamiento en 1943, iniciando obras de acabado que se extenderían hasta 1949). Hasta el final del conflicto, la Marina tuvo que cumplir su parte en el conflicto con los dos viejos cruzadores y contratorpedeiros remanescentes de la Esquadra de 1910 (los primeros recibiendo sonar y calhas lançadoras de bombas de profundidad para escoltas de trenes, y los últimos usados para patrulla costeira).
Además de esos, se sumaban los seis navíos-mineros adaptados como corvetas antissubmarino, traineiras y navíos auxiliares transformados también en corvetas y, es claro, embarcaciones provenientes de la ayuda norteamericana: nada menos del que veinticuatro navíos de escolta recibidos entre 1942 y 1945, desde pequeños pero bien armados caza-submarinos de madera, hasta los más sofisticados contratorpedeiros de escolta diesel-eléctricos dedicados a la guerra antissubmarino, ligeramente más pequeñas que los contratorpedeiros que eran construidos aquí en Brasil.
Hoy está haciendo 70 años desde que la agresión venida del mar, resultando en hundimientos seguidos y centenares de muertos, llevó lo Brasil a la Segunda Guerra Mundial. Tras mañana, serán 70 años desde el inicio de las escoltas del “Grupo Patrulla del Sur”, con viejos navíos alimentados a carbón y cuya sustitución ya era necesaria desde meados de la década de 1920. Y, al largo de los tres apróximos años, otras fechas completarán 7 décadas, marcando tragedias y éxitos relacionados a aquel conflicto.
Fechas menos conocidas por ser simples registros de monótonas e incessantes misiones de escoltas a los incontables trenes, pero que esconden desde los tensos momentos de lanzamiento de bombas de profundidades la posibles blancos en el fondo del mar, hasta el cansancio de los interminables días de patrulla, la mayoría de las veces en navíos más pequeños del que el recomendable para las largas misiones en alto-mar (en la foto abajo, uno caza-submarino enfrentando las ondas).
O fechas poco divulgadas como el inicio de la operación de nuevas bases navales como a de Navidad, establecidas casi a partir del cero, contando con el recrutamento de personal local que en breve ya apoyaba la operación de navíos brasileños y aliados.
Y también las fechas de misiones que ganaron notoriedade, como a escolta al largo de la costa, por los tres primeros contratorpedeiros construidos en Brasil, al Primero Escalão de la FEB (Fuerza Expedicionária Brasileña) que partía para a Europa. Las escoltas de los escalões siguientes, cruzando Atlântico. El hundimiento de un submarino alemán por un avión de la FAB (Fuerza Aérea Brasileña). Las victorias y reveses de la FEB y de la FAB contra los alemanes, en los campos de batalla italianos.
Todo eso irá a completar 70 años en breve, pero lo que va a quedar es la reflexión, especialmente sobre una guerra que llegó a Brasil venida del mar. Nuestra Marina hoy está en mejor o peor situación para enfrentar los desafíos del presente y del futuro, cuando comparada a aquella de las vísperas de la Segunda Guerra Mundial? Nuestro actual reequipamento naval, largamente planeado pero iniciado hace relativamente poco tiempo, será bien-sucedido? Si una nueva amenaza llegara hoy a nuestra espalda, nuestra Marina tendría nuevamente que contar con ayuda externa para cumplir sus misiones?
Bibliografía y lecturas recomendadas:
BITTENCOURT, Júlio Regis (1882 – 1964). Memorias de un ingeniero naval: una vida, una historia. Río de Janeiro, Servicio de Documentación de la Marina, 2005.
CÁMARA, Eduardo G. La construcción naval militar brasileña el siglo XX. Río de Janeiro: edición del propio autor, 2011.
HISTORIA NAVAL BRASILEÑA. Quinto volumen, tomo II. Río de Janeiro: Servicio de Documentación General de la Marina, 1985.
MARTINS, Hélio Leôncio y CASTRO, Antonio Augusto Cardoso de. Estórias navales brasileñas. Río de Janeiro: Servicio de Documentación General de la Marina, 1985.
MIRANDA, Veiga. Catorce mezes en la carpeta de la Marina. São Paulo: Sección de obras d´ El Estado de S. Paulo, 1923.
MONTEIRO, Marcelo. U-507: el submarino que hundió lo Brasil en la Segunda Guerra Mundial. São Paulo: Schoba, 2012.
FOTOS veía NGB
…y entraba en la Segunda Guerra Mundial, respondiendo al hundimiento de navíos brasileños en nuestra costa, con la Marina despreparada y atrasada en la renovación de sus medios
-
Veintidós de agosto de 1942: el presidente Getúlio Vargas reunió su Ministerio para un examen de la situación. Y esa situación era grave. Los días anteriores, cinco navíos mercantes brasileños y una barcaça habían sido hundidos en la costa nordestina, resultando en la muerte de más de 600 personas. A esos ataques alemanes concentrados en pocos días (entre 15 y 19 de agosto), que más tarde se supo que eran obra de un único submarino, se sumaban otros realizados más esporádicamente los primeros meses de aquel año en la costa americana, y hasta a un metralhamento y bombardeo de un navío de bandera brasileña aún en marzo de 1941, en el Mediterrâneo.
La reacción popular en las calles y ciudades de Brasil, y traducidas en las noticias y editoriales de periódicos, eran claras: revuelta, apreensão con la guerra llegando a la costa brasileña, mientras los náufragos supervivientes relataban los ataques por submarino y cuerpos llegaban a las playas de la Bahia y del Sergipe. Era ese el pano de fondo para la reunión ministerial de aquel 22 de agosto. Y el resultado fue la declaración de “Estado de Beligerância” con a Alemania, haciendo lo Brasil entrar de vez en la Segunda Guerra Mundial, lo que fue ratificado por el Decreto 10358 del día 31 de aquel mes, oficializando el “Estado de Guerra” contra a Alemania y a Italia.
La agresión vino del mar, entonces cual era la respuesta que la Marina podría dar en aquel momento? ES correcto que las relaciones diplomáticas con los países del Eje ya estaban cortadas desde 28 enero de 1942, como respuesta de los países del continente americano (a la excepción de la Argentina y de Chile) al ataque japonés a Perl Harbor, en 7 de diciembre de 1941, y a la declaración de guerra pela Alemania a Estados Unidos. Y, desde entonces, estaban siendo hechos comprensiones con los EUA para que la Marina de Brasil recibiera unidades capaces de proteger el tráfico marítimo, acordando que, en acuerdo firmado en 1º de octubre de 1941, era disponibilizada por los EUA un presupuesto de 200 millones de dólares en material militar, con reducción del 65% en el valor de tabla. Todo eso, sin embargo, sólo traería resultados concretos después de la entrada de Brasil en la Guerra: en septiembre de 1942, los dos primeros caza-submarinos serían recibidos, en Navidad, donde ya operaban unidades de la Marina de Estados Unidos (USN). Pero lo que era posible hacer aún aquellos primeros días, y lo que la Marina podía contraponer a las agresiones por submarinos?
Un ejemplo vino dos días más tarde, en 24 de agosto, cuando fue constituido el “Grupo Patrulla del Sur” y definida su primera misión: escoltar pequeñas embarcaciones que transportaban carbón de Imbituba (Santa Catarina) para São Paulo y Río de Janeiro, donde esa materia-prima era transformada en el indispensable gas de cocina. Y los navíos de guerra que irían a escoltar esos carvoeiros eran, coincidentemente, viejos navíos con caldeiras alimentadas a… carbón!
Partió de Río de Janeiro el viejo contratorpedeiro Santa Catarina (foto arriba), uniéndose en Santos a los igualmente “velhinhos sordos y ciegos” (MARTINS, 1985: 48) Piauí y Río Grande del Norte. Los tres ya habían participado de la DNOG (División Naval de Operaciones de Guerra) que partió de Brasil rumbo a Europa a finales de la Primera Guerra Mundial, cuando ya podían ser considerados ultrapasados como contratorpedeiros (desplazaban sólo 600 toneladas en una época en que los contratorpedeiros construidos masivamente pela Inglaterra y EUA ya desplazaban más de 1.000t y tenían capacidad muy superior en potencia y armamento).
Aquellos tres viejos contratorpedeiros eran algunos de los remanescentes de un total de diez recibidos en la llamada “Esquadra de 1910″, encomendada a Inglaterra en 1906, y cuyo núcleo eran los encouraçados Minas Generales y São Paulo, así como los cruzadores leves (“scout cruisers”, usados en el apoyo a los ataques de los contratorpedeiros) Bahia y Río Grande del Sur. Y, aquellos primeros días de la participación brasileña en la Segunda Guerra Mundial, partían para el sur de Brasil armados con con cañones de 101mm y pequeñas cargas de profundidad de 40 libras, y sin cualesquier medios de localizar submarinos bajo el agua. Sus tripulaciones, al largo del camino, iban cubriéndose de la fuligem de la quema del carbón.
Vale citar un pequeño tramo de los recuerdos del entonces joven oficial Hélio Leôncio Martins, sobre aquella misión:
“Eran unos 30 o 40 pequeños barcos de unas 100 toneladas de carga, que navegaban sin cesar entre los centros de producción y de consumo. En la realidad, ninguno de ellos valía un torpedo, pero los recelos eran grandes y, así, el Comandante Araújo determinó que siguieran una ruta pegada a la costa, mientras los contratorpedeiros ejecutaban una griega, de forma que, en la pernada dirigiéndose para el litoral, fueran vistos por los protegidos, con lo que se sentirían seguros, por lo menos psicológicamente.”
“Nodos tampoco merecíamos el dispêndio de un valioso torpedo, pero esperábamos que un económico submarinista alemán decidiera acabarnos, y a los carvoeiros, con tiros de cañón, que podríamos intentar responder a la altura con nuestra vieja y cansada artillería de 101mm.”
En septiembre, el Grupo Patrulla del Sur fue renovado con navíos más recientes: el contratorpedeiro Maranhão, de 1.000 toneladas, ex-veterano británico de la Batalla de la Jutlândia adquirido en la década de 1920 (una de las pocas belonaves recibidas después de la adquisición de la Esquadra de 1910, y visto en la foto arriba) y que ya quemaba óleo en sus caldeiras. El Maranhão estaba acompañado de los nuevos navíos mineros “clase C” de 600 toneladas Camocim y Cananéia, que fueron adaptados para el servicio como corvetas antissubmarino, teniendo las minas sustituidas por bombas de profundidad – más tarde, también recibirían sonar. La Cananéia es vista en la foto abajo.
En el subtítulo de esta materia, hablamos en renovación de medios. Pues era justamente lo que representaban esos dos navíos mineros, de una serie de seis unidades recién-construidas por el también recién-establecido Arsenal de Marina de la Isla de las Cobras (AMIC). Ellos formaban parte de un Programa Naval aprobado en 1932 (y atualizado al largo de la década) y que sólo en aquel inicio de los años 40 comenzaba a mostrar sus resultados, en importantes iniciativas de construcción naval en Brasil – aunque utilizando acero y equipamientos importados.
En los dos años anteriores a la entrada de Brasil en la Guerra, hubo también tres lanzamientos bastante relevantes: tres contratorpedeiros “clase M”, basados en el proyecto de la aún reciente clase “Mahan” norteamericana, y construidos a partir de 1937 con planes y materiales enviados por Estados Unidos. Pero sólo irían a ser incorporados en noviembre de 1943, y aún con armamento anticuado y provisional (cañones de 120mm retirados de los encouraçados de la Marina cuando estos pasaron por modernizaciones). Las armas y los sensores modernos sólo vendrían en 1944, instalados en los EUA. En la imagen arriba, el Greenhalgh (M3) pronto para el lanzamiento, en julio de 1941 y, abajo, los tres contratorpedeiros en fase de acabado en el AMIC, teniendo al frente dos de sus “abuelos” de la Esquadra de 1910.
En las carreras, estaban en construcción nada menos que seis otros contratorpedeiros (la “clase A”, basada en proyecto inglés adaptado para recibir maquinaria y equipamientos norteamericanos). Tuviera el Programa Naval sido iniciado un poco antes o cumplido con más celeridad, tal vez otros navíos estuvieran en las carreras, pues aquellas obras en marcha eran justamente para sustituir seis contratorpedeiros encomendados a Inglaterra y no recibidos: eso porque estaban siendo completados en los estaleiros ingleses cuando la guerra eclodiu en Europa, en 1939, y fueron adquiridos por la Marina Real, conforme previsto en contrato. Vale acordar que la Argentina fue más rápida en encomendar y pagar navíos similares, consiguiendo recibirlos antes de la guerra comenzar.
Resumo de la historia de esa importante iniciativa de construcción naval: a pesar de los grandes esfuerzos, los seis contratorpedeiros “clase A” sólo quedaron listos tras la guerra (en la foto arriba, el Amazonas después del lanzamiento en 1943, iniciando obras de acabado que se extenderían hasta 1949). Hasta el final del conflicto, la Marina tuvo que cumplir su parte en el conflicto con los dos viejos cruzadores y contratorpedeiros remanescentes de la Esquadra de 1910 (los primeros recibiendo sonar y calhas lançadoras de bombas de profundidad para escoltas de trenes, y los últimos usados para patrulla costeira).
Además de esos, se sumaban los seis navíos-mineros adaptados como corvetas antissubmarino, traineiras y navíos auxiliares transformados también en corvetas y, es claro, embarcaciones provenientes de la ayuda norteamericana: nada menos del que veinticuatro navíos de escolta recibidos entre 1942 y 1945, desde pequeños pero bien armados caza-submarinos de madera, hasta los más sofisticados contratorpedeiros de escolta diesel-eléctricos dedicados a la guerra antissubmarino, ligeramente más pequeñas que los contratorpedeiros que eran construidos aquí en Brasil.
Hoy está haciendo 70 años desde que la agresión venida del mar, resultando en hundimientos seguidos y centenares de muertos, llevó lo Brasil a la Segunda Guerra Mundial. Tras mañana, serán 70 años desde el inicio de las escoltas del “Grupo Patrulla del Sur”, con viejos navíos alimentados a carbón y cuya sustitución ya era necesaria desde meados de la década de 1920. Y, al largo de los tres apróximos años, otras fechas completarán 7 décadas, marcando tragedias y éxitos relacionados a aquel conflicto.
Fechas menos conocidas por ser simples registros de monótonas e incessantes misiones de escoltas a los incontables trenes, pero que esconden desde los tensos momentos de lanzamiento de bombas de profundidades la posibles blancos en el fondo del mar, hasta el cansancio de los interminables días de patrulla, la mayoría de las veces en navíos más pequeños del que el recomendable para las largas misiones en alto-mar (en la foto abajo, uno caza-submarino enfrentando las ondas).
O fechas poco divulgadas como el inicio de la operación de nuevas bases navales como a de Navidad, establecidas casi a partir del cero, contando con el recrutamento de personal local que en breve ya apoyaba la operación de navíos brasileños y aliados.
Y también las fechas de misiones que ganaron notoriedade, como a escolta al largo de la costa, por los tres primeros contratorpedeiros construidos en Brasil, al Primero Escalão de la FEB (Fuerza Expedicionária Brasileña) que partía para a Europa. Las escoltas de los escalões siguientes, cruzando Atlântico. El hundimiento de un submarino alemán por un avión de la FAB (Fuerza Aérea Brasileña). Las victorias y reveses de la FEB y de la FAB contra los alemanes, en los campos de batalla italianos.
Todo eso irá a completar 70 años en breve, pero lo que va a quedar es la reflexión, especialmente sobre una guerra que llegó a Brasil venida del mar. Nuestra Marina hoy está en mejor o peor situación para enfrentar los desafíos del presente y del futuro, cuando comparada a aquella de las vísperas de la Segunda Guerra Mundial? Nuestro actual reequipamento naval, largamente planeado pero iniciado hace relativamente poco tiempo, será bien-sucedido? Si una nueva amenaza llegara hoy a nuestra espalda, nuestra Marina tendría nuevamente que contar con ayuda externa para cumplir sus misiones?
Bibliografía y lecturas recomendadas:
BITTENCOURT, Júlio Regis (1882 – 1964). Memorias de un ingeniero naval: una vida, una historia. Río de Janeiro, Servicio de Documentación de la Marina, 2005.
CÁMARA, Eduardo G. La construcción naval militar brasileña el siglo XX. Río de Janeiro: edición del propio autor, 2011.
HISTORIA NAVAL BRASILEÑA. Quinto volumen, tomo II. Río de Janeiro: Servicio de Documentación General de la Marina, 1985.
MARTINS, Hélio Leôncio y CASTRO, Antonio Augusto Cardoso de. Estórias navales brasileñas. Río de Janeiro: Servicio de Documentación General de la Marina, 1985.
MIRANDA, Veiga. Catorce mezes en la carpeta de la Marina. São Paulo: Sección de obras d´ El Estado de S. Paulo, 1923.
MONTEIRO, Marcelo. U-507: el submarino que hundió lo Brasil en la Segunda Guerra Mundial. São Paulo: Schoba, 2012.
FOTOS veía NGB