Historias francesas de la gesta de Malvinas

Malouines: el empujón francés a los argentinos para activar los Exocet

Hace unos días, la BBC volvió a poner al aire una vieja historia y recordó que Francia había hecho un doble juego durante la guerra de Malvinas entre el Reino Unido y Argentina en 1982. Un ex ministro de defensa británico recordó, en el curso del documental, la "duplicidad" francesa. Tanto la palabra como la crítica están justificadas, ya que, a pesar del embargo inmediatamente declarado por el presidente François Mitterrand sobre las armas vendidas y la asistencia a Argentina, un equipo técnico de Dassault estuvo presente junto a los argentinos durante la guerra y contribuyó al buen funcionamiento de los misiles, según el programa.

En diciembre del 2010 y enero del 2011 se publicaron testimonios de tres ex empleados de Sagem que estuvieron en Argentina desde noviembre de 1981 hasta fines de mayo de 1982.

Esta es la historia:
 
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Malvinas: los técnicos franceses en Argentina

Durante la guerra de Malvinas, un reducido equipo de técnicos franceses ayudó a los argentinos a implementar el uso de los misiles antibuques Exocet. Las revelaciones…



Él desea que se lo identifique sólo bajo sus iniciales: C. L. En 1981, joven especialista en electrónica, formado en equipos aeroespaciales, es parte de la empresa Sagem.
«Allí, dice, trabajé en la concepción de las cartas electrónicas, en la aviónica y en la integración de los sistemas inerciales de aviones caza como los Mirage o los Super Etendard, o aviones civiles como los Airbus de Air France. Me encontré rápidamente en el centro de ensayos de vuelo de Brétigny (Essonne) y luego, durante tres o cuatro semanas del verano de 1981, en una base de Cazaux, el centro de tiros aire-superficie en Landes. Es ahí dónde me encontré por primera vez a los pilotos argentinos».
Argentina acababa de cursar un pedido, a la empresa Dassault, de 14 aviones tipo Super Etendard. Los pilotos de la aviación naval argentina se encontraban entonces en Francia para su formación, en las bases de Landivisiau (Finisterre) y de Cazaux. «Argentina fue el único país en el mundo que firmó un contrato por 14 aviones abonados al 100% al hacer el pedido, recuerda C.L. Sometida a un embargo por parte de Estados Unidos sobre la venta de armas, había vuelto su mirada hacia Europa. Temiendo un embargo por parte de los europeos, pagó los aviones al contado a la firma del contrato. Durante el período 1976-1981, Argentina era entonces uno de los cuatro mejores clientes de armamentos franceses…»

Nadie más…

C.L. se dirige hacia Argentina el 15 de noviembre siguiente. ¿Por qué él? El equipo de asistencia técnica a los clientes de la empresa consta de una docena de personas en el sitio de Brétigny. Los voluntarios en el seno de Sagem para ir al extranjero son por ese entonces raros. Un técnico más viejo ya había sido enviado unos meses antes a la India para ver el avance de los aviones Jaguar.
Nuestro testigo es pues, el segundo técnico Sagem que se va a la «gran exportación», en este caso, hacia Argentina: «Yo era joven, era la primera vez que me iba en misión y Sagem no tenía a nadie más que a mi. Se apuraron a reclutarme tanto para ir a la India y a la Argentina…»
En efecto, los Super Etendard franceses fueron equipados con los sistemas SAGEM ULISS 40, de primera generación, mientras que sobre los aparatos argentinos, se trataba del sistema ULISS 80, globalmente más moderno, menos pesado, más preciso, pero dotado casi con las mismas funciones.
«Yo era uno de los raros en la firma Sagem que conocía bien los sistemas ULISS 80 porque había participado en su integración en el banco de pruebas de laboratorio. También era el que los había afinado y optimizado con los ingenieros en computación de Sagem, según los requerimientos de los pilotos de ensayos de Dassault en Brétigny y en Cazaux. Dassault Aviation, ya acostumbrado al sistema ULISS 40 pero que no conocía al ULISS 80, no quería correr riesgos en Argentina, y había comprado a Sagem una asistencia técnica de 6 meses, que me había sido confiada …»

Continúa…

 
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Los pilotos argentinos formados en Landivisiau



El vice almirante Paul Habert recuerda el entrenamiento de los pilotos argentinos en Francia, de marzo a julio de 1981.
La formación de los pilotos argentinos en los Super Etendard se realizó en la base aeronaval de Landivisiau, en el seno del equipo NAVFCO (empresa naval de formación y de consejería) al mando del capitán de corbeta Paul Habert (acababa de dejar el mando de la flotilla14F). Tres pilotos lo secundaban: los tenientes de navío Josa y Delaboudinière y el alférez de navío Roussin.
En París, el capitán de navío Corti, responsable de la misión compras, y el capitán de fragata Lavezzo, oficial del programa Super Etendard argentino, sumados al aparato en febrero de 1980, supervisaban la operación. El conjunto del personal argentino estaba a las órdenes en Landivisiau por uno de los diez pilotos que había que formar, el capitán de corbeta Colombo.
El equipo NAVFCO, emplazado en el lugar de la flotilla visitante, vecino de los de la escuadrilla 57S, recibían el apoyo de la base y más particularmente de la flotilla 14F que proporcionaba los aviones para los pilotos instructores (los argentinos volaban en sus aviones, un total de cinco).
La primera salida se efectuó el 01 de abril de 1981 en la persona del CC Colombo, la última salida en la persona del TN Mayora el 16 de abril. El desarrollo de la instrucción fue ligeramente perturbado en la época de la elección presidencial del 10 de mayo de 1981, el nuevo presidente quería reexaminar todos los contratos de venta de armamento al extranjero. Finalmente fue posible retomar los vuelos a fines de mayo.

Rápido progreso.

Los pilotos argentinos, teniendo una buena experiencia aeronáutica, progresaron rápidamente sin encontrar mayores problemas. La instrucción acelerada, dispensada en francés, los hizo adquirir todas las capacidades del aparato en misiones aire aire, ataques terrestres y navales. Todos los pilotos, asimilando sin dificultad todos los aspectos de las capacidades del aparato que acababan de adquirir, manifestaron una predisposición y una voluntad de progresar que particularmente fue muy valorada por sus instructores.
Los mecánicos argentinos sufrían un poco más el progreso (tenían más dificultades en comunicar sus necesidades). Sin embargo, el equipo de mecánicos franceses, bajo el mando del teniente de navío Bihannic, se consagró con mucha devoción a su formación y a hacer de intermediario entre ellos y sus pilotos.
La instrucción culmina a principios de julio, los aviones se reunieron en Cazaux, antes de su transporte hacia Argentina. Los pilotos habían dado pruebas de una gran capacidad para el vuelo y para la ejecución de las misiones. No teníamos ninguna duda sobre su capacidad para utilizar su nuevo aparato y su sistema de armas con éxito. Sin embargo no podíamos adivinar que un año más tarde, ellos se encontrarían en las Malvinas, frente a un adversario a quien no imaginaban en esa época. Durante el conflicto, fue particularmente interesante observar que las tácticas de ataque en el mar, que les habían sido enseñadas, se revelaban particularmente eficaces.

Continúa…

 
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C.L. continúa contando su estancia en Argentina mientras se aproxima la guerra de Malvinas (fines de 1981 - principios de 1982)



Estuve destinado en la ciudad de Bahía Blanca, cerca de la base aeronaval Comandante Espora, de noviembre de 1981 hasta fines de mayo de 1982, cuenta C. L. El equipo de asistencia francesa implicaba una decena de personas. Cinco venían de Dassault Aviation, del que formaba parte el responsable de la misión, H.C., el joven ingeniero de alrededor de 35 años. Era, creo, su primera misión en el extranjero. Estaban con él dos especialistas en electrónica y un mecánico, no sé quién era el quinto.
Entre los cinco técnicos, yo representaba a Sagem, otro a Snecma (reactor Atar 8K50), otro a Thomson (radar Agave), otro finalmente para el banco de pruebas Atec de Aérospatiale, más tarde se agregó otro por Matra (misiles Magic) y posteriormente el último para el simulador de vuelo Thomson.
En ese momento, descubrí quiénes eran los militares argentinos. Los había frecuentado dos o tres semanas antes en Francia pero desde el primer día, el 16 de noviembre, fuimos convocados por el jefe de la flotilla de Super Etendard, el CF Colombo, que había creído conveniente invitarnos a su oficina.

Verano austral.

Imaginen a los diez franceses alineados allí y Colombo que pasaba frente a ellos y con gran cuidado explicaba que todo lo que habíamos podido saber en Francia sobre Argentina eran sólo mentiras, que nosotros mismos nos daríamos cuenta que Argentina era un bello país, que los argentinos eran gente acogedora y que pasaríamos finalmente una muy buena estancia.
Era un poco severo como recibimiento, sorprendente e inesperado. Entonces, yo, descubría todo esto. Tenía 24 años y no sabía lo que era la dictadura. Pero en general, el ambiente en el hangar de los Super Etendard era profesional y amistoso.
El recibimiento y el trato que nos dispensaban realmente eran buenos, muy buenos. Nos sentíamos muy bien.
Los cinco aviones llegaron por barco al puerto militar de Puerto Belgrano, cerca de la ciudad de Punta Alta. Los otros aviones debían llegar en el transcurso de 1982 pero, a causa de la guerra de Malvinas en primavera, el embargo pospuso la entrega de los mismos a fines de 1982 o principios de 1983.
Nos pusimos entonces a trabajar. Durante el verano austral y el calor, trabajábamos sólo por la mañana, desde las 7 de la mañana hasta las 14. Nosotros estábamos en un taller al lado del hangar de los Super Etendard y preparábamos la puesta en marcha de los aviones, así como el mantenimiento, la asistencia, las reparaciones, y a veces la instrucción.
A fines de noviembre, los vuelos pudieron comenzar. Había una decena de pilotos y volaban cada vez más. En diciembre, volaban todo el tiempo: a la mañana, a la tarde, y a veces a la noche.
A fines de marzo de 1982, Argentina lanza las operaciones para reconquistar el archipiélago de Malvinas. El lunes 29, el portaaviones argentino 25 de Mayo suelta amarras de su puerto de origen, Puerto Belgrano. Tres aviones Skyhawk se reúnen para un eventual apoyo a las futuras operaciones del 2 de abril (desembarco en las islas); por supuesto, no soy informado. Los Super Etendard no estando operacionales sobre portaaviones, se quedan en Espora.
El día siguiente, hay grandes manifestaciones en varias ciudades del país contra el gobierno militar que reprime a los manifestantes muy duramente. Lo veo por la televisión. Esto me confunde.
El viernes 2 de abril, día del desembarco argentino en Malvinas. Hay grandes manifestaciones muy alegres en numerosas ciudades del país para apoyar la acción militar. Lo puedo ver en la plaza central Rivadavia de Bahia Blanca. El contraste con las manifestaciones del 30 de marzo es sorprendente, difícil de creer.
Allí comienzan los vuelos de los Super Etendard sobre el mar, los pilotos llevan equipos de supervivencia para agua fría. Ellos duplican las cantidades de vuelos. Estaban todo el tiempo afuera. Es justo ahí cuando comienzan ejercicios alrededor de sus dos destructores tipo 42, Hercules y Santisima Trinidad, que son buques gemelos de los tipos 42 ingleses como el Sheffield. De la misma forma que los pilotos argentinos de Super Etendard se entrenaban alrededor del Santisima Trinidad haciendo aproximaciones, diciendo «¿me ves, no me ves?», los pilotos franceses hacen lo mismo con la flota inglesa que deja el canal de la Mancha hacia el Atlántico sur y pasan a la altura de Bretaña.



Autónomos y aislados.

En Sagem, también había sido formado sobre material naval para instalar dos sensores en el casco del portaaviones 25 de Mayo. Entre el 30 de marzo y el 5 de abril, un colega de Sagem, del departamento naval, llega a Bahía Blanca para ayudarme a instalar los sensores en la parte inferior del casco del portaaviones y los equipos eléctricos correspondientes, cerca del compartimiento NAV.
No estando el buque más en el puerto, nos preguntábamos si mi colega debe quedarse para esperar su regreso. No sabemos por cuánto tiempo. Por supuesto el comandante de Puerto Belgrano, a quien voy a ver dos veces, se niega a decírmelo. Pero él insiste muy firmemente para que mi colega se quede unos días más. Durante una conversación telefónica muy corta con nuestros superiores en Sagem, deciden que mi colega se quede en el lugar unos días más.
Martes 6 de abril de 1982: Francia, Alemania y Canadá declaran un embargo sobre las exportaciones de armas hacia Argentina pero ni mi empresa, ni nuestro representante en Buenos Aires, ni la embajada de Francia en Buenos Aires me informan nada de lo que sucede, ni me advierten de cualquier actitud.
En ese momento, mi jefe directo me dice desde Brétigny: «¿Querés que siga enviándote tu salario?» Esto me sorprendió. Esto pasaba durante una muy corta conversación telefónica. En ese momento, no habiendo comprendido, respondí: « ¡Sí, que broma!» Después comprendí que de hecho, él me preguntaba si quería volver a Francia o quedarme aquí.
Nosotros quedamos autónomos y aislados. No estábamos en épocas de Internet o de teléfonos móviles. Era probablemente difícil repatriar al equipo de asistencia técnica. Finalmente, ¡no nos dijeron nada de nada! No hubo ningún telefonazo desde Francia, nada, ni para saber lo que hacíamos ni para ordenarnos volver, ni para decirnos que nos quedemos.
Entre el 7 y el 9 de abril, el portaaviones 25 de Mayo vuelve a Puerto Belgrano y al dique. Los trabajos de Sagem de instalación de equipos navales son realizados porque luego mi colega del departamento naval regresa a Francia.
Viernes 9 de abril (Viernes Santo): después de unos días pasados en Puerto Belgrano, regreso a la base aeronaval Comandante Espora. Voy como de costumbre directamente al último hangar verde oscuro que abriga a la flotilla de Super Etendard y me reintegro al equipo de asistencia técnica de Dassault. Es ahí dónde soy informado que, a causa de un embargo, los especialistas de Aeroespatiale no vendrán de Francia para realizar las pruebas de validación de los "Exocet" bajo los aviones.
¿Cómo harán los argentinos para resolver este problema técnico?

Contínua...

 
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Tres días y dos noches en el hangar verde.

El conflicto de Malvinas está por desencadenarse en marzo de 1982. ¿Qué van a hacer, aislados en algún lugar de Argentina, los técnicos franceses especialistas en misiles anti buques Exocet?



«Una discusión ocurre entre H.C., jefe de la misión, X.G., su especialista en electrónica para los sistemas de armas de los Super Etendard, y yo, especialista en electrónica para la central inercial Sagem, cuenta nuestro testigo C.L. Comprendo que H.C. y X.G. ya se pusieron de acuerdo para tratar de realizar sólos las pruebas de validación de los Exocet. Ellos me piden mi opinión porque no conocen bien el nuevo sistema ULISS 80 del Super Etendard argentino: «Hemos ido a ver esta mañana al comandante Colombo para proponerle nuestros servicios y él está de acuerdo. ¡Te queda a vos decidir! Si aceptás, andá a decírselo. Si no, lo intentaremos sólos…»

«A sus órdenes»

Salgo del hangar. Hace aún calor en este principio de abril y me quedo pensando en la pista de rodaje de los Super Etendard: «¿Qué hago?» No recibí absolutamente ninguna instrucción ni orden de nadie. Concluyo que hemos sido olvidados y somos libres de decidir, es decir, se olvidaron de nosotros voluntariamente para poder cumplir con nuestra misión de asistencia técnica. «O.K., me enviaron aquí para hacer mi trabajo, vamos». Y vuelvo nuevamente al hangar, paso por delante de H.C. y X.G. diciéndoles que voy a ver al comandante».
Podemos preguntarnos si nuestro testigo no estuvo influenciado en su toma de decisión por elementos exteriores, como el entusiasmo popular que lo rodeaba entonces.
Esto jugó a favor muy probablemente, reconoce C.L. Los mensajes permanentes en la radio, spots llamativos en la televisión, los oscurecimientos totales por la noche en toda la ciudad en general, se tiene ganas de ayudar al que, en los papeles, parece el más débil…
C. L. sube al primer piso de las oficinas de la 2º escuadrilla, ve a lo largo del pasillo que domina el hangar y llama a la puerta de la Oficina del comandante Colombo.
«Buenos días comandante. ¿Puedo hablarle?
- ¿Cómo le va señor C.L.?
- ¿Bien y usted, comandante?
- Muy bien. ¿Cómo va con los equipos navales en el casco del portaaviones?
- Eso ya está comandante, terminamos las instalaciones justo esta mañana, y todo funciona bien.
Pero falta hacer las calibraciones en el mar tomando velocidad durante una próxima salida.
Comandante, acabo de ver a H.C. y X.G, y hablamos. Quiero decirle que también soy de la partida para ayudarlos si es necesario.
- Oh, muy bien señor C. L., le agradezco mucho. En ese caso, con esos señores, vayan a ver a los TN C.R.M y J.J.R.M., que tomaron los cursos de armero en Aérospatiale Missiles, y vea con ellos si es posible ayudarlos a realizar las pruebas de validación del Exocet sobre nuestros cinco aviones.
- De acuerdo, comandante».
Fin de semana de Pascua, entre el 9 y el 11 de abril: con H.C. y X.G. así como con los dos pilotos armeros argentinos, C.R.M y J.J.R.M., trabajamos intensamente en la validación del Exocet de cada avión, haciendo todas las pruebas necesarias con los equipos de control que descubrimos, el equipo lanza misiles de 1º y 2º grado, los cables de control de tiro y encendido, el equipo Arinc, el dispositivo que usa el piloto y el tanque subalar izquierdo de 1.100 litros. Es fastidioso porque no conocemos bien el armado del sistema Exocet y casi nada de los procedimientos de validación de misiles.
Es necesario leer, releer y comprender los manuales de Aérospatiale Missiles que vemos por primera vez, para realizar las pruebas, empezar de nuevo cuando los resultados son malos, cambiar cajas, etc. Esto toma horas, hasta muy muy de noche, y nos ponemos nerviosos.
El primer avión nos lleva mucho tiempo porque vamos aprendiendo a medida que avanzamos. Los pilotos armeros argentinos tienen informaciones valiosas y participan como pueden pero no recuerdan bien todos los detalles. Cada 2 horas, el teléfono suena desde el estado mayor de la Marina. El comandante Colombo y su segundo Bedacarratz no dejan de venir a vernos para preguntarnos si se necesita algo. Está todo el mundo en el hangar mirándonos a los cinco trabajar bajo cada avión. Cada uno trata de ayudarnos a su modo».

Página por página.

Si nuestro testigo no hubiera tomado esta decisión, ¿los argentinos habrían quedado impedidos de lanzar los Exocet durante la guerra de Malvinas?
«No puedo responder a esa pregunta, recuerda C.L. Mis colegas H.C y X.G. no conocían bien el sistema ULISS 80. Tiendo efectivamente a creer que ellos habrían tenido éxito sin mí pero nadie puede decirlo. En cambio, creo que, sin nosotros, los dos pilotos armeros argentinos no habrían tenido éxito. Pero eso también, nadie puede afirmarlo. En ambos casos, tengo ganas de decir que habrían tenido éxito sin mí porque, en alguna parte, esto me tranquiliza.
Estos dos pilotos habían hecho en Francia las prácticas en Aérospatiale Missiles. Uno se transformó en almirante de la marina argentina. Ellos dos eran muy jóvenes. Es con ellos que pasamos tres días y dos noches trabajando sobre esos cinco Super Etendard, para tratar de comprender, en los manuales de la empresa que se leía página por página, y con los equipos de pruebas.
Y doy vuelta la página, leo y releo para comprender bien, aprieto en tal o cual botón o en tal equipo de pruebas, subo al avión para ver si esto funciona como dice el manual, miro a través del visor, mido bajo el ala del avión la señal que llega, empiezo de nuevo porque esto no pasa como dice el manual, hablo con los colegas para que cada uno de su opinión sobre el modo de hacerlo, etc. Creo, a pesar de todo, que se les ayudó verdaderamente durante esos días para poner a punto sus aviones.
El 11 de abril por la tarde, acabamos por poner cuatro aviones «listos para volar», validando el "misil". No así con el quinto avión, ya que se canibalizaron muchos equipos para salvar los problemas en los otros cuatro aviones (1).
El conflicto avanzaba. Los aviones de caza y los bombarderos se desplegaron sobre las bases del sur para estar más cerca del teatro de operaciones y achicar la distancia que hay que salvar entre el continente y el archipiélago. Los Super Etendard fueron a Río Grande.
Propusimos a Colombo, si él lo deseaba, ir hacia allá para asistirlos. Él se negó y nos respondió: «Si hay problemas, les enviaremos los componentes para que traten de arreglar lo que se pueda. Pero se quedarán en la base de Espora». Una vez que partieron los aviones hacia el sur, no tuvimos más noticias de nada.
Hasta que nos enteramos por la radio argentina de la situación del Sheffield que acababa de ser tocado por un Exocet argentino (el 4 de mayo, tres días después del comienzo de los combates aeronavales). Todos teníamos nuestras radios, compradas localmente, para escuchar noticias del conflicto en Radio France International, nada fácil por cierto.
La guerra terminó a mediados de junio. Pero en mi caso, mi misión inicial duraba seis meses, y había vuelto a Francia alrededor del 20 de mayo.

(1) Es por eso que el Super Etendard 3-A-201 no efectuó ninguna misión en la guerra.

 
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S

SnAkE_OnE

Excelente, pero falta el detalle de donde salieron los manuales que ayudaron a darle el golpe final a la validacion..

PD: Que lindo laburar con mano de obra desocupada y mal remunerada! :p

Muchas gracias x la traduccion Hernan.
 
A 30 años

Londres acusó a Francia de "traición" en guerra de Malvinas

El ministro de Defensa británico durante la Guerra de Malvinas (1982), el inglés John Nott, acusó a Francia de "duplicidad" y "traición" luego que una investigación de la BBC reveló que París sabía que un equipo técnico francés se encontraba en Argentina en tiempos de ese conflicto bélico.

El equipo, que trabajó principalmente para una compañía cuyo51% era propiedad del gobierno francés, ayudó a Argentina a arreglar seis lanzadores de misiles con problemas técnicos, según admitió en 1982 el jefe de ese grupo, Herve Colin, aunque autoridades de Francia entrevistadas por la BBC negaron estar al tanto de las actividades de ese contingente.

Nott escribió en sus memorias que Francia fue "el mayoraliado" de Gran Bretaña en la Guerra de Malvinas, aunque luego criticó duramente a esa nación luego de haberse enterado de la nueva evidencia.

"Le pedimos al expresidente francés Francois Mitterrand que no le diera asistencia a los argentinos", afirmó Nott a la investigación de la BBC, que fue emitida esta semana por la radio 4 de la emisora pública.

"Si me preguntan ¨Fueron los franceses traicioneros? La respuesta es: Por supuesto que lo fueron, y siempre lo han sido", agregó.

Unos 32 soldados británicos murieron en mayo de 1982, cuando misiles Exocet fueron utilizados para atacar al destructor HMSSheffield y a buques Atlantic Conveyor.

Colin había admitido en una entrevista en 1982 con elperiódico The Times que técnicos a su cargo lograron hallar las fallas técnicas que impedían a los lanzadores de misiles lanzar esas municiones, agregando que el resto fue fácil, en una aparente contravención con el embargo de Mitterrand a la venta de armas francesas y asistencia a Argentina.

Pierre Lethier, ex jefe de personal de la Agencia de Inteligencia francesa DGSE, declaró a la BBC que su oficina sabía acerca de la presencia del equipo técnico de Colin, pero agregó que ese grupo era utilizado por París para obtener información de Inteligencia de las Fuerzas Armadas argentinas.

"Para eso existen las tareas de Inteligencia, necesitamos fuentes.Teníamos dificultades para penetrar al Ejército argentino durante el conflicto por las Malvinas. Así que cuantos más ayuda teníamos, mejores éramos", subrayó el ex jefe de espionaje.

Lethier negó sin embargo que París supiera de las actividades del equipo, alegando que ellos "bordearon un acto de traición, o desobediencia al embargo".

"Está claro que si el jefe de Estado en Francia firma un embargo, es un embargo. Punto final", aseveró.

Fran!ois Heisbourg, quien en 1982 era consejero de seguridad internacional para el Ministro de Defensa francés, CharlesHernou, dijo lamentar el incidente.

Las revelaciones se conocen en medio de crecientes tensiones entre Argentina y Gran Bretaña por el futuro de las Islas Malvinas, a pocas semanas de cumplirse el 30 aniversario del conflicto bélico que enfrentó a ambos países por la soberanía de ese archipiélago del Atlántico Sur.

http://www.ambito.com/noticia.asp?id=627456
 
Convengamos que las relaciones anglo-francesas siempre fueron un tira y afloje desde hace siglos. No sé por que se horrorizan tanto los ingleses si ellos tuvieron ayuda de todos lados.
 

BIGUA82

VETERANO DE GUERRA DE MALVINAS
Colaborador
La trama secreta de los códigos Exocet en 1982

Por: Edgardo Aguilera​
El programa «Document» de la BBC, emitido en la víspera, revela que un equipo técnico de los constructores franceses del sistema avión Super Etendard-misil Exocet estuvo durante la Guerra de Malvinas de 1982 en el país mejorando el funcionamiento de los misiles y se hace eco de una nota de reciente aparición en la revista francesa Le Marin con el testimonio de uno de los técnicos, a quien identifica con las iniciales C.L. (Christian Larrieu).

El diario Ámbito Financiero, en la edición del 2 de abril de 2002, oportunidad del 20° aniversario de la recuperación de las islas, reveló la trama de una historia que incluyó el amor entre uno de los técnicos galos y una profesora de francés, oriunda de Bahía Blanca, con quien más tarde se casó y viven en la actualidad en París.

El jefe de esa misión, Hervé Colin, del grupo Dassault-Breguet, junto a Pierre Guiminot -el francés que quedó prendado de la profesora argentina- de la empresa Thomson CSF, además del ingeniero Christian Larrieu, de la firma Sagem, trabajaron codo a codo con los aviadores navales y técnicos en la base Comandante Espora para poner a punto las aeronaves.

Luego del pedido de Margaret Thatcher a François Mitterrand para que el Gobierno galo impidiese a los argentinos la operación del letal avión Super Etendard y su misil Exocet (pez volador, en francés), la presión se hizo sentir y todos los técnicos, salvo Guiminot, de Thomson, retornaron a Francia.

La contratista Thomson era clave, proveía los circuitos de la interfaz que permite el «diálogo» de los sensores del avión (el radar) con el complejo mecanismo de guiado del misil hasta el blanco.

El fabricante del misil, la empresa Aeroespatiale, fue la primera en cortar los contactos con la Aviación Naval argentina, pero Guiminot, aunque pertenecía al conglomerado Thomson, conocía el sistema tanto como un especialista de Aeroespatiale y ayudó al éxito de la misión de puesta a punto.

El centro de la operación de adquisición del programa HUUK, nombre código de la compra de los aviones Super Etendard y sus misiles AM-39, era el entonces capitán de fragata Carlos Testa, un ingeniero en armas y control de tiro, que se destacaba por su tenacidad para resolver dificultades técnicas, quien años más tarde de la finalización de

la guerra, en 1993, fue designado agregado naval en la embajada argentina en Francia. En simultáneo con los esfuerzos de los técnicos y mecánicos de la base aeronaval Comandante Espora para «sintonizar» el avión con el lanzador y el misil Exocet, Testa afilaba sus contactos en París para dar con los números códigos que requería la puesta a punto del sistema avión-misil. Dos suboficiales, el «Mingo» Ibáñez y Banegas, pasaron días con noches interminables entre cables, valijas de prueba, computadoras portátiles y datos de los preciados «códigos», los números que en determinada secuencia permitían ajustar todo el conjunto de las señales de posición, la telemetría, el radar y el sistema de puntería del misil, dijo a ese diario un técnico que prefirió no dar su nombre.

La culminación con el éxito en las maniobras de puesta a punto llegó por el rol casi de James Bond cumplido porTesta, quien recibió los ansiados «códigos» directamente de una de las empresas francesas involucradas en la construcción de los Super. La información partió hacia la Argentina en manos del comandante de una aeronave de Aerolíneas Argentinas. Los datos coronaron el esfuerzo de equipo y las pruebas dieron luz verde al lanzamiento del misil que el 4 de mayo se mostró al mundo como el arma más letal en el combate antisuperficie con el hundimiento del destructor Sheffield.

Las maniobras de inteligencia británicas se agudizaron tras el ataque exitoso del binomio Super-Exocet y el alto mando inglés concibió una operación extrema: el sabotaje a los aviones en Río Grande y la eliminación de los pilotos navales. Fracasó por la pérdida del factor sorpresa, los viejos radares SPS 40 de los destructores Piedrabuena y Bouchard detectaron el helicóptero Sea King de la Royal Navy que transportaba a los comandos de las SAS encargados de esa misión casi suicida. Las tropas de elite se replegaron vía Chile tras incendiar el helicóptero.​

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