SAC-D
El éxito y la confiabilidad de la plataforma argentina SAC, probada por el SAC-C, puede medirse por un hecho: la NASA piensa poner a bordo del próximo satélite de la serie, o SAC-D un instrumento sumamente complejo denominado Aquarius. La participación de NASA es del orden del los 175 millones dólares, e incluye al Instrumento Aquarius, el vehículo lanzador Delta-II, el segmento terreno de Aquarius y 3 años de operación del mismo.
El Aquarius medirá propiedades de todos los océanos por primera vez en escala global. Se trata de un sensor de microondas de baja resolución –íntegramente diseñado y construido en los EEUU- que puede estudiar enormes regiones de superficie marina, y mapear sus variaciones de salinidad y la rugosidad de su oleaje. Tal será el principal detector del futuro SAC-D. Pero los Estados Unidos y la Argentina emplearán esta información con fines probablemente distintos.
En los Estados Unidos, los mapas de salinidad superficial de los océanos se usarán seguramente para una comprensión más amplia del funcionamiento de la maquinaria del clima mundial. Para la NASA, Aquarius es un instrumento de ciencia básica, de utilidad académica.
Para la Argentina, en cambio, podría ser un instrumento mas aplicado a lo productivo: la salinidad en el Mar Argentino suele dar algunos buenos indicios de la ubicación de ciertas especies de valor pesquero. Pero además, el SAC-D llevará instrumentos que pueden medir la humedad almacenada en suelos de producción, y así, cruzando datos de otros orígenes, permitir una predicción de cosechas de mayor precisión.
Además del instrumento Aquarius, el SAC-D albergará sensores ópticos y otros instrumentos de utilidad también muy inmediata para la economía Argentina: ya se ha establecido que a bordo habrá una cámara sensible a cuatro bandas del infrarrojo, capaz de medir temperaturas en el suelo y dar –entre otros servicios- mapas predictivos sobre riesgo de incendio, según convenios establecidos entre la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y el Plan Nacional de Manejo del Fuego (PNMF).
Este última institución ya lleva varios años recibiendo información sobre “hot points” de la cámara noctura HSTC del satélite SAC-C, y a fecha de hoy confirma que el 90% de las detecciones del satélite han sido positivas. El SAC-D le permitirá al PNMF y a la CONAE continuar una exitosa recolección de datos, orientada a la construcción de Sistemas de Información Geográficos, software complejo con capacidad de predecir eventos de fuego en todo el país.
En lo tecnológico, el SAC-D constituye un importante avance en complejidad para INVAP. Se trata de su primer satélite realmente grande (pesará más de una tonelada), y el hecho de que la NASA lo haya seleccionado para llevar a bordo un valioso instrumento de ellos marca un hito en el reconocimiento de nuestra adultez en el área espacial.
Misiones SAOCOM
Los satélites SAOCOM, de los cuales se fabricarán al menos dos ejemplares, tendrán 1600 kilogramos cada uno. Serán los satélites de mayor tamaño y capacidad construídos en el Hemisferio Sur hasta ahora. Su utilidad fundamental será el monitoreo y la prevención de catástrofes, y su principal instrumento será el radar SAR de apertura sintética, pero mucho más potente y con mucha mayor definición que el radar Aquarius del SAC-D.
El radar del SAOCOM emitirá microondas a alta potencia, con una antena gigante de 2,5 por 10 metros. Como vigía de catástrofes, este sensor podrá inspeccionar situaciones antes de que ocurran o mientras suceden, en forma independiente de la hora o la meteorología.
A diferencia de las cámaras comunes, el radar “puede ver” a través de las nubes o de noche, y así detectar agua bajo cobertura de árboles, medir los cambios de altura de un domo volcánico a punto de reventar, e incluso penetrar profundamente en el suelo y discernir ríos o estructuras subterráneas, o estimar si la profundidad de las napas freáticas supone riesgo de inundación, o de sequía.
El radar del SAOCOM será del tipo SAR, o de “apertura sintética”, que permite apuntar o hacer oscilar el haz de una antena fija como si ésta fuera móvil. Esto permite barrer o enfocar lo que se desee en la superficie terrestre, pero sin el riesgo y las complicaciones mecánicas de tener que mover una gran antena a centenares de kilómetros de altura, o gastar energía moviendo todo el satélite para apuntarlo lateralmente. Como emitirá microondas en la banda “L”, esta antena SAR podrá detectar objetos mayores de ocho metros.
Es probable que esta capacidad SAOCOM de generar imágenes de radar finas y en tiempo real se combine con los resultados de al menos dos cámaras ópticas a bordo. Habrá una “infrarroja” capaz de detectar fuentes de calor y prevenir incendios en zonas despobladas, y otra nocturna, capaz de funcionar de noche con luz residual (la de la luna o las estrellas). Con tantos y tan diversos sensores, habrá muy pocos eventos naturales dañinos que puedan escapar a la detección o evaluación del SAOCOM.
A esto se debe agregar que el SAOCOM da acceso a las imágenes de otros satélites. Así como el SAC-C vuela en constelación –la primera del mundo- con tres satélites ópticos estadounidenses cuya información se comparte, los SAOCOM volarán con cuatro aparatos italianos RADARSAT dotados de radar que usan una frecuencia complementaria (la X en lugar de la L).
La combinación de bandas X y L es excelente para el tipo de emergencias que suele ocurrir en Argentina: en caso de una inundación en zona boscosa, por ejemplo, la X de los satélites italianos puede detectar la copa de los árboles, sin penetrarla, y la L de los SAOCOM argentinos, detectar el agua debajo.
Es probable que la NASA, socia habitual de la CONAE, intervenga también en los SAOCOM con componentes críticos de la plataforma.
Fuente:
INVAP