Kosovo es todavía un águila de vuelo bajo
El orgullo con que los dirigentes de Kosovo celebraron ayer el segundo aniversario de la independencia de la antigua provincia serbia contrasta con el incierto futuro de un territorio plagado por el desempleo, la corrupción y un creciente descontento popular.En una sesión solemne del Parlamento, el presidente kosovar, Fatmir Sejdiu, puso el acento en la aportación del nuevo Estado a la estabilidad regional y criticó a Serbia por rechazar la soberanía de la que era su provincia. “En los pasados dos años en los que funcionamos como un país independiente hemos demostrado al mundo que la independencia de Kosovo ha traído más paz y estabilidad a la región”, declaró Sejdiu. Pese a las arengas oficiales, Kosovo cumple dos años de plena soberanía sin grandes logros que celebrar y sumida en un complicado limbo jurídico en el que sólo ha sido reconocido por 65 de los 192 Estados de la ONU y con una actividad económica muy limitada.
El presidente Sejdiu aseguró que su nación cuenta con unas buenas relaciones de vecindad en toda la región salvo con Serbia, a la que acusó de poner piedras en el camino de la viabilidad del nuevo Estado. Hasta ahora, Kosovo fue reconocido, entre otros, por Estados Unidos, Australia, Japón y 22 de los 27 socios de la UE, mientras que España, China, India, Rusia y Brasil desaprueban su independencia.
Miles de albanokosovares salieron ayer a las principales avenidas de Pristina para celebrar la independencia en un ambiente festivo, pero en el que está latente el descontento de una población a la que la nueva situación no trajo mejoras reales. El desempleo sigue por encima del 40% en un territorio de dos millones de habitantes y una renta per cápita de 2.500 dólares. El salario medio es de alrededor de 330 dólares por mes. Además, por tener a la población más joven de Europa cada año entran 30 mil personas a su estancado mercado laboral.
El premier Hashim Thaci admitió que los problemas económicos de un Estado que depende de las ayudas internacionales es uno de los grandes desafíos para su viabilidad y consolidación. “Nuestros desafíos futuros son el desarrollo y la integración euroatlántica”, aseguró.
Además de la tutela internacional, las autoridades kosovares deben enfrentarse a que no son reconocidas en su propio territorio por los serbokosovares, que viven conforme a las leyes serbias. Los serbios en Kosovo, unos 120 mil agrupados en un territorio norteño contiguo a Serbia y en varios enclaves aislados del centro y el sur del país, son en su mayoría leales a Serbia.
Pristina acusa a Belgrado de impedir que la minoría serbia se integre en el nuevo Estado al proveerles de apoyo material y financiero. Por su parte, Belgrado reafirmó ayer que continuará pidiendo que se reanude el diálogo sobre el estatuto legal de Kosovo y se encuentre una solución de compromiso aceptable para ambas partes y que no incluya la independencia de su ex provincia.
Critica de la Argentina
El orgullo con que los dirigentes de Kosovo celebraron ayer el segundo aniversario de la independencia de la antigua provincia serbia contrasta con el incierto futuro de un territorio plagado por el desempleo, la corrupción y un creciente descontento popular.En una sesión solemne del Parlamento, el presidente kosovar, Fatmir Sejdiu, puso el acento en la aportación del nuevo Estado a la estabilidad regional y criticó a Serbia por rechazar la soberanía de la que era su provincia. “En los pasados dos años en los que funcionamos como un país independiente hemos demostrado al mundo que la independencia de Kosovo ha traído más paz y estabilidad a la región”, declaró Sejdiu. Pese a las arengas oficiales, Kosovo cumple dos años de plena soberanía sin grandes logros que celebrar y sumida en un complicado limbo jurídico en el que sólo ha sido reconocido por 65 de los 192 Estados de la ONU y con una actividad económica muy limitada.
El presidente Sejdiu aseguró que su nación cuenta con unas buenas relaciones de vecindad en toda la región salvo con Serbia, a la que acusó de poner piedras en el camino de la viabilidad del nuevo Estado. Hasta ahora, Kosovo fue reconocido, entre otros, por Estados Unidos, Australia, Japón y 22 de los 27 socios de la UE, mientras que España, China, India, Rusia y Brasil desaprueban su independencia.
Miles de albanokosovares salieron ayer a las principales avenidas de Pristina para celebrar la independencia en un ambiente festivo, pero en el que está latente el descontento de una población a la que la nueva situación no trajo mejoras reales. El desempleo sigue por encima del 40% en un territorio de dos millones de habitantes y una renta per cápita de 2.500 dólares. El salario medio es de alrededor de 330 dólares por mes. Además, por tener a la población más joven de Europa cada año entran 30 mil personas a su estancado mercado laboral.
El premier Hashim Thaci admitió que los problemas económicos de un Estado que depende de las ayudas internacionales es uno de los grandes desafíos para su viabilidad y consolidación. “Nuestros desafíos futuros son el desarrollo y la integración euroatlántica”, aseguró.
Además de la tutela internacional, las autoridades kosovares deben enfrentarse a que no son reconocidas en su propio territorio por los serbokosovares, que viven conforme a las leyes serbias. Los serbios en Kosovo, unos 120 mil agrupados en un territorio norteño contiguo a Serbia y en varios enclaves aislados del centro y el sur del país, son en su mayoría leales a Serbia.
Pristina acusa a Belgrado de impedir que la minoría serbia se integre en el nuevo Estado al proveerles de apoyo material y financiero. Por su parte, Belgrado reafirmó ayer que continuará pidiendo que se reanude el diálogo sobre el estatuto legal de Kosovo y se encuentre una solución de compromiso aceptable para ambas partes y que no incluya la independencia de su ex provincia.
Critica de la Argentina