Construyó con años de paciencia y astucia la línea de buques que capta la casi totalidad de los pasajeros que van y vienen entre Buenos Aires, Colonia y Montevideo. Se llama Juan Carlos López Mena, es argentino y tenía casi 40 años cuando vendió su negocio de venta de camisas y comenzó a construir ese pequeño emporio que inicialmente se llamó Ríos Argentinos, en la época de los militares. Fue hasta que tomó la ciudadanía uruguaya y rebautizó a su empresa Buquebus.
Su voz es casi inaudible, pero sería un error confundir su pose modesta con timidez. López Mena es ambicioso y lo dejó en claro en abril, cuando anunció a los cuatro vientos una asociación con el grupo Marsans. Ese acuerdo fue visto entonces como una réplica del ingreso de Enrique Eskenazi en YPF: un empresario local, con excelente relación con funcionarios del Gobierno, llegaba a una empresa de capitales españoles para captar una porción del capital y las riendas del gerenciamiento.
En ese mes de abril, Aerolíneas todavía facturaba 1.200 millones de dólares al año, diez veces más que Buquebús. Pero ya perdía se supo poco después 47 millones de dólares por mes. López Mena se enteró tarde de ese dato, como de todo lo relativo a Aerolíneas. Según dijo, los españoles Pascual y Díaz Ferrán no le suministraron información y el acuerdo de asociación quedó en la nada. Quedó sepultado en julio, cuando el Gobierno y Marsans firmaron un acta acuerdo que inició la renacionalización de Aerolíneas. Esa es otra historia, la de una expropiación que ya requirió dos leyes del Congreso y que aún no se concreta.
Pero a López Mena le picó el bichito. Siempre había criticado el subsidio oficial a las aerolíneas que cruzan de Buenos Aires a Montevideo, mientras que él argumentaba tenía que pagar entre 25 y 40 millones de dólares por cada barco. Pero no se movía del agua. Ahora, tras el impulso frustrado de manejar Aerolíneas, López Mena está sondeando entre vendedores de aviones de Europa para armar su propio puente aéreo entre Montevideo y Buenos Aires. Eso sí, la futura aerolínea, si despega, lo hará desde Montevideo. O desde Punta del Este, donde López Mena vive hace ya diez años.
Cuente clarin
Su voz es casi inaudible, pero sería un error confundir su pose modesta con timidez. López Mena es ambicioso y lo dejó en claro en abril, cuando anunció a los cuatro vientos una asociación con el grupo Marsans. Ese acuerdo fue visto entonces como una réplica del ingreso de Enrique Eskenazi en YPF: un empresario local, con excelente relación con funcionarios del Gobierno, llegaba a una empresa de capitales españoles para captar una porción del capital y las riendas del gerenciamiento.
En ese mes de abril, Aerolíneas todavía facturaba 1.200 millones de dólares al año, diez veces más que Buquebús. Pero ya perdía se supo poco después 47 millones de dólares por mes. López Mena se enteró tarde de ese dato, como de todo lo relativo a Aerolíneas. Según dijo, los españoles Pascual y Díaz Ferrán no le suministraron información y el acuerdo de asociación quedó en la nada. Quedó sepultado en julio, cuando el Gobierno y Marsans firmaron un acta acuerdo que inició la renacionalización de Aerolíneas. Esa es otra historia, la de una expropiación que ya requirió dos leyes del Congreso y que aún no se concreta.
Pero a López Mena le picó el bichito. Siempre había criticado el subsidio oficial a las aerolíneas que cruzan de Buenos Aires a Montevideo, mientras que él argumentaba tenía que pagar entre 25 y 40 millones de dólares por cada barco. Pero no se movía del agua. Ahora, tras el impulso frustrado de manejar Aerolíneas, López Mena está sondeando entre vendedores de aviones de Europa para armar su propio puente aéreo entre Montevideo y Buenos Aires. Eso sí, la futura aerolínea, si despega, lo hará desde Montevideo. O desde Punta del Este, donde López Mena vive hace ya diez años.
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