En América del Sur, el gasto militar creció un 50% desde 1999
El incremento supera en cinco puntos la tasa mundial; en la Argentina, el desembolso cae.
Más allá de la retórica belicista de los últimos días, el aumento del gasto militar en América del Sur no es nuevo: ascendió a los 34.100 millones de dólares en 2008 y creció un 50% entre 1999 y 2008, según el informe anual del Instituto Anual de Investigación sobre la Paz de Estocolmo (Sipri).
El porcentaje de incremento supera en cinco puntos el promedio mundial (un alza del 45% entre 1999 y 2008), lo que ha llevado a que los países de la región se acusen entre sí de estar alentado una carrera armamentista.
Los principales impulsores de ese aumento son Chile, Brasil y Colombia y, en menor medida, Venezuela. Chile gasta más del 4% del PBI en defensa, "un porcentaje alto para un país en tiempo de paz", según dijo a LA NACION el docente de la maestría en Relaciones Internacionales de la Universidad de Bolonia, Fabián Calle.
Ocurre que el promedio del gasto militar global asciende al 2,4% del PBI mundial, un 1,6% inferior al gasto de Chile. En el caso de ese país, al presupuesto de defensa de 3000 millones de dólares se le añade, por lo establecido en la ley del cobre, el 50% de lo exportado por la minera estatal Codelco: unos 1500 millones de dólares, que deben gastarse en equipamiento, de acuerdo con lo establecido en la norma.
"El presupuesto chileno asciende a unos 4500 millones para un país que tiene la mitad del PBI argentino. Nuestro país, sin embargo, gasta menos de 3000 millones", afirmó Calle.
Otro país que impulsa el aumento del gasto militar regional es Brasil. En los últimos años, el gasto militar brasileño ascendía a 1,2 del PBI de ese país (tres veces superior al argentino), pero, a partir del segundo mandato del gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva, y con la estabilización de su economía, el desembolso ascendió al 2%.
"También tiene recursos extrapresupuestarios que emplea en acuerdos con Francia para comprar 50 helicópteros, cuatro submarinos convencionales, el casco de un submarino nuclear y una base de submarinos en Río de Janeiro. Suponen un gasto de 6500 millones de dólares en un plazo de ocho a diez años", dijo Calle.
A eso se añade la licitación, que se definirá en los próximos meses, para comprar aviones de combate, con un desembolso de 2500 millones de dólares por parte de Brasil.
En cuanto a Colombia, recibe anualmente unos 730 millones de dólares de Estados Unidos por el Plan Colombia, de los cuales 650 millones corresponden a gastos militares. Paralelamente, el gasto militar fue aumentando en las dos presidencias de Alvaro Uribe.
En el caso de Venezuela, también ha cooperado en el aumento del gasto militar regional, principalmente por las compras de armas rusas por 5000 millones de dólares. El presidente venezolano, Hugo Chávez, también amenazó con una fuerte compra de tanques rusos si se instalaban en Colombia bases norteamericanas.
Además, el presidente de Perú, Alan García, anunció que su país estaba finalizando una inversión de casi 700 millones de dólares para devolverles a sus fuerzas armadas "una moderna capacidad disuasiva", en una declaración presuntamente dirigida a Chile, país con el que Perú tiene un diferendo por la demarcación de la frontera marítima binacional.
La "anomalía" argentina
Calle opinó que, en este contexto regional, el comportamiento de la Argentina "es anómalo".
"En la época del Proceso, había un gasto alto, del 6% del PBI, en comparación con un 2,5 mundial. Alfonsín lo baja al 3%; Menem, al 1%, y desde ahí osciló entre el 0,8 y el 1,1%", dijo.
"Es una «no política de Estado», el único punto en el que acuerdan la derecha y la izquierda argentinas: no priorizar la defensa", añadió.
Actualmente, se gastan menos de 3000 millones de dólares, de los cuales el 85% van a salarios y pensiones. Por tanto, el 15% no alcanza para mantener el equipamiento actual ni para modernizarlo, según afirmó Calle.
Y agregó que esto marcaba diferencias entre el kirchnerismo y el chavismo, que "incorpora a las fuerzas armadas en la coalición de poder", algo que no ocurre aquí.
La duda es por qué aumentar el gasto en defensa si, a priori, no existen hipótesis de conflicto en el plano regional que involucren a nuestro país. Sin embargo, Calle dijo que el libro blanco de Chile sobre defensa contemplaba, en 2002, conflictos interestatales de alta intensidad y de corta duración.
Otra posibilidad es que los países se tornen más hostiles, como ocurrió con Venezuela, que en 1987 era aliada de Estados Unidos y hoy lo es de Irán.
También justificaría un alza en el gasto el aumento de los ejercicios militares junto con otros países; la participación en misiones de paz; la vigilancia de la plataforma marítima continental y del espacio aéreo nacional, y dotar de mayor seguridad y posibilidades de desarrollo a quienes eligen la carrera militar en el país.
La Nacion
El incremento supera en cinco puntos la tasa mundial; en la Argentina, el desembolso cae.
Más allá de la retórica belicista de los últimos días, el aumento del gasto militar en América del Sur no es nuevo: ascendió a los 34.100 millones de dólares en 2008 y creció un 50% entre 1999 y 2008, según el informe anual del Instituto Anual de Investigación sobre la Paz de Estocolmo (Sipri).
El porcentaje de incremento supera en cinco puntos el promedio mundial (un alza del 45% entre 1999 y 2008), lo que ha llevado a que los países de la región se acusen entre sí de estar alentado una carrera armamentista.
Los principales impulsores de ese aumento son Chile, Brasil y Colombia y, en menor medida, Venezuela. Chile gasta más del 4% del PBI en defensa, "un porcentaje alto para un país en tiempo de paz", según dijo a LA NACION el docente de la maestría en Relaciones Internacionales de la Universidad de Bolonia, Fabián Calle.
Ocurre que el promedio del gasto militar global asciende al 2,4% del PBI mundial, un 1,6% inferior al gasto de Chile. En el caso de ese país, al presupuesto de defensa de 3000 millones de dólares se le añade, por lo establecido en la ley del cobre, el 50% de lo exportado por la minera estatal Codelco: unos 1500 millones de dólares, que deben gastarse en equipamiento, de acuerdo con lo establecido en la norma.
"El presupuesto chileno asciende a unos 4500 millones para un país que tiene la mitad del PBI argentino. Nuestro país, sin embargo, gasta menos de 3000 millones", afirmó Calle.
Otro país que impulsa el aumento del gasto militar regional es Brasil. En los últimos años, el gasto militar brasileño ascendía a 1,2 del PBI de ese país (tres veces superior al argentino), pero, a partir del segundo mandato del gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva, y con la estabilización de su economía, el desembolso ascendió al 2%.
"También tiene recursos extrapresupuestarios que emplea en acuerdos con Francia para comprar 50 helicópteros, cuatro submarinos convencionales, el casco de un submarino nuclear y una base de submarinos en Río de Janeiro. Suponen un gasto de 6500 millones de dólares en un plazo de ocho a diez años", dijo Calle.
A eso se añade la licitación, que se definirá en los próximos meses, para comprar aviones de combate, con un desembolso de 2500 millones de dólares por parte de Brasil.
En cuanto a Colombia, recibe anualmente unos 730 millones de dólares de Estados Unidos por el Plan Colombia, de los cuales 650 millones corresponden a gastos militares. Paralelamente, el gasto militar fue aumentando en las dos presidencias de Alvaro Uribe.
En el caso de Venezuela, también ha cooperado en el aumento del gasto militar regional, principalmente por las compras de armas rusas por 5000 millones de dólares. El presidente venezolano, Hugo Chávez, también amenazó con una fuerte compra de tanques rusos si se instalaban en Colombia bases norteamericanas.
Además, el presidente de Perú, Alan García, anunció que su país estaba finalizando una inversión de casi 700 millones de dólares para devolverles a sus fuerzas armadas "una moderna capacidad disuasiva", en una declaración presuntamente dirigida a Chile, país con el que Perú tiene un diferendo por la demarcación de la frontera marítima binacional.
La "anomalía" argentina
Calle opinó que, en este contexto regional, el comportamiento de la Argentina "es anómalo".
"En la época del Proceso, había un gasto alto, del 6% del PBI, en comparación con un 2,5 mundial. Alfonsín lo baja al 3%; Menem, al 1%, y desde ahí osciló entre el 0,8 y el 1,1%", dijo.
"Es una «no política de Estado», el único punto en el que acuerdan la derecha y la izquierda argentinas: no priorizar la defensa", añadió.
Actualmente, se gastan menos de 3000 millones de dólares, de los cuales el 85% van a salarios y pensiones. Por tanto, el 15% no alcanza para mantener el equipamiento actual ni para modernizarlo, según afirmó Calle.
Y agregó que esto marcaba diferencias entre el kirchnerismo y el chavismo, que "incorpora a las fuerzas armadas en la coalición de poder", algo que no ocurre aquí.
La duda es por qué aumentar el gasto en defensa si, a priori, no existen hipótesis de conflicto en el plano regional que involucren a nuestro país. Sin embargo, Calle dijo que el libro blanco de Chile sobre defensa contemplaba, en 2002, conflictos interestatales de alta intensidad y de corta duración.
Otra posibilidad es que los países se tornen más hostiles, como ocurrió con Venezuela, que en 1987 era aliada de Estados Unidos y hoy lo es de Irán.
También justificaría un alza en el gasto el aumento de los ejercicios militares junto con otros países; la participación en misiones de paz; la vigilancia de la plataforma marítima continental y del espacio aéreo nacional, y dotar de mayor seguridad y posibilidades de desarrollo a quienes eligen la carrera militar en el país.
La Nacion