LA CUESTION ATÓMICA
PRIMER ENSAYO, PRIMERA PRUEBA EN LOS ÁLAMOS DE LA BOMBA "A", PROYECTO TRINITY, EN EL MARCO DEL COMPLEJO PROGRAMA DEL PROYECTO MANHATTAN, UN DÍA 16 DE JULIO DE 1945.
No se asocia el escándalo al nombre de Niels Bohr; sí genio y carácter. Ganador del Premio Nobel, introductor de la mecánica cuántica en la explicación de la naturaleza del átomo, fue un titán de la ciencia del siglo XX. Se opuso a la ocupación nazi de su Dinamarca natal; refugiado en los Estados Unidos, participó en el proyecto Manhattan, que daría a esa nación el poder nuclear. Pero Bohr fue también un notorio abogado de la cooperación internacional, y encareció a Franklin D. Roosvelt y Winston Churchill que, en pro de la paz mundial, permitiesen que otros países conocieran los entresijos de la bomba atómica.
Movido por esas convicciones, ¿no fue Bohr demasiado lejos? El año pasado, fuentes que parecían bien acreditadas hicieron público que Bohr pasó a la Unión Soviética información reservada del programa estadounidense para la fabricación de la bomba. Las sospechas se centran en un encuentro entre Bohr y la policía secreta de Beria que tuvo lugar en 1945.
Estas suspicacias carecen de fundamento, como deja claro el artículo que sigue. Los autores, físicos de renombre por derecho propio, repasan las circunstancias que condujeron al encuentro y muestran que Bohr no intentó ocultarlo a las autoridades. Además, basándose en un memorándum destinado a Stalin que incluye una transcripción de la conversación, sostienen que Bohr se expresó de forma deliberadamente vaga acerca de lo que sabía. La autoridad académica de los autores disipa las nubes que nunca debieron posarse sobre la figura intachable de Bohr.
Se aborda luego un episodio de la vida del danés no menos apasionante: ¿facilitó a los aliados el programa alemán de armas nucleares? El autor del segundo artículo, un físico convertido en detective, sigue una pista de hace cincuenta años para descubrir si Bohr recibió el dibujo de un dispositivo nuclear de manos de Werner Heisenberg. La trama retrata una época no tan lejana en la que el equilibrio del poder y los misterios del espionaje pendían sobre el trabajo de todo físico que estudiara los secretos del átomo.
ALTO SECRETO
Camarada Stalin, J.V.
“Un físico muy conocido, el profesor Niels Bohr, que participó en el desarrollo de la bomba atómica, ha vuelto de los Estados Unidos a Dinamarca para trabajar en su Instituto de Física Teórica de Copenhague. Niles Bohr ha obtenido grandes logros científicos, tiene puntos de vista progresistas y apoya vigorosamente el intercambio internacional. Apoyados en esos datos, procedimos a enviar a Dinamarca, con el pretexto de buscar el equipo científico tomado por los alemanes, un grupo de agentes que tenía que establecer contacto con Niels Bohr y recabar del mismo información sobre el asunto de la bomba atómica...”
Firmado: Lavrenti Beria
¿REVELÓ BOHR SECRETOS NUCLEARES?
Hans AA. Bethe, Kurt Gottfried y Roald Z. Sagdeev
“La información más vital para el desarrollo de la primera bomba atómica soviética procedió de algunos de los científicos que proyectaron la bomba atómica en Los Álamos... Aceptaron compartir información sobre armas nucleares con los soviéticos...”
Esta acusación sensacionalista aparece en el libro Special Tasks, publicado en 1994. Culpa a Bohr y a otros científicos del proyecto Manhattan de haber proporcionado al espionaje soviético informaciones confidenciales sobre el programa estadounidense sobre la fabricación de la bomba atómica. El libro, basado en los recuerdos de Pavel Sudoplatov, gerifalte de la policía secreta de Stalin, no aporta prueba alguna de tan grave cargo. Pero la sombra de la duda se ha hecho cada vez más densa.
También acaba de salir a la luz -sacado de los archivos de la KGB – un memorándum dirigido a Stalin donde se narra la “conexión Bohr”. El documento contiene una descripción, se supone que literal, del mismísimo encuentro de noviembre de 1945 en el que Bohr pasaría a los soviéticos informaciones reservadas. Tras revisar con lupa el documento, hemos econtrado pruebas de que las acusaciones contra Bohr son falsas.
Para entender la polémica y nuestro análisis del memorándum conviene recordar el desarrollo de la física nuclear antes de la guerra, y los esfuerzos que durante el conflicto se invirtieron en aplicar la ciencia a la maquinaria bélica. A principios del siglo XX se había descubierto que el átomo consta de un núcleo, que contiene protones y cuya carga es positiva, y de los electrones que giran a su alrededor. Se sabía también que, dentro del núcleo, la energía supera millones de veces la liberada en las explosiones químicas. No se avanzó gran trecho en la estructura del núcleo hasta que en 1932 James Chadwick, de la Universidad de Cambridge, descubrió el neutrón. Sus trabajos demostraron que el núcleo se compone de protones y neutrones.
El neutrón se convirtió enseguida en una sonda para desentrañar las propiedades del núcleo. Al carecer los neutrones de carga eléctrica, el núcleo, dotado de carga positiva, no los repele; pueden así entrar con facilidad en los núcleos de muchos elementos, proceso que recibe el nombre de “captura de neutrones”. Se estudiaron numerosas reacciones nucleares en las que intervenía la captura de neutrones, pero ninguna producía cambios llamativos en el núcleo.
En diciembre de 1938 Otto Hahn y Fritz Strassmann, del Instituto Kaiser Wilhelm de Berlín, observaron en el uranio, el elemento más pesado que por entonces se conocía, una reacción asombrosa. Les sorprendió que entre los productos del bombardeo del uranio con neutrones estuviese el bario, un elemento bastante ligero. Otto Frisch y Lise Meitner, dos huidos de la Alemania nazi, interpretaron que la observación de Hahn y Strassmann indicaba que el núcleo de uranio se dividía en dos núcleos de tamaño parecido. Frisch y Meitner le dieron al proceso el nombre de “fisión”. Razonaban que la repulsión eléctrica entre los muchos protones que hay en los núcleos más pesados les hacía a éstos casi inestables; por tanto, la captura de otro neutrón poddría causar que se partiesen. Calcularon también que, si el uranio se escindía en dos, se liberaría muchísima más energía que en todas las reacciones nucleares observadas hasta ese momento.
En la pequeña comunidad internacional de los físicos nucleares prendió una actividad frenética. Al principio les movía la curiosidad científica, y todos los resultados nuevos se publicaron sin trabas. Pero dos descubrimientos de principios de 1939 iban a ser de capital importancia en los programas militares que se emprenderían tras la invasión de Polonia por Adolf Hitler en septiembre del mismo año.
Durante una corta estancia en la Universidad de Princeton, en el invierno de 1939, Bohr conjeturó que sólo una minúscula fracción de los núcleos del mineral de uranio experimentaba la fisión observada. El segundo descubrimiento crucial, hecho por dos grupos independientemente, fue que el núcleo de uranio emitía varios neutrones durante el proceso de fisión. Estos neutrones secundarios podían, pues, inducir la fisión de otros núcleos e iniciar así una reacción en cadena.
Con el físico norteamericana John Wheeler, Bohr elaboró una teoría minuciosa de la fisión gracias a la cual ambos pudieron predecir si el núcleo de un elemento dado sufriría o no la fisión tras la captura de un neutrón. Ponderaron también la probabilidad de que los núcleos padeciesen la “fisión espontánea”, es decir, sin que les desestabilizase primero un neutrón capturado.
Con su nueva teoría, Bohr y Wheeler reforzaron la idea del primero, según la cual sólo una pequeña fracción de los núcleos del uranio natural experimentaba la fisión inducida por neutrones. Mostraron, en concreto, que esos núcleos eran de un tipo raro, el “uranio 235”. Como le pasa a la mayoría de los elementos, hay varias formas de uranio, o isótopos, que difieren entre sí por el número de neutrones en sus núcleos. Por ejemplo, el uranio 235, que constituye el 0,7 por ciento del mineral de uranio natural, tiene 143 neutrones y 92 protones; el número de masa 235 es la suma del número de neutrones y el de protones. El isótopo más abundante, el uranio 238, tiene 146 neutrones además de los 92 protones.
Parte 1