LA OFENSIVA ENTRE LAS SOMBRAS
El Pentágono intensifica el uso de misiones de comandos, ataques selectivos y espionaje para combatir a Al Qaeda.
Fuente: La ofensiva entre las sombras | LAVOZ.com.ar | Noticias al instante desde La Voz del Interior
El País, de Madrid
Washington. Acosado por las costosas e impopulares guerras de Irak y Afganistán, y por la expansión incontrolada de grupos afiliados a Al Qaeda en el mundo musulmán, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, lanzó de forma sigilosa, durante su primer año y medio de gobierno, una gran estrategia contrainsurgente contra radicales islamistas en una zona que abarca desde el Magreb a Pakistán, incluida Yemen, y zonas distantes en África, como Somalia y Kenia.
Aunque no hubo un reconocimiento público de esta nueva estrategia, el principal asesor del presidente en materia antiterrorista, John Brennan, proporcionó algunos indicios de ese cambio en mayo, en un discurso en el que afirmó que Wa-shington deberá usar "más un bisturí que un martillo" para luchar contra los insurgentes.
"Para privar a Al Qaeda y a sus afiliados de un refugio seguro, vamos a llevar la lucha contra Al Qaeda y contra esos afiliados radicales donde quiera que conspiren y se entrenen", manifestó.
"Sea en Afganistán, Pakistán, Yemen, Somalia o más allá. No sólo propinamos duros golpes a los dirigentes de Al Qaeda y sus afiliados. Ayudamos a esos gobiernos a conseguir la capacidad de garantizar la seguridad a sus ciudadanos, para que nos ayuden a erradicar el cáncer de Al Qaeda, que se manifestó dentro de sus fronteras, y para ayudarlos a evitar que vuelva", se explayó.
La nueva guerra contra Al Qaeda no se libra con batallas tradicionales, sino con nuevas y sofisticadas técnicas que no implican un combate cuerpo a cuerpo en el sentido habitual.
Se trata de operaciones de espionaje, en ocasiones llevadas a cabo en secreto por comandos del Pentágono, y en otras, asumidas por empresas de seguridad subcontratadas por la CIA. Se trata de labores de entrenamiento de cuerpos de seguridad locales para que acosen por sí mismos a los terroristas, y de ataques con misiles lanzados desde aviones no tripulados.
El 17 de diciembre, un misil mató a 55 personas -49 civiles- en la localidad rural de Al Maajala, en el sur de Yemen. El gobierno de Sana se atribuyó el ataque, dirigido contra una base de Al Qaeda y en el que se usaron bombas de racimo. Pero una investigación de Amnistía Internacional reveló que en realidad el misil fue lanzado desde un navío estadounidense. Desde entonces hubo al menos otros dos ataques similares.
En el ojo de la tormenta. Yemen se convirtió en el centro de atención del Pentágono y del espionaje estadounidense, sobre todo por la creciente presencia de operativos de Al Qaeda en el país y porque el fallido intento de explotar una bomba en un avión sobre Detroit, en diciembre, fue ideado por líderes terroristas que se refugian allí.
Ellos ven en la nueva estrategia de Obama una declaración de guerra indirecta. El 20 de julio, Anwar al Awlaki, un clérigo nacido en Estados Unidos y huido a Yemen, considerado uno de los líderes del islamismo más radical, advirtió que "Obama comenzó una guerra con los ataques aéreos".
"Si a George W. Bush se lo recuerda por ser el presidente que dejó a Estados Unidos atrapado en Afganistán e Irak, Obama busca ser el presidente recordado por dejar a Estados Unidos atrapado en Yemen", aseguró en un video.
El cambio de estrategia, coherente con diversos discursos de Obama y de miembros de su cúpula militar, altera también las responsabilidades tanto del Pentágono como de la CIA.
La agencia de inteligencia realiza cada vez más operaciones de tipo paramilitar, como los ataques con misiles desde aviones controlados de forma remota que son habituales en Pakistán.
El Departamento de Defensa, a su vez, se inmiscuye más en operaciones de espionaje y en misiones secretas -con nombres como Peón Dispuesto, según reveló The New York Times - de tipo contrainsurgente, que no ha notificado al Congreso.
Después del escándalo de la financiación de los rebeldes de extrema derecha en Nicaragua con dinero obtenido por la venta de armas a Irán, en los años `80, las operaciones especiales encubiertas de la CIA se convirtieron en un recurso muy impopular en Washington.
A pesar de una importante reducción del gasto y de personal subcontratado anunciada por el secretario de Defensa, Robert Gates, la semana pasada, Washington depende en gran medida y cada vez más de empresas de seguridad privadas para realizar una buena parte de sus operaciones especiales en países como Yemen, Somalia o Pakistán.
Según documentos de Defensa, 766 mil contratistas trabajan en este momento para el Pentágono, lo que genera un gasto de 150 mil millones de dólares.
No hay estimaciones públicas sobre el número de contratistas que emplea la CIA. El Washington Post asegura que, según sus propios cálculos, podrían ser unos 284 mil los que trabajan para las distintas agencias del gobierno.
El diario The New York Times califica a la nueva estrategia asumida por Obama como una "nueva Guerra Fría".
El Pentágono intensifica el uso de misiones de comandos, ataques selectivos y espionaje para combatir a Al Qaeda.
Fuente: La ofensiva entre las sombras | LAVOZ.com.ar | Noticias al instante desde La Voz del Interior
El País, de Madrid
Washington. Acosado por las costosas e impopulares guerras de Irak y Afganistán, y por la expansión incontrolada de grupos afiliados a Al Qaeda en el mundo musulmán, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, lanzó de forma sigilosa, durante su primer año y medio de gobierno, una gran estrategia contrainsurgente contra radicales islamistas en una zona que abarca desde el Magreb a Pakistán, incluida Yemen, y zonas distantes en África, como Somalia y Kenia.
Aunque no hubo un reconocimiento público de esta nueva estrategia, el principal asesor del presidente en materia antiterrorista, John Brennan, proporcionó algunos indicios de ese cambio en mayo, en un discurso en el que afirmó que Wa-shington deberá usar "más un bisturí que un martillo" para luchar contra los insurgentes.
"Para privar a Al Qaeda y a sus afiliados de un refugio seguro, vamos a llevar la lucha contra Al Qaeda y contra esos afiliados radicales donde quiera que conspiren y se entrenen", manifestó.
"Sea en Afganistán, Pakistán, Yemen, Somalia o más allá. No sólo propinamos duros golpes a los dirigentes de Al Qaeda y sus afiliados. Ayudamos a esos gobiernos a conseguir la capacidad de garantizar la seguridad a sus ciudadanos, para que nos ayuden a erradicar el cáncer de Al Qaeda, que se manifestó dentro de sus fronteras, y para ayudarlos a evitar que vuelva", se explayó.
La nueva guerra contra Al Qaeda no se libra con batallas tradicionales, sino con nuevas y sofisticadas técnicas que no implican un combate cuerpo a cuerpo en el sentido habitual.
Se trata de operaciones de espionaje, en ocasiones llevadas a cabo en secreto por comandos del Pentágono, y en otras, asumidas por empresas de seguridad subcontratadas por la CIA. Se trata de labores de entrenamiento de cuerpos de seguridad locales para que acosen por sí mismos a los terroristas, y de ataques con misiles lanzados desde aviones no tripulados.
El 17 de diciembre, un misil mató a 55 personas -49 civiles- en la localidad rural de Al Maajala, en el sur de Yemen. El gobierno de Sana se atribuyó el ataque, dirigido contra una base de Al Qaeda y en el que se usaron bombas de racimo. Pero una investigación de Amnistía Internacional reveló que en realidad el misil fue lanzado desde un navío estadounidense. Desde entonces hubo al menos otros dos ataques similares.
En el ojo de la tormenta. Yemen se convirtió en el centro de atención del Pentágono y del espionaje estadounidense, sobre todo por la creciente presencia de operativos de Al Qaeda en el país y porque el fallido intento de explotar una bomba en un avión sobre Detroit, en diciembre, fue ideado por líderes terroristas que se refugian allí.
Ellos ven en la nueva estrategia de Obama una declaración de guerra indirecta. El 20 de julio, Anwar al Awlaki, un clérigo nacido en Estados Unidos y huido a Yemen, considerado uno de los líderes del islamismo más radical, advirtió que "Obama comenzó una guerra con los ataques aéreos".
"Si a George W. Bush se lo recuerda por ser el presidente que dejó a Estados Unidos atrapado en Afganistán e Irak, Obama busca ser el presidente recordado por dejar a Estados Unidos atrapado en Yemen", aseguró en un video.
El cambio de estrategia, coherente con diversos discursos de Obama y de miembros de su cúpula militar, altera también las responsabilidades tanto del Pentágono como de la CIA.
La agencia de inteligencia realiza cada vez más operaciones de tipo paramilitar, como los ataques con misiles desde aviones controlados de forma remota que son habituales en Pakistán.
El Departamento de Defensa, a su vez, se inmiscuye más en operaciones de espionaje y en misiones secretas -con nombres como Peón Dispuesto, según reveló The New York Times - de tipo contrainsurgente, que no ha notificado al Congreso.
Después del escándalo de la financiación de los rebeldes de extrema derecha en Nicaragua con dinero obtenido por la venta de armas a Irán, en los años `80, las operaciones especiales encubiertas de la CIA se convirtieron en un recurso muy impopular en Washington.
A pesar de una importante reducción del gasto y de personal subcontratado anunciada por el secretario de Defensa, Robert Gates, la semana pasada, Washington depende en gran medida y cada vez más de empresas de seguridad privadas para realizar una buena parte de sus operaciones especiales en países como Yemen, Somalia o Pakistán.
Según documentos de Defensa, 766 mil contratistas trabajan en este momento para el Pentágono, lo que genera un gasto de 150 mil millones de dólares.
No hay estimaciones públicas sobre el número de contratistas que emplea la CIA. El Washington Post asegura que, según sus propios cálculos, podrían ser unos 284 mil los que trabajan para las distintas agencias del gobierno.
El diario The New York Times califica a la nueva estrategia asumida por Obama como una "nueva Guerra Fría".