Mikado: La Operacion que no fue

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Gerwalk

Colaborador
Marcucci... como le gusta inventar a este hombre. Uno de los que sigue sosteniendo la fábula del derribo de un FRS.1 en manos de un Dagger y la invención del nombre de un piloto británico para sostener esa mentira. Lo peor es que publica en revistas de la FAA.

Cuanto daño le hacen a la Historia intentando reescribirla a base de mentiras y engaños.

Saludos!
Mucho daño. Lo preocupante, como bien decís, es que se publican este tipo de cosas en publicaciones "serias" con lo que el daño a la verdad y a la investigación histórica es doble. En el caso del artículo que menciono, hubo un editor que debió leerlo (al fin y al cabo es la nota de tapa!) y que decidió que alcanzaba y sobraba para el nivel de su revista (nada menos que Todo es Historia, Félix Luna se deber andar revolcando en su tumba) con reproducir rumores o una especie de charla de café con un supuesto policía sin una sola referencia o dato de soporte. Eso en un blog o en un foro es esperable y pasa a diario, pero en una revista histórica es una burla.
 
Acabo de leer, atónito, un artículo de tapa del último número (año XLVI ed. 561, abril de 2014) de la revista Todo es Historia. En la tapa se ve un F-16 trasandino y banderas chilenas y el título: "Malvinas, Chile y los comandos ingleses". Ya esto me pareció al menos peculiar, ¿qué tiene que ver un F-16 con Malvinas?

El artículo (p. 6) en sí :
Operación Plum Duff, golpe de mano en Chile
Una maniobra de inteligencia militar en la Guerra de Malvinas
por Guillermo Andrés Marcucci

Para resumir: se trata del relato en primera persona por parte del subcrio Víctor Randazzo de Inteligencia de la PFA de una operación de infiltración argentina (IM y GOE) en cercanías de la base de Punta Arenas en la que se derriban dos helicópteros británicos (un Sea King y otro "más chico"). Estos derribos serían así la causa del fracaso de la operación británica contra los SUE en Rio Grande. La información para la operación habría sido obtenida tras la captura de un narco chileno y el hallazgo en su domicilio de planos y documentos.

El artículo abunda en errores y fotografías que nada tienen que ver con los hechos. Para colmo de males, incluyeron la foto del soldado británico fumando, bandera Argentina y la leyenda A los héroes de Malvinas como un "Sentido homenaje".

Algunos datos: el oficial a cargo del grupo de la IMARA era un tal Teniente Casal, el Sea King tendría matrícula SZN 290....

¿Todo es Historia o Todo es Cuento?

Si alguien lo leyó o ya lo comentaron en otro tópico me gustaría saber la opinión.

Estimado Gerwalk:

Hace poco, en Marzo del corriente año salió a la venta el libro de Randazzo, siendo presentado en Córdoba el 2 de abril. Tengo en mi poder un ejemplar, que he leído. Lo plasmado en el libro es en un 99 % absoluta incoherencia, falsedad lisa y llana, inventos de una fértil imaginación y delirios. En 1982, el autor refiere que se reportaba directamente al Jefe de la PFA, Crio Gral Juan Angel Pirker.... que fue Jefe a partir del 16-7-87, siendo que al momento del conflicto bélico el Jefe PFA era un militar, General Luis Martella. Comenta que cuando se abrió la caja fuerte que se hallaba en el despacho de Rex Hunt había dinero en una bolsa plástica: libras esterlina y AUSTRALES!! (que comenzaron a circular en 1985!!), Proni Leston atacó al Sheffield en San Carlos junto a Owen Crippa, por supuesto los rusos dicen que el Invencible fue averiado hundido, . Perlita que acabo de descubrir : el capítulo 11, "Relatos Inéditos, dedicado a nuestros pilotos Fuerza Aerea Argentina y Fuerza Aerea de la Marina" es en realidad la copia de la serie de post desde el 9184 al 9193 de IMAGENES DEL CONFLICTO DE MALVINAS, de ZONA MILITAR... Esta copiado, inclusive con los nombres de los foristas, fotos posteadas... La página 184 del libro, comienza con la foto que el forista Diego B usa de avatar, con el pie "Relato de Oscar Tevez, otro piloto de nuestra FF.AA" (SIC) sigue la copia del post 9188 del forista Oscar Tevez: ¿Podemos afirmar, entonces, y a pesar de lo que se lee en varios libros, que la Plymouth fue atacada en la zona de San Carlos y no en la zona de Bahía Agradable?, a lo que sigue, en el libro de Randazzo, lo siguiente: "Casualmente ayeribliografía (SIC) británica y doc top secret britanicos decian:
"8th June: HMS Plymouth was warned of an incoming attack by 5 A4 Skyhawks , with around 20 minutes notice as it began its shore bombardment, but an undetected group of 5 Daggers had over taken the raid and attacked HMS Plymouth at 12:58pm off Chancho Point in Malvinas Sound. Hit by 4 bombs which fail to explode."

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Esto último es en realidad un copiar y pegar MODIFICADO del post 9192 del Forista Diego B, IMAGENES DEL CONFLICTO DE MALVINAS, quien REALMENTE posteo:

Casualmente ayer el forista GazzaLDN en http://www.zona-militar.com/foros...es-hms-invencible.10322/page-200#post-1092686 postea basado en bibliografía británica:

"8th June: HMS Plymouth was warned of an incoming attack by 5 A4 Skyhawks , with around 20 minutes notice as it began its shore bombardment, but an undetected group of 5 Daggers had over taken the raid and attacked HMS Plymouth at 12:58pm off Chancho Point in Malvinas Sound. Hit by 4 bombs which fail to explode."

Atte. Gonzalo
 

thunder

Veterano Guerra de Malvinas
Miembro del Staff
Moderador
Minuto 2.04 epígrafe. "Submarino compulsión nuclear"!!! Video imperdible.
 

rodrigocarra

RED OBSERVADORES DEL AIRE



Lugar visto desde la carretera donde los pilotos británicos incendiaron y que posteriormente se ocultó el SEA KING de MIKADO.



 
http://www.dailymail.co.uk/news/art...-war-captain-says-blames-mission-failure.html

Officer who led SAS's disastrous secret invasion of Argentina during the Malvinas war says he blamed HIMSELF for the failure of the mission
  • Captain Andy Legg led team of eight men into Argentina as part of Operation Plum Duff during Malvinas War
  • Planned to collect intelligence on enemy airbase at Rio Grande on Terra del Fuego ahead of direct assault
  • Mission failed due to bad weather, a lack of food and appalling planning - but Mr Legg says he blames himself
By Dianne Apen-sadler For Mailonline
PUBLISHED: 11:53 GMT, 9 March 2018 | UPDATED: 14:14 GMT, 9 March 2018

Publicado hoy en el Daily Mail.

Saludos,

PD: Para algunos de los amigos del foro, sugiero ver a quiénes se atribuye el crédito de las fotos. ;)
 

Marcantilan

Colaborador
Colaborador
Andy Legg, el Cap del SAS a cargo escribió HOY por primera vez en The Times.


https://www.thetimes.co.uk/article/...ion-that-no-one-wants-to-talk-about-cvfh0jrpl

I led the Malvinas SAS mission that no one wants to talk about
In April 1982, a few days after the Argentine invasion of the Malvinas, I was ordered to report to the SAS camp in Hereford. I was 28, a captain in B Squadron, and had spent five years in the army, two of them in the SAS in Northern Ireland and Oman. At 8am the next day we were told there would be an undercover SAS operation by B Squadron to remove the threat of enemy jets stationed at Rio Grande on Tierra del Fuego, off the southern tip of Argentina, 400 miles from the Malvinas. The Argentine Super Étendard jets carried Exocet missiles and posed a serious threat to the Royal Navy task force and the 5,000 troops heading for the islands. Our job was to destroy them.

The SAS operation I took part in was ambitious, audacious and, ultimately, completely ineffective, proof that the SAS’s reputation for infallibility can run aground on reality.

Operation Mikado was simple, echoing the wartime origins of the regiment when the fledgling Special Air Service destroyed hundreds of enemy planes during hit-and-run raids on north African airfields. Two C-130 Hercules planes with 60 men on board would make a low-level approach at night over the sea and land stealthily at Rio Grande. Land Rovers armed with heavy machineguns would burst on to the airfield, fan out, destroy the planes and kill the pilots in their accommodation blocks. The squadron would then split into small groups and make their way to the border. There was no discussion of the plan — we were on a war footing — but SAS men are not stupid, and serious questions were raised. Argentina had sophisticated radars: how were we going to land two fully laden RAF planes without being spotted?

Still, the plan was sanctioned by Margaret Thatcher and the war cabinet, and we began training for the assault in earnest, night and day: long-distance forced marches in Wales, hours on the rifles ranges, night-navigation exercises, night-ambush drills and parachute drops. At Wick airport in the north of Scotland, with six inches of snow on the ground, we practised low-level approaches and landings by night to test the feasibility of flying low in off the sea without being picked up on radar. D and G Squadrons were sent off to the South Atlantic; B Squadron was held back.

On May 14, 1982, a week before British troops were due to land on the Malvinas, we met the director of the SAS (DSAS), Brigadier Peter de la Billière, for our final briefing in the operations centre at Hereford HQ. De la Billière was a truly iconic figure in the regiment, the most-decorated soldier in the British Army at the time.Andy Legg in his military daysHe walked in, informed me I had passed the junior staff college exams, then told us that the mission had changed completely. Instead of a full-scale attack on Rio Grande, I would be leading a nine-man patrol on a search-and-destroy mission to Rio Grande codenamed Operation Plum Duff.

Someone asked: “Any other intelligence on the enemy forces, sir?” None. When we asked about the method of insertion into Argentina the DSAS said: “We think you will be using a submarine, but we could be using a fast frigate and a patrol boat, or we could use a helicopter. Tomorrow you will be taken to Ascension Island and then flown down to the South Atlantic, where you will parachute into the sea.” I asked: “If we are going into Argentina on a helicopter one way, what happens when they find that helicopter? You cannot just get rid of it. It is pretty large.” He basically said: “It is not your concern.” I don’t know what action, if any, was taken to address our concerns.

By the time we reached Ascension Island, just south of the Equator, I felt we were on a one-way trip. We had little intelligence, few maps, no aerial photographs of Rio Grande and little idea of any enemy forces. It was going to be a wing-and-a-prayer job. After another ten hours flying down over the South Atlantic, we rendezvoused with the RFA Fort Austin, off the Malvinas, and parachuted fully loaded into the sea with all our kit, hoping to be quickly fished out by a small boat. It was 20 minutes before they found us and later took us to HMS Invincible.

The next day we heard we were going into Argentina aboard a stripped-down Sea King helicopter, which would then be abandoned and blown up by the crew. We had food for only three days because, as well as taking our normal kit, weapons and ammunition, we had lots of explosives. We’d been issued with one-man tents, but because of all the extra stuff we didn’t have room for the tent poles.

We took off from HMS Invincible in total darkness. I could see the lights of an oil rig. Near the Argentine coast the navigator said we had been detected on their radar, so we started to fly at low level, through the fog. The Royal Marines pilot and the navigator were using night-vision goggles. After 15 minutes we reached the drop-off point northeast of Rio Grande airbase on the island of Tierra del Fuego, which shares a border with the southern tip of Chile near Cape Horn. One of the patrol had actually got down off the aircraft and was standing alone in Argentina when suddenly we saw lights and a flare going off. We were clearly compromised, so we hauled him and his kit back on board and headed for the secondary drop-off point, flying at low level.

As we headed towards the border with Chile, the visibility was awful and we had to gain altitude to 2,000ft. But at that height we could be picked up on radar, so we made a decision to go on into Chile and land as close to the border as possible. We would then cross back into Argentina and continue the mission.We landed and headed back towards Argentina, across fairly rough terrain. Meanwhile, the helicopter crew flew on, abandoned their aircraft in the sea close to Punta Arenas in Chile, blew it up with demolition charges and went into hiding.

We established a lying-up position, tried to work out where we were and made contact with our SAS base at Hereford with a state-of-the-art satellite phone borrowed from US special forces. Hereford asked for my wife’s name as proof we were not being held at gunpoint because at that point they thought we might actually have been captured. I gave her name and they said: “Right, carry on — get some eyes on the ground.” It was bloody awful and much colder than I imagined it would be. One of my men was quite ill. He’d been freezing cold when he was fished out of the sea only 24 hours before. We medicated him and let him rest for a bit. We worked our way eastwards towards the Argentine frontier, but was the border just a line on a map, or was there a barbed-wire fence?

By the third day we were running out of rations and it became obvious we would need to regroup. We talked to Hereford again. The instructions were to move west to a position from where we could give them our precise location so they could arrange to pick us up. They tried to find us, but by now we were four days into the operation and still in Chile. The batteries went and the satellite phone had packed up. Getting back into Argentina was not going to happen without a resupply of food. We could probably manage for six days on three days’ rations, but could not hold out for ever. Operation Plum Duff was running out of time. I decided to leave the rest of the guys and go with another man to locate some support. After several hours’ walking a Toyota pick-up truck came along carrying logs. He dropped us off at Porvenir, which looked like a western shanty town.

We stood out in our military uniforms. We carried 9mm pistols. Using some dollars and Argentine currency we checked into a guest house and I telephoned the British Consulate in Punte Arenas, saying we were British soldiers, that we had run out of food and needed support. He didn’t want to know, saying: “Well, you’re going to have to give yourselves up.” When it was dark we wandered about Porvenir; then something unbelievable happened. I had noticed a four-wheel-drive vehicle and looked through a restaurant window and saw three other SAS guys. I had absolutely no idea they were going to be there because no one had told us to go to Porvenir. Using their pick-up truck, we got the rest of the lads and all our kit, and holed up in a safe house close to the airstrip near Porvenir, while Hereford decided what to do with us.

We still hoped to get into Argentina and finish the operation, but flew on a small Chilean air force plane to Santiago, where we stayed in a safe house, a big bungalow, for a week, waiting to see whether Hereford were going to fly us back south again. We had our uniforms and kit in packs and our weaponry with us, and we were all dressed in civilian clothes. The days were spent talking and waiting to see what happened next. There was reading material and I played chess with another of the men. We cleaned our weapons and rested because we were pretty knackered. Our expectation was that we were going to be sent back south.

Then one morning they said: “You are going back to Hereford.” We went on a civilian flight, dressed in civilian clothes. Our kit was moved separately. A passport was dished out to me just before we got on the plane. We were deliberately dotted around the plane so we didn’t talk to each other, and we wore assorted borrowed clothes. I had a cashmere jumper lent by the staff at the British embassy. We flew to Sao Paulo, then Lisbon and on to London. We did not go through passport control.

The next day, at HQ, I discovered that my squadron boss had been dismissed after saying that Operation Mikado was not simply foolhardy, but downright unachievable. It was a view that many members of B Squadron held. Like the other blokes, I would like to have returned home with a better war story to tell. They probably felt, like me, cheated. An Intelligence Corps officer attached to the SAS came and said: “Just calm down and deal with it. Keep your mouth shut because the stakes are so high on this.” He later told me that they subsequently discovered that the Argentine air force was not actually keeping the planes on the Rio Grande airfield at all. They were stationed on the runways on the huge estancias because they had their own airfields.

De la Billière later blamed the squadron. “I was dismayed to find that the attitude of this unit remained lukewarm,” he wrote in his autobiography. Speaking of Operation Mikado, the brigadier said: “I had to do what I thought was right for all the people whose lives were going to be at stake.”

Even though the board of inquiry exonerated me, I felt I was being blamed for something. But there is no way anyone forced me out of the SAS. I forced myself out. Mike Rose, my commanding officer, who was not involved in the operation, said in a letter: “He decided to resign for his own reasons.” Every May, when the anniversary came around, I always used to feel a bit down.Today I have moved on, but I’ve still got my demons. You don’t really forget about it. We didn’t blow anything up, the jets were not even on the target airfield, and only one of my team set foot, for a few minutes, in Argentina. You would have to imagine your men could walk on water to have had any chance of succeeding, at least based on the intelligence we were privy to.

Who dares wins, but proper planning, reliable information and back-up always help.
 

Daniel G. Gionco

Veterano Guerra de Malvinas
Comparto un texto que Diego Argibay me facilitó por correo electrónico.
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Misión Secreta Británica durante la Guerra de Malvinas”

Articulo de: Oscar Fernández Real

Fuente original: Revista Aeroespacio, n°518 (edición jul/ago año 1997). ISSN-0001-9127

Texto digitalizado por: Diego Argibay, estudiante de historia de la Univ. Nac. de Mar del Plata



En los primeros días de Mayo de 1982, la conducción inglesa de las operaciones del Atlántico Sur estaba muy preocupada por los resultados y por los ataques aéreos argentinos a su flota. El hundimiento del Sheffield y los daños a sus buques de alerta temprana, indicaban que era muy difícil prevenir las incursiones de la aviación argentina. De allí que se decidiera destruir las pistas e instalaciones de las dos bases aéreas desde donde partían los aviones. Sin embargo, un bombardeo de alta cota resultaba complicado y poco efectivo, como ya había ocurrido con el ataque del Vulcan a la pista de Puerto Argentino.

Fue entonces que se planifico realizar un audaz golpe, enviando al crepúsculo del 19 de Mayo dos aviones Hércules C-130 de la RAF, similares a los argentinos, para desembarcar dos equipos de ‘’comandos’’ del Cuerpo SAS, cuya misión seria destruir pistas e instalaciones con equipos de demolición e incendio. Estos hombres pertenecían al Escuadrón B, Regimiento 22° del SAS, con base en Hereford, Gales, a unos 170 km de Londres.

Hay versiones que dicen que se buscaron radio operadores con modismos argentinos para hacer aproximaciones de aterrizaje en las pistas, ya que tenían las grabaciones de las efectuadas por los C-130 argentinos. Los incursores quedarían en las cabeceras con sus turbo hélices en marcha, mientras grupos especializados descendían con Land Rover por las rampas caseras. Las pistas se destruirían a la mitad de su longitud para impedir el despegue de los cazabombarderos Skyhawk y Super Etendard, pero dejando un margen suficiente como para que los Hércules ingleses pudieran salir, ya que estas maquinas tienen la capacidad de operar en STOL (corta distancia).

Se había previsto que los dos aviones atacantes siguieran rutas de aproximación y aterrizaje similares a las habituales de las maquinas argentinas. Pero para brindar un apoyo de guía final, se iba a instalar un pequeño radiofaro de guía satelital con VHF en un punto desierto del Estrecho de Magallanes, para lo cual se desplegaría secretamente hacia ese lugar un helicóptero Sea King. Este aparato podría colaborar para eventuales evacuaciones de personal que no pudieran escapar en los mismos aviones en que habían llegado.

El día convenido, despegaron desde la larga pista de Wideawake en Isla Ascensión, los dos Hércules CILR4XV 296 equipados con sistemas Omega y provistos de lanzas para reabastecimientos aéreos, que habían sido instaladas semanas antes en los talleres Marshall de la compañía Cambridge. Tendrían que cumplir un vuelo de 14.000 kilómetros, algo sin precedentes y superior aun al espectacular vuelo del Vulcan del 1° de Mayo, durante el cual se reabastecerían varias veces con diez tanqueros Vickers CIPLR2 (VC-10 modificados) que se reabastecerían entre si y a los dos Hércules, unas quince veces, a lo largo de la ruta prevista. A bordo iban dos grupos del Special Air Service, con sus característicos pasamontañas marrones. El vuelo hasta la Patagonia insumiría unas diez horas.

Sin embargo, al no recibir del helicóptero Sea King las comunicaciones en clave previstas para continuar la operación, y como esa parte de la misión era fundamental, se hizo abortar el operativo y los dos Hércules con sus equipos regresaron a la Isla Ascensión.

El helicóptero

El helicóptero Sea King matrícula ZA-290 (código operacional - /VC) del Escuadrón 846 embarco en Portsmouth a bordo del portaaviones ‘’Hermes’’ el 29 de Marzo con rumbo a las Islas Malvinas. Durante la navegación se lo equipo con visores especiales para vuelo nocturno y se lo transfirió al ‘’Invincible’’ en la noche del 17 de Mayo, destinado a una misión especial de reconocimiento de largo alcance.

Esa misma noche el ‘’Invincible’’ se dirigió hacia el continente a toda máquina – unos 25 nudos – escoltado por el ‘’Broadsword’’ a una milla, en total oscuridad y en silencio de radio. Los barcos detuvieron su marcha en un sitio no precisado, y de la cubierta delantera del líder, a las 0.15 horas de ese martes 18, despego el ZA-290, pilotado por el teniente Richard Hutchings (un ‘’boina verde’’ instruido en Lympstone, Devon) del Royal Marines, quien era secundado por el teniente Alan Reginal Courtenay Bennet de la Armada Real, y el suboficial Peter Blair Imrie.

Volando a muy poca altura sobre el mar para no ser detectado por los radares, el helicóptero al parecer entro en la isla de Tierra del Fuego por la bahía San Sebastián y sobre un sitio en donde la lengua de tierra que separa la costa del territorio chileno es de apenas unos 4 km.

Sin embargo, los radares de los destructores argentinos y un radar de la Fuerza Aérea detectaron las evoluciones de un helicóptero, cerca de la frontera con Chile, aunque no hay coincidencias sobre la hora y fecha de esa detección. Uno de los operadores del destructor ‘’Bouchard’’ que estaba fondeado en la bahía Esperanza, comunico sin usar el lenguaje cifrado esta novedad al destructor ‘’Piedrabuena’’ que estaba fondeado más al norte. Los registros del radar señalaron que el helicóptero volaba viniendo desde Chile a muy baja altura (con rumbo 090 y a unos 160 km/h) y que luego desapareció, como si hubiera descendido. Unos minutos después el eco volvió a aparecer evolucionando en torno a la estancia Sara Braun, a unos 45 km de Rio Grande. En declaraciones posteriores, el Vicealmirante (R) Horacio Zaratiegu, que estaba a cargo del área de Tierra del Fuego y sur de Santa Cruz durante el conflicto, señalo que esa detección se registró el mismo día miércoles 19, fecha en cuyo amanecer varios testigos chilenos dijeron que había caído la maquina.

Los Jefes de la Base Aeronaval de Rio Grande dispusieron inmediatamente el envío de varias patrullas en seis helicópteros, pero sus observaciones no descubrieron nada anormal en la zona. Preventivamente, se ordeno un refuerzo de guardias con una compañía de infantes de marina y el minado de varios puntos de los alrededores.

El helicóptero se habría ocultado entre unas lomadas hacia las cuales llegaban dos probables rutas de evacuación desde Rio Grande, una que seguía el curso del rio Silva y cruzaba la estancia Sara Braun y otra que llegaba hasta la estancia El Salvador. Estos rumbos serian fáciles de seguir y proveerían de sitios para ocultarse y de agua fresca a los incursores ingleses en caso que no pudieran escapar con sus Hércules.

Liberados de la amenaza de los cazabombarderos y aprovechando la confusión que seguramente afectaría a las bases argentinas al termino del operativo, los buques de la flota británica podrían aproximarse para ayudar a la evacuación de los ‘’comandos’’. Esta misión tenía como antecedente la que habían realizado años atrás comandos israelíes en el aeropuerto Entebbe de Uganda, donde descendieron varios vehículos (hasta un automóvil Mercedez Benz similar al del dictador Iddi Amin) y lograron exitosamente liberar a grupos de rehenes. Este operativo tuvo repercusión en todo el mundo y hasta motivo la realización de una película de acción.

El Operativo

Al parecer, un temporal de lluvia que se desató la noche siguiente, efectuó el último vuelo del helicóptero, cuando intentaba situarse en el sitio previsto. Arrastrada por ráfagas tormentosas al Este, la maquina hizo un accidentado descenso a las 6.25 (hora local) del miércoles 19 de Mayo, en una playa al Sur de Puna Arenas. Su fuselaje quedo de costado y su rotor principal se desprendió a una decena de metros de distancia, sobre las aguas. Su tripulación, luego de destruir los equipos y cámaras de comunicación que habían quedado en el semi destrozado en el fuselaje, se oculto en entre unos matorrales para protegerse de la tormenta, e hizo un precario campamento, antes de cruzar la ruta y trepar hacia un ‘’cerro boscoso’’, donde los ‘’comandos’’ se refugiaron.

Ante esta situación, en las primeras horas hubo nerviosas consultas entre las autoridades chilenas, pues hubiera correspondido internar la maquina y a sus tripulantes hasta el final del conflicto. Sin embargo, la trascendencia periodística que tendría de este hecho perjudicaría la postura de neutralidad que fingía adoptar el régimen chileno. Fue así que se procedió a enviar unas palas mecánicas para cubrir el resto del helicóptero, que estaba semidestruido sobre una playa marítima de pedregullo y pastos, en el paraje denominado ‘’Canadá de los Ciervos’’, entre la bahía Agua Fresca y a 26 kilómetros de la ciudad de Punta Arenas; el fuselaje quedo totalmente cubierto bajo un montículo de grava.

En los días siguientes, y debido a que creían estar en territorio argentino, los tres ingleses se desplazaron unos 20 kilómetros hacia el cerro El Parrillar y su lago. Posteriormente, y al descubrir que estaban en territorio chileno, descendieron y se entregaron a un reten de carabineros. Al gobierno de Thatcher tampoco le convenía que se descubriera su intención de llevar el conflicto hasta el mismo continente americano, sin obtener réditos significativos que lo justificaran. Por su parte, a las autoridades argentinas tampoco le resultaba halagador que se comprobara como efectivos enemigos podían incursionar con cierta libertad sobre sus fronteras continentales.

El que escribe estas líneas, llego al lugar del accidente pocas horas después – antes lo habían hecho periodistas y camarógrafos trasandinos, a quienes no dejaron acercarse hasta el fuselaje caído – acompañado por el fotógrafo Leonardo Zavattaro y el chofer José Fernández. Era ya el anochecer, pero lograron la cooperación de unos pescadores vecinos para que extrajeran del agua los restos del rotor principal del aparato, que se habían desprendido en el accidente. Partes de ese rotor son el único testimonio de esa misteriosa y frustrada aventura bélica, que ahora se entregan al Museo Nacional de Aeronáutica de la Argentina.

El periodista argentino y sus acompañantes fueron detenidos, a poco de fotografiar ese rotor, por tres hombres que se identificaron como detectives de la DINA; Dirección de Seguridad Chilena. Luego de nerviosas tratativas, los policías condujeron a los argentinos a las oficinas del diario ‘’La Región’’, en donde hicieron revelar el material fotográfico para supervisar que habían captado. Los agentes recortaron solamente un cuadrito del negativo en donde se veía a un helicóptero chileno en vuelo, que los argentinos fotografiaron circunstancialmente durante el viaje. El autor de este articulo pudo trasmitir la nota a su diario por medio de la teletipo del periódico local, que los chilenos le facilitaron como cortesía profesional. También revelaron y trasmitieron la fotografía del rotor por medio del trasmisor de telefoto que ellos portaban, logrando una primicia absoluta, que salió publicada en el diario ‘’Clarín’’ en su edición del 21 de Mayo. Los periodistas fueron liberados dos horas más tarde y regresaron inmediatamente en su automóvil a la ciudad de Rio Gallegos.

Pocos días después los tres tripulantes ingleses bajaron de los cerros en donde se habían ocultado y se entregaron a los carabineros de un puesto cercano. Las autoridades chilenas los remitieron a Santiago y desde esta capital fueron transportados por vía aérea a Gran Bretaña, sin dejarlos tomar contacto con la prensa. Al término de la guerra, los tres tripulantes del Sea King fueron distinguidos y condecorados por su actuación en este operativo.

Importa destacar la trascendencia que los mandos británicos le dieron a este operativo, pese a su frustración, pues los dos pilotos del Sea King caído recibieron la Distinguished Service Cross (entre otros 24 seleccionados en tan alto nivel durante esta guerra), una condecoración que sigue en importancia a la Cruz de la Reina Victoria dentro de los rangos del honor militar ingles. El Suboficial Imrie recibió también similar distinción, pero en forma de medalla, según su encuadre.
 
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