Y ya que estamos, comparto un racconto de algunas ideas que en estos días vienen a la cabeza y que hace un rato me puse a tipear.
Después de la guerra, no hubo en general alusiones al tema Malvinas, ni en los medios, ni en la gente, ni en las escuelas, ni en las universidades, ni en el congreso, en ningún lado se hablaba de Malvinas. Muchos de nosotros decidimos entonces no hablar porque nadie quería escuchar.
Para gran parte de la sociedad argentina, aun hoy esa escucha se evita, se esquiva. Aun hoy nos resulta difícil hablar de Malvinas, aun hoy hay muchos que prefieren no saber, no tocar el tema. Aún hoy no sabemos qué hacer con Malvinas, y todavía no asumimos la responsabilidad que todos tenemos en relación a las Islas Malvinas y a la Guerra de Malvinas del 82. Aun hoy, no le encontramos la vuelta al tema Malvinas (ya sea para resolverlo, o para poder guardarlo en un cajón bien ordenadito, cerrarlo y seguir adelante con nuestras vidas). Y aun hoy, hay muchos que piensan que la ignorancia “sabida”, el guardar silencio, el mirar para otro lado, es una salida posible.
¿Qué es lo que pasa con Malvinas?, ¿Por qué no podemos cerrar la herida? ¿Por qué no podemos olvidarnos del tema?
Porque para la gran mayoría Malvinas sigue siendo una Causa, un deseo, una aspiración. Porque queremos recuperar las Islas pero somos presas de nuestra incompetencia para lograrlo, presas de nuestra propia indiferencia e inacción hacia la islas y presas de nuestra responsabilidad en la guerra de 1982 y sus consecuencias. Porque nunca nos comprometimos realmente para buscarle una solución a Malvinas y vivimos esperando que alguien, un día, nos dé una receta o una solución mágica para recuperarlas.
Ese alguien fue Galtieri el 2 de abril de 1982 y todos le creimos, y todos lo apoyamos, y todos estuvimos de acuerdo en ir a la guerra contra inglaterra.
Y hoy los ex combatientes de Malvinas somos la muestra viviente de lo que un día estuvimos todos convencidos que era lo correcto hacer. Somos parte de las consecuencias de una decisión quizás facilista y apresurada. Estamos acá. Somos consecuencia de acciones que decidimos realizar pero cuyo resultado después no nos gustó y nos negamos a aceptar.
A nadie le gustó la derrota, ni las muertes; y por eso se condenó el tema Malvinas; por eso no se quiso hablar de Malvinas. (Como si fuese tan condenable perder por una causa de la que se está convencido, condenable es no luchar por esa causa de la que se está persuadido).
La gran mayoría no quiere “quedar pegado” al tema Malvinas, a la derrota, a la equivocación de aceptar una solución sin el esfuerzo ni la planificación debida.
Por eso hay muchos qué pretenden tratar a los ex combatientes de Malvinas como sobrevivientes o como víctimas, porque de esa manera nos ponen en un pseudo pie de igualdad con los sobrevivientes/víctimas de los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio de la dictadura militar. Y de esa manera indirectamente la “responsabilidad” sobre Malvinas quedaría acotada al ámbito militar, y la "sociedad" quedaría libre de culpa y cargo. Se sacaría así de encima la responsabilidad por la guerra y sus consecuencias, pues está juzgada, aceptada, demostrada (y acotada) la responsabilidad por acción a los militares respecto a la existencia de esos centros clandestinos, respecto a las víctimas que por ellos pasaron, y respecto a lo que en ellos se les hacía. De nuevo la “solución” fácil.
El problema es que nosotros somos ex combatientes, no somos víctimas, ni sobrevivientes, y no concebimos Malvinas como una Causa, si no como una Gesta. Y sentimos orgullo por ser parte de esa “gesta” aunque varios quieran hacer ver a Malvinas como mera manipulación política de un proceso militar en decadencia. Hoy por suerte hay muchos que sin haber estado en Malvinas comparten nuestra visión. Malvinas y dictadura son dos hechos que se cruzan pero que no son la misma cosa.
Malvinas y la guerra es responsabilidad de toda la sociedad. La posguerra y lo que queramos hacer a futuro respecto a las Islas Malvinas también.
Y los años de no querer ver ni saber sobre lo actuado en Malvinas, generaron a su vez un estereotipo de la figura del ex combatiente cercana a un tipo con ropa camuflada que repartía calcomanías o pines en los medios de transporte, con comportamientos de loco, suicida, solitario, proclive a la depresión, pseudo- militar, triste, encerrado eternamente en el recuerdo permanente de los actos de combate, y cosas por el estilo. Estereotipo que desde luego aleja al ex combatiente del resto de la sociedad y que poco tiene que ver con la realidad.
Un estereotipo que poco interés puede despertar en el otro y que poco puede aportar al otro. De ahí también el poco interés en preguntar, en interiorizarse.
Y esa distancia queda muchas veces reflejada en el silencio que se genera inmediatamente cuando un ex combatiente “revela” ante un grupo que estuvo en Malvinas.
¿Que representa para el ex combatiente, contar que estuvo en Malvinas?
Nada del otro mundo. Ni más ni menos que contar parte de su experiencia de vida. Algo que le ha tocado vivir y que ha podido superar con mayor o menor trabajo y/o éxito. Contar un hecho de su vida, con varios detalles que sería preferible olvidar y otros que merecen un eterno recuerdo.
Desde el lado de quien escucha, ese silencio ¿Es producto de cierto respeto hacia la figura del ex combatiente? ¿Es atención al relato para tratar de comprender una experiencia imposible de imaginar para quienes no estuvieron expuestos a un combate? ¿Es producto de la reflexión y observación interna a la que involuntariamente nos lleva, a los argentinos, el tema Malvinas respecto a que se hizo (que se hace, que se hará) en relación a las islas y a la guerra?
Gran parte de ese silencio es también producto de la sorpresa que provoca el darse cuenta que un ex combatiente de Malvinas, pueda pasar desapercibido entre seres “normales”, y que no siempre “se note” esa experiencia en quien la atravesó. La sorpresa de no ver al estereotipo de ex combatiente enfrente suyo. La sorpresa de que no se cuele la sangre en el relato de esa vivencia, de esa experiencia, ni que tampoco aparezca en la narración, la imagen de frío y de hambre impuesta por los medios y algunas agrupaciones de veteranos de guerra que pretenden vender el honor de los ex combatientes por unas monedas. La sorpresa que una experiencia de combate pueda servir para el día a día.
Hoy gracias a muchos, se escuchan de manera diferente los relatos de los ex combatientes, tuvieron que pasar mas de treinta años de aquellos “locos días” en los que convivieron la gloria y la derrota (palabra tan difícil de nombrar). Los relatos que generan interés, los que aportan, son aquellos relacionados a los aprendizajes que nos dejó Malvinas, aquellos que mejoraron nuestras personas. Las vivencias y transformaciones que nos provocó el hecho de pasar por esta dura experiencia en equipo, en grupo, con valores, con honor, con orgullo, con hermanos. No son relatos que se dicen así como así, y ante cualquiera, son más bien revelaciones que se brindan cuando la confianza y el auditorio lo ameritan. Cuando realmente se quiere escuchar nuestra historia de vida, cuando no importan los metros de eslora que tenía el ARA Gral Belgrano o los tiros por minuto que se banca un Oerlikon.
Salutte,