Daniel y muchachos:
Las anécdotas/dudas que se me generaron en Malvinas fueron dos:
La primera pude saldarla antes de que saliéramos de Malvinas y la segunda, mucho tiempo después, aunque intuía cual era la respuesta.-
En primer lugar, todas las mañanas veíamos salir (junto al cabo 1ro. Sotelo) dos tipos relativamente jóvenes, en moto de corss (los dos en una moto), hacia Supper Hill; iban vestidos con ropas sencillas, de calle, así nomás y bien abrigados; a veces regresaban antes del mediodía y volvían a salir, para regresar a la tradecita y, otras veces directamente a última hora del día. La duda, obviamente, era que estos tipos eran infiltrados de los ingleses, o bien, eran kelpers que llevaban información sobre nosotros a los ingleses. No recuerdo exactamente a quien le díje si los podíamos parar y hacerles un mini interrogatorio y ¡NO! ¡No podemos tocar a los kelpers! Seguí observándolos durante casi todo el conflicto y ellos sabían que yo los tenía, porque cuando pasaban cerca mío, me miraban burlonamente pero, como tenía la duda, yo se lo atribuía a algo así como: "ya están cerca los muchachos, vas a ver cuando vengan" o algo así; faltaba que me guiñaran un ojo, no?
Resulta que, el mismo 14 de junio, los tipos estaban por Puerto Argentino paséandose en la misma moto, vestidos de combate, con fusil a la cazadora y boina negra. ¡Saldé mi duda!
La otra se refiere estrictamente a mi labor con las comunicaciones.-
Las comunicaciones alámbricas, es decir, teléfono/central telefónica, se cortaban a menudo y, a veces, en pleno bombardeo o ataque aéreo, había que salir a recorrer para ubicar y unir, donde estuviera el corte; lo arreglábamos y, otro corte en otro lado (varios a la vez, en algunas ocasiones); tenía 4 cabos auxiliares (Refojo, Maya, Rosales y Barba), y 23 soldados para llevar a cabo la tarea; había veces que estábamos todos, incluido Jorge Leiva (subt. Jefe de la sección, hasta que Pío se lo llevó) abocados a la tarea de ubicar y reparar cortes. Con muchísma razón, me llamaban los Jefes de Sección, deseperados, segundos antes de ataques aéreos, es decir, en pleno Alerta Roja, que no tenían comunicación con el PCDA. Lubín, con mucho criterio, nos llegó a amenazar a Jorge y a mi que, si no solucionábamos definitivamente el problema de las comunicaciones, NOS MANDABA DE VUELTA AL CONTINENTE EN EL PRIMER HERCULES QUE SALIERA. ¡Vergüenza! Demás está decir que vivíamos solo para eso, rara excepción.-
Llegó el final, regresamos al continente y, creo que un par de años después, más o menos, sale un libro sobre la guerra, escrito por un kelper que vivía en Córdoba, casado con una cordobesa, donde relataba que durante la guerra, el, lamentablemente decía, había colaborado con Gran Bretaña, desde su lugar, sabotéandonos las líneas de las comunicaciones, sacando las ovejas a pastar, VARIAS VECES AL DIA. ¡Turrro!
¡Lo quería matar al tipo!
Bueno, muchachos, eso por ahora. Si recuerdo alguna más, la escribo.-
Saludos a todos.-
Mario.-