Pero si esa táctica la utilizaron ellos para llegar al poder, así que no vengan ahora a victimizarse. El gobierno de Boric odia el órden, el respeto, los buenos modales, las formas, etc etc, y les encanta el desorden, el caos, la insolencia, los malos modales, la violencia callejera disfrazada de lucha por la libertad, etc. etc., y por eso perdieron el plebiscito de salida. El chileno medio quiere cambios justos, pero no a través de la imposición de la violencia o el amedrentamiento.
El gobierno de Boric lleva 7 meses, a poco de terminar su instalación.
En cuanto al gusto o no por el orden y los modales, es bastante dificil generalizar a un grupo humano diverso sobre la base de algunos casos, más dificil aún es extender dichas generalizaciones sobre toda una generación, con el adjetivo de "depravados".
A partir de lo leido no voy a caer en recomendaciones generalizadas sobre modernizar los paradigmas mentales,
abrir la mente o entrar en contacto con diversas realidades y culturas existentes en nuestra realidad global, sino sólo a título individual. En mi experiencia, el trabajo en el exterior mata fanatismos, racismos, clasismos, religiosidad mal entendida, homofobias, xenofobias y otros males, abriendo el criterio a otras formas de vivir, a otras formas de hacer las cosas.
Cabe recordarse que el status quo actual junto con la base institucional que le determina, fue precisamente instituida en 1980 a través de la imposición de la violencia o el amedrentamiento -utilizando sus propias palabras-.
Ante ello, urge sacarnos el velo de la inocencia al mirar la historia constitucional de Chile: la Constitución de 1833 es consecuencia de la Batalla de Lircay, la Constitución de 1925 de sucesivos golpes de estado y del ruido de sables, la de 1980 de un régimen dictatorial y la de 202X de una revuelta. Históricamente, la clase política chilena ha visto los ensayos constitucionales como respuestas para recomponer un orden institucional cuando el agua ha llegado hasta el cuello.
Finalmente, en lo único que estamos de acuerdo es que el chileno medio quiere (y le convienen) cambios justos y dialogados.
Saludos