El Gobierno impulsa la creación de un campeón nacional en tecnología militar
El Ministerio de Defensa está buscando soluciones urgentes para amortiguar la drástica caída en las inversiones públicas destinadas a la industria militar.
Para ello, el gran objetivo del departamento que dirige Carme Chacón es intentar replicar el modelo de la británica BAE Systems, la francesa Thales o la italiana Finnmecanica.
Estas tres compañías son claramente hegemónicas en sus respectivos países y tienen capacidad para liderar grandes programas internacionales. Bajo esta premisa, el secretario de Estado de Defensa, Constantino Méndez, ha comunicado a los principales grupos del país que
“las circunstancias económicas actuales obligan a limitar el perímetro del sector”, tal como declaró en el Observatorio sobre la internacionalización de la industria de Defensa, organizado por Oesía y EXPANSIÓN.
Hay que tener en cuenta que el 80% de la facturación de este negocio lo copan cuatro grandes grupos:
EADS, Navantia, Santa Bárbara e Indra. De ellas, la primera ya procede de un importante proceso de consolidación europeo, tras la fusión de la española Casa, la alemana Daimler Aerospace y la francesa Matra, hace una década.
Las grandes piezas
De las tres restantes, Santa Bárbara –especializada en carros de combate– está integrada en la multinacional norteamericana General Dynamics. Por lo tanto, las dos grandes piezas sobre las que Defensa ha puesto el foco son Indra y el astillero Navantia, ambas con circunstancias muy distintas.
El Gobierno considera que
“la empresa que posee el liderazgo tecnológico” es la que debe capitanear un proceso para crear un gigante nacional que pueda liderar programas internacionales.
Aunque Méndez no ha puesto ningún nombre sobre la mesa,
nadie duda de que es Indra, con unos beneficios anuales de 196 millones, una actividad diversificada y presencia en un centenar de países, la que tiene la capacidad de tomar esta iniciativa.
Junto a estos gigantes, el sector lo componen otras 850 empresas, que suman una facturación que ronda los 3.500 millones anuales. Numerosos analistas consideran que la supervivencia de buena parte de estas compañías pasa por entrar en la órbita de multinacionales, aunque éste no sea a un buen momento para vender.
Defensa quiere, en paralelo, que este proceso de consolidación sirva para que las empresas reorienten su modelo hacia el llamado homeland security (que incluye vigilancia de fronteras o detección de amenazas terroristas), donde la demanda crece a un ritmo del 20%.
Este enfoque pueden asumirlo sociedades con un alto nivel tecnológico –como Amper, GMV o Tecnobit–, pero las enseñas centradas en actividades industriales y con poca ingeniería tienen menos posibilidades.
El Gobierno también quiere diseñar un plan industrial que defina el futuro del sector para los próximos diez años.
Y es que este negocio vive un momento crítico. La dependencia de los programas del Ejército le había aportado, hasta ahora, mayor estabilidad que a otras actividades.
Los contratos para equipar a las fuerzas armadas no están sometidos a los vaivenes del mercado. Pero tres años de crisis han bastado para darle la vuelta a esta situación.
Contexto difícil
Entre 1996 y 2007 este sector había logrado alcanzar una inversión de 4.000 millones anuales, financiada al 50% con créditos del Ministerio de Industria.
Un escenario que generó un crecimiento sin precedentes. Sin embargo, ha provocado que Defensa haya contraído una deuda de 26.000 millones con el Ministerio de Miguel Sebastián, que debe devolver antes de 2030 y que está asfixiando la posibilidad de iniciar nuevos programas.
Más allá de la caída de las cuentas asignadas a Defensa (el 65% se destina a personal y gastos corrientes), el auténtico desplome se ha registrado en los recursos que van a las empresas. “Se han reducido un 35% en 2010, hasta 700 millones, y en 2011 se espera que retroceda otro 25%”, según explica Enrique Navarro, consejero delegado de la consultora especializada Portfolio IC 2.
Este experto añade que “con estas cantidades financian programas que ya estaban en marcha en 2006, pero la partida para nuevos contratos apenas llega a los 14 millones”.
Una misión difícil
*El reto del Ministerio es imitar el modelo de la británica Bae Systems o la francesa Thales, dos gigantes capaces de liderar el mercado global.
*Defensa también quiere redactar un plan industrial que trace una estrategia de cara a los próximos diez años.
*El negocio de la defensa lo componen más de 850 empresas, que suman una facturación que ronda los 3.500 millones de euros.
*Entre 1996 y 2007 este segmento había logrado alcanzar una inversión de 4.000 millones anuales, financiada al 50% por Industria.
*Este sistema ha provocado que Defensa haya contraído una deuda de 26.000 millones con el Ministerio de Miguel Sebastián
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