Una ola de xenofobia contra africanos sorprende a Israel
Algunos líderes políticos alimentan la polémica para sacar provecho electoral.
susana mendoza / jerusalén
Día 06/06/2012 - 18.35h
afp
Una mujer eritrea y su hija en Jerusalén.
Desde hace unos meses en Israel, la tensión y el miedo parecen extenderse desde Tel Aviv hasta Jerusalén. No se trata de miedo a atentados o un posible ataque iraní, sino una creciente xenofobia y desconfianza hacia la comunidad de inmigrantes africanos, muchos de los cuales llegan desde países en guerra buscando asilo político y a los que se les acusa de haber convertido el sur de Tel Aviv en un gueto.
Estos inmigrantes se han convertido en un objetivo perfecto para los partidos de derechas, sobre para algunos parlamentarios del Likud, que les acusan de haber subido el índice de crímenes en el sur de Tel Aviv y piden la expulsión inmediata de todos ellos.
Los recientes ataques sufridos por los inmigrantes africanos en Tel Aviv y Jerusalén, han sorprendido tanto a la opinión pública israelí, que hasta el ministro de exteriores Avigdor Lieberman, considerado un radical, ha tenido que intervenir este domingo para condenar la violencia después de que unos desconocidos prendieran fuego a un apartamento habitado por inmigrantes africanos en Jerusalén.
Pero donde más se nota la tensión es en el sur de Tel Aviv, una zona tradicionalmente empobrecida, ha aumentado desde hace meses hasta estallar hace dos semanas, cuando una protesta vecinal contra los inmigrantes africanos derivó en una especie de «caza del negro» en la que arremetieron contra cualquier persona de color con la que se encontraron.
En su furia, los vecinos incluso agredieron a un ciudadano israelí de la comunidad judía etíope, también de color.
La comunidad de vecinos se queja de que la actividad criminal, y también las agresiones sexuales, han incrementado exponencialmente desde la llegada masiva de africanos al barrio.
«Desde hace unos diez años, han llegado al sur de Tel Aviv unos 30 mil africanos, la mayoría de Sudán y Eritrea, aunque también han venido desde el Congo y Etiopía, huyendo de las guerras y la represión», explica Sigal Rozen, coordinadora en una ONG de ayuda al inmigrante, Hotline for Migrant Workers.
«Yo entiendo a los vecinos, que están asustados ante el aumento de africanos en sus barrios, pero lo que los políticos están diciéndoles es completamente falso,el crímen no ha aumentado, no sé de dónde sacan esas estadísticas, que sólo mueven al odio y la xenofobia», comenta Rozen.
Uno de los políticos que ha abanderado la causa contra los inmigrantes africanos, el ministro de Interior Eli Yishai, el líder del partido ultra-ortodoxo Shas, ha llegado a decir que el número de mujeres israelíes que han sido violadas por africanos es mucho mayor de lo que hay registrado.
«Muchas mujeres israelíes han sido violadas por inmigrantes africanos, pero no se deciden a hablar con la policía por que han contraído el VIH y tienen miedo a ser estigmatizadas», comentó Yishai hace unos días a un periódico local.
«Si no hacemos algo, como meterlos a todos sin excepción en bases militares, […] estos infiltrados y los palestinos, acabarán con el sueño sionista», dijo Yishai.
Para Rozen, Yishai y otros políticos de derechas están usando descaradamente el miedo y la xenofobia para vender votos. «Yishai y otros, como Danny Danon, del Likud, se inventan ataques y datos que están repercutiendo muy negativamente en esta parte de la ciudad. Se han dado cuenta recientemente de que el miedo al extranjero vende muchos votos. Mientras, el gobierno no hace nada para evitar todo esto».
La mayor parte de los vecinos sin embargo discrepa con Rozen en cuanto a que los ataques y los robos sean un invento.
Para Elad, un vecino del barrio de Shapira, en el sur de Tel Aviv, la inseguridad ha aumentado desde hace unos cinco años, hasta el punto en que tiene que ir a recoger a su esposa al trabajo.
«Muchas vecinas israelíes y amigas mías también se quejan de que no pueden caminar solas por la calle por que los africanos van en grupos grandes y las acosan, e incluso me han hablado de ataques físicos, que les han tocado o que han intentado violarlas. La verdad que el clima es mucho más tenso ahora que hace unos años y ya casi nadie se junta de noche en el parque del barrio por que está tomado por los inmigrantes y es peligroso,» dice Elad.
El portavoz de la Policía israelí, Mickey Rosenfeld, sin embargo asegura que la criminalidad en Tel Aviv no ha aumentado en los últimos años. «No puedo dar datos exactos del sur de Tel Aviv, pero sí de toda la ciudad, y el crímen sigue al mismo nivel que hace años», explica Rosenfeld.
Adam, un congoleño que hace de portavoz para la comunidad africana en la zona, se defiende de las acusaciones. «Yo no digo que no haya crímenes, siempre ha habido y hay que tener en cuenta que somos 30 mil viviendo aquí, así que entre tantos, claro que va a haber alguien que sea un criminal pero no somos todos. Lo que el gobierno tiene que hacer es conceder el estatus de refugiados a los que vienen de países en guerra y así la gente podrá trabajar de manera legal y por todo el país y no estar todos concentrados en Tel Aviv».
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu anunció a bombo y platillo hace unos meses la construcción de un gigantesco centro de acogida para los inmigrantes en el desierto del Negev, que podrá contener hasta seis mil refugiados.
Ahora mismo los 60.000 inmigrantes africanos en Israel se encuentran en un limbo legal. Los que solicitan asilo político aguardan años hasta conseguir una respuesta, mientras se les permite residir en el país, aunque sin visado de trabajo.
Menos de tres visados al año
«Israel tan sólo ha concedido 157 visados de refugiados desde que firmó la Convención Internacional de Refugiados en 1951. Mientras, mantiene a la mayoría de los africanos que cruzan el Sinaí para entrar en Israel en un estatus intermedio, que podría permitir incluso la deportación a sus países de orígen, en los que probablemente se enfrentarían a una muerte segura», asegura Rozen.
«Además ahora con la nueva ley contra los infiltrados, que entró en vigor en enero, se podrá mantener a los refugiados en cárceles por todo el país durante tres o más años, sin juicio ni posibilidad de otra alternativa».
«Lo que me hace gracia es que el gobierno no entiende que la mayoría de esta gente prefiere la cárcel en Israel, por el tiempo que sea, a lo que les espera en sus países, que suele ser la muerte o la miseria».