Casi no quedan vestigios de los días de esplendor del buque
Desmantelado: fue nave insignia de la Armada, hace 55 años que flota, pero hoy su estructura parece vencida por la corrosión.
Sábado 08 de agosto de 1998
PUERTO BELGRANO.- "A bordo del Portaaviones 25 de Mayo...", rezaría la crónica de una década atrás. Hoy debemos decir: "A bordo de lo que queda de la nave insignia de la Flota de Mar".
Una estructura vencida por la corrosión, totalmente desmantelada, cables y mangueras colgando, cañerías oxidadas y pisos endebles, donde el visitante debe procurar caminar por las zonas abulonadas para evitar un accidente, sería la síntesis de un primer vistazo al buque amarrado en la Capitanía de Puerto, en el área "taller de control de averías".
A poco de comenzar el recorrido por el interior de la nave se puede observar que nada quedó de lo que se consideraba material útil. Allí habitaron, en los momentos de esplendor, 1100 hombres, por lo que puede imaginarse una pequeña población flotante y comodidades para vivir y desempeñar la misión militar.
Su última campaña fue la zarpada de la flota al iniciarse la guerra de las Malvinas. Luego vinieron algunos ejercicios militares y, a mediados de 1980, comenzó a considerarse la salida del servicio.
El costo del mantenimiento de esa estructura superada por el tiempo hacía imposible y antieconómico cualquier presupuesto. Al tomarse la decisión de venderlo se recomendó a los talleres especiales de armas, electrónica, comunicaciones y óptica y control de tiro de la Armada rescatar los materiales útiles.
Algunos de esos elementos formarán parte del museo naval, otros ocupan distintas dependencias de la Armada y otros quedaron instalados, como el viejo radar ubicado sobre el puente de mando, cuyo desmantelamiento era más costoso que su propio valor.
Valiéndonos de linternas y de la guía personal que se encuentra de guardia en el buque se llega a las viejas salas de máquinas, hoy convertidas en peligrosos precipicios metálicos, de unos cuantos metros de profundidad, y donde quedaron al descubierto las cuadernas y materiales que componían las paredes y pisos. Todo corroído.
El hangar parece un gran salón deshabitado, lugar ocupado antes por los aviones A4Q o helicópteros Alouette, que eran llevados a la cubierta por poderosos ascensores.
El puente de mando y la torre de control fueron aprovechados en este tiempo por una gran cantidad de palomas, que buscaron los mejores lugares para anidar.
Recuerdos del mar
Con nostalgia, el personal a cargo y otros ya retirados recuerdan pasajes de sus vidas en cada lugar de esta nave, botada el 17 de enero de 1945, en el astillero inglés Cammell Laird, y bautizado como Venerable el 17 de mayo de ese mismo año.
El 28 de mayo de 1948 fue transferido a Holanda con el nombre de Karel Doorman. El 10 de octubre de 1968 fue incorporado a la Armada Argentina como 25 de Mayo. El 28 de septiembre de 1969 se incorporó a la Flota de Mar como nave insignia.
La eslora es de 214 metros y 40 de manga; la altura máxima es de 50 metros, su calado es de 7 metros y medio y desarrollaba una velocidad máxima de 25 nudos, con una capacidad de desplazamiento de 19.800 toneladas y con espacio para transportar hasta 30 aviones.
El casco está en condiciones de navegabilidad, comentó a
La Nación el suboficial a cargo de la guardia, que diariamente coloca en la pizarra la fecha y los nombres del personal a cargo, en el único lugar del buque que permanece mantenido para cumplir su servicio, junto a la escalera que lleva a tierra.
Oscar Baltián
http://www.lanacion.com.ar/106197-casi-no-quedan-vestigios-de-los-dias-de-esplendor-del-buque
