Noticias de la Fuerza Aérea Argentina

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VETERANO DE GUERRA DE MALVINAS
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CLARIN Crónica desde el hielo
Marambio íntima: agua, aire, fuego y tierra, los cuatro elementos en la Antártida
La vida cotidiana en la Base Marambio, según los elementos esenciales de los filósofos griegos.

Los enviados de Clarín, Mario Quinteros y Héctor Gambini, trabajando en la Antártida.



L


HÉCTOR GAMBINI
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10/11/2018 -
El filósofo griego Tales de Mileto consideró que el principio de todas las cosas era el agua. Luego Anaxímenes propuso que ese origen -o arché- era el aire. Heráclito creyó que era el fuego, y Jenófanes la tierra.
Estar en la Antártida es acercarse a la ilusión de habitar un rincón virgen del planeta. Las fuerzas de la naturaleza explotan allí en toda su dimensión. ¿Cómo las usa el hombre para coexistir con ella y quedarse a observar el mundo desde aquel catalejo inhóspito y lejano?


Agua
La Antártida es la reserva de agua más grande del planeta pero allí no llueve ni hay plantas. El viento y la temperatura hacen que, cuando cae algo del cielo, sólo sea nieve. Para conseguir agua en la Base Marambio hay que trabajar en grupos organizados. En estos días de primavera hay una pequeña laguna en la base, entre el edificio principal y el que resguarda a los generadores eléctricos, y en ella se hunden las mangueras con bombas que terminan transportándola por un sistema de cañerías durante cientos de metros hasta dos tanques de 10.000 litros que se cuidan como oro. De allí se alimentan los baños y la cocina, pero para beberla hacen falta aún varios pasos más. Un proceso de potabilización nocturno termina con el agua lista para tomar en un par de canillas de la cocina y en dos expendedores para el uso común, en un rincón del comedor. De allí se puede llenar una taza de té sin pensar que costó el trabajo de seis personas durante 6 horas.
Para que los caños que transportan el agua no se congelen ni se rompan, están forrados con telas calefactoras que los mantienen siempre por arriba de cero grado. Tanto trabajo hace que el agua deba racionarse cuidadosamente. Las duchas no deben exceder los 5 minutos y hay días asignados para bañarse de tres a cuatro días por semana. El agua no debe correr mientras uno se cepilla los dientes (sólo se abre la canilla para el enjuague) y no hay plantas a la vista, ni siquiera de interior. Regarlas sería gastar agua.

https://www.clarin.com/sociedad/fot...e-marambio-continente-blanco_5_K8jKJjwQ0.html
El mar que rodea a la Base Marambio encierra toda la fauna que puede andar cerca de ella. La Antártida no es la Puna, donde llamas o guanacos se pasean frente al visitante en cualquier sitio. Los pingüinos viven en colonias alejadas -lleva seis horas de caminata ir y volver- y las aves de la isla (las sagaces skuba) no se apartan de ellos: se alimentan de sus huevos y de sus pichones. En Marambio, donde hay vida humana no hay vida animal a la vista.


Aire
El elemento de Anaxímenes es omnipresente como el hielo. El aire trae los poderosos Hércules que llegan desde el sur de América -tres horas y media de vuelo desde Río Gallegos- y saca el pequeño Twin Otter -una avioneta con esquíes, de origen canadiense- a hacer el reparto "fino" que corresponde a cada una de las otras cinco bases argentinas en la Antártida: Belgrano, San Martín, Orcadas, Carlini y Esperanza. Los pilotos de la Fuerza Aérea son el cordón umbilical de las bases con el continente americano. Y también la única ambulancia posible en situaciones de emergencia: hace unos meses salvaron a un hombre que había caído por una grieta en el hielo en la base Orcadas y sufrió fracturas múltiples y expuestas. El Twin Otter lo fue a buscar para llevarlo a Marambio, y de allí un Hércules lo trasladó a Río Gallegos. El accidentado sobrevivió.
Estar en la Antártida es vivir dentro de un huracán permanente. Los vientos se miden en una unidad náutica: los nudos. Un nudo equivale a algo menos de 2 kilómetros por hora, de modo que las ráfagas de 70 nudos que hicieron que el Hércules demorara seis días en regresar a Marambio la semana pasada eran vientos de unos 120 kilómetros por hora. Eso ya es un huracán de Categoría Uno, según la escala de la NASA. Y eso ahora, que es primavera.
Ese viento baja la sensación térmica unos 10 grados, hace temblar constantemente el piso de la Base Marambio -está elevado sobre unas estructuras de hierro y el viento pasa por debajo- y provoca efectos mágicos e inesperados en el viajero inexperto: apaga los celulares.Aunque esté con la carga completa, el viento helado se la devorará en segundos. También atraviesa la lana. Las manos con guantes sólo sirven dentro de los bolsillos de la campera rompevientos. Fuera de ellos, unos tenues pinchazos en los dedos indicarán que comienzan a congelarse.

La cocina de la Base Marambio (Rafael Mario Quinteros).
Fuego
Las únicas llamas que se ven en la Base Marambio son las que salen de las hornallas de la cocina donde estos días almuerzan y cenan 80 personas entre militares, científicos y visitantes de paso. Allí se cocina con verduras deshidratadas y puré y huevos en polvo: ningún producto fresco que se eche a perder con el paso de los días baja del Hércules. Sí hay carne, que se mantiene en cámaras y se va racionando hasta que lleguen las provisiones en el próximo avión. En el postre dominan los enlatados: el rey es el durazno en almíbar con dulce de leche.
La calefacción de la base es completamente eléctrica. Nace en tres modernos generadores que consumen 60 litros de gasoil antártico por hora. El gasoil antártico está tratado químicamente con anticongelantes, de modo que se lo almacena en una fila interminable de enormes tanques a la intemperie donde resiste todo el año.

https://www.clarin.com/sociedad/fot...entifica-antartida-argentina_5_bclSwRLu2.html
El fuego es la supervivencia indispensable del calor pero también el fantasma mayor de la base. Un incendio sería devastador. Por eso algunas de las puertas del largo pasillo del edificio principal de Marambio son rojas y tienen la leyenda "puerta cortafuego". Generan espacios seguros donde buscar refugio y aislarse de un posible incendio dentro del mismo edificio. Como aún hay áreas que no son ignífugas -el comedor principal está completamente forrado en madera, igual que los pisos de toda la base-, y por eso hay opciones de refugio fuera de allí. Una es una estructura con camas, preparada como alojamiento de emergencia por si llegara a ocurrir un accidente de ese tipo. Otra, el hangar donde se guarda el avión Twin Otter. Tiene las dimensiones de un polideportivo y allí podría estar a salvo la dotación completa, esperando un rescate en bolsas de dormir pero a salvo del viento y la nieve.
Para controlar los riesgos están "los rojos", el cuerpo de bomberos de la base, que este año integra también una de las seis mujeres que trabajan en el área militar de Marambio. Las otras ocupan los puestos de médica, enfermera, cocinera, meteoróloga y encargada de la torre de control. La última es Olga Valderrama, una jujeña que nunca había visto la nieve hasta que llegó a la Antártida, que dice estar "feliz" de que haya seis mujeres este año y que nunca se sintió marginada por el género: "Acá compartimos todo y hacemos todas las tareas a la par de nuestros compañeros hombres. Somos humanos trabajando en equipo, más que mujeres u hombres", dice. Y lagrimea cuando recuerda a su mamá, allá en Jujuy, que la abrazó fuerte cuando ella le dijo que partía hacia el fin del mundo. Ese abrazo aguanta 5.000 kilómetros.

La Base Marambio en la Antártida Argentina (Rafael Mario Quinteros).
Tierra
El suelo de la Antártida es de permafrost, una capa de suelo congelado que parece una mezcla de arcilla y arena y luce como barro cuando comienzan los deshielos. Ocupa un 20 por ciento de la superficie terrestre y es típico en Alaska, Canadá, Rusia y la Antártida.
Pero la palabra tierra tiene un significado especial para la avanzada argentina en el continente blanco. La pista de aterrizaje actual de Marambio fue la primera en la que pudo aterrizar un avión con ruedas en toda la Antártida. Hasta entonces sólo lo hacían pequeñas naves con esquíes que anevizaban sobre glaciares.

https://www.clarin.com/sociedad/fotogalerias-antartida-vuelo-twin-otter_5_6rbIKqaqI.html
La construyó en 1969 un grupo de hombres que subió a la meseta caminando por las cuestas empinadas y quitó a pico y pala las grandes piedras de la superficie para despejar un área natural plana en la que los vientos barren la nieve caída. Sobre aquella pista de tierra nació Marambio. Juan Carlos Luján tiene ahora 79 años y estuvo en aquel equipo antártico, pico en mano, haciendo la pista original sobre la meseta helada. Sentado frente a Clarín, recuerda que cuando llegaron al lugar en una avioneta con esquíes se rompió uno de ellos y lo repararon con alambres. "En el 69 el hombre llegó a la luna y nosotros hicimos la primera pista de tierra de la Antártida arreglando los problemas con alambre", ríe hoy, cada vez que el Hércules vuelve a bajar en su pista para que el ciclo Marambio del agua, el aire, el fuego y la tierra comience de nuevo.
 

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VETERANO DE GUERRA DE MALVINAS
Colaborador
APOYO DEL ÁREA DE MATERIAL RÍO IV AL PROYECTO “RELAMPAGO”

Este trabajo de investigación internacional que se está desarrollando en estos días y continuará hasta diciembre del presente año, tiene como base de operaciones las instalaciones del Área Material Río IV de la Dirección General de Material. Dicha experimentación consiste en la investigación de
tormentas eléctricas de alta intensidad que, según estudios previos, se dan en esta región central del país, transformándose así en un laboratorio natural con eventos de características extremas. Más de 100 científicos
de Argentina (que incluye al INVAP y al CONICET), Estados Unidos y
Brasil, realizan este
estudio con la instalación de radares y estaciones meteorológicas y contando con vehículos y aeronaves adaptadas para la denominada “caza de tormentas”, buscando precisar alertas meteorológicas con
anticipación y mayor certeza.
De este modo, la Fuerza Aérea Argentina, a través de este organismo aeronáutico militar, brinda su apoyo logístico a este proyecto científico
de trascendencia mundial de manera subsidiaria a sus tareas específicas,
demostrando una vez más, aportando con sus recursos humanos y materiales, la participación activa en acciones y medidas de cooperación
en apoyo a toda la comunidad.
#ÁreaMaterialRíoIV #ProyectoRelámpago
#TormentasEléctricasDeAltaIntensidad
#ApoyoLogístico
#OrgulloDePertenecer


















 

Nopelovic

Guardián de los Sótanos
Colaborador
APOYO DEL ÁREA DE MATERIAL RÍO IV AL PROYECTO “RELAMPAGO”

Este trabajo de investigación internacional que se está desarrollando en estos días y continuará hasta diciembre del presente año, tiene como base de operaciones las instalaciones del Área Material Río IV de la Dirección General de Material. Dicha experimentación consiste en la investigación de
tormentas eléctricas de alta intensidad que, según estudios previos, se dan en esta región central del país, transformándose así en un laboratorio natural con eventos de características extremas. Más de 100 científicos
de Argentina (que incluye al INVAP y al CONICET), Estados Unidos y
Brasil, realizan este
estudio con la instalación de radares y estaciones meteorológicas y contando con vehículos y aeronaves adaptadas para la denominada “caza de tormentas”, buscando precisar alertas meteorológicas con
anticipación y mayor certeza.
De este modo, la Fuerza Aérea Argentina, a través de este organismo aeronáutico militar, brinda su apoyo logístico a este proyecto científico
de trascendencia mundial de manera subsidiaria a sus tareas específicas,
demostrando una vez más, aportando con sus recursos humanos y materiales, la participación activa en acciones y medidas de cooperación
en apoyo a toda la comunidad.
#ÁreaMaterialRíoIV #ProyectoRelámpago
#TormentasEléctricasDeAltaIntensidad
#ApoyoLogístico
#OrgulloDePertenecer


















Se ven de fondo el "Pepsi", otro casco más de MIII, y varios Su........
 

BIGUA82

VETERANO DE GUERRA DE MALVINAS
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Si bien sería un post en algun tema de la Armada de la Republica Argentina,lo quiero poner aqui ya que la nota describe esos valores inmanentes de los hombres y mujeres de las FFAA de la Republica Argentina.

La lección de un submarino y la esperanza que haya Patria
por María Lourdes Puente *
Aún no se sabe qué ocurrió y tampoco hay noticias de dónde están los restos de la nave y sus cuarenta y cuatro tripulantes. Para la autora, resulta crucial reflexionar sobre la importancia de tener fuerzas armadas. por María Lourdes Puente Compromiso. 44 vidas que siguieron una vocación que se basa en la certeza de que vale la pena vivir en comunidad. Los familiares y una herida abierta en forma permanente.


FOTO: CEDOC
El 8 de noviembre del 2017, cuarenta y cuatro ciudadanos argentinos, alistados en la Armada, decidieron subirse a un submarino… Fue su último destino. Siete días después la unidad perdió contacto con la base y lo que sigue es historia conocida.
Al cumplirse el primer año de esa ausencia, después de que esa partida inesperada nos cuestionara sobre el vínculo argentino con su mar y sobre la importancia en la dirigencia de la Defensa, surge una nueva pregunta.
¿Qué te lleva a subirte a un submarino para hacer ejercicios navales, a patrullar el mar Argentino, a ponerte un uniforme, a respetar una autoridad, a seguir una disciplina, a trabajar sincrónicamente con un grupo en tareas diferentes, y convivir en un espacio reducido, y enfrentar eventualidades conocidas o no?
Vocación. ¿Por que un joven argentino decide elegir para su vida la vocación militar? ¿Qué lleva a un ciudadano de 18 años a ponerse un uniforme, y estudiar esta profesión que tiene tan poca prensa? ¿Qué movió a cada uno de aquéllos 44 a hacerse a la mar en un submarino, vistiendo uniforme, creyendo en una misión, palpitando una profesión que en el mar se hace aventura?
Hay más de una respuesta a estas preguntas. De hecho, es difícil que exista una igual a la otra. Lo cierto es que la profesión de las armas no tiene buena prensa en Argentina, y podrían darse mil razones que expliquen por qué no está entre las opciones más requeridas.
Sin embargo, ese noviembre del año pasado, la ausencia de 44 que eligieron esa profesión, nos hermanó en su búsqueda, y a un año de no encontrarlos, sin respuestas ni certezas. Al mirar sus fotos me pregunto: ¿por qué ese 8 de noviembre decidieron subirse a ese submarino en el que estaban destinados?, y partieron a la mar.
En un mundo que tiene en crisis el sentido de lo colectivo, que no entiende el significado de Patria si no es con fundamentalismo, autoritarismo y xenofobia. Que el que tiene y es exitoso cree que no le debe nada a nadie, sino que se lo ganó por sus méritos y su esfuerzo, nada tiene que ver su país. Que el que no tiene, es excluido y no se siente parte de un todo que lo contenga y se ocupe de que no quede afuera.
Un mundo en el que el colectivo Patria o Nación es reemplazado por colectivos de intereses parciales. En el que el “vivir juntos” va perdiendo valor, y con esa pérdida, va debilitándose el Estado, como expresión jurídica institucional de ese vivir juntos.
Globalización. En ese mundo en el que Argentina está inserta vía globalización, se perdieron los fundamentos del vivir juntos, y el sentido del aporte de cada miembro y cada sector que componen una sociedad y la hacen posible En recursos, en cumplimiento de reglas, en que me importen los otros que están conmigo.
Sentido colectivo. ¿Estaban locos? ¿Se quedaron en el tiempo? ¿No se dieron cuenta que ya no creemos en la camiseta? ¿Que pensamos que podemos arreglárnosla solos y que no necesitamos un cuerpo profesional que sepa algo de guerra, porque no nos amenazan? ¿Que no sentimos peligros vinculados a los que nos pasa como vivir juntos? ¿Nadie les dijo que no tememos que nos amenacen, que vengan por nosotros ni por nuestros recursos? ¿Nunca se dieron cuentan de que ningún dirigente incluyó en su proyecto la defensa?
Probablemente aquellos hombres y aquella mujer crecieron en una familia que creía en el sentido de la Patria. Un sentido que solo se transmite desde la niñez, un valor que se respira o que no existe. Pero que no se puede comprar ni vender. Ni imponer el día que necesitamos tenerlo.
Quizás en su seno, descubrieron la vocación de defender ese intangible que habrán sentido valioso, la Patria. Patria que es su familia, su barrio, su camiseta del club, pero también la bandera en el colegio, la escarapela en la solapa, el grito de gol en un Mundial. Explicar porqué puede atraer la profesión militar en un país que está tan desvalorizado el uniforme y deteriorados los medios, es difícil. Pero mucho más difícil es explicarla en un país en el que sus propios ciudadanos no creen en la camiseta, en lo que los une. Para que la profesión militar tenga sentido, hay algo que tiene que haber, y es algo que valga la pena defender. Ellos y ella creían que había algo. Quizás partieron para dejarnos esa esperanza. Hay una Argentina, por la que vale la pena estudiar para defenderla.
Hay un colectivo celeste y blanco cuyo mar hay que custodiar. Hay un vivir juntos que todavía inspira a algunos jóvenes a elegir entrenarse para su defensa. Ellos y ella creían que valía la pena y se animaron a estudiar y ser parte en esa profesión, con esos medios, con el desprecio y la desconfianza de alguna parte de la sociedad aun, y con poca claridad sobre sus misiones. Y entonces hay familias que transmitieron ese fuego, y hay escuelas que inspiraron todavía ese amor y hay Argentina que defender. La crisis del vivir juntos no afecta solo a la profesión militar: también al docente, al político, al juez.
Todo aquello que tenga que ver con el vivir juntos está puesto a prueba en un mundo que promueve el individualismo, el consumo y la atomización. La vocación pública pierde sentido si no hay Patria. Se desnaturaliza. No están locos. Tripulantes del ARA San Juan. Su vocación puede ser una esperanza. No están locos por creer que hay Argentina que defender, porque queremos más locos que estén dispuestos a creer en ese colectivo, queremos políticos para conducirlo y mejorar la vida de todos los que somos parte, con camino, rumbo y sentido; ciudadanos que cada uno ponga su parte creyendo en todos; y entonces, ahí, la defensa estará menos maltrecha, porque solo tiene sentido, si hay colectivo, si hay Patria. Hace una década, la campaña de la Armada para convocar a jóvenes argentinos era “Viví distinto”. Y convocaba a vivir esos valores donde lo colectivo trasciende a los destinos personales. Quizás en esa inspiración, 44 hermanos nuestros subieron hace un año a un submarino, y en su partida nos dejaron su esperanza, ésa de que se puede vivir distinto. Solo hay que creer que vale la pena vivir juntos.

*Politóloga UCA, especialista en Seguridad internacional, Defensa e Inteligencia. (Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a [email protected]
 
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