Mali, un tesoro amenazado
Jose María Robles | Madrid
Ahora que ya se habla de Mali en términos de
potencia de fuego tal vez sea necesario volver la mirada a la
excepcional riqueza cultural y patrimonial del país africano. A su 'skyline' único de adobe y picas de madera. A los manuscritos centenarios de sus bibliotecas del desierto. Incluso a los cantos y cuentos tradicionales preservados en el boca a boca de sus griots.
En definitiva, a todos esos tesoros amenazados –algunos finalmente
destruidos– primero por el
conglomerado yihadista que controla desde la primavera de 2012 ciudades como
Tombuctú y Gao,
frenado en plena ofensiva hacia el sur por la intervención militar de París, y en última instancia susceptibles de sufrir daños por la propia intensidad del conflicto.
Los más de 3.000 kilómetros que separan Madrid y la capital Bamako -la mitad de distancia en el caso de Canarias- no impiden ver lo que está en peligro en un
territorio de resonancias evocadoras al que nos trasladan el geógrafo onubense Abu Abdulá Al-Bakri (siglo XI), el arquitecto y poeta granadino Abu Isaq Es Saheli (s. XIV), el militar almeriense Yuder Pachá (s. XVI), el explorador malagueño Cristóbal Benítez (s. XIX), el mismísimo
Gaudí (cuenta la leyenda que
se inspiró en la arquitectura sudanesa-saheliana para sus construcciones de formas sinuosas) o el artista mallorquín
Miquel Barceló.
'El cuaderno de barro', documental sobre la obra de Barceló en Mali.
La UNESCO incluye en su declaración de
Patrimonio de la Humanidad cuatro localizaciones malienses:
Tombuctú (inscrita en 1988), las ciudades antiguas de
Djenné (1988), la tumba de los
Askia (2004) y los farallones de
Bandiagara (declarados como bien cultural y natural en 1989). En la primera ya dejaron de existir este verano la
milenaria Puerta del fin del mundo de la gran mezquita de Sidi Yahia (la creencia local aseguraba que no se abriría hasta el Día del Juicio Final) y el
mausoleo del santo Sidi Mahmud, por citar uno de los 16 sepulcros o tumbas consagrados a la veneración local.
"Tombuctú es una ciudad emblemática del Islam africano, lugar mítico como centro comercial y residencia de sabios, llamada 'la ciudad de los 333 santos'. Fue centro clave de la expansión del Islam en África, especialmente en los siglos XV y XVI, y de su época de esplendor conserva varias mezquitas y numerosas madrasas, algunas de las cuales se remontan al siglo XIV", explica el profesor
Antonio Momplet Míguez. "Algunas de estas instituciones fueron depositarias de
importantes manuscritos procedentes de Al-Andalus llegados durante su época final y tras la definitiva expulsión de los musulmanes hispanos. También estos miles de obras únicas están sin duda gravemente amenazadas".
Titular del departamento de Historia del Arte Medieval de la Universidad Complutense y autor de libros como 'El arte hispanomusulmán', Momplet califica de
"verdadero desastre" la acción destructora de los grupos extremistas islámicos (
Ansar Din, AQMI y MUYAO) que se hicieron fuertes tras el
golpe de Estado militar del 22 marzo y a los que en estos momentos se trata de neutralizar en el autoproclamado estado independiente de Azawad.
Islamistas destruyen un mausoleo en Tombuctú el pasado mes de julio. | Afp
Esta alianza de radicales ha impuesto una
lectura fundamentalista que lleva a renegar de toda exaltación religiosa personalista y a considerar
idolatría y herejía cualquier forma de culto –como estos santuarios, de orígen sufí– que se separe del más estricto monoteísmo.
"Las razones esgrimidas son tan parcas como inaceptables", se desmarca Momplet de lo que llama supuesto "mandato divino".
"La idea de que esto sea parte de una interpretación estricta del Islam es una falacia. Más bien se podría decir que es una interpretación sectaria y equivocada de su doctrina e ideología".
Caso distinto a los budas de Bamiyán
"El paralelismo con la destrucción de los
budas de Bamiyán coincide en ser consecuencia de las acciones de radicales islámicos", continúa explicando el docente a propósito de la desaparición de las esculturas gigantes afganas, obra de los talibán en 2002. "Siendo ambos casos inaceptables, sin embargo
hay una diferencia notable: los budas procedían de una cultura religiosa distinta, mientras que en el caso de Tombuctú todo forma parte del mundo islámico". La
catedral de Mogadiscio sería otro ejemplo.
"Fue más grande de África hasta 1920, una copia de la de Cefalú (Sicilia) enclavada en el antiguo centro histórico de la capital somalí”, explica el periodista de EL MUNDO
Alberto Rojas, que
acaba de regresar del no estado africano. "La interminable guerra civil que destruye el país desde 1989 ha reducido el edificio a un
maloliente vertedero en el que viven cientos de refugiados. El Cristo del retablo ha sido decapitado a balazos y la tumba del último obispo, Salvatore Colombo, saqueada por yihadistas de Al Shabab".
La mezquita de Sankoré, en Tombuctú, amenazada por los radicales.
Debido a las
continuas agresiones contra los monumentos históricos de Tombuctú, la UNESCO decidió a finales de junio de 2012 incluir los monumentos de la ciudad en la
lista de Patrimonio Mundial en peligro. En situación de indefensión quedaban la
mezquita de Djingareyber y la de Sankoré, con forma de pirámide truncada y sede de la universidad coránica del mismo nombre. Sorprendentemente, parte de la biblioteca de este templo se guarda desde hace siglos en el
Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, según revela el periodista
José María Arenzana.
Bibliotecas 'secretas'
"Fue trasladada de Tombuctú a Rabat, y de allí se intentó llevar a Tánger por barco, pero fue apresado por unos piratas, que se llevaron la biblioteca. Un barco español interceptó a esos mismos piratas y se quedó con los documentos. La biblioteca se depositó en El Escorial, donde un incendio destruyó en el siglo XVII parte de los fondos".
Arenzana, que ha viajado a Tombuctú en dos ocasiones, es fuente de obligada referencia. No en vano, conoce como pocos el
juego de equilibrios en el que se mueve la política regional y, además, ha tenido oportunidad de estar cerca de
uno de los grandes tesoros documentales del país: el denominado Fondo Kati, una extraordinaria colección de 3.000 manuscritos andalusíes que salieron de España en el siglo XV para la que la Junta de Andalucía levantó la Biblioteca Ángel Valente de Tombuctú hace 10 años.
Ejemplares manuscritos del Fondo Kati, integrado por 3.000 ejemplares únicos.
Citaba días atrás el periodista
José María Olmo los versos del maliense Ahmadou Hampaté Bá: "En África, cuando un anciano muere, una biblioteca arde, toda una biblioteca desaparece, sin necesidad de que las llamas acaben con el papel". El legado de la familia Kati, salvaguardado por el actual patriarca
Ismail Diabié, ha sobrevivido a decenas de generaciones y a la rapiña gracias a que desde el siglo XIX yacía en aldeas accesibles sólo por vía fluvial y enterrado en chozas de pastores miembros del clan.
El Fondo Kati incluye
textos sobre matemáticas, economía, medicina, filosofía, derecho, ciencia y religión en árabe, hebreo y castellano aljamiado. Ejemplares de valor inestimable como el
'Tarik el-Fettach' ('Crónica del viajero', fechada en el siglo XV y considerada la primera historia de África contada por africanos) han logrado de momento mantenerse fuera del alcande de los extremistas.
Rica en manuscritos es también la
biblioteca del Centro Ahmed Baba. Construida a finales de los 60 con el nombre de un sabio local y gracias al impulso de la UNESCO y ONG noruegas y canadienses, hasta estos días subsistía gracias a la aportación económica de la Casa Real saudí.
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