El sonido de un dictador que se prepara para una larga batalla
Autor: Jonathan Spyer
El discurso del presidente Bashar Assad (en la foto) en el Parlamento sirio se destaca más por lo que el dictador no dijo que por lo que dijo.
Los trascendidos de los funcionarios de Assad a los medios de comunicación, en los días previos, habían aumentado las expectativas de que podría tratar de apaciguar las protestas ofreciendo una serie de concesiones. En particular, la posibilidad de cancelar las Leyes de Emergencia vigentes en Siria desde 1963 había sido insinuada por su asesor, Bouthaina Shaaban.
El presidente sirio no anunció tales compromisos. El breve discurso fue el anuncio de la determinación del régimen de mantenerse firme. Esto refleja la creencia, por parte de Assad, de que parecer vacilante en este momento le podría resultar costoso. Aparentemente, cree que su régimen es lo suficientemente fuerte como para desgastar a los manifestantes sin tratar de llegar a un compromiso con sus demandas.
En vez de vacilaciones, Assad optó por reiterar los elementos básicos de su régimen, por ahora familiares, sobre la actualidad en Siria y la región en general.
Desde el estallido de los disturbios, los medios de información oficial del régimen sirio han estado sosteniendo que las protestas han sido provocadas por un complot israelí. La agencia de noticias Sana afirma haber identificado misteriosas "bandas armadas" tratando de cometer actos de violencia en contra de la población civil. Los medios de comunicación sirios también han citado mensajes SMS procedentes de Israel que incitan a los sirios a participar en la revuelta.
El discurso ha seguido y desarrollado esta línea.
"Nuestro país es víctima de una conspiración", dijo a los parlamentarios reunidos. "Los saboteadores están tratando de debilitar y dividir a Siria, y promover la agenda israelí", insistió.
Assad comparó los actuales eventos con la situación en 2005. En ese año, un levantamiento popular en Beirut y la presencia de las fuerzas americanas en Bagdad, forzaron a Siria a poner fin a la ocupación de 15 años en el Líbano. El régimen se enfrentó a una revuelta kurda en el mismo período.
"Al igual que en 2005", dijo el presidente sirio al Parlamento, "hay caos en el país bajo el pretexto de la reforma, especialmente entre las sectas".
La referencia a las sectas es tal vez la prueba del sentido de ironía de Assad, ya que su propio régimen se basa en el apoyo de la secta minoritaria alawi, que representa el 12% de la población.
Los manifestantes, por su parte, provienen fundamentalmente de la mayoría sunita, que conforma el 75% del país.
Pero la ironía de Assad no es un tema para reírse. Esta referencia, y la observación acerca de un intento de "dividir" a Siria, indica que el régimen está acusando a los manifestantes de dos de los pecados capitales desde el punto de vista nacionalista árabe que profesa del régimen baazista de Siria.
Poco importa que Assad se tome en serio su propia retórica. El punto es que este tipo de terminología tiene el sonido de un régimen que se prepara para una larga pelea y sin cuartel contra un enemigo interno, al que está tratando de caracterizar en los términos más negativos posibles.
La referencia a 2005 es instructiva por otra razón. En ese año, el régimen sirio estaba contra las cuerdas, y algunos analistas predecían su inminente desaparición. Al señalar esto, Assad también recuerda a sus oyentes y al mundo sobre su capacidad de mantenerse en el poder. Mediante sus métodos favoritos de violencia clandestina e intimidación, la dictadura de la familia Assad se recuperó, en los años siguientes, de la dura caída. El Dr. Bashar cree que puede volver a hacerlo.
De ahí el tono de desafío que asume su discurso.
Aquí, el sentido de humor felino del dictador aparece nuevamente en la pantalla. "No buscamos batallas", dijo Bashar (una afirmación que sería una novedad para los pueblos de Israel, el Líbano e Irak, blancos frecuentes de los innumerables grupos militares vasallos sostenidos por el régimen sirio).
"Pero si una batalla se nos impone -ahlan wasahlan-, bienvenida sea". Siria luchará contra el "proyecto de dominó" y lo hará caer.
Eso fue todo. Conspiraciones israelíes, proyectos dominó para la fragmentación y la división.
Bandas armadas, el caos, y una bienvenida a la batalla pronunciada por el dictador sirio, poniéndose a sí mismo en el estado de ánimo nacionalista-trágico que es el estilo asfixiante de la retórica que él y otros líderes regionales de su veta prefieren. Todo mediante una amenaza no tan velada.
Esta vez contra su propio pueblo.
Esta fue la auténtica voz del viejo orden árabe, o por lo menos de la parte militar dictatorial de ella. Entonando sus viejas certezas.
No se hace mención a la reforma o el cambio. "Estabilidad", reiteró Assad, "es el interés número uno".
La respuesta fue rápida en llegar, y adecuadamente irreverente.
La página de Facebook "Revolución siria de 2011 contra Bashar Assad" (Syrian Revolution 2011 against Bashar Assad), unos minutos después del discurso, portaba un mensaje que comenzaba con un tono de llamada: "A las plazas públicas, jóvenes de Siria; arranquen la libertad de estos payasos. Bajen ahora a las calles".
Si alguien de la oposición en Siria o en otros lugares todavía tenía la impresión de que la dictadura de la familia Assad consentiría en silencio reformarse a sí misma para dejar de existir, el discurso del miércoles debe ser suficiente para rectificarse.
Bashar Assad quiere mantener su empleo. Todos los tópicos familiares y clichés agotadores estaban en oferta, debajo de ellos se prepara para la violencia y el subterfugio que estime necesarios para garantizar su supervivencia.