Alepo, el 'círculo del infierno' en Siria
"El helicóptero sobrevolándonos se volvió rutinario, así que dejé de mirar hacia arriba. Olía a muerte por todas partes". Esta sentencia, de un civil que habita un área opositora del sur de la ciudad de Alepo, encabeza un informe que acaba de publicar la organización humanitaria Amnistía Internacional (AI). El 'dodsier' concluye que el Gobierno sirio puede haber cometido crímenes de lesa humanidad contra su población.
En dicho informe, escrito a partir de numerosas entrevistas hechas a testigos directos de las masacres, la ONG asegura que hay pruebas de "ataques sistemáticos contra los civiles". Destaca, por ejemplo, las campañas de bombardeos aéreos a zonas residenciales, hospitales, colegios, mercados públicos y centros de culto. Los castigos de la aviación han aumentado significativamente en los últimos meses.
Al menos diez personas, entre ellos cuatro menores, murieron el domingo pasado cuando un barril de dinamita impactó contra una escuela infantil en el distrito oriental de Saif al Daula. El mes pasado, más de cien colegios de Alepo tuvieron que cerrar después de que otro ataque aéreo matara a tres maestros y cinco niños. Aquel bombardeo arrojó una fotografía dantesca: dos cuerpos, decapitados, todavía sentados en su pupitre.
Médicos Sin Fronteras (MSF) ha anunciado que uno de los dos principales hospitales de Alepo, en el área del Shajur, ha tenido que cerrar porque ha quedado inoperable con tantos ataques. El centro médico atendía a unos 400.000 habitantes que ahora quedan sin atención sanitaria. "Estos nuevos ataques a las estructuras médicas son intolerables", clama la directora de operaciones de MSF, Raquel Ayora.
ELMUNDO.es presenció 'in situ' estas calamidades durante 2013. Barriles cargados de dinamita arrojados desde helicópteros, cohetes, proyectiles e incluso grandes misiles eran capaces de hacer añicos un barrio entero en un suspiro. En invierno, los civiles tenían que quemar los libros de sus bibliotecas para hacer calentarse. En los hospitales un puñado de médicos luchaba por salvar vidas a sabiendas de que Damasco los tenía en la mirilla.
Amnistía Internacional cuenta 14 mercados, 12 centros de transporte, 23 mezquitas y 17 hospitales y tres escuelas golpeadas por las fuerzas del presidente Bashar Asad durante 2014 y lo que llevamos de 2015. AI subraya que, "de los ocho ataques investigados, la vasta mayoría de fatalidades eran civiles". El Centro de Documentación de Violaciones, que convierte la tragedia siria en números, suma 3.124 civiles muertos en dicho período.
En una entrevista concedida el pasado febrero a la cadena BBC, Bashar Asad respondió jocoso al preguntarle el entrevistador por el uso de barriles de dinamita contra los civiles. "Jamás he oído hablar de esos barriles o, pongamos ya por ejemplo, sartenes de cocina", comentó con sarcasmo. Hay una miríada de imágenes y testimonios que contradicen estas palabras.
Debido a estas atrocidades y a otras más, como los arrestos masivos y las incontables desapariciones forzosas, Amnistía Internacional dice que "nuestras conclusiones son claras e incontrovertibles: los civiles de Alepo están sufriendo atrocidades impensables". Residentes la definen a AI como "el círculo del infierno". "Las calles están ensangrentadas. La gente que muere no es la gente que combate", lamenta este ciudadano.
Las milicias opositoras, según AI, también han incurrido en agresiones a quienes no toman parte en hostilidades directas, lo que puede significar crimen de guerra. La entidad pro derechos humanos se refiere al uso de fuego de mortero, cohetes pergeñados con bombonas de butano y otras armas improvisadas en manos alzadas, que han costado la vida a al menos 600 civiles en 2014.
Alepo está partida en dos
Alepo es la segunda ciudad de Siria y su centro de negocios. Su clase acomodada, mayoritaria, no secundó las protestas antigubernamentales de 2011 - reprimidas a fuego por Asad - con el mismo entusiasmo que otras urbes como Hama o Homs. Cuando el conflicto degeneró en guerra, Alepo se convirtió en el campo de batalla donde se proclamaría, tomando la localidad, la facción ganadora. Cuatro años y 200 mil muertos después, ninguna lo ha logrado.
Hoy, la ciudad está partida en dos. El oeste y sur están bajo control oficialista, mientras que un surtido de grupos armados, desde laicos hasta yihadistas de Al Qaeda, controla fracciones del este y el norte.
Una pequeña porción residencial del norte está en manos kurdas. Las facciones árabes islamistas y laicas han hecho una llamada reciente a dejar ideología y proyecto político a banda y hacer frente común para derrocar a Asad.
Mientras tanto, el enviado de Naciones Unidas para Siria, Staffan de Mistura, se cita con delegados del gobierno, grupos armados alzados y poderes regionales como Turquía e Irán. El Frente Nusra, brazo de Al Qaeda en Siria y un grupo importante en el norte del país, ha quedado al margen. El objetivo es tantear la posibilidad de activar una nueva mesa de diálogo. Las dos anteriores, en Ginebra, resultaron en un fracaso casi total.
"Hace más de un año, Naciones Unidas aprobó una resolución llamando al fin de los abusos de derechos humanos, y específicamente sobre el uso de ataques con barriles bomba, y prometiendo consecuencias si el gobierno faltaba a su cumplimiento", recuerda el director del programa de AI para Oriente Próximo y el Norte de África, Philip Luther.
"La comunidad internacional ha girado la espalda, en una muestra de fría indiferencia, frente a una tragedia humana que escala", ha añadido Luther, quien sentencia: "La inacción continuada es interpretada por los perpetradores de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad como un signo de que pueden seguir usando a los civiles de Alepo de rehenes sin ningún miedo a rendir cuentas".
http://www.elmundo.es/internacional/2015/05/05/5548a5abca4741202d8b4586.html