El presidente de Ucrania da una muestra de fuerza con la purga de tres altos cargos
rafael m. mañueco / moscú
Día 25/03/2015 - 20.45h
Poroshenko destituye a dos jefes de Protección Civil acusados de corrupción y a un gobernador millonario que desafió su poder
afp
Poroshenko, vestido de militar durante un acto oficial en Kiev
La autoridad del presidente ucraniano, Piotr Poroshenko, se tambaleó la semana pasada después de que el magnate Ígor Kolomoiski, gobernador de la
región de Dniepropetrovsk, fronteriza con la rebelde de Donetsk, se presentará en Kiev con hombres armados y ocupase los edificios de dos compañías energéticas. Así que, para que no quepa duda de quién manda en el país, Poroshenko acaba de destituir a Kolomoiski y ha ordenado la detención de otros dos altos cargos a los que se acusa de corrupción.
El arresto del jefe del Servicio de Protección Civil, Serguéi Bochkovski, y de su «mano derecha», Vasili Stoitski, se produjo ayer en plena reunión del Gobierno. Tuvo lugar ante las cámaras de televisión para darle un carácter ejemplarizante. Inspectores de la Policía entraron en la sala del Consejo de Ministros, interrumpieron la sesión, esposaron a los dos acusados y se los llevaron.
«Lo hemos hecho a propósito, porque queremos contar con el apoyo de la sociedad en este proceso», manifestó el ministro de Interior, Arsén Avákov. Por su parte, el jefe del Ejecutivo, Arseni Yatseniuk, dio instrucciones a Avákov para que sean investigados otros dirigentes regionales de Protección Civil que puedan estar implicados en alguna otra trama corrupta.
A Bochovski y Stoitski se les acusa de adquirir lubricantes para los vehículos de la institución facturando precios muy superiores al real y quedándose con la diferencia. Según Avákov, las compras se hicieron a una empresa privada que transfería las «comisiones» de los dos responsables a cuentas que éstos tienen en paraísos fiscales. «Esto debe ser una vacuna» para otros corruptos, advirtió el ministro.
Destitución «civilizada»
En cuanto a Kolomoiski, fue despojado de su cargo, según la versión oficial, a iniciativa propia. El empresario se reunió el martes por la noche con Poroshenko y, tras el encuentro, se firmó el decreto de su cese. El politólogo ucraniano, Alexéi Garán, sostiene que la reunión del presidente con Kolomoiski se desarrolló en términos «civilizados». Según Garán, el ya ex gobernador de Dniepropetrovsk «comprendió que se ha pasado de la raya».
La Rada Suprema, el Parlamento ucraniano, aprobó a comienzos de mes una ley poniendo bajo el total control del Estado las empresas de transporte de crudo «Ukrtransnafta» y «Ukrnafta», que habían estado dirigidas por Kolomoiski y sus testaferros. El multimillonario reaccionó trasladándose a Kiev con su guardia personal y un importante contingente de hombres armados. Tomaron los edificios de las dos compañías. Amenazó además con hacerse con la central eléctrica de Kremenchugski.
Tras un tira y afloja que duró una semana, Poroshenko convenció a Kolomoiski para que depusiera su actitud. Antón Gueráshenko, consejero del ministro de Interior, dijo ayer que el empresario y su equipo «lograron heroicamente evitar que los separatistas de Donetsk y Lugansk se hicieran también con Dniepropetrovsk y Zaporozhie en la primavera de 2014».
Kolomoiski, que tiene 52 años, tenía en 2013 una fortuna calculada en más de 3.000 millones de euros. Tiene nacionalidad ucraniana, israelí y chipriota, según él mismo reconoció hace unos meses. Fue puesto al frente de Dniepropetrovsk en marzo del año pasado, tras al
triunfo de la revuelta del Maidán que derribó el entonces presidente, Víctor Yanukóvich.
Con su dinero se crearon los batallones de voluntarios «Dnieper», «Donbass» y el adscrito a la Guardia Nacional «Azov». En Rusia hay abierto contra él un caso por crímenes de guerra. Kolomoiski propuso el año pasado construir una gran barrera a través de la frontera con Rusia para impedir el paso de armas y mercenarios en ayuda de los prorrusos, pero el proyecto no tiene visos de realizarse. Ahora promete que seguirá luchando sin descanso contra los secesionistas.
Tras los acuerdos de paz alcanzados en Minsk el mes pasado, la situación en el campo de batalla se ha tranquilizado considerablemente, pero sin llegar a remitir completamente la guerra. El
goteo de muertes continúa y ambas partes se acusan mutuamente de violar la tregua. Desde que comenzó el conflicto, a comienzos de abril de 2014, el número de muertos supera los 6.000.
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