cawan 5
Forista Sancionado o Expulsado
FUENTE ( FUNDACION MARAMBIO)
por el Sargento Primero Edie Daniel DURÉ
Base de Ejército Esperanza, Invernada 1969
Era medianoche de sábado a mediados del mes de noviembre del año 1962. Estábamos reunidos en el comedor la dotación de la Base Conjunta Teniente Matienzo y los tripulantes del Douglas DC-3 TA-33 a la cual yo pertenecía. Por motivos de las altas temperaturas reinantes, la nieve estaba blanda y nos impedía continuar viaje a la Base General Belgrano como lo teníamos previsto.
Aprontar vehículos, controlar la lista de los víveres, combustibles, trineos y muchos detalles más que hacían a los preparativos de mí primera gran patrulla en el Continente Blanco, era mi gran preocupación.
Había desembarcado en la Base de Ejército Esperanza, en el Sector Antártico Argentino, el día 31 de diciembre de 1968, aproximadamente a las 20 horas.
Después de los saludos de rigor con los camaradas y amigos, superiores y subalternos, nos dirigimos a la casa en la cual, mi amigo y hermano el Sargento Silverio Rodríguez. Infante, Topógrafo, estaba de guardia y se me asigna el dormitorio a compartir con él. A las 21,00 horas se me ordenó trabajar como "mano de obra", en el grupo de tarea del Suboficial Mayor González, encargado de la Base, en el muelle del "Puerto Moro" para descargar las cargas que los lanchones transportaban del Transporte "Bahía Aguirre".
Este buque nos había trasladado a toda la dotación a la ciudad de Ushuaia desde Buenos Aires el día 7 de Noviembre de 1968.
Por una cuestión de orden, administrativa se me ordena permanecer en la ciudad más austral del mundo hasta la segunda penetración del Bahía Aguirre a la Antártida, que se realizaría el día 25 de diciembre.
Mi estadía en esa hermosa ciudad la relataré en otra oportunidad, ya que bien vale la pena, por todas las vivencias pasadas y la calidez de sus habitantes y de los integrantes de la dotación de la Base Naval de Ushuaia hacia las personas que viajaban al otro lado del mar. La Antártida.
Los integrantes de mi dotación, habían ingresado a la Antártida en el transporte Bahía Aguirre y llegado a destino, la Base de Ejército Esperanza el día 12 de noviembre del mismo año.
Fuera de entrenamiento y después de estar cuarenta y cinco días conviviendo con los marinos y amigos en la Base Naval de Ushuaia, disfrutando sin querer, de unas largas vacaciones adelantadas y a cuenta de lo que suponía me esperaba en mi primera invernada en el Continente Blanco, soporté estoicamente lo duro de la tarea a la que no estaba acostumbrado, que era manipular tambores de 200 l de combustibles, cajones con víveres y otras "menudencias", cargarlo en los trineos de arrastre, meter torpemente el pié entre el espacio de los tablones de su piso y el aire enrarecido a nivel del mar, me dejaron sumamente agotado, molido, "apaleado" por decirlo de alguna manera.
La tarea siguió hasta las 04,00 horas del día siguiente, hicimos un alto de media hora a medianoche, para hacer un brindis por el nuevo año.
¡Mi Dios! Cómo pesaban esos tambores de 200 l quedé desecho, molido, jamás en mi vida había hecho esta clase de trabajo y nunca pensé que lo haría, ¡Lo que son las cosas de la vida!. Con el transcurrir del tiempo, manejar los tambores, moverme con agilidad y confianza en el piso de los trineos de arrastre, se convirtió en una tarea sumamente sencilla.
Por comentarios del Teniente Primero médico Doctor. Amoldo "Pepe" Olcese, me enteré de que me había "apunado" y festejamos la llegada del Año Nuevo, entre descarga y descarga de los elementos que completarían la carga para todo el año.
Ese fue mi honroso "debut" en suelo antártico, cansado como un oso de circo, fuera de estado y totalmente deshidratado.
Como práctica a lo que seria nuestra gran experiencia en el Continente Blanco, había realizados algunas patrullas, de las manos de Antárticos experimentados y veteranos del Polo Sur, como lo eran el Cabo 1ro Carpintero,"Manco" Alfonso, Sargento Ayudante (creo que del Arma de Artillería) Topógrafo Roberto Humberto Carrión y el Teniente 1ro, Arma Comunicaciones, Adolfo Goetz, unos verdaderos grandes en la epopeya de la afirmación de nuestra Soberanía en el sector Antártico Argentino.
Yo siempre digo de estos señores, que son unos hidalgos caballeros sin armadura, que recorrieron y fueron pioneros de la brava Antártida, con justicia se los pueden declarar junto a otros, que escribieron con su sacrificio la Epopeya Antártica. Expedicionarios Antárticos, Expedicionarios del inhóspito Continente Blanco.
Con ellos, participaba en patrullas, a la Tierra de “San Martín” o Península “Antártica”o de “Taborín”, a refugios cercanos como el General Martín de GÜEMES;(63º 30' de Latitud Sur y 57º 10' de Longitud Oeste), a sólo 12 km. de la Base, que con tiempo bueno resultaba un hermoso paseo, por el imponente Monte Taylor, con su blanca cresta apuntando al firmamento y que circundaba parte de la ruta al refugio con el nombre del Héroe de Salta.
El "Glaciar" con su vista al mar y que servia de pista de aterrizaje de los aviones que llegaban del Continente o de Bases cercanas como Petrel.
La "Pampa del Colchón", el azul del límpido cielo, que aparte del conocimiento de la zona, era de aprendizajes para las patrullas futuras que teníamos previsto realizar.
Aprendí que estas patrullas, se diferenciaban sustancialmente de las consabidas maniobras que se realizan en el Continente firme.
En la Antártida, el olvido de los fósforos o del combustible, o no preparar el cofre con los víveres de acuerdo a lo que establece el "Manual del Antártico", que dice entre otras cosas muy importante lo siguiente: "Cofre de racionamiento: 30 días una persona, dos personas 15 días". Estos olvidos pueden significar la muerte o un gran dolor de cabeza.
Era la primera vez que saldría con la responsabilidad de la conducción del grupo, ese cargo le correspondía, por experiencia, conocimiento y por tener mayor grado que el suscripto, a mi amigo el Sargento Ayudante Roberto Humberto Carrión, (lamentablemente fallecido) topógrafo y héroe del Polo Sur, pero por motivos que nunca se aclararon, se me designa, por ser el más antiguo en grado, la responsabilidad de la Jefatura de la patrulla.
Para esa época tenia 33 años, y el grado de Sargento 1ro antiguo, del arma de comunicaciones, había realizado el curso de Topógrafo, en el Batallón Geográfico Militar, y un Curso de Post Grado, de Geotopocartográfico en el Servicio Internacional de la Hora, en Miguelete, Provincia de Buenos Aires.
En el mismo recibí capacitación en Geodesia Astronómica, triangulación y nivelación de primer orden, y en el Planetario de la ciudad de Buenos Aires, a familiarizarme con el cielo y las estrellas que hacen su paso por la Antártida, en especial el de la zona de la Base Esperanza.
En el Instituto Antártico Argentino, realicé cursos y cursillos de: Magnetismo terrestre. Geología, de la fauna, Flora, Glaciología y otros.
En el Instituto Geográfico Militar, todo lo referente al relevamiento y cartografía de la zona antártica.
Todo ello estaba relacionado con los trabajos de mi especialidad de Topógrafo y de geodesia, que debíamos que realizar en pleno invierno antártico.
Los días se sucedían con rapidez, y a medida que nos acercábamos al invierno, éstos eran más cortos y las noches más largas.
En las serenas y límpidas noches de invierno observaba embelesado, un espectáculo digno de verse y mencionar; el brillar de las estrellas en la bóveda celeste, con su azul intenso, parecían que estaban al alcance de las manos y el reflejo de los rayos de la luna sobre la blanca superficie, daba tanta claridad o más, que el sol en pleno día.
Diariamente concurría al Taller "El Arranque", a realizar tareas de mantenimiento y puesta a punto de los vehículos "gatos de la nieve", estos eran Especiales para desplazarse por el terreno antártico.
El Sargento Ayudante Mecánico Motorista Virgilio Antonio Canosa, era el encargado del Taller de Mantenimiento y sus auxiliares eran los Suboficiales Mecánicos Motoristas; Sargento Domingo Acuña, Sargento Gabriel Horacio Luque y el Sargento Conductor Motorista Mario Alberto Jerez.
Ellos, nos enseñaban y daban lecciones de mecánica ligera y nos asesoraban constantemente en las técnicas de conducción de los vehículos. A pesar de ello, no aprendí a manejarlos, (la vida me dotó de varias habilidades, menos la mecánica.
El Sargento Ayudante Roberto Humberto Carrión, nos daba lecciones de todo lo referente a los trabajos de Geodesia Astronómica que debíamos realizar y como jalonar el terreno y las mediciones en la navegación, como hacer un relevamiento topográfico de las rutas que teníamos previsto seguir, y el cuidado de los instrumentos.
El Cabo 1ro Alfonso, "el querido Manco", todo lo relacionado a la navegación, exponía su vasta experiencia, resultado de muchas patrullas y cientos de kilómetros recorridos en nuestro Sector Antártico. Nos describía con total propiedad, todos los inconvenientes a los que nos íbamos a encontrar, los temporales que nos podrían sorprender en el camino y en especial el cuidado con el famoso viento blanco o blanqueo, las grietas ocultas que encontraríamos en nuestro camino, como colocar los tablones, y los cuidados que debíamos tener cuando fuéramos escopleando unido al vehículo con la soga y muchas indicaciones más que fueron de gran valor y que tuvimos muy en cuenta en su momento.
El doctor, Tte. 1ro médico Jesús Arnaldo María Olcese nos capacitaba en primeros auxilios y el conocimiento adecuado del botiquín de primeros y segundo auxilios que tan diligentemente nos había preparado, cada remedio con su nombre, en que situación se debería utilizar y como se debía administrar en caso de ser necesario.
Un gran médico y mejor amigo, nuestro querido "Pepe". Gracias a Dios, no hizo falta utilizar el botiquín de primeros auxilios, pero sus enseñanzas quedaron grabadas en nuestras mentes.
Con los integrantes de la Patrulla y con el asesoramiento de los camaradas veteranos, (Carrión, el “Manco” Alfonzo, el Suboficial Mayor José Manuel González, el Sargento Ayudante Canosa, Sargento 1ro, Mecánico Radiotelegrafista César Bernardino Centurión, Sargento Luque, Sargento 1ro de Infantería Nicolás Suárez), revisábamos la cartografía y estudiábamos las distintas rutas, las principales con el invierno encima, y por supuesto las más seguras y las de alternativas, en el caso de que la patrulla se extendiera más de lo previsto y fuera sorprendida por la llegada de algún frente cálido, que derritiera los puentes de las grietas, o pusiera "gomosa" la superficie de la "Bahía Dusse", especialmente al regresar por la misma ruta.
Cabe mencionar, que no solamente los veteranos participan con sus consejos y preocupación, los nuevos como el Sargento Acuña, Cabo 1ro Jerez, (Chupete), Sargento 1ro Villa (nuestra querido "Cachavacha"), Cabo 1ro Rodríguez Víctor ("Topo Gigio"), Quesada, Benítez y otros también aportaban su importante grano de arena, ya que estaban juntos a nosotros controlando todos los detalles de vehículos y el estado de los trineos de arrastre, controlando cada uno de los patines, estado de las maderas y muchas cosas más, que hacían a la seguridad de la marcha, dado lo accidentado de las rutas naturales.
Recuerdo a cada uno de los integrantes de la Base con sus nombres y apodos, no por una falta de respeto hacia ellos, sino con un profundo sentimiento y un sincero homenaje a su amistad y afecto.
Cada galpón tenía un nombre; la casa de la Marina, estaba cerca del Puerto “Moro”, La "Lujuria", se guardaba los arneses y otras cosas. La "Cachirla", casa de alternativa, que se usaría en caso de incendio de la casa principal, "El Bombi", el baño que estaba prácticamente suspendido sobre la costa del mar, el "Arranque", como anteriormente lo mencioné, reducto de los mecánicos.
El día 9 de Julio, fecha Patria, festejamos con el izamiento de la Bandera Nacional, el Canto del Himno Nacional Argentino y un rico chocolate caliente con facturas que habían preparados el Sargento Cocinero Juan Carlos Villarroel y su Ayudante, el Cabo 1ro de GN. Alfonso Alberto Franzoy.
Fue una ceremonia sencilla, pero muy emotiva, porque allá lejos, en el Continente Blanco, los héroes de Mayo y de Nuestra Independencia, eran recordados en todas las Base que nuestro País tiene en el Sector Antártico.
No importaba el frío o las inclemencias del tiempo, nuestros Próceres recibían su merecido homenaje de hombres que cumplían el Sagrado deber con la Patria, que era la de reafirmar la Soberanía Nacional en el Territorio Antártico.
Nos emocionaba ver subir la bandera al tope del mástil, cantando la marcha "Aurora", verla ondear pesadamente porqué había nevada y al poco tiempo nuestra enseña patria, estaba rígida, congelada, iluminándonos con sus colores celeste y blanco, como queriendo decirle al cielo, "ya que tú no te muestra, aquí estoy con tus colores".
La salida estaba prevista para el día 22 de Julio de 1969, en plena temporada invernal.
Ello nos brindaría mayor margen de seguridad. Los puentes de hielo sobre las grietas estarían más sólidos, cubiertos por espesas capas de nieve endurecida, lo que facilitaría nuestro desplazamiento en la navegación.
El día sábado 19 de julio, sale una patrulla adelantada con dos trineos tirado por perros, comandada por el jefe de la Base, Teniente 1ro Cesar Veronelli, el Cabo 1ro Alfonso, Oscar Roberto, (el Manco Alfonzo), experimentado Antártico (*) y conductor de trineo tirado por perros. El Cabo 1ro Rodríguez, Víctor, Mecánico de radio y el Sargento. Mecánico Motorista Gabriel Luque, para explorar la Bahía Dusse, ya que con las temperaturas altas que se han dado en el Sector, los hielos posiblemente se encuentren agrietados en la parte de mar congelado.
Ellos eran la avanzada que controlaría el estado de nuestra ruta hasta el Refugio "Cristo Redentor", (63º 33' Latitud Sur, 57º 22' de Longitud Oeste) que se encuentra en la margen opuesta de la Bahía "Dusse" (63º32´ de Latitud Sur, 57º15´ de Longitud Oeste).
Esta bahía, tiene unos 25 Km. aproximadamente de ancho y 17 Km., de largo
(*) “A la fecha, año 1969, El Cabo 1ro Ramón Oscar Alfonso, llevaba algo así como diez invernadas y varias Campañas en la Antártida, solamente un señor civil, de apellido Abregú (creo que así se llama, perteneciente al Instituto Antártico Argentino), se le igualaba, y el hecho de que este benemérito Suboficial Antártico repitiera año en la Base de Ejercito Esperanza, año 1969, (venía de hacer invernada año 68 en la Base de Ejército Belgrano y no había podido llegar a Buenos Aires y poder ver a sus familiares) se debía a que no quería ser sobrepasado en su record por el señor Abregú.”
Los integrantes de la patrulla, aparte del suscripto, eran:
Sargento primero de Infantería, especialidad de Inteligencia Fernando Ángel Matéu, conducía el Snow Cat guía cono navegante. Yo iba de acompañante y como Jefe de patrulla. Sargento primero Mecánico Motorista Carlos Eduardo Illanes, conducía el segundo vehículo, acompañado por mi amigo y hermano de siempre el Sargento de Infantería y Topógrafo Silverio Rodríguez, al que todos llamábamos cariñosamente "Pichichú". Los vehículos llevaban trineos de arrastre y víveres y combustible para 60 días.
por el Sargento Primero Edie Daniel DURÉ
Base de Ejército Esperanza, Invernada 1969
Era medianoche de sábado a mediados del mes de noviembre del año 1962. Estábamos reunidos en el comedor la dotación de la Base Conjunta Teniente Matienzo y los tripulantes del Douglas DC-3 TA-33 a la cual yo pertenecía. Por motivos de las altas temperaturas reinantes, la nieve estaba blanda y nos impedía continuar viaje a la Base General Belgrano como lo teníamos previsto.
Aprontar vehículos, controlar la lista de los víveres, combustibles, trineos y muchos detalles más que hacían a los preparativos de mí primera gran patrulla en el Continente Blanco, era mi gran preocupación.
Había desembarcado en la Base de Ejército Esperanza, en el Sector Antártico Argentino, el día 31 de diciembre de 1968, aproximadamente a las 20 horas.
Después de los saludos de rigor con los camaradas y amigos, superiores y subalternos, nos dirigimos a la casa en la cual, mi amigo y hermano el Sargento Silverio Rodríguez. Infante, Topógrafo, estaba de guardia y se me asigna el dormitorio a compartir con él. A las 21,00 horas se me ordenó trabajar como "mano de obra", en el grupo de tarea del Suboficial Mayor González, encargado de la Base, en el muelle del "Puerto Moro" para descargar las cargas que los lanchones transportaban del Transporte "Bahía Aguirre".
Este buque nos había trasladado a toda la dotación a la ciudad de Ushuaia desde Buenos Aires el día 7 de Noviembre de 1968.
Por una cuestión de orden, administrativa se me ordena permanecer en la ciudad más austral del mundo hasta la segunda penetración del Bahía Aguirre a la Antártida, que se realizaría el día 25 de diciembre.
Mi estadía en esa hermosa ciudad la relataré en otra oportunidad, ya que bien vale la pena, por todas las vivencias pasadas y la calidez de sus habitantes y de los integrantes de la dotación de la Base Naval de Ushuaia hacia las personas que viajaban al otro lado del mar. La Antártida.
Los integrantes de mi dotación, habían ingresado a la Antártida en el transporte Bahía Aguirre y llegado a destino, la Base de Ejército Esperanza el día 12 de noviembre del mismo año.
Fuera de entrenamiento y después de estar cuarenta y cinco días conviviendo con los marinos y amigos en la Base Naval de Ushuaia, disfrutando sin querer, de unas largas vacaciones adelantadas y a cuenta de lo que suponía me esperaba en mi primera invernada en el Continente Blanco, soporté estoicamente lo duro de la tarea a la que no estaba acostumbrado, que era manipular tambores de 200 l de combustibles, cajones con víveres y otras "menudencias", cargarlo en los trineos de arrastre, meter torpemente el pié entre el espacio de los tablones de su piso y el aire enrarecido a nivel del mar, me dejaron sumamente agotado, molido, "apaleado" por decirlo de alguna manera.
La tarea siguió hasta las 04,00 horas del día siguiente, hicimos un alto de media hora a medianoche, para hacer un brindis por el nuevo año.
¡Mi Dios! Cómo pesaban esos tambores de 200 l quedé desecho, molido, jamás en mi vida había hecho esta clase de trabajo y nunca pensé que lo haría, ¡Lo que son las cosas de la vida!. Con el transcurrir del tiempo, manejar los tambores, moverme con agilidad y confianza en el piso de los trineos de arrastre, se convirtió en una tarea sumamente sencilla.
Por comentarios del Teniente Primero médico Doctor. Amoldo "Pepe" Olcese, me enteré de que me había "apunado" y festejamos la llegada del Año Nuevo, entre descarga y descarga de los elementos que completarían la carga para todo el año.
Ese fue mi honroso "debut" en suelo antártico, cansado como un oso de circo, fuera de estado y totalmente deshidratado.
Como práctica a lo que seria nuestra gran experiencia en el Continente Blanco, había realizados algunas patrullas, de las manos de Antárticos experimentados y veteranos del Polo Sur, como lo eran el Cabo 1ro Carpintero,"Manco" Alfonso, Sargento Ayudante (creo que del Arma de Artillería) Topógrafo Roberto Humberto Carrión y el Teniente 1ro, Arma Comunicaciones, Adolfo Goetz, unos verdaderos grandes en la epopeya de la afirmación de nuestra Soberanía en el sector Antártico Argentino.
Yo siempre digo de estos señores, que son unos hidalgos caballeros sin armadura, que recorrieron y fueron pioneros de la brava Antártida, con justicia se los pueden declarar junto a otros, que escribieron con su sacrificio la Epopeya Antártica. Expedicionarios Antárticos, Expedicionarios del inhóspito Continente Blanco.
Con ellos, participaba en patrullas, a la Tierra de “San Martín” o Península “Antártica”o de “Taborín”, a refugios cercanos como el General Martín de GÜEMES;(63º 30' de Latitud Sur y 57º 10' de Longitud Oeste), a sólo 12 km. de la Base, que con tiempo bueno resultaba un hermoso paseo, por el imponente Monte Taylor, con su blanca cresta apuntando al firmamento y que circundaba parte de la ruta al refugio con el nombre del Héroe de Salta.
El "Glaciar" con su vista al mar y que servia de pista de aterrizaje de los aviones que llegaban del Continente o de Bases cercanas como Petrel.
La "Pampa del Colchón", el azul del límpido cielo, que aparte del conocimiento de la zona, era de aprendizajes para las patrullas futuras que teníamos previsto realizar.
Aprendí que estas patrullas, se diferenciaban sustancialmente de las consabidas maniobras que se realizan en el Continente firme.
En la Antártida, el olvido de los fósforos o del combustible, o no preparar el cofre con los víveres de acuerdo a lo que establece el "Manual del Antártico", que dice entre otras cosas muy importante lo siguiente: "Cofre de racionamiento: 30 días una persona, dos personas 15 días". Estos olvidos pueden significar la muerte o un gran dolor de cabeza.
Era la primera vez que saldría con la responsabilidad de la conducción del grupo, ese cargo le correspondía, por experiencia, conocimiento y por tener mayor grado que el suscripto, a mi amigo el Sargento Ayudante Roberto Humberto Carrión, (lamentablemente fallecido) topógrafo y héroe del Polo Sur, pero por motivos que nunca se aclararon, se me designa, por ser el más antiguo en grado, la responsabilidad de la Jefatura de la patrulla.
Para esa época tenia 33 años, y el grado de Sargento 1ro antiguo, del arma de comunicaciones, había realizado el curso de Topógrafo, en el Batallón Geográfico Militar, y un Curso de Post Grado, de Geotopocartográfico en el Servicio Internacional de la Hora, en Miguelete, Provincia de Buenos Aires.
En el mismo recibí capacitación en Geodesia Astronómica, triangulación y nivelación de primer orden, y en el Planetario de la ciudad de Buenos Aires, a familiarizarme con el cielo y las estrellas que hacen su paso por la Antártida, en especial el de la zona de la Base Esperanza.
En el Instituto Antártico Argentino, realicé cursos y cursillos de: Magnetismo terrestre. Geología, de la fauna, Flora, Glaciología y otros.
En el Instituto Geográfico Militar, todo lo referente al relevamiento y cartografía de la zona antártica.
Todo ello estaba relacionado con los trabajos de mi especialidad de Topógrafo y de geodesia, que debíamos que realizar en pleno invierno antártico.
Los días se sucedían con rapidez, y a medida que nos acercábamos al invierno, éstos eran más cortos y las noches más largas.
En las serenas y límpidas noches de invierno observaba embelesado, un espectáculo digno de verse y mencionar; el brillar de las estrellas en la bóveda celeste, con su azul intenso, parecían que estaban al alcance de las manos y el reflejo de los rayos de la luna sobre la blanca superficie, daba tanta claridad o más, que el sol en pleno día.
Diariamente concurría al Taller "El Arranque", a realizar tareas de mantenimiento y puesta a punto de los vehículos "gatos de la nieve", estos eran Especiales para desplazarse por el terreno antártico.
El Sargento Ayudante Mecánico Motorista Virgilio Antonio Canosa, era el encargado del Taller de Mantenimiento y sus auxiliares eran los Suboficiales Mecánicos Motoristas; Sargento Domingo Acuña, Sargento Gabriel Horacio Luque y el Sargento Conductor Motorista Mario Alberto Jerez.
Ellos, nos enseñaban y daban lecciones de mecánica ligera y nos asesoraban constantemente en las técnicas de conducción de los vehículos. A pesar de ello, no aprendí a manejarlos, (la vida me dotó de varias habilidades, menos la mecánica.
El Sargento Ayudante Roberto Humberto Carrión, nos daba lecciones de todo lo referente a los trabajos de Geodesia Astronómica que debíamos realizar y como jalonar el terreno y las mediciones en la navegación, como hacer un relevamiento topográfico de las rutas que teníamos previsto seguir, y el cuidado de los instrumentos.
El Cabo 1ro Alfonso, "el querido Manco", todo lo relacionado a la navegación, exponía su vasta experiencia, resultado de muchas patrullas y cientos de kilómetros recorridos en nuestro Sector Antártico. Nos describía con total propiedad, todos los inconvenientes a los que nos íbamos a encontrar, los temporales que nos podrían sorprender en el camino y en especial el cuidado con el famoso viento blanco o blanqueo, las grietas ocultas que encontraríamos en nuestro camino, como colocar los tablones, y los cuidados que debíamos tener cuando fuéramos escopleando unido al vehículo con la soga y muchas indicaciones más que fueron de gran valor y que tuvimos muy en cuenta en su momento.
El doctor, Tte. 1ro médico Jesús Arnaldo María Olcese nos capacitaba en primeros auxilios y el conocimiento adecuado del botiquín de primeros y segundo auxilios que tan diligentemente nos había preparado, cada remedio con su nombre, en que situación se debería utilizar y como se debía administrar en caso de ser necesario.
Un gran médico y mejor amigo, nuestro querido "Pepe". Gracias a Dios, no hizo falta utilizar el botiquín de primeros auxilios, pero sus enseñanzas quedaron grabadas en nuestras mentes.
Con los integrantes de la Patrulla y con el asesoramiento de los camaradas veteranos, (Carrión, el “Manco” Alfonzo, el Suboficial Mayor José Manuel González, el Sargento Ayudante Canosa, Sargento 1ro, Mecánico Radiotelegrafista César Bernardino Centurión, Sargento Luque, Sargento 1ro de Infantería Nicolás Suárez), revisábamos la cartografía y estudiábamos las distintas rutas, las principales con el invierno encima, y por supuesto las más seguras y las de alternativas, en el caso de que la patrulla se extendiera más de lo previsto y fuera sorprendida por la llegada de algún frente cálido, que derritiera los puentes de las grietas, o pusiera "gomosa" la superficie de la "Bahía Dusse", especialmente al regresar por la misma ruta.
Cabe mencionar, que no solamente los veteranos participan con sus consejos y preocupación, los nuevos como el Sargento Acuña, Cabo 1ro Jerez, (Chupete), Sargento 1ro Villa (nuestra querido "Cachavacha"), Cabo 1ro Rodríguez Víctor ("Topo Gigio"), Quesada, Benítez y otros también aportaban su importante grano de arena, ya que estaban juntos a nosotros controlando todos los detalles de vehículos y el estado de los trineos de arrastre, controlando cada uno de los patines, estado de las maderas y muchas cosas más, que hacían a la seguridad de la marcha, dado lo accidentado de las rutas naturales.
Recuerdo a cada uno de los integrantes de la Base con sus nombres y apodos, no por una falta de respeto hacia ellos, sino con un profundo sentimiento y un sincero homenaje a su amistad y afecto.
Cada galpón tenía un nombre; la casa de la Marina, estaba cerca del Puerto “Moro”, La "Lujuria", se guardaba los arneses y otras cosas. La "Cachirla", casa de alternativa, que se usaría en caso de incendio de la casa principal, "El Bombi", el baño que estaba prácticamente suspendido sobre la costa del mar, el "Arranque", como anteriormente lo mencioné, reducto de los mecánicos.
El día 9 de Julio, fecha Patria, festejamos con el izamiento de la Bandera Nacional, el Canto del Himno Nacional Argentino y un rico chocolate caliente con facturas que habían preparados el Sargento Cocinero Juan Carlos Villarroel y su Ayudante, el Cabo 1ro de GN. Alfonso Alberto Franzoy.
Fue una ceremonia sencilla, pero muy emotiva, porque allá lejos, en el Continente Blanco, los héroes de Mayo y de Nuestra Independencia, eran recordados en todas las Base que nuestro País tiene en el Sector Antártico.
No importaba el frío o las inclemencias del tiempo, nuestros Próceres recibían su merecido homenaje de hombres que cumplían el Sagrado deber con la Patria, que era la de reafirmar la Soberanía Nacional en el Territorio Antártico.
Nos emocionaba ver subir la bandera al tope del mástil, cantando la marcha "Aurora", verla ondear pesadamente porqué había nevada y al poco tiempo nuestra enseña patria, estaba rígida, congelada, iluminándonos con sus colores celeste y blanco, como queriendo decirle al cielo, "ya que tú no te muestra, aquí estoy con tus colores".
La salida estaba prevista para el día 22 de Julio de 1969, en plena temporada invernal.
Ello nos brindaría mayor margen de seguridad. Los puentes de hielo sobre las grietas estarían más sólidos, cubiertos por espesas capas de nieve endurecida, lo que facilitaría nuestro desplazamiento en la navegación.
El día sábado 19 de julio, sale una patrulla adelantada con dos trineos tirado por perros, comandada por el jefe de la Base, Teniente 1ro Cesar Veronelli, el Cabo 1ro Alfonso, Oscar Roberto, (el Manco Alfonzo), experimentado Antártico (*) y conductor de trineo tirado por perros. El Cabo 1ro Rodríguez, Víctor, Mecánico de radio y el Sargento. Mecánico Motorista Gabriel Luque, para explorar la Bahía Dusse, ya que con las temperaturas altas que se han dado en el Sector, los hielos posiblemente se encuentren agrietados en la parte de mar congelado.
Ellos eran la avanzada que controlaría el estado de nuestra ruta hasta el Refugio "Cristo Redentor", (63º 33' Latitud Sur, 57º 22' de Longitud Oeste) que se encuentra en la margen opuesta de la Bahía "Dusse" (63º32´ de Latitud Sur, 57º15´ de Longitud Oeste).
Esta bahía, tiene unos 25 Km. aproximadamente de ancho y 17 Km., de largo
(*) “A la fecha, año 1969, El Cabo 1ro Ramón Oscar Alfonso, llevaba algo así como diez invernadas y varias Campañas en la Antártida, solamente un señor civil, de apellido Abregú (creo que así se llama, perteneciente al Instituto Antártico Argentino), se le igualaba, y el hecho de que este benemérito Suboficial Antártico repitiera año en la Base de Ejercito Esperanza, año 1969, (venía de hacer invernada año 68 en la Base de Ejército Belgrano y no había podido llegar a Buenos Aires y poder ver a sus familiares) se debía a que no quería ser sobrepasado en su record por el señor Abregú.”
Los integrantes de la patrulla, aparte del suscripto, eran:
Sargento primero de Infantería, especialidad de Inteligencia Fernando Ángel Matéu, conducía el Snow Cat guía cono navegante. Yo iba de acompañante y como Jefe de patrulla. Sargento primero Mecánico Motorista Carlos Eduardo Illanes, conducía el segundo vehículo, acompañado por mi amigo y hermano de siempre el Sargento de Infantería y Topógrafo Silverio Rodríguez, al que todos llamábamos cariñosamente "Pichichú". Los vehículos llevaban trineos de arrastre y víveres y combustible para 60 días.