En cuestiones economicas estoy de acuerdo con Thatcher.
Escrito por mí en el tema sobre la muerte de Thatcher:
A Thatcher la lloran los neoliberales, porque lo cierto es que perjudicó mucho a la clase trabajadora de su propio país. Practicó una política de privatizaciones, recortes presupuestarios y represión sindical que deshicieron el estado de bienestar.
En cuanto a su política exterior, mucho ojo, porque Malvinas no es su único pecado. Tanto los argentinos como el resto de los latinoamericanos tenemos que notar que Thatcher fue una aliada clave en el programa neoliberal que pusieron en práctica el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Departamento del Tesoro de EE.UU..
El liberalismo aboga por una economía de libre mercado, lo más ajena posible a los controles estatales. Este modelo funciona muy bien para las potencias coloniales, que tienen acceso a materias primas y mano de obra baratas. Pero los países emergentes del tercer mundo o del bloque de los no alineados querían implementar un modelo socialista, en el que la economía estuviese supervisada por el estado para producir desarrollo y progreso social.
La cuestión conceptual de fondo es ésta: ¿debe el poder político servir a la economía, o al revés?
El liberalismo apuesta por lo primero, es un modelo que confía el control de la economía al propio mercado, como si el mercado fuese una especie de ente natural, un organismo regido por leyes que debemos respetar. En realidad este modo de pensar favorece a los poderes fácticos que se ocultan detrás de las máscaras políticas, y que son los grandes grupos financieros privados que controlan realmente la economía. No debe extrañarnos entonces que los países más poderosos hayan fomentado este modelo con entusiasmo.
Pero en los países emergentes surgieron pronto movimientos nacionales y populares que no se resignaron a aceptar este modelo. Denunciaron que el modelo liberal basa su progreso en la explotación de la clase trabajadora, y que las potencias liberales crecen a costa de empobrecer a otros países, produciendo miseria. Así fue como se ensayaron diversos experimentos de modelos socialistas, en los que un poder político fuerte y nacionalista ejercía el control de la economía para asegurarse de que los riesgos y los beneficios fueran compartidos por todos. Se buscaba un progreso social equitativo.
Para justificarse, los liberales siempre se han remitido a la libertad de empresa y al derecho de los capitalistas a gozar de los beneficios de los negocios por los que han tomado un riesgo. ¿Acaso el empresario no se queja habitualmente de que el estado lo priva de su legítima ganancia mediante el cobro de impuestos? Para la moral liberal, la virtud reside en el empresario, ya que son su inventiva y tenacidad las que producen la riqueza. El problema, como hemos dicho, es que los trabajadores y los países explotados no compartían esta moral tan particular, y se rebelaron.
Los liberales respondieron apoyando golpes de estado, e hicieron subir gobiernos más o menos adeptos a sus planes económicos. Es decir, practicaron el neo-colonialismo en América, Asia y África. Pero no coformes con eso, se las ingeniaron incluso para buscar la manera de chuparle la sangre a los pueblos sometidos con mayor eficiencia. Y pergeñaron una idea endemoniadamente creativa y perversa.
El neoliberalismo fue el resultado de combinar lo que más les convenía (a los liberales) de ambos modelos, el liberal y el socialista, para fabricar una receta que luego se impuso a las virtuales colonias mediante el concurso de agentes locales. Lo que se hizo fue más o menos así: se socializaron los riesgos y las pérdidas de la empresa privada (mediante la estatización de la deuda fomentada por los organismos internacionales); pero los beneficios obtenidos por el esfuerzo de todos se mantuvieron liberalmente en el bolsillo de unos pocos.
Y así fue como naciones enteras fueron reducidas a la miseria mediante "programas de rescate", "planes de emergencia" y otras recetas neoliberales que pretendían ser un remedio para un enfermedad que justamente había sido causado por el propio neoliberalismo. Se hizo pagar al pueblo por los negocios de los poderosos al mismo tiempo que se le negaba un estado de bienestar que garantizase su sustento, dignidad y desarrollo.
El colmo de esta infamia se alcanzó quizá con el llamado
Consenso de Washington que marcó la pauta que habríamos de seguir los latinoamericanos en los años '90. Todo un logro de las administraciones de Reagan y Thatcher, y de los bancos mundiales y el FMI que los sirvieron fielmente.
Saludos
PD: por si no quedó claro, el neoliberalismo es contradictorio con los propios principios liberales, y es un robo descarado...