Este es un relato que me llegó la semana pasada y que por cuestiones laborales, me demoré para A disfrutarlo que vale la pena, algunos términos los aclaro entre paréntesis así nadie se queda colgado y al final revelo de qué avión se trata...
Tras chequear la temperatura externa, realizo los ajustes para la puesta en marcha del motor. La turbina comienza a zumbar y lentamente las palas de la hélice se enganchan y comienzan a girar muy lentamente. En la pantalla derecha tengo todos los parámetros del motor y mientras espero para realizar el chequeo inicial repaso los datos cargados en la computadora de misión.
Coordinadas del blanco, curso inicial, curso de entrada, rumbo de escape, altitud de vuelo y velocidad para ambos trayectos son algunos de los ítems que ingreso para obtener una navegación directa y que las computadoras me indiquen los mejores perfiles para la misión. La misma es atacar un laboratorio donde se produce droga, a unas 185 millas naúticas de la base. Dicho laboratorio está oculto por la vegetación y por varias redes de camuflaje. Tengo las coordenadas, pero una vez sobre las mismas deberé localizar el blanco y atacarlo con una bomba. Todo ello a 400 kilómetros horarios y de noche. Pero noche absoluta, ya que hoy no hay luna.
En la pantalla encuentro los ítems del check para el despegue. Cumplimentados todos, solicito autorización a la torre, verifico viento y dirección y me dirijo a la cabecera. Por cuestiones de seguridad luego del despegue cortaré toda emisión radial. Controlo la EGT (temperatura de los gases del motor) y suelto frenos. Voy algo lento, llevo el 80% de combustible interno y una BGL de 250 libras (bomba de guía laser de 125 kg). Tras recorrer tres cuartas partes de pista me voy al aire. Tren adentro, guardo flaps y con un suave viraje a izquierda tomo el curso hacia el blanco. Me mantengo con 2000 pies (660 metros) y con algo más de 190 nudos (350 km/h). Pruebo las gafas (de visión nocturna) y se hace la luz, aunque por ahora sólo veo estrellas y algunas luces dispersas.
La navegación es fácil y hasta aburrida. Entre la computadora de misión y el sistema de navegación el avión vuela solo. No requiere ningún ajuste de importancia hecho que me permite repasar las fases de ataque, los parámetros de lanzamiento y el circuito al realizar para localizar el blanco. La computadora me indica que llegaremos a la zona en 40 minutos aproximadamente. Digo llegaremos ya que me olvidé de presentarles a mi operador de armas trasero, que en completo silencio controla todo, ya que veo como chequea sus pantallas y muy esporádicamente me indica algunos puntos de la misión para que ambos no tengamos dudas al momento de la acción.
En breve estamos sobre la posición del blanco. Casi no hay referencias visuales en plena noche y es allí donde entrará en acción el visor infrarrojo (FLIR) situado en un domo en la proa. Cuando localicemos e identifiquemos el blanco, pulsaré un botón para “pintarlo” con láser y con el OK del sensor situado en la nariz de la bomba, la soltaré. Ella sola irá hasta el punto marcado y los armeros regularon su espoleta para que deflagre (estalle) a unos 15 metros de altitud para obtener la mayor destrucción posible del blanco.
Estamos próximos a la zona, asciendo a 3.000 pies y reduzco la velocidad. El visor delantero (HUD) así me lo indica y lo paso del modo navegación al modo ataque. En la pantalla ya tengo todos los parámetros de vuelo necesarios para el lanzamiento. Mi compañero se encargará de localizar el blanco. Cuando lo tenga en su pantalla, me transmitirá la imagen a la mía. El sensor inicia la búsqueda apuntando directamente hacia las coordenadas del blanco, esto gracias al receptor GPS y que nos ayuda a no perder tiempo. Realizo un suave viraje para mantener el sensor apuntando a la posición pero el blanco no aparece. Iniciamos una nueva pasada a mayor altitud, mi compañero juega con el zoom del sensor y el blanco finalmente aparece. De inmediato lo visualizo en mi pantalla y activo el sistema de armas. Tengo todos los parámetros OK, un pequeño ajuste de velocidad y altitud, y tengo el ready (listo). Pulso el botón y el avión salta como un demonio, aunque la bomba era ligera era como si una mano nos mantenía presionados. Realizo un viraje muy suave para que el laser se mantenga en el blanco. Miro a mi derecha y en medio de la oscuridad observo una violenta explosión que tiñe la noche de naranja. Alcanzo a percibir dos o tres explosiones secundarias y no hay dudas, el blanco ha sido impactado.
Antes de regresar a la base, sobrevuelo el blanco. La imagen que percibe el sensor me indica que el edificio principal no existe más y que hay algunos incendios en los laterales. Invertimos el rumbo y regresamos a la base. La grabadora digital del sensor (FLIR) me permite ver una y otra vez la marcación del blanco y la explosión de la bomba. El navegador se encarga de llevarme a casa. No hubo ninguna reacción del enemigo, el ataque fue muy discreto y la posibilidad de efectuar misiones en plena oscuridad brinda una ventaja indiscutible.
Antes de iniciar el circuito de aproximación me noto que estoy mojado. Aunque me mantuve tranquilo, mi cuerpo generó bastante adrenalina. Tengo la boca seca y bastante sudor. Aunque el laboratorio estará de nuevo en pie en una semana y en otro lugar, hoy le asestamos un golpe inesperado. Nadie nos vió llegar. Inicio final y aunque necesito una ducha y una cama, antes debo completar un largo informe. Quizás mañana inteligencia nos dé un nuevo blanco y debamos preparar otra misión. Sobre el avión, vaya que montura. Las computadoras, las pantallas y el sensor nos han permitido realizar una operación que hasta hace poco tiempo sólo podía realizarse en aeronaves de altas prestaciones y con millonarios equipos. Llegamos de incógnito, golpeamos duro y ahora estoy pisando los frenos sin ningún rasguño.
Pd: Cuanto daríamos para que la FAA tenga ésta capacidad y lo peor de todo es que no implica una inversión descomunal. El relato -se dice- proviene de uno de los pilotos de los primeros ataques realizados por los nuevos Super Tucanos de Colombia contra una laboratorio de cocaína. Y si bien es cierto que el escenario es el ideal (cero actividad antiaérea) es más que interesante disponer de semejante capacidad y encima, con un entrenador avanzado...
Tras chequear la temperatura externa, realizo los ajustes para la puesta en marcha del motor. La turbina comienza a zumbar y lentamente las palas de la hélice se enganchan y comienzan a girar muy lentamente. En la pantalla derecha tengo todos los parámetros del motor y mientras espero para realizar el chequeo inicial repaso los datos cargados en la computadora de misión.
Coordinadas del blanco, curso inicial, curso de entrada, rumbo de escape, altitud de vuelo y velocidad para ambos trayectos son algunos de los ítems que ingreso para obtener una navegación directa y que las computadoras me indiquen los mejores perfiles para la misión. La misma es atacar un laboratorio donde se produce droga, a unas 185 millas naúticas de la base. Dicho laboratorio está oculto por la vegetación y por varias redes de camuflaje. Tengo las coordenadas, pero una vez sobre las mismas deberé localizar el blanco y atacarlo con una bomba. Todo ello a 400 kilómetros horarios y de noche. Pero noche absoluta, ya que hoy no hay luna.
En la pantalla encuentro los ítems del check para el despegue. Cumplimentados todos, solicito autorización a la torre, verifico viento y dirección y me dirijo a la cabecera. Por cuestiones de seguridad luego del despegue cortaré toda emisión radial. Controlo la EGT (temperatura de los gases del motor) y suelto frenos. Voy algo lento, llevo el 80% de combustible interno y una BGL de 250 libras (bomba de guía laser de 125 kg). Tras recorrer tres cuartas partes de pista me voy al aire. Tren adentro, guardo flaps y con un suave viraje a izquierda tomo el curso hacia el blanco. Me mantengo con 2000 pies (660 metros) y con algo más de 190 nudos (350 km/h). Pruebo las gafas (de visión nocturna) y se hace la luz, aunque por ahora sólo veo estrellas y algunas luces dispersas.
La navegación es fácil y hasta aburrida. Entre la computadora de misión y el sistema de navegación el avión vuela solo. No requiere ningún ajuste de importancia hecho que me permite repasar las fases de ataque, los parámetros de lanzamiento y el circuito al realizar para localizar el blanco. La computadora me indica que llegaremos a la zona en 40 minutos aproximadamente. Digo llegaremos ya que me olvidé de presentarles a mi operador de armas trasero, que en completo silencio controla todo, ya que veo como chequea sus pantallas y muy esporádicamente me indica algunos puntos de la misión para que ambos no tengamos dudas al momento de la acción.
En breve estamos sobre la posición del blanco. Casi no hay referencias visuales en plena noche y es allí donde entrará en acción el visor infrarrojo (FLIR) situado en un domo en la proa. Cuando localicemos e identifiquemos el blanco, pulsaré un botón para “pintarlo” con láser y con el OK del sensor situado en la nariz de la bomba, la soltaré. Ella sola irá hasta el punto marcado y los armeros regularon su espoleta para que deflagre (estalle) a unos 15 metros de altitud para obtener la mayor destrucción posible del blanco.
Estamos próximos a la zona, asciendo a 3.000 pies y reduzco la velocidad. El visor delantero (HUD) así me lo indica y lo paso del modo navegación al modo ataque. En la pantalla ya tengo todos los parámetros de vuelo necesarios para el lanzamiento. Mi compañero se encargará de localizar el blanco. Cuando lo tenga en su pantalla, me transmitirá la imagen a la mía. El sensor inicia la búsqueda apuntando directamente hacia las coordenadas del blanco, esto gracias al receptor GPS y que nos ayuda a no perder tiempo. Realizo un suave viraje para mantener el sensor apuntando a la posición pero el blanco no aparece. Iniciamos una nueva pasada a mayor altitud, mi compañero juega con el zoom del sensor y el blanco finalmente aparece. De inmediato lo visualizo en mi pantalla y activo el sistema de armas. Tengo todos los parámetros OK, un pequeño ajuste de velocidad y altitud, y tengo el ready (listo). Pulso el botón y el avión salta como un demonio, aunque la bomba era ligera era como si una mano nos mantenía presionados. Realizo un viraje muy suave para que el laser se mantenga en el blanco. Miro a mi derecha y en medio de la oscuridad observo una violenta explosión que tiñe la noche de naranja. Alcanzo a percibir dos o tres explosiones secundarias y no hay dudas, el blanco ha sido impactado.
Antes de regresar a la base, sobrevuelo el blanco. La imagen que percibe el sensor me indica que el edificio principal no existe más y que hay algunos incendios en los laterales. Invertimos el rumbo y regresamos a la base. La grabadora digital del sensor (FLIR) me permite ver una y otra vez la marcación del blanco y la explosión de la bomba. El navegador se encarga de llevarme a casa. No hubo ninguna reacción del enemigo, el ataque fue muy discreto y la posibilidad de efectuar misiones en plena oscuridad brinda una ventaja indiscutible.
Antes de iniciar el circuito de aproximación me noto que estoy mojado. Aunque me mantuve tranquilo, mi cuerpo generó bastante adrenalina. Tengo la boca seca y bastante sudor. Aunque el laboratorio estará de nuevo en pie en una semana y en otro lugar, hoy le asestamos un golpe inesperado. Nadie nos vió llegar. Inicio final y aunque necesito una ducha y una cama, antes debo completar un largo informe. Quizás mañana inteligencia nos dé un nuevo blanco y debamos preparar otra misión. Sobre el avión, vaya que montura. Las computadoras, las pantallas y el sensor nos han permitido realizar una operación que hasta hace poco tiempo sólo podía realizarse en aeronaves de altas prestaciones y con millonarios equipos. Llegamos de incógnito, golpeamos duro y ahora estoy pisando los frenos sin ningún rasguño.
Pd: Cuanto daríamos para que la FAA tenga ésta capacidad y lo peor de todo es que no implica una inversión descomunal. El relato -se dice- proviene de uno de los pilotos de los primeros ataques realizados por los nuevos Super Tucanos de Colombia contra una laboratorio de cocaína. Y si bien es cierto que el escenario es el ideal (cero actividad antiaérea) es más que interesante disponer de semejante capacidad y encima, con un entrenador avanzado...