Este relato sale en el segundo tomo de los 3 que componen la serie "Gran Cronica de la II GM" Selecciones del Reader's Digest 1965.
Me impresionò bastante y lo quiero compartir con ustedes;el autor es el por entonces, Ten.Cor. Desmond Young(luego General) hecho prisionero en Bir El Harmat(Libia) el 6 Jun 1942 y presentado a Rommel:
"En el curso de cada guerra, el nùmero de generales que han logrado imponer su personalidad, no ya al enemigo, sino a sus propias tropas, es mucho menor de lo que los propios generales se complacen en imaginar.Durante la I GM recuerdo que a mi alrededor se decìa, no sin razòn,que pocos soldados ingleses conocìan el nombre de su General de Divisiòn.Y habìa muchos con altas graduaciones cuyo nombre no significaba nada para sus simples soldados.De hecho, en la extensa serie que va desde el duque de Wellington hasta lord Montgomery se pueden contar con los dedos de la mano los generales britànicos que fueron considerados hèroes por sus soldados.
En lo que respecta a la II GM. "Monty", "Bill" Slim y "Dickie" Mountbatten presentaban èsta caracterìstica comùn.El general que es conocido por sus soldados no deja de ser un bicho raro;pero el general que es tambièn famoso para el enemigo es un bicho màs raro aùn.
El caso de Rommel parece,pues,bastante extraordinario.Se habìa identificado de tal modo con el Afrikakorps,habìa hecho tal impresiòn en sus adversarios y hasta tal punto habìa sido propagandeado en los periòdicos màs anglòfilos de El Cairo y por los corresponsales de guerra ingleses y americanos que se habìa convertido ràpidamente en la figura màs popular de todo Oriente medio.No sin cierto afecto, nuestros soldados hablaban de èl diciendo: "That old bastard Rommel" ("Èste condenado Rommel"),que era justamente-hace poco lo he sabido-como tambièn lo llamaban en el Afrikakorps.Y cuando nuestros soldados añadìan con frecuencia: "Llevadle èsto a ese condenado Rommel", no habìa que ser un gran sicòlogo para comprender que el deportiv estado de ànimo del soldado inglès podìa dar fàcilmente nacimiento a un extraño complejo de inferioridad.En efecto, èsto fuè lo que ocurriò.Los recièn llegados al desierto y hasta una cierta minorìa de viejas "ratas" tendìan cada vez màs a decir: "Hemos topado con los alemanes",como si ésto justificase el fracaso.Para todos aquellos que recordaban el tono de compasión y de desprecio apenas disimulado con que en 1914 hablábamos del "pobre viejo Fritz", el rpestigio de Rommel y del Afrikakorps constituían un peligro efectivo.Las victorias demasiado fáciles que habíamos logrado frente a los italianos no nos habían hecho, sin duda, ningún bien.
A pesar de la leyenda que lo aureolaba, es muy difícil comprender se convirtió tan rápidamente en un tipo al estilo de Napoleón, una especie de "coco" tanto en El Cairo para los paisanos y los soldados de la retaguardia, como en primera línea, donde representaba para todos una amenaza cercana y personal.
Su reputación de soldado había llegado al máximo cuando llegó a Africa del Norte.Sin embargo, había tenido que adaptarse a un nuevo tipo de guerra y a la extraña y exigente vida del desierto.Sería aventurado decir que allí se encontró en su elemento,pero llegó a ser rápidamente tan "digno del desierto" como un beduino."Quizá Rommel no era un gran estratega-ha dicho el general Bayerlein-pero, de todo el ejército alemán, era, sin duda el hombre que mejor se adaptaba a la guerra del desierto.
Era una guerra de jóvenes, y ,sin embargo, Rommel, desde hacía tiempo,no era ya ningún muchacho.Gracias a los años de esquí y de alpinismo, estaba en excelente forma física."Era fuerte como un caballo-ha dicho un jóven oficial alemán,asimismo campeón de esquí-.Nunca me he encontrado con un hombre como él.Podía pasarse varios días sin comer,beber ni dormir.Dejaba atrás a hombres 20 o 30 años más jóvenes que él.Quizá era, simplemente, "demasiado" duro consigo mismo y con los demás".
Debido al lado espartano de su naturaleza, Rommel se mostraba muy orgulloso de ser inaccesible a la fatiga.Ni el frío, ni el calor, ni el dormir en el suelo le afectaban.El "ghibli",como los alemanes llamaban al "khamsin"-la cegadora tempestad de arena-,hace sufrir a todo cuanto vive en el desierto, incluídos árabes y camellos.Rommel aseguraba que se había exagerado su importancia.En el curso de su primera batalla en el desierto insistió, durante una de estas tempestades, en despegar a bordo de su Storch, que él mismo piloteaba.Después de haber estado a punto de matarse al aterrizar con visibilidad nula, reconoció que "le había costado mucho trabajo encontrar a los ingleses".Estos estaban, sin duda, cubiertos de arena hasta las cejas..
Como Napoleón, Rommel era capaz de descabezar un sueño, en cualquier parte, durante unos minutos, para despertarse después completamente descansado.Pregunté un día a Günther,su ordenanza, hoy pastelero en Garmisch, si Rommel se enfadaba al ser despertado cuando esperaba dormir toda la noche."En absoluto-replicó el fornido Günther,que había servido a Rommel durante 4 años-.Al contrario,se alegraba casi siempre;se despertaba en un segundo.Dormía siempre con un ojo abierto.Cuando un mensajero se presentaba, a menudo ya estaba despierto cuando yo me disponía a llamarle".
Günther añadió que Rommel tenía muy buen carácter;trataba bien a su ordenanza y era muy fácil de satisfacer.(Sus generales no eran de la misma opinión).
Rommel nunca se preocupó de la comida.Salía para una incursión de un día entero por el desierto provisto solamente de un paquetito de emparedados o de una lata de sardinas y un pedazo de pan.Un día inivitó a almorzar a un general italiano."Me sentí muy molesto-dijo más tarde-.No tenía más que 3 rebanadas de pan, y además no eran del día.Pero no tiene importancia;los italianos comen demasiado".Sabiendo que en el desierto se tiene más sed cuanto más agua se bebe, sólo llevaba consigo una pequeña cantimplora de té frío con limón; con frecuencia volvía con ella intacta.
Continuará.............................
Me impresionò bastante y lo quiero compartir con ustedes;el autor es el por entonces, Ten.Cor. Desmond Young(luego General) hecho prisionero en Bir El Harmat(Libia) el 6 Jun 1942 y presentado a Rommel:
"En el curso de cada guerra, el nùmero de generales que han logrado imponer su personalidad, no ya al enemigo, sino a sus propias tropas, es mucho menor de lo que los propios generales se complacen en imaginar.Durante la I GM recuerdo que a mi alrededor se decìa, no sin razòn,que pocos soldados ingleses conocìan el nombre de su General de Divisiòn.Y habìa muchos con altas graduaciones cuyo nombre no significaba nada para sus simples soldados.De hecho, en la extensa serie que va desde el duque de Wellington hasta lord Montgomery se pueden contar con los dedos de la mano los generales britànicos que fueron considerados hèroes por sus soldados.
En lo que respecta a la II GM. "Monty", "Bill" Slim y "Dickie" Mountbatten presentaban èsta caracterìstica comùn.El general que es conocido por sus soldados no deja de ser un bicho raro;pero el general que es tambièn famoso para el enemigo es un bicho màs raro aùn.
El caso de Rommel parece,pues,bastante extraordinario.Se habìa identificado de tal modo con el Afrikakorps,habìa hecho tal impresiòn en sus adversarios y hasta tal punto habìa sido propagandeado en los periòdicos màs anglòfilos de El Cairo y por los corresponsales de guerra ingleses y americanos que se habìa convertido ràpidamente en la figura màs popular de todo Oriente medio.No sin cierto afecto, nuestros soldados hablaban de èl diciendo: "That old bastard Rommel" ("Èste condenado Rommel"),que era justamente-hace poco lo he sabido-como tambièn lo llamaban en el Afrikakorps.Y cuando nuestros soldados añadìan con frecuencia: "Llevadle èsto a ese condenado Rommel", no habìa que ser un gran sicòlogo para comprender que el deportiv estado de ànimo del soldado inglès podìa dar fàcilmente nacimiento a un extraño complejo de inferioridad.En efecto, èsto fuè lo que ocurriò.Los recièn llegados al desierto y hasta una cierta minorìa de viejas "ratas" tendìan cada vez màs a decir: "Hemos topado con los alemanes",como si ésto justificase el fracaso.Para todos aquellos que recordaban el tono de compasión y de desprecio apenas disimulado con que en 1914 hablábamos del "pobre viejo Fritz", el rpestigio de Rommel y del Afrikakorps constituían un peligro efectivo.Las victorias demasiado fáciles que habíamos logrado frente a los italianos no nos habían hecho, sin duda, ningún bien.
A pesar de la leyenda que lo aureolaba, es muy difícil comprender se convirtió tan rápidamente en un tipo al estilo de Napoleón, una especie de "coco" tanto en El Cairo para los paisanos y los soldados de la retaguardia, como en primera línea, donde representaba para todos una amenaza cercana y personal.
Su reputación de soldado había llegado al máximo cuando llegó a Africa del Norte.Sin embargo, había tenido que adaptarse a un nuevo tipo de guerra y a la extraña y exigente vida del desierto.Sería aventurado decir que allí se encontró en su elemento,pero llegó a ser rápidamente tan "digno del desierto" como un beduino."Quizá Rommel no era un gran estratega-ha dicho el general Bayerlein-pero, de todo el ejército alemán, era, sin duda el hombre que mejor se adaptaba a la guerra del desierto.
Era una guerra de jóvenes, y ,sin embargo, Rommel, desde hacía tiempo,no era ya ningún muchacho.Gracias a los años de esquí y de alpinismo, estaba en excelente forma física."Era fuerte como un caballo-ha dicho un jóven oficial alemán,asimismo campeón de esquí-.Nunca me he encontrado con un hombre como él.Podía pasarse varios días sin comer,beber ni dormir.Dejaba atrás a hombres 20 o 30 años más jóvenes que él.Quizá era, simplemente, "demasiado" duro consigo mismo y con los demás".
Debido al lado espartano de su naturaleza, Rommel se mostraba muy orgulloso de ser inaccesible a la fatiga.Ni el frío, ni el calor, ni el dormir en el suelo le afectaban.El "ghibli",como los alemanes llamaban al "khamsin"-la cegadora tempestad de arena-,hace sufrir a todo cuanto vive en el desierto, incluídos árabes y camellos.Rommel aseguraba que se había exagerado su importancia.En el curso de su primera batalla en el desierto insistió, durante una de estas tempestades, en despegar a bordo de su Storch, que él mismo piloteaba.Después de haber estado a punto de matarse al aterrizar con visibilidad nula, reconoció que "le había costado mucho trabajo encontrar a los ingleses".Estos estaban, sin duda, cubiertos de arena hasta las cejas..
Como Napoleón, Rommel era capaz de descabezar un sueño, en cualquier parte, durante unos minutos, para despertarse después completamente descansado.Pregunté un día a Günther,su ordenanza, hoy pastelero en Garmisch, si Rommel se enfadaba al ser despertado cuando esperaba dormir toda la noche."En absoluto-replicó el fornido Günther,que había servido a Rommel durante 4 años-.Al contrario,se alegraba casi siempre;se despertaba en un segundo.Dormía siempre con un ojo abierto.Cuando un mensajero se presentaba, a menudo ya estaba despierto cuando yo me disponía a llamarle".
Günther añadió que Rommel tenía muy buen carácter;trataba bien a su ordenanza y era muy fácil de satisfacer.(Sus generales no eran de la misma opinión).
Rommel nunca se preocupó de la comida.Salía para una incursión de un día entero por el desierto provisto solamente de un paquetito de emparedados o de una lata de sardinas y un pedazo de pan.Un día inivitó a almorzar a un general italiano."Me sentí muy molesto-dijo más tarde-.No tenía más que 3 rebanadas de pan, y además no eran del día.Pero no tiene importancia;los italianos comen demasiado".Sabiendo que en el desierto se tiene más sed cuanto más agua se bebe, sólo llevaba consigo una pequeña cantimplora de té frío con limón; con frecuencia volvía con ella intacta.
Continuará.............................