Sunitas, chiitas, alauitas...¿Quiénes son y a qué juegan?

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Viernes 10 de Mayo de 2013
Por Marcelo Falak.-
Sunitas, chiitas, alauitas...¿Quiénes son y a qué juegan?

Por: Marcelo Falak

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Entender el baño de sangre que se ha desencadenado en Siria a partir de marzo de 2011 exige repasar, aunque sea rápidamente, las características de ese país como mosaico confesional, condición que resume líneas de fractura y de alianzas políticas fundamentales en el mundo islámico.

"Sunita", "alauita", "chiita", entre otros, son términos que (hagamos nuestra mea culpa) la prensa deja caer sobre el público sin mayores explicaciones. Reparar esa falta, entrega valiosas claves para pensar lo que viene, no sólo en Siria sino también en Irán y en Oriente Medio en general.

La existencia de una rama sunita y una chiita es consecuencia del cisma de 683, cuando los líderes del clan omeya, que gobernaba Siria, se impusieron a Alí, el primo y yerno del Mahoma, saldando (guerra y mediación iniciales mediante, para finalizar con el asesinato de éste) la disputa por la sucesión del profeta. Las diferencias doctrinarias que ambas corrientes desarrollaron a partir de entonces son profundas y constituyen el nudo de buena parte de las rivalidades políticas actuales. Un ejemplo claro de esto son para el lector las matanzas continuas, con la mayoría chiita llevando la peor parte, en el Irak post Sadam Husein. Y Siria se asoma hoy a un escenario similar.

El sunismo, heredero de los vencedores de la disputa por el califato en el siglo VII, es la rama más numerosa del islam, con cerca del 85% de los 1.300 millones de fieles. Su doctrina se basa en la suna, esto es en los "ejemplos" de conducta, las prácticas y los dichos de Mahoma, que complementan la letra del libro sagrado de esa fe, el Corán ("La Recitación", en árabe).

Con todo, los sunitas están divididos, a su vez, en diversas tendencias, desde las más moderadas hasta las más extremas, como las que representan los salafistas, defensores de la religiosidad de los "ancestros" (salaf), quienes a su vez se separan entre apolíticos y partidarios de una yihad (guerra santa al infiel) agresiva como Osama bin Laden.

Los chiitas constituyen una minoría, alrededor del 10% del mundo islámico, y son amplia mayoría sólo en Irán (en Irak lo son, pero por poca diferencia y están concentrados en el sur del país). Su nombre deriva de la expresión shiat Alí ("los partidarios de Alí), y consideran desde el cisma que el líder de la comunidad musulmana, el imán, debe ser un heredero de sangre de aquél, linaje que se extiende a partir de la descendencia que engendró con Fátima, la hija de Mahoma.

Entre muchas otras, una diferencia doctrinaria importante entre sunitas y chiitas es que estos últimos creen, a diferencia de aquéllos, que el Corán tiene un sentido oculto que deben develar los líderes religiosos. Otra, clave, hace a la visión mesiánica: para los sunitas, el Mahdi ("El Guiado") nacerá antes del Día de la Resurrección, en el fin de los tiempos; para los chiitas, no se tratará de un nacimiento sino de un retorno, el del duodécimo imán, quien vive oculto desde el martirio de su padre en el siglo IX.

Mosaico

Siria es un país árabe de población mayoritariamente sunita, pero que cuenta con dos minorías importantes, una cristiana y otra alauita, cada una da cuenta de aproximadamente un 10% de la población.


Los alauitas (unos dos millones, concentrados sobre todo en Siria, pero también en el extremo sur de Turquía, en el Líbano e Irak) son una rama peculiar dentro del islam, al punto que relativizan como alegorías algunos de los cinco pilares básicos de la fe, como la obligatoriedad de las cinco plegarias diarias, el ayuno en el Ramadán o la peregrinación que debe realizarse al menos una vez en la vida a La Meca. Asimismo, tienen una visión muy particular en términos de reencarnación de las almas. Por estas razones, muchos musulmanes la consideran herejes.

Sin embargo, su doctrina tiene fuertes puntos de contactos con el chiismo, lo que convierte a sus miembros en aliados naturales contra los abrumadoramente mayoritarios sunitas.

Una peculiaridad de Siria es que la comunidad alauita, concentrada sobre en el oeste del país, sobre todo en la costa del Mediterráneo, en torno de la ciudad de Latakia, controla, pese a su escaso número, los principales resortes del Estado. Esto es así desde que Hafez al Asad, padre del actual dictador Bashar, se hizo con el poder en 1971. No sólo ocupan desde entonces la cúspide del régimen del partido Baas (socialista y panárabe, ideología ideal para diluir una identidad minoritaria y sospechada) sino también puestos clave en las Fuerzas Armadas y los servicios de inteligencia.

Ese nexo entre alauitas y chiitas explica el nudo de la alianza antiisraelí más potente: la que incluye al régimen teocrático de Irán, al régimen de Al Asad y al partido-milicia chiita, Hizbulá, un verdadero Estado dentro del Estado en el Líbano.

Así las cosas, el núcleo de la oposición política y militar a Al Asad está compuesto por miembros de la mayoría sunita, en buena medida desertores del Ejército, pero también izquierdistas, militantes de base y, fundamentalmente, islamistas extremistas. Esto explica que Israel haya atacado recientemente supuestos arsenales iraníes destinados a Hizbulá a través de territorio sirio pero sin ir a fondo en su ofensiva. Su objetivo es valerse de la actual crisis para poner fin a una práctica de casi tres décadas pero que hoy, con la posibilidad de que ese flujo incluya armas químicas, misiles sofisticados y hasta material nuclear persa, adquiere perfiles muy amenazantes. Más claramente: Al Asad es para el Estado judío un enemigo jurado, pero uno que, al menos hasta el inicio de la revuelta en 2011, garantizaba el control del territorio y los arsenales sirios; lo que pueda ocurrir después de su eventual caída es un escenario que se escruta con enorme preocupación, sobre todo por el poder dentro de la coalición opositora de la Hermandad Musulmana, el capítulo sirio de la cofradía que se hizo con el poder en Egipto tras el derrocamiento de Hosni Mubarak.

Hasta cierto punto, los ataques israelíes del fin de semana último contra objetivos en Siria pueden ser vistos como una suerte de ensayo o anticipo de lo que puede ocurrir con Irán a propósito de su cuestionado plan nuclear, esto es una acción bélica "preventiva". La diferencia, enorme, por cierto, es que, si el régimen de Al Asad, que se sabe jaqueado, optó por la autocontención y la promesa de seguir armando a Hizbulá, el de Irán (una potencia de 80 millones de habitantes) podría dar respuesta muy violenta. Ése es el escenario de pesadilla: en ese caso, Estados Unidos no podría limitarse, como ahora, a que su secretario de Estado siga sumando millas mientras decide qué hacer, y en cambio se vería arrastrado a una guerra de consecuencias humanas, geopolíticas y económicas hoy imposibles de ponderar.
 

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Mueren linchados cuatro chiíes en Egipto a manos de una turba

Cientos de residentes de una aldea cercana a El Cairo, incitados por imanes salafistas, apalean a sus vecinos.

Los crueles ecos de odio sectario que destila el conflicto sirio se hacen sentir incluso en Egipto, un país que cuenta con una pequeña minoría chií. Incitada por imanes salafistas, una rama ultraconservadora del Islam, una turba linchó brutalmente a un grupo de personas de religión chií, asesinando a cuatro y dejando a varias seriamente heridas. El suceso tuvo lugar en el pueblo de Zawyat Abu Muslam, situado en la provincia de Giza, colindante con El Cairo.
Según explicaron testigos oculares al diario gubernamental Al Ahram, varios cientos de personas armadas con cuchillos y bastones se presentó en la casa de un conocido miembro de la comunidad chií, donde se estaba desarrollando una celebración religiosa a la que asistían una veintena de personas. La turba asaltó la vivienda, y le prendió fuego. Además, linchó en plena calle a varios de los asistentes, entre ellos Hassan Shehata, uno de los clérigos chiíes más conocidos en Egipto.
“Durante tres semanas, los jeques salafistas en el pueblo han estado atacando a los chiíes acusándoles de ser infieles y de extender la inmoralidad”, dijo Hazem Barakat, un fotoperiodista que captó unas imágenes escalofriantes sobre la agresión. De acuerdo con Barakat, la policía llegó tarde, y no hizo nada para detener la brutal paliza. “Vi cómo apuñalaban a varios chiíes en diversas ocasiones mientras los arrastraban para lincharlos públicamente”, añadió.
Los grupos ultraconservadores suníes, que han asumido un mayor papel en la vida pública de Egipto después de la revolución, siempre han profesado una profunda inquina hacia la comunidad chií, a la que consideran hereje. Sin embargo, a raíz de la firma reciente de un acuerdo de cooperación turístico entre Egipto e Irán, así como del recrudecimiento de la guerra civil en Siria, los movimientos salafistas han elevado su retórica hostil hacia el chiísmo, y algunos incluso han lanzado “campañas de concienciación” para, supuestamente, evitar la expansión de esta rama del islam en Egipto. Por ejemplo, el Partido Nur, el segundo en el Parlamento, hace semanas distribuyó carteles por las calles atizando el odio contra los chiíes.
El discurso sectario ha impregnado incluso algunas capas del Islam más oficial. A mediados de junio, tras reunirse en El Cairo, un grupo de 70 prestigiosos clérigos suníes, liderados por el carismático Yusef al-Qaradawi, hicieron una llamada a participar en “todos los tipos de yihad” contra el régimen sirio, al que acusaron de “librar una guerra contra el Islam”. Asimismo, el pasado sábado, en un acto de solidaridad con Siria al que asistió el presidente Mohamed Morsi, algunos clérigos afines a los Hermanos Musulmanes lanzaron mensajes amenazantes contra los fieles chiíes.
“Atribuimos al presidente Morsi la responsabilidad de este ataque … en la conferencia del sábado, jeques salafistas insultaron e incitaron al odio contra los ciudadanos egipcios chiíes”, declaró Bahaa Anwar, un conocido activista. No existen cifras oficiales sobre el tamaño de la comunidad chií en Egipto, y las estimaciones son muy variadas, oscilando entre las 200.000 y los 2 millones de personas.
Fue precisamente en aquel acto celebrado en el Estadio de El Cairo en el que Morsi anunció la ruptura de las relaciones diplomáticas con el régimen de Bashar al-Assad, y el cierre de la embajada siria en la capital, lo que representó un importante giro en su política exterior. “Creo que el gesto se debe interpretar en clave interna, como un intento de anclar el apoyo de los salafistas antes del 30 de junio”, explicó a El PAIS el politólogo Ibrahim Awad. La oposición está preparando una movilización masiva para el próximo domingo con el objetivo de forzar la dimisión de Morsi.
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El frente interno del conflicto se enquista en una guerra cada vez más sectaria
Los grupos rebeldes presionan en zonas de mayoría alauí, leales a El Asad
  • Las claves del conflicto sirio
    Mientras se habla de la guerra que vendrá de fuera, en el interior de Siria el combate se mantiene enquistado en una dinámica de conquistas y retiradas, con el país polarizado entre las zonas bajo dominio de las tropas regulares y las que manejan los rebeldes. El presidente Bachar El Asad mantiene el control de la zona sur que confluye con Jordania, en un arco que se extiende hasta el Mediterráneo, incluyendo ciudades como la capital, Damasco y Homs. Los insurgentes siguen firmes en áreas importantes del norte, como Idlib y un bocado importante de Alepo, y en decenas de poblaciones en la zona oriental. El noreste es de los kurdos, asediados ahora por los grupos yihadistas.
    El ministro de Exteriores sirio, Walid al Muallem, aseguró este martes que el régimen está preparado ante los “tambores de guerra” y que se defenderá “con todos los medios disponibles”. Muallem rechazó de plano las acusaciones en una rueda de prensa: “El pretexto de las armas químicas es falso. Si quienes acusan a nuestras Fuerzas Armadas de emplear armas químicas tienen alguna prueba, les reto a que la muestren a la opinión pública y a la comunidad internacional”.
    “Llevamos semanas de victoria contra el terror”, decía a principios de mes el presidente sirio. Los avances que anunciaba eran ciertos e importantes en los alrededores de Damasco, como reconoció el rebelde Ejército Libre de Siria (ELS). Los barrios más alejados del centro, al este, mantienen su fidelidad a los sublevados, pero contra ellos se cargó supuestamente hace una semana con armas químicas. El Asad también se ha apuntado varios tantos en la cuenca del Éufrates, y los comunicados de la agencia oficial de noticas SANA de los últimos 15 días hablan de distintas redadas que habrían mermado a los rebeldes en el noroeste de la capital.
    Sin embargo, en los últimos días, en este baile de pasos adelante y atrás, las victorias han sido para los opositores. Según el Observatorio Sirio por los Derechos Humanos, han tomado Khanasir, consiguiendo así bloquear la carretera con Alepo por la que las fuerzas leales al régimen recibían víveres y armas desde Hama, en el centro del país. En la ofensiva que ha dejado aisladas a las fuerzas regulares se ha informado de la muerte de 53 soldados del régimen y 16 rebeldes.
    Los opositores denuncian que la respuesta de El Asad fue emplear el lunes bombas de fósforo blanco y napalm, prohibidas internacionalmente, contra sus milicias y la población. Para demostrarlo distribuyeron vídeos por Internet, no verificados de forma independiente, que muestran a civiles con la piel enrojecida.
    Desde el lunes los rebeldes intentan avanzar sobre Talkalakh, en Homs, a cuatro kilómetros de Líbano. Se considera clave porque garantiza el paso franco desde Damasco hasta el refugio costero donde reside gran parte de la minoría alauí a la que pertenece El Asad, uno de los lugares donde se ha especulado con que el presidente podría refugiarse. Durante semanas, el régimen ha reforzado este flanco para asegurarse ese control de la costa que se antoja vital, pero no ha informado de éxito alguno. Los opositores buscan entrar en la zona, lo que además les abriría las puertas a las villas rurales de Homs, a su agricultura y a sus caminos.
    En Latakia, al noroeste, la lucha es diferente. La libran los islamistas Al Nusra, Al Sham, y Estado Islámico de Irak y Levante, que han comenzado una ofensiva contra feudos alauíes que incluso ha llevado a la Coalición Nacional Siria —considerada por Occidente como representante legítima del pueblo— a reprender su actitud para no abundar en el sectarismo. “No hay minorías en Siria más que la minoría que nos atenaza”, defiende un portavoz de la Coalición en Estambul.
    Estos grupos, vinculados a Al Qaeda, que al inicio del conflicto eran insignificantes, han ido creciendo. Se han reforzado en número de integrantes vía Irak y en medios, vía Turquía, según inteligencias como la israelí. La “batalla por la liberación de la costa” tiene una importancia estratégica —porque la zona está compuesta por montañas desde las que se controla Latakia, principal puerto del país— y simbólica, por el golpe a los alauíes. Al Nusra, a través de Internet, ha dicho que está ya a 22 kilómetros de Qardaha, donde nació El Asad.
    Los tres grupos yihadistas han llegado a Salma, a 50 kilómetros de Latakia, donde supuestamente saudíes y cataríes les prestan ayuda militar. El régimen denuncia “matanzas terribles”. Entre los muertos se halla, según el Observatorio, Bard Ghazal. Este destacado líder religioso alauí, fue secuestrado en un suburbio de la ciudad portuaria el 5 de agosto junto a 150 civiles más de los que no se sabe nada. Al Nusra, que ha mostrado fotos de su tortura y fusilamiento, lo acusa de ser el cerebro de Mihrac Ural, un grupo armado defensor de El Asad al que atribuyen matanzas como la de Banyas (mayo), con cerca de 70 muertos. Su muerte, dicen los yihadistas, es el “ojo por ojo” al supuesto ataque químico de Ghuta.
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Matan a tiros a 18 miembros de una familia chií en un ataque en su casa en Irak

Al menos diez personas de confesión chií murieron por disparos de hombres armados que irrumpieron en sus casas en la zona de Al Latifiya, 20 kilómetros al sur de Bagdad, según fuentes policiales.
Los desconocidos entraron en dos casas y mataron a las diez personas que se encontraban allí, y a continuación hicieron explotar los dos hogares, señalaron las fuentes.
Posteriormente, los agresores consiguieron darse a la fuga, añadieron las fuentes, que aseguraron que hasta el momento se desconoce el motivo del ataque.
Este no es el único atentado de las últimas horas. Al menos diez miembros de las fuerzas del orden han muerto y otras 11 personas resultaron heridas en distintos ataques en Irak, según informaron fuentes del Ministerio de Interior iraquí.
Tres artefactos explosivos estallaron al paso de una patrulla del ejército iraquí en la zona de Al Tarmiya, a 30 kilómetros al norte de Bagdad, lo que causó la muerte de cinco soldados.
Otros siete militares resultaron heridos de distinta consideración y varios vehículos del ejército fueron dañados por las explosiones. Posteriormente, las fuerzas de seguridad cerraron los accesos al lugar del atentado y comenzaron a buscar a los agresores.
En la zona de Suq al Maash, en el oeste de la ciudad de Mosul, al norte de la capital iraquí, un coche bomba conducido por un supuesto suicida explotó delante de una comisaría de la policía y mató a cinco efectivos de seguridad e hirió a otras cuatro personas.
Ayer, al menos 47 personas murieron y 160 resultaron heridas en una serie de atentados con coche bomba perpetrados en Bagdad, la mayoría de ellos contra mercados populares.
Irak vive en la actualidad un repunte de la violencia. Un total de 804 iraquíes murieron en agosto pasado, mientras que desde principios de 2013 han fallecido unos 5.000 civiles, según cifras de la ONU
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No debemos olvidar a los maronitas, que son cristianos católicos orientales o los cristianos ortodoxos ( en Malula, último sitio donde se hablan arameo, a 50 km de Damasco) corren peligro. Situación similar a la que enfrentaron los cristianos iraquíes post Sadam, Tarek Asis su segundo era cristiano y disfrutaban de una digna tolerancia. La situación de los católicos , cristianos coptos u ortodoxos de Oriente Medio es mala en general, con revueltas o sin ellas. Al fin y la cabo son infieles para el Corán. Dios los proteja.
 

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Siria se convierte en escenario de una guerra regional entre chiíes y suníes
Combatientes iraquíes luchan junto a fuerzas iraníes en defensa de El Asad.

El régimen sirio capturó el miércoles la localidad de Jeque Omar, al sur de Damasco, asestándole un importante golpe a los rebeldes que han tratado de disputarle durante meses el control del cinturón alrededor de la capital. Lo más revelador de esa victoria, sin embargo, no es la toma de ese punto crucial que se halla entre dos vías que discurren hacia sur del país, sino que quienes redujeron y expulsaron a los opositores armados fueron milicianos de la organización libanesa Hezbolá y de grupos chiíes iraquíes que luchan, bajo la guía de la Guardia Revolucionaria iraní, para defender al régimen de Bachar el Asad de una ofensiva rebelde cada vez más débil y agotada.
Siria se ha convertido en un campo de batalla de fuerzas extranjeras, en una encarnizada lucha motivada por intereses foráneos y definida por la ancestral división entre suníes y chiíes, que pugnan por la preponderancia en la región. De momento, han muerto más de 100.000 personas y seis millones han abandonado sus hogares. El presidente El Asad ha ganado terreno, notablemente reforzado en los pasados meses. Ahora busca legitimidad diplomática en Occidente, colaborando en la destrucción de sus arsenales químicos, una disposición que le han agradecido tanto la ONU como EE UU.
Siria se ha convertido en un campo de batalla de fuerzas extranjeras
Los rebeldes acusaron recientemente a Irán de entrenar a milicianos chiíes, procedentes sobre todo de Líbano e Irak, en Teherán, para luego enviarles a Siria. A este último país la Guardia Revolucionara iraní ha enviado a miembros de la Fuerza Quds, cuyo cometido es propagar la causa de la revolución islámica en el extranjero. A varios de ellos se les ve, vestidos con atuendo militar y hablando farsi, dando instrucciones en vídeos supuestamente grabados en Siria y difundidos en Internet por redes de opositores, que tratan de demostrar que el régimen sirio lucha no solo por su supervivencia, sino también por los intereses de Irán.
Los Comités de Coordinación Local, una red de observadores afiliados a la oposición, informó el miércoles de una nueva ofensiva en las afueras de Damasco, en la que una amalgama de soldados sirios y grupos foráneos chiíes tratan de ganarle terreno a los opositores que se han asomado a la capital. “Atacan las ciudades con armamento pesado, cubiertos por los aviones del régimen, en zonas que llevan sufriendo el bloqueo del régimen durante meses”, dijo esa organización en un correo electrónico. Entre los responsables de la ofensiva: la milicia libanesa Hezbolá y los combatientes iraquíes afiliados a diversas milicias como el grupo Al Nuyaba, experimentados en ofensivas contra suníes y EE UU en su país.
El presidente El Asad ha ganado terreno, notablemente reforzado en los pasados meses
Hezbolá, que recibe apoyo y armamento de Irán, fue decisiva en la captura de la estratégica localidad de Al Qusair por parte de El Asad hace cuatro meses. En un principio, envió a Siria combatientes de forma discreta, para pasar a enterrar luego en público a los que despide como sus mártires. Tiene ya a entre 2.000 y 4.000 milicianos luchando allí, con centenares fallecidos en combate. Su líder, Hasán Nasralá, llegó a vaticinar en abril que los opositores “no serán capaces de derrocar al régimen por métodos militares”.
“Hezbolá ha sido instrumental en la operación de terror y destrucción de El Asad contra el pueblo sirio”, opina Bayan Katib, portavoz de la Coalición Nacional Siria, grupo político opositor que se define como moderado. “Su injerencia en los asuntos de los sirios incrementa las divisiones sectarias, que no eran parte del levantamiento original de la ciudadanía siria”.
Son, según estima la inteligencia occidental, 60.000 los combatientes extranjeros que luchan junto a El Asad por devolverle el control de Siria. El régimen lo controlan los alauíes, una minoritaria secta del chiísmo, que se enfrenta a una oposición que en su gran mayoría es suní. El Gobierno de Damasco defiende que en la oposición, donde cada vez tienen más protagonismo los yihadistas y los grupos vinculados a Al Qaeda, hay unos 70.000 extranjeros de 80 países aunque otras estimaciones los rebajan a 30.000. A los rebeldes les apoyan con fondos las monarquías suníes del Golfo.
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SHARIA
Brunéi adoptó la ley islámica

El pequeño sultanato de Brunéi, situado en la isla de Borneo, adoptó este martes la instauración de la sharia o ley islámica que prevé, entre otras cosas, la lapidación en caso de adulterio.
El sultán Hasanal Bolkiah, uno de los hombres más ricos del mundo, anunció en un discurso oficial la promulgación de un nuevo código penal islámico que entrará progresivamente en vigor en los próximos seis meses y sólo se aplicará a los musulmanes.
La nueva legislación prevé la amputación de miembros como sanción para los ladrones, la flagelación en caso de consumo de alcohol o aborto y la lapidación como castigo para los adúlteros.
“Con la entrada en vigor de esta legislación, cumplimos nuestro deber con Alá”, declaró el sultán.
El sultanato de Brunéi, un Estado minúsculo situado en la costa norte de la isla de Borneo, es uno de los países más ricos del mundo gracias a sus inmensos recursos en hidrocarburos.
Los dos tercios de sus 400.000 habitantes son musulmanes, el 13% de la población es budista y el 10%, cristiana. El islam es la religión oficial del país, considerado más conservador que sus vecinos, como Malasia e Indonesia.
El consumo de alcohol está prohibido y la práctica de otras religiones se rige por una reglamentación estricta.
Brunéi cuenta ya con dos sistemas judiciales: uno civil y otro islámico. Este último se ocupa de los litigios menos graves, como los matrimoniales. El sultán Hasanal Bolkiah intentaba desde 1996 hacer aplicar la sharia.
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Sunitas y chiítas: ¿Qué es lo que los separa?


REUTERS/Mohamed al-Sayaghi
Una de las grandes contradicciones en el mundo islámico consiste en el conflicto entre sunitas y chiítas. La brecha que surgió ya hace más de 1.000 años no sólo determina las complejas relaciones en Oriente Medio, sino que representa hoy en día una de las mayores amenazas para la seguridad del planeta.

Inicio del conflicto
La historia de la división del islam entre sunitas y chiítas se inició tras la muerte del profeta Mahoma, en el año 632 después de Cristo, cuando sus seguidores empezaron a cuestionarse quién sería su sucesor en el Gobierno del califato islámico. Algunos argumentaban que el poder debía designarse por gracia divina y que un parentesco familiar con Mahoma era más que una señal para elegir al futuro líder. En ese sentido, ese pequeño grupo ('Shi'atu Ali', en árabe, o 'partidarios de Alí') creía que el mejor postor para el califato era Alí, primo y yerno de Mahoma.
Otros expresaron su desacuerdo con el privilegio exclusivo de los sucesores de sangre del Profeta. Según ellos, la cabeza del Califato debía ser elegido por la mayoría de los miembros de la comunidad musulmana. Esta posición fue explicada con extractos de la Sunna, un libro que contiene las palabras del Profeta y sus seguidores. Por esta apelación a la Sunna, el bando fue nombrado "sunitas".

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RT
Superioridad numérica en el mundo musulmán
Sunitas: 87% de los musulmanes.
Chiítas: 13% de los musulmanes.
Países donde predominan en número
Sunitas: Arabia Saudita, Afganistán, Pakistán, Jordania, Kuwait, Yemen, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Túnez, Catar, Libia, Turquía.
Chiítas: Irán, Azerbaiyán, Bahréin, Irak, Líbano.

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wikipedia.org
Países con predominio sunita y Gobierno chiíta
Siria
Países con el predominio chiíta y Gobierno sunita
Bahréin
Considerados líderes del islam
Sunitas: Abu Bakr, el suegro de Mahoma, y los tres primeros califas justos: Umar, Uthman y Alí (Ali ibn Abi Talib).
Chiítas: Ali ibn Abi Talib, el primo y yerno de Mahoma. No reconocen la legitimidad del gobierno de los tres primeros califas justos.
Subramas más importantes
Sunitas: wahabitas (salafitas)
Chiítas: imamíes, alauitas, ismaelitas, drusos, zaidíes
Organizaciones
Sunitas: Al Qaeda, Hamas, Talibán, Estado Islámico, Hermanos Musulmanes
Chiítas: Hezbolá
Hechos claves del conflicto
-La Revolución Islámica en Irán de 1979. Marcó el comienzo de un régimen teocrático chiíta en Irán, el centro actual de los chiítas.
-Guerra en Irak en 2003. La intervención de Occidente permitió a la mayoría chiíta llegar al poder después de años de régimen sunita de Saddam Hussein (que se percibía como un "bastión" en el camino del Irán chiíta). Desde entonces, el conflicto chiíta-sunita se intensificó.
Principales piedras de tropiezo
- Culto del imam. La doctrina del Imamato es una característica clave del chiismo y el principal desacuerdo con el sunismo. Así, los chiítas creen que los imames, líderes espirituales, son infalibles en todos los asuntos, actos, principios y creencias y que son los intermediarios entre el pueblo y Dios. Los chiítas esperan la llegada del duodécimo Imam que se convertirá en líder musulmán, el Mesías, capaz de instalar el Reino de Dios en esta tierra pecaminosa.
Para los sunitas esta concepción es ajena, ya que sostienen el concepto de adoración directa de Alá, sin intermediarios. El imam, desde su punto de vista, es una figura religiosa ordinaria. La importancia que los chiítas conceden al papel de los imames y Ali y pondría en duda el lugar del propio Profeta Mahoma. Por ello los sunitas creen que los chiítas se permitieron introducir en el islam innovaciones "indebidas".
- Relación hacia la sunna. Además del Corán, los sunitas reconocen la sunna (las tradiciones del Profeta), y los chiítas el Akhbar (noticia sobre el Profeta).
- Matrimonio temporal (la muta). Es un concepto prohibido entre los sunitas y permitido entre los chiítas.
- Lugares de peregrinación. La mezquita Masjid al-Haram en la Meca, la mezquita del Profeta en Medina y la mezquita de Al-Aqsa en la explanada de las mezquitas de Jerusalén son los tres destinos sagrados de peregrinaje para los sunitas. Los chiítas, además de a estas tres mezquitas, peregrinan también al mausoleo del imam Hussein en la ciudad de Karbala, en Irak.
http://actualidad.rt.com/actualidad/167320-sunitas-chiies-diferencias-conflicto
 

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El fanatismo chiita, un fenómeno peligroso y moderno



La rama minoritaria del Islam, responsable de la revolución teocrática en Irán, vuelve a copar las noticias debido a su ofensiva desestabilizadora en YFacebook

una doctrina fundamentalmente esotérica e iniciática", a convertirse también en una ideología altamente politizada. Tal es así, que los revolucionarios iraníes y sus discípulos árabes chiitas lograron, desde la década de los ochenta en adelante, que su narrativa mesiánica se materializara en una plataforma políticamente activa, que busca impartir la transformación del orden moral y religioso mediante la movilización social. Por medio del activismo de las masas, esta ideología insistía en que era posible reparar la sociedad y por consiguiente avecinar la utópica redención aparejada con el final de los días.
Sintetizando, lo que hoy discuten los analistas es que los movimientos chiitas contemporáneos comparten una preocupación general por tomar un rol activo en "acelerar" la realización de sus aspiraciones, abandonando la postura reactiva de "postergar" el conflicto con sus adversarios religiosos.
Por otro parte, luego de la sangrienta y prolongada guerra librada entre Saddam Hussein y el ayatolá Jomeini entre 1980 y 1988, el régimen islámico chiita, similarmente a lo que le ocurrió a todos los regímenes "revolucionarios" con aspiraciones globales en la historia, cayó en la realización de que no podría promover la expansión de sus ideales por medio de la acción militar directa. Tendría, en contrapartida, que adoptar un enfoque más diligente para cosechar influencia entre los chiitas del mundo, y hacer valer sus ideales en el propio entorno doméstico. Como consecuencia, puede observarse que entre finales de los ochentas y comienzos de los noventa hicieron su aparición en escena el Hezbollah libanes, y el Ansar Allah yemení, grupos conexos a Irán.
Los sunitas también vienen experimentado un proceso de ideologización de la religión a la política, más complejo y con mayor diversidad de matices que el jomeinismo iraní. El llamado islamismo, lo que viene a ser el islam político, es una invención sunita que tomó sustancia a comienzos y mediados del siglo XX, principalmente en Egipto, y que como su contraparte chiita, comparte una preocupación por "islamizar la Modernidad" mediante la inserción de la religión en la política y la cotidianeidad social. Desde la generalidad, un rasgo que caracteriza a los islamistas es su aprensión por los no musulmanes y su insistencia en la unión de los fieles frente a las adversidades comunes, minimizado las distinciones sectarias entre ellos. Por esta razón, grupos sunitas como el Hamás palestino y la Yihad Islámica han hecho de Irán un benefactor en función de su compartido odio hacia Israel.
Tras el cambio de régimen en Teherán en 1979, las monarquías sunitas conservadoras del Golfo comenzaron a temer que la experiencia iraní dejará adversas repercusiones en la región, temiendo principalmente que grandes grupos chiitas se sublevaran siguiendo el ejemplo de los revolucionarios persas. Teniendo en cuenta que en Arabia Saudita el diez por ciento de la población es chiita, esta consideración ayuda a explicar el multimillonario apoyo que los monarcas sauditas brindaron en las últimas décadas a instituciones educativas y grupos armados wahabitas, completamente opuestos a los chiitas, pero incidentalmente también motivados a purgar a la sociedad global – en regla con estándares de pureza anatemas con las formas modernas.
Con los sucesos de la llamada Primavera Árabe quedó demostrado que las propias masas sunitas también tienen el potencial de organizarse y de destronar a sus respectivos gobernantes. Por ello, paradójicamente, los Estados del Golfo se han tornado en contra de casi todo grupo religioso que de un modo u otro aboque por la reforma, muchos de los cuales hasta relativamente muy recientemente habían apoyado abiertamente.
No obstante no toda agenda islámica es igual, y el islamismo no necesariamente es lo mismo que el fundamentalismo islámico. Los islamistas desde luego son conservadores peligrosos, pero tienen interés en canalizar los beneficios de la ciencia y la tecnología en función de su causa, y no siempre adoptan la violencia para alcanzar sus propósitos. Los fundamentalistas en cambio, mejor ejemplificados por grupos como Al Qaeda, Boko Haram y el Estado Islámico (ISIS) predican con la espada y con la doctrina wahabita. Las primeras víctimas del fundamentalismo son y continuarán siendo los propios musulmanes que no coinciden con los postulados radicales y absolutamente anacrónicos elevados por los grupos recién mencionados.
Para ser precisos, la guerra entre sunitas y chiitas no es una guerra abierta entre islamistas de distinta denominación, sino una complicada guerra de todos contra todos que ha adquirido distinto nivel de significancia religiosa según las partes. Para los Estados sunitas se trata de una guerra por la supervivencia de los regímenes gobernantes y la estabilidad del vecindario, motivo por el cual están abiertamente enfrentados a la quimera sunita que resultó ser el ISIS. En paralelo, para los países sunitas, especialmente Arabia Saudita, existe una guerra indirecta contra Irán, que busca consolidarse en la región a través de sus agentes árabes. Para la Siria del clan al-Assad y sus allegados, se trata precisamente de la misma cuestión de vida o muerte, en tanto la supervivencia del régimen coincide plenamente con la supervivencia de sus líderes. Para los iraníes, la conflagración pasa por preservar sus intereses en Medio Oriente, principalmente en Siria y en Irak, y luego en Yemen. En contraste con los miedos de otros regímenes, la continuidad de la teocracia iraní no se asume en riesgo; mucho menos después del acuerdo alcanzado con Estados Unidos en virtud del cuestionado programa nuclear.
Donde la religión parece jugar el papel más avasallante es en los actores no estatales, que por su misma naturaleza no están sometidos a los mismos escrúpulos normativos y disyuntivas de orden secular que sí tienen los Estados propiamente dichos. Comenzando sin lugar a dudas con los yihadistas del ISIS, enfrentados tanto al establecimiento sunita como a la estatidad chiita, los elementos más volátiles dentro del wahabismo están en una guerra ofensiva contra todos. Los chiitas, que se estima representan alrededor del 15 por ciento de los 1.6 billones de musulmanes en el mundo, siguiendo esta lógica se enfrentan ante una guerra para preservar sus conquistas e intereses. Lo único que por lo pronto está claro a grandes rasgos, es que la religión es parte de la labia de todos los actores enfrentados, persigan objetivos utópicos o metas más cerca a tierra. El peligro a largo plazo es que el sentido identitario de los musulmanes se vea revertido al sectarismo que caracterizó los primeros siglos del islam, y que de mantenerse esta tendencia, se asiente un duro golpe a todo proyecto de construcción nacional y reconciliación entre los fieles.

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¿Es musulmán el wahabismo?
por Jean-Michel Vernochet


En su libro Les Egarés. Le wahhabisme est-il un contre islam? (Los Descarriados. ¿El wahhabismo es contrario al islam?), Jean-Michel Vernochet muestra como esa corriente se ha erigido en único islam auténtico y ha condenado como herético el islam tradicional, existente desde hace 11 siglos. Desde su punto de vista histórico y teológico, Vernochet refuta la idea, divulgada desde el inicio de la expansión del wahabismo –subvencionada por Arabia Saudita–, de que el wahabismo es una forma extrema del islam tradicional. El estudio de Vernochet aparece en momentos en que ese punto de vista y otros similares se extienden por el mundo árabe como reacción ante las fechorías de la Hermandad Musulmana, de al-Qaeda y del Emirato Islámico. El autor responde aquí a nuestras preguntas.

Red Voltaire | Damasco (Siria) | 19 de enero de 2015

français


Jean-Michel Vernochet
Red Voltaire
: El wahabismo se extiende hoy ampliamente en el seno del islam sunnita presente en Europa. Pero usted estima que el wahabismo no es sunnita y que ni siquiera es musulmán, en el sentido tradicional de ese término. Explíquenos, por favor, esa paradoja.

Jean-Michel Vernochet: Si nos tomamos el trabajo de consultar a los innumerables doctores del islam cuyos trabajos podemos encontrar en internet, notaremos que el wahabismo [1], que es la ideología de los degolladores de Daesh [2], constituye una verdadera ruptura epistemológica con la tradición islámica clásica, al igual que en relación con lo que podemos llamar el islam popular. Cuando hablé de eso, personalmente y cara a cara, con el erudito militante Sheikh (jeque) Imran Hossein, este se mostró totalmente de acuerdo con esa definición de la doctrina wahabita. Estuvimos de acuerdo en que se trata de una herejía cismática que los sabios musulmanes, y también los intelectuales laicos árabes, designan con el término dajjál, ¡cuya traducción más exacta sería el anticristo! [3]

Al dar a conocer en mi trabajo los análisis de ulemas (teólogo estudioso del islám) cuyo conocimiento del islam está más que comprobado, mi objetivo es proporcionar elementos indiscutibles que permiten mostrar la naturaleza fundamentalmente divergente del wahabismo en relación con el islam tradicional –algo que los occidentales desconocen por completo en la medida en que no saben prácticamente nada del islam, con excepción del resumen extremadamente sucinto que proporcionan algunos teólogos cristianos, desgraciadamente dogmáticos pero que creen saberlo todo a partir de lo que dicen sobre el tema la prensa escrita y audiovisual, prensa dirigida por personas cuyo primer objetivo es impedir que sepamos porque es para ellos la mejor manera de conducirnos, volens nolens, hacia el fuego de posibles guerras civiles.

El prejuicio más extendido es que el islam constituye un bloque monolítico, cuando es evidente que el islam es –en realidad– múltiple, empezando por sus diversas interpretaciones de la ley coránica en materia de jurisprudencia. Hay que subrayar que este triste desconocimiento del verdadero islam va incluso más allá de los no musulmanes. En la Unión Europea la mayoría de los jóvenes descendientes de inmigrantes tienen un conocimiento extremadamente limitado de su propia religión, lo cual facilita las posibilidades de influenciarlos predicándoles un islam supuestamente original, puro y “no falsificado”… como las leyes de la competencia liberal que debe dirigirse por todos los medios, incluyendo los medios coercitivos, a convertirse en «pura y perfecta» en el paraíso terrenal del hipercapitalismo.

Vemos aquí lo peligroso que puede resultar confundir todos los rostros del islam y sobre todo reducirlo a su caricatura, que es el takfirismo [4].

Si el islam se viese limitado a las diferentes expresiones del wahabismo, estaríamos cerca de la guerra total entre las civilizaciones. Estamos hablando de una guerra en que la que 1 000 millones de occidentales de cultura cristiana tendrían que enfrentarse a 1 500 millones de musulmanes. Salta a la vista el carácter loco y absurdo de esa perspectiva. Sin embargo, algunos –como los pensadores y simultáneamente agitadores que tenemos en Francia, los Jacques Attali, los Bernard-Henry Levy y tantos otros por el estilo, y sobre todo los think-tanks (tanques pensantes) [5] de Washington– presentan ese choque de civilizaciones como algo probable cuando no como inevitable. Y ya sabemos que la influencia de esos gurús puede conducir, como en el caso de Libia, al baño de sangre y el caos duradero.

Para responder a su pregunta con más precisión resaltaré que el wahabismo es un literalismo exacerbado. Y, como tal, se sale de la ley islámica tal y como esta última aparece revelada en el Corán. Como ilustración de ello quiero recordar que la prédica del jurista Abdul Wahhab (1703-1792) se desarrolla tomando estrictamente al pie de la letra cada palabra, cada frase de la Recitación. O sea, en su sentido literal más absoluto, al extremo de llegar a hacerle decir al Corán enormidades fenomenales. Como que Dios estaría concretamente sentado en un trono y que tendría una pierna en el infierno [6]. Cualquier musulmán sabe perfectamente que decir que Alá tiene un cuerpo material es algo particularmente absurdo… todos saben que ese tipo de representación es puramente metafórica. Es una imagen, no una descripción antropomórfica de Dios.

Pero eso no sería gran cosa si ese literalismo, esa lectura primaria, primitiva del Corán no llevara a los adeptos del wahabismo –con el pretexto de un regreso a los orígenes, o sea de una salafiya, de una imitación de la vida del profeta– a negar los principios mismos del Corán… o a reducir el Corán a una lectura jurídica restrictiva extremadamente manipulada en función de las necesidades de conquista política y de consolidación de un poder temporal… el de la familia reinante de Arabia o de las múltiples variantes de la Hermandad Musulmana, ¡como en Turquía con el régimen islamo-kemalista de Erdogan I!

Peor aún, los wahabitas han llegado incluso a inventar un 6º pilar de la fe islámica. Sería una obligación secreta que consistiría en convertir por la fuerza a los descreídos así como a los malos creyentes y los apóstatas… lo cual apunta contra todos los chiitas y las corrientes sufistas y también contra la mayor parte de los musulmanes sunnitas cuyas prácticas religiosas serían consideradas como corruptas por la influencia de los no creyentes. Para imponer esa idea, los wahabitas inventaron de la nada un deber de hacer la guerra santa. Eso es una interpretación tendenciosa del concepto de yihad que es ante todo –por mucho que le pese a los malintencionados de todos los bandos– un esfuerzo por alcanzar la perfección individual, una guerra interior de cada cual, guerra contra nuestras propias debilidades, contra nuestras pasiones y contra la tentación del Mal que vive en nosotros mismos y que se mantiene permanentemente al acecho. Al imponer la obligación de la yihad, los wahabitas han cometido lo que los doctores [del islam] designan con el término bid’a, que es una innovación perjudicial. Y la innovación está fundamentalmente prohibida en el islam, conforme al hadith [7]:

«El libro de Dios transmite el discurso más real. La mejor enseñanza es la de Mahoma. Las invenciones son la peor de las cosas. Toda invención es una innovación. Toda invención es una aberración y toda aberración conduce al infierno.» (An Nassi, Sunna, 3/188).

Así mismo, Hassan el-Banna (1906-1949), fundador de la Hermandad Musulmana (su nieto es el conocido intelectual Tariq Ramadan), presenta la guerra santa como una obligación necesaria e inevitable y afirma que no cumplirla o rehuir el combate constituiría un pecado capital de los que merecen ser castigados con la gehenne, o sea el fuego del infierno. El-Banna incluso difundió una “carta” dedicada a ese tema y destinada a sus seguidores, carta en la que hace precisamente una “innovación” al agregar al nombre del profeta el título de «Señor de los muyahidines». ¡El-Banna designa además «el combate contra los infieles y la conquista» como la verdadera yihad, en oposición a la yihad «del alma», como habitualmente creen los musulmanes!

Red Voltaire: Históricamente los británicos utilizaron el wahabismo para luchar contra el Imperio Otomano, que había caído en manos de los donmeh revolucionarios más conocidos bajo la denominación de “Jóvenes Turcos”. Hoy en día, la Turquía que usted califica de islamo-kemalista apoya el califato wahabita, en este caso el Emirato Islámico, mientras que este último acaba de designar la monarquía wahabita saudita como su segundo enemigo, después del chiismo. ¿Cómo se explican esas contradicciones?

Jean-Michel Vernochet: Son muchas preguntas y poco fáciles.

Al principio, el objetivo de los británicos en el siglo 19 no era apoderarse del Imperio Otomano, ya por entonces más o menos moribundo y afectado por el ascenso de fuerzas irresistibles. Esas fuerzas que acabarían con él estaban representadas principalmente por los Jóvenes Turcos del Comité Unión y Progreso. Ese movimiento revolucionario, que se inspiraba en la Revolución Francesa y cuyas raíces se situaban en París, Ginebra, Roma y Londres, sería el actor principal de la debacle. El derrumbe del poder otomano y la toma del poder, en 1913, por el triunvirato de los Jóvenes Turcos dieron lugar al genocidio armenio y a la dictadura kemalista, régimen ateo que se establece a la sombra del patíbulo y que no habría surgido sin el activo respaldo de las logias masónicas inglesas, francesas e italianas… o sin el respaldo de Lenin y de la burocracia bolchevique. Se trata de un hecho poco documentado, poco conocido, pero auténtico.

Pero, volvamos al Imperio Británico. Durante el siglo 19 casi toda su política hacia la Sublime Puerta (Constantinopla) será guiada por una sola preocupación: garantizar la protección de la Ruta de Indias. Seguridad que implica el control geográfico total del Golfo Arábigo-Pérsico. Volvamos atrás por un momento para entender bien el contexto, tanto del derrumbe del Imperio Otomano y del consecutivo surgimiento de un reino wahabita del Hedjaz y del Nejd… Durante la guerra de Crimea (de 1853 a 1856), la Inglaterra aliada de Francia acude en ayuda de los osmanlíes contra Rusia. La interrogante que se plantea en aquella época se presenta bajo la forma de una alternativa: desmembrar el Imperio –pero, ¿cómo ponerse de acuerdo sobre la manera de repartirlo?– o mantenerlo en estado de coma para desestabilizar la región, teniendo siempre como trasfondo el eterno problema de Londres sobre la seguridad de las vías marítimas y terrestres hacia la India.

El destino del «Hombre Enfermo de Europa» [8] de hecho se mantiene en suspenso desde principios del siglo 19 por haberse establecido un statu quo explícito entre las potencias cristianas –Inglaterra, Alemania, Rusia, Francia, Grecia e Italia– que de cierta forma congelaba las ambiciones de todos. Nadie quería precipitar un derrumbe, en definitiva inevitable, pero que habría afectado o cuestionado el precario equilibrio de fuerzas en la región. Eso explica el carácter clemente del tratado de Andrinopla, firmado en 1929, al término de la guerra ruso-turca. El zar estimó que un Imperio Otomano decadente, exhausto debido a la deuda contraída con buitres de la finanza internacional era algo preferible al caos. Esta forma de sabiduría política ya no existe en nuestros tiempos…

Este largo recordatorio era necesario para demostrar que en estas cuestiones es el pragmatismo lo que predomina sobre cualquier otro tipo de consideraciones, empezando por las de orden religioso. Posteriormente, manipulando durante la Primera Guerra Mundial a las tribus wahabitas del Nejd contra la Sublime Puerta en momentos en que el Imperio ya estaba virtualmente muerto, Londres ya sólo quiere destruir el poderío otomano aliado al Reich alemán, y nada más. El aspecto religioso es aquí secundario, nada fundamental. La guerra mundial está en su apogeo y el triunvirato Jóvenes Turcos que ha tomado el poder en Constantinopla [9] en 1913 ha optado, en efecto, por asociar su destino al de Alemania, país que goza de una inmensa influencia económica en el Imperio… El triunvirato espera aprovechar la confusión de la guerra para aplicar a gran escala una política de limpieza étnica contra todas las comunidades cristianas del Imperio, seguramente con algún tipo de segunda intención mesiánica y un odio escatológico que muy pocos se atreven a mencionar, ni siquiera hoy en día. Se abre entonces un abismo en el que la mayoría de la nación armenia va a verse arrastrada entre 1915 y 1916.

Se trata de una política genocida que Kemal Pacha (Ataturk) proseguirá y completará por mucho tiempo después de la derrota de los Jóvenes Turcos y de la victoria aliada de 1918, en particular en 1924, en ocasión de los traslados masivos de pobladores cristianos de Anatolia previstos en el Tratado de Lausana, firmado el 24 de julio de 1923. Con ese tratado se cierra definitivamente la Gran Guerra en el frente oriental. Es importante señalar que al proseguir el etnocidio [10] iniciado por sus predecesores, el ateo fanático y compañero de ruta del Comité Unión y Progreso Kemal Pacha es solamente un precursor de la limpieza étnico-confesional que actualmente desarrollan, aunque a una escala mucho más reducida, los yihadistas salafo-wahabitas contra los católicos asirio-caldeos y los yazidíes en el norte de Irak.

Pero volvamos a los años de la Primera Guerra Mundial. Los aliados estiman que ha llegado el momento de desmembrar un imperio agonizante y cuyos nuevos amos donmeh han escogido una mala opción estratégica al optar por el Reich alemán. Mientras estallan rebeliones armadas en todas partes –en Afganistán, Irak, Siria, Palestina, Egipto–, Londres y París se reparten de antemano los despojos del Imperio, en 1916, con el acuerdo secreto Sykes-Picot. Y lo hacen burlándose de las promesas de independencia hechas a los árabes que habían combatido junto a británicos y franceses. Los ingleses, a partir de 1916, utilizarán el wahabismo por su dinámica, por su fuerza explosiva, como fanatismo e ideología de conquista, para consolidar su control en la Península Arábiga.

En cuanto a la situación actual, indudablemente no se trata más que de rivalidades entre poderes que compiten entre sí. Si miramos la historia regional, en particular en este último medio siglo, vemos una lucha perpetua por alcanzar el liderazgo. Así sucedió con Gamal Abdel Nasser, Hafez el-Assad, Muammar el-Kadhafi, Sadam Husein, sin entrar a mencionar el Estado hebreo, cuyo papel en la destrucción de sus vecinos y enemigos potenciales es un factor básico. Ahora son Teherán, Ankara y Riad quienes están compitiendo por el mismo objetivo, independientemente de sus identidades confesionales. Es por consiguiente en términos de competencia que yo interpreto las luchas, a menudo sangrientas, que enfrentan entre sí a las diferentes facciones salafo-wahabitas. Y entre ellas se encuentran los diferentes movimientos que luchan en Siria, con el Emirato Islámico en primera fila. Asimismo, la dimensión sectaria de las divergencias entre la Arabia wahabita, la Turquía islamista y Daesh [el Emirato Islámico], es a fin de cuentas secundaria en relación con las ambiciones hegemónicas, al menos de carácter regional, que los oponen entre sí… sobre todo teniendo en cuenta que todos comparten el fondo ideológico wahabita, y eso incluye a la Hermandad Musulmana aunque esta última no lo reconozca abiertamente.


Réseau Voltaire: Usted dice que la Hermandad Musulmana y el wahabismo tienen mucho en común. ¿Qué más puede decirnos al respecto?

Jean-Michel Vernochet: Aún sin ser “una sociedad secreta wahabita”, la Hermandad Musulmana no deja de ser una prolongación de la secta madre que tiene su sede en Riad. Habría que hacer un trabajo minucioso de comparación entre las doctrinas y programas. Pero insistimos en un punto ya mencionado: el wahabismo y la jamiat al-Ikhwan al-muslimin [La Hermandad Musulmana] son esencialmente ante todo herramientas ideológicas, o sea no religiosas, a pesar de toda su fachada de puritanismo. Son medios ideocráticos de conquista y nada más. Resulta evidente que el wahabismo no es la pura y simple expresión de una fe viviente sino su caricatura más exagerada. Y los musulmanes no se equivocan cuando lo denuncian como la caricatura que es.

Y no soy yo quien lo dice sino los doctores del islam. O sea, lo dicen todos aquellos cuya voz el «Occidente» perezoso no quiere oír porque es más fácil dedicarse a la sociología barata en los barrios populares de las metrópolis europeas con una fuerte tasa de población inmigrante que estudiar, con un poco de humildad, la dimensión teológica del fenómeno yihadista y del apoyo proactivo que le aporta ese otro puritanismo que es el calvinismo anglo-estadounidense cuando sirve de instrumento a un imperialismo carente de alma y de entrañas.

Hecho hoy olvidado, la Sociedad de los Hermanos Musulmanes creada por Hassan el-Banna en 1928 rápidamente acoge, después de su nacimiento, a miembros del Ikhwan que huyen del Nejd tratando de escapar a las represalias de Abdelaziz ibn Saud. Son esos los hombres que formarán el núcleo duro de la nueva cofradía egipcia. En 1954, cuando Nasser disuelve la cofradía, los cuadros de esta irán naturalmente al reencuentro de sus orígenes en Riad. Finalmente la cofradía dará lugar al nacimiento –en los años 1970– de la Yihad Islámica egipcia, antecesora de Daesh [el Emirato Islámico], que se planteaba como objetivo el restablecimiento del califato en Egipto. Y eso es lo que acaba de hacer el Emirato Islámico con la bendición de los “aliados hermanos enemigos” de Ankara, Londres, París, Riad, Doha, Washington, Amman y Tel Aviv.

Red Voltaire: Los británicos apoyaron el desarrollo del wahabismo y después lo hizo Estados Unidos. Actualmente, la Hermandad Musulmana incluso está representada en Washington, en el Consejo Nacional de Seguridad [de Estados Unidos]. ¿Puede decirse de la cofradía lo mismo que usted denuncia al referirse al wahabismo, o sea que esas formaciones serían en el mundo musulmán las vías y medios de lograr la destrucción del islam desde adentro?

Jean-Michel Vernochet: La contínua expansión del wahabismo durante el siglo pasado está estrechamente vinculada con la del modelo financiero, económico y societal anglo-estadounidense. La suerte de la Península Arábiga ha estado indisolublemente ligada, desde 1945 y hasta el sol de hoy, a la América-Mundo… la cual constituye una especie de hidra de varias cabezas pero cuyas cabezas fundamentales están en Manhattan, Chicago (donde se halla la bolsa mundial de materias primas), Washington con la Reserva Federal, en la City de Londres, en Bruselas con la OTAN, en Francfort con la sede del Banco Central Europeo y en Basilea, ciudad que alberga una súper empresa anónima en el sentido jurídico que funge como banco de los bancos centrales, o sea ¡el Banco de Pagos Internacionales!

Así que sería demasiado simple ver la ideología wahabita sólo como un instrumento de influencia o incluso de dominación regional. El mundo musulmán cuenta 1 000 millones y medio de personas. Controlarlo es una empresa gigantesca. Desde esa perspectiva, seguramente hay que ver en la ideología wahabita un claro intento de subvertir el islam. En otras palabras, la versión islámica, incluso “adaptada al islam”, de la nueva religión global que trata de imponerse en todas las naciones y a todos los pueblos, ya sean cristianos o musulmanes. Religión societal, religión de mutación civilizacional que antecede o acompaña la progresión de un mundialismo caníbal. Una religión destinada a reemplazar a todas las demás y que podríamos designar con toda razón como el “monoteísmo del mercado”.

Está comprobado que el wahabismo cohabita perfectamente con el anarco-capitalismo. Por muy sorprendente que pueda parecernos, eso está fuera de dudas. Ese puritanismo está destinado, quizás habría que decir predestinado, a sustituir el islam tradicional con su apego pasado de moda a valores morales tradicionales, esencialmente compasivos. A los puros, el wahabismo les justifica el asesinato de todo aquel que no se someta íntegramente a una misma e inexorable interpretación de la charia… exactamente igual que la democracia universal y supuestamente humanitaria que Estados Unidos pretende imponer por la fuerza de las armas en los cuatro puntos cardinales del planeta. La Gran América ve su Destino Manifiesto como un derecho ilimitado a matar a todos los que se muestran reticentes a entrar por voluntad propia en la matriz democrática judeo-protestante made in America.

En pocas palabras, si el wahabismo es un instrumento, es el instrumento de una destrucción interna y programada del islam… de la misma manera que el mesianismo marxista y posteriormente el freudo-marxismo liberal-libertario realizaron y prosiguen una obra análoga de liquidación en nuestras sociedades postcristianas.

Red Voltaire: Existen actualmente 3 Estados que tienen el wahabismo como religión oficial. Son Arabia Saudita, Qatar y Sharjah, uno de los Emiratos Árabes Unidos. Puede ser que [la región libia de Cirenaica] se una pronto a ellos [11]. Sin embargo, esos Estados están en guerra entre sí. ¿Cómo se explica eso y qué es lo que está en juego en ese enfrentamiento?

Jean-Michel Vernochet: A pregunta compleja, respuesta elemental. En otros tiempos, las tribus se atacaban entre sí. Hoy en día no se trata de bandas de saqueadores sino de Estados. Hemos pasado a una dimensión superior pero el principio sigue siendo el mismo. Los Estados occidentales comparten entre sí la misma idolatría por una democracia de apariencias, lo cual no les impide tratar de destruirse entre sí, aunque sólo sea a través de una cruel guerra económica. «Una guerra que no se declara como tal» pero que no deja de ser implacable, donde los contendientes no tienen amigos ni aliados. «Una guerra a muerte», decía el difunto [presidente de Francia] Mitterrand [12]. Finalmente, son guerras ideológicas y societales. Hay que mirar hacia Rusia y el Donbass, es una buena ilustración de lo que estoy diciendo.

Todo se aclara si comprendemos que los diferentes Estados wahabitas y las diversas variantes de la Hermandad Musulmana –entre ellas el Partido para la Justicia y el Desarrollo de Recep Tayyip Erdogan– no están interesados precisamente en que se cumpla la palabra de Dios en la tierra ni por ningún objetivo trascendente sino más bien en objetivos de poder puramente materiales. Sus ambiciones no son otras que las del poder. A partir de ahí, sus intereses, estrategias y alianzas no son exactamente los mismos. En la práctica, casi siempre están en desacuerdo y casi siempre rivalizan entre sí.

Esto puede parecer algo trivial, pero si queremos comprender el funcionamiento del mundo… basta con ver una película de Hollywood sobre las pandillas de mafiosos. ¡Eso explica todo! Todos se destripan entre sí por un territorio, por un mercado, por una posición dominante, por cuestiones de rango o de categoría formal. La única diferencia –si acaso existe alguna– entre esas guerras de clanes y las guerras de la diplomacia armada del hard y del soft power, reside en su envergadura pero no en su naturaleza.

Red Voltaire: Al-Qaeda se define como wahabita, pero uno de sus principales fundadores y actual jefe, Ayman al-Zawahiri, es un ex miembro de la Hermandad Musulmana. En realidad, si bien todos los líderes del terrorismo internacional se declaran wahabitas, la mayoría de ellos son ex miembros de la Hermandad Musulmana. ¿Piensa usted que la ideología actual de la yihad es wahabita o es que viene de esa sociedad secreta que es la Hermandad Musulmana?

Jean-Michel Vernochet: No me parece que, a estas alturas, la pregunta pertinente sea saber quién fue primero, ¿el huevo o la gallina?, en la medida en que ¡se trata de dos rostros de una misma ideología! Los dos se han desarrollado y consolidado con el apoyo del imperio británico: apoyo armado para el Tercer Reino Wahabita del Nejd y del Hedjaz y apoyo financiero para la Hermandad Musulmana en Egipto. De esa manera, wahabismo y cofradía son ya consustanciales puesto que ambos tienen en común los mismos padrinos en Londres, en Washington y últimamente en Riad. En cuanto a la yihad, ya hemos visto claramente que en Egipto la nueva Ikhwan [Cofradía] ha engendrado una organización de lucha armada, la Yihad Islámica, en aplicación de la doctrina wahabita que habla de la existencia de un sexto pilar del islam, el de la guerra santa, desconocido en el islam clásico, o sea la obligación de convertir a los demás, incluso por la fuerza, recurriendo al hierro y el fuego de ser necesario. En eso el wahabismo hace de la violencia una dimensión estructural que no puede suscitar en Occidente otra cosa que el rechazo más categórico. Estamos viviendo, en efecto, en una lógica de choque frontal entre culturas y civilizaciones.

Eso impone en nuestras sociedades oscuras perspectivas, sobre todo si los musulmanes integrados a ellas llegasen a verse algún día obligados a escoger un bando por la difusión extensiva de un falso islam.

Los años terribles que vivió Argelia en los años 1990 no serían seguramente nada en comparación con lo que tendrían que vivir las comunidades musulmanas europeas… porque, como podemos comprobarlo en todas partes, los primeros blancos y las primeras víctimas del wahabismo no son otros que los musulmanes.

El jeque Imran Hossein

Jean-Michel Vernochet
 

Shandor

Colaborador
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La hostilidad entre las dos grandes ramas del islam, una puja de más de mil años


En Siria, el gobierno y sus aliados, incluido Irán y el grupo chiita libanés Hezbollah, califican de "terroristas" a los opositores sunnitas.

Esa rivalidad entre Riad y Teherán, dos poderosos países musulmanes productores de petróleo, se remonta a varias décadas. Pero en los últimos años se agravó como consecuencia de la invasión de Irak en 2003 por parte de una coalición liderada por Estados Unidos. Luego de esa ofensiva, el gobierno de Bagdad quedó bajo la influencia de Irán, lo que cambió los equilibrios regionales que existían hasta entonces.

Los expertos occidentales entienden que uno de los grandes conflictos existentes en el mundo islámico es precisamente este conflicto entre sunnitas y chiitas, una puja que surgió hace más de mil años.

La historia de la división del islam se inició tras la muerte del profeta Mahoma, en el 632 después de Cristo, cuando sus seguidores empezaron a cuestionarse quién sería su sucesor en el gobierno del califato islámico. Algunos argumentaban que el poder debía designarse por gracia divina y que un parentesco familiar con Mahoma era la señal para elegir al futuro líder. En ese sentido, ese pequeño grupo (Shi'atu Ali, en árabe, o partidarios de Ali) creía que el mejor candidato para el califato era Ali, primo y yerno de Mahoma.

Otros expresaron su desacuerdo con que el principio de "sucesión por sangre" determinara al continuador del Profeta.

Según estos, la cabeza del califato debía ser elegida por la mayoría de los miembros de la comunidad musulmana. Esa posición aparece explicada en extractos de la Sunna, un libro que contiene las palabras del profeta y sus seguidores. Por esta apelación a la Sunna, el bando fue nombrado sunnitas.
Revolución

Más recientemente, en 1979, la Revolución Islámica en Irán marcó el comienzo de un régimen teocrático chiita en ese país, que hoy es el principal centro político de esa rama.

Pero también la guerra en Irak de 2003 influyó en el panorama debido a que la intervención de Occidente permitió a la mayoría chiita llegar al poder después de años de régimen sunnita de Saddam Hussein, que era visto como un obstáculo en el camino del Irán chiita. Desde entonces, el conflicto chiita-sunnita se intensificó.
En sus creencias, los chiitas esperan la llegada del 12° Imán, que se convertirá en líder musulmán, el Mesías capaz de instalar el Reino de Dios en la tierra pecaminosa. Para los sunnitas esta concepción es una herejía, ya que sostienen el concepto de adoración directa de Alá, sin intermediarios. El Imán, desde su punto de vista, es una figura religiosa ordinaria.

Para los sunnitas, la importancia que los chiitas dan a los imanes y al descendiente Ali pondría en duda el lugar del propio Profeta Mahoma y es por eso que los sunnitas creen que los chiitas introdujeron en el islam innovaciones "indebidas".
Además del Corán, los sunnitas reconocen la Sunna (las tradiciones del Profeta), y los chiitas el Akhbar (noticia sobre el Profeta).

La mezquita Masjid al-Haram en la Meca, la mezquita del Profeta en Medina y la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén son los tres destinos sagrados de peregrinaje para los sunnitas. Los chiitas, además de a estas tres mezquitas, peregrinan también al mausoleo del imán Hussein en la ciudad de Karbala, en Irak.ß
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